¿Qué hace el Estado, el gobierno frente a esta situación? En realidad, nada.
Los economistas neoliberales, verdaderos criminales de guerra, como lo ha señalado el profesor colombiano Renán Vega Cantor, proponen la rebaja del 20% de sueldos y salarios a los empleados públicos, la eliminación de subsidios a los combustibles, el establecimiento de reformas laborales para beneficiar a los empleadores privados y la eliminación del impuesto a la salida de capitales, favorable a los banqueros y empresarios.[1]
Aplicar la terapia del shock, es su receta, para golpear al pueblo trabajador, tal como lo hicieron en Grecia, en el año 2011 o en Argentina, bajo el gobierno de Macri.
El modelo griego, impuesto por el FMI, es lo que quieren para el Ecuador Alberto Dahik, Vicente Albornoz, Abelardo Pachano o Mauricio Pozo.
La clase trabajadora griega no solo tuvo que soportar el peso de las medidas económicas que afectaron su vida, sino que, como resultado de la terapia neoliberal, sufrieron de angustia, estrés, depresión y muchos llegaron a suicidarse.[2]
La crisis generada por las malas políticas del gobierno de Moreno, por la caída en el precio del barril de petróleo y la expansión del COVID-19, la quieren cargar sobre las espaldas de la clase trabajadora y la clase media.
A los capitalistas, a los neoliberales y los ideólogos de este sistema, como Mario Vargas Llosa, no les interesa esta realidad. Lo único que defienden es el derecho a la propiedad, al lucro, a la obtención de ganancias. Son los seguidores de Malthus, de Spencer, de Mandeville: solo deben sobrevivir los más fuertes, los pobres deben aceptar su destino y no romper el orden natural donde unos son ricos y otros viven en la miseria, el egoísmo es fundamental para el desarrollo de las sociedades, así como la competitividad, el mercado lo rige todo.
El colapso de los sistemas de salud pública demuestra que ni a la burguesía ni a su Estado le preocupan los derechos fundamentales de las personas. En Italia se deja morir a los ancianos, ante la falta de recursos para atenderlos frente a la enfermedad del coronavirus. La Sociedad Italia de Anestesia, Reanimación y Terapia Intensiva ha señalado que priorizan la atención a quienes tiene más probabilidades de supervivencia.[3] Esta situación inhumana no es otra cosa que la expresión palpable de la brutalidad del capitalismo y del modelo neoliberal.
En la Argentina gobernada por Macri, la salud no fue prioridad, al punto que el Ministerio de esa rama desapareció. En los años de mandato de Macri, el presupuesto para la salud bajo un 45%, mientras aparecieron enfermedades que se creían habían sido desterradas como el sarampión.[4]
En Ecuador, en cambio, el gobierno del presidente Rafael Correa invirtió grandes cantidades de recursos para la salud, así como para la construcción de una red de hospitales y centros de salud de alto nivel en el país.
Enfrentados a esta pandemia, nuevamente los pobres son los más afectados.
El escritor brasileño, Jorge Amado, en un párrafo de su obra “Teresa Batista, cansada de guerra”, lo dice con claridad: “Las pestes son necesarias y beneméritas, sin ellas ¿cómo mantener la sociedad constituida y contener al pueblo, que es la peor de todas las plagas? Imagínese compañero, esa gente con buena salud, y sabiendo leer, ¡es un peligro que da miedo!”.
Sí, las plagas, las pestes, las pandemias son necesarias para el imperialismo y las burguesías para librarse de segmentos de población que no les son indispensables, generar el miedo en las personas, encerrándolas o paralizándolas y, lo fundamental para la lógica del capital, hacer pingües negocios con los medicamentos y vacunas que milagrosamente las transnacionales farmacéuticas elaboran para curar las enfermedades que se expanden por el mundo y que, en muchos casos, el imperialismo las ha desarrollado.
Frente a esta crisis a la cual hoy se enfrenta la humanidad, cabe preguntarse si la salud debe estar en manos privadas o convertirse en política prioritaria de los estados. Una vez más la burguesía acudirá al sagrado derecho de la propiedad para defender sus negocios.
Los gobiernos deberían disponer la intervención inmediata de hospitales y clínicas privadas para la atención de los pacientes infectados por el COVID-19, así como exigir a los médicos que han hecho de su profesión un negocio, que trabajen con la dedicación y esfuerzo que lo hacen los profesionales de la medicina en los hospitales y centros de salud pública.
Tras esta crisis, se debe replantear la política salarial para que los sueldos de médicos, enfermeras y personal de apoyo en los hospitales, así como de los científicos y técnicos involucrados en el estudio y desarrollo de medicinas y aparatos indispensables para la detección y curación de enfermedades, se dignifique. Es inaudito que militares y policías de alto rango, ganen más que los profesionales de la salud.
La pandemia sigue avanzando y debemos ser responsables ante esta crítica situación.
La responsabilidad también radica en pensar críticamente y convertir las ideas en poderosas armas para la transformación del orden injusto existente.
Hoy el gobierno de Moreno acude al discurso de la unidad, de la paz y la solidaridad, cuando en estos años no ha hecho absolutamente nada en beneficio del pueblo.
Los empresarios capitalistas y los banqueros pretenden aparecer como buenos samaritanos, cuando lo que quieren es obtener ventajas económicas a partir de condenar al pueblo a trabajos precarios o al desempleo.
Las Iglesia Católica y las diversas sectas religiosas que existen en el país, amparadas en el discurso del amor, la bondad y la caridad, no han demostrado en la práctica ser consecuentes con lo que predican, mientras cardenales, obispos y pastores mantienen vida de ricos, obteniendo de los feligreses aportaciones económicas que les posibilita vivir con comodidad y muchas veces en medio de la opulencia.
Los templos y las iglesias deben convertirse en centros para la atención de los más necesitados, entre los necesitados.
Para las personas que no tienen hogar y que pueden estar expuestas con mayor facilidad no solo al coronavirus, sino a otras enfermedades, el gobierno central y los gobiernos locales, deben posibilitar se abran albergues donde accedan a comida, atención médica básica y al uso de servicios indispensables como el agua.
Los benevolentes empresarios capitalistas y banqueros que ha obtenido millones de dólares en estos años, ¿estarían dispuestos a ayudar con esta tarea?
Mientras la burguesía piensa solamente en el capital, los obreros, los trabajadores en diversos campos son los que permiten solventar los problemas que se agudizan con la presencia del coronavirus.
¿Qué sería de nuestras ciudades, sin los trabajadores del aseo? ¿Qué sería del país, sin los trabajadores eléctricos?
Un país podría sobrevivir sin banqueros, pero sin médicos no. Una fábrica se pone en funcionamiento por el trabajo obrero, no gracias al capitalista.
Es la hora de actuar con urgencia. Lo que hay que cambiar es el sistema.
18 de marzo de 2020
[1] En https://www.elcomercio.com/actualidad/economistas-propuesta-medidas-economicas-coronavirus.html
[2] En https://www.lavanguardia.com/internacional/20111207/54239901999/gran-depresion-griega.html
[3] En https://actualidad.rt.com/actualidad/345798-sociedad-medica-italiana-recomendaciones-dar-prioridad-mas-probabilidades-supervivencia
[4] En https://www.infobae.com/salud/2019/12/10/alberto-fernandez-anuncio-la-restitucion-del-ministerio-de-salud-y-declaro-la-emergencia-sanitaria-en-argentina/