Cuando los neoconservadores hicieron su arribo en América Latina a fines de los 1970s., el recetario neoliberal requeríamenos esfuerzo para poder ser impuesto a las masas. Además de que no existía una experiencia colectiva sobre lo que significaba el Consenso de Washington, el neoliberalismo prometía abrir el camino hacia el desarrollo a través de la corrección de los desequilibrios generados previamente por culpa de un manejo “politizado” de la economía. Tragarse ese cuento era más fácil por aquel entonces.
Por eso, quienes promocionaban la agenda neoliberal, la publicitaban sin incurrir en absurdos risibles. En ultima instancia, el neoliberalismo pudo instalarse solicitándonos que le concediésemos el beneficio de la duda. “Con el tiempo, después del ajuste, después del sacrificio necesario, todo lo bueno emergerá”… esa es la frase que podría resumir aquella solicitud.
El tiempo pasó, la izquierda denunció la farsa y la gente aprendió con dolor propio las implicaciones cotidianas de una ideología que la realidad destruye con vehemencia una y otra vez. Ahora, ya no son posibles ni creíbles las grandes narrativas sobre el desarrollo que acompañaban a la imposición del neoliberalismo… peor en países como Ecuador donde las elites económicas y políticas hacen gala de ignorancia cada vez que abren la boca.
En esta república bananera, por ejemplo, no existe nadie parecido a Octavio Paz quien le otorgó a la derecha neoliberal mexicana narrativas construidas con algún nivel de sofisticación intelectual. Aquí solo tenemos quánticos y teletubies. La pobreza del discurso ideológico local se refleja en lo que las derechas criollas dicen para justificar las acciones de política económica.
En Ecuador, la renegociación de la deuda externa se ha convertido en una telenovela de mala calidad donde el único argumento esgrimido para soportar tantas lágrimas es que, más temprano que tarde, la chica pobre se casará con su amado y vivirá feliz. Eso es todo.
Analice lo que dicen el gobierno y sus acólitos y lo constatará Usted mismo. La narrativa política sobre la renegociación de la deuda externa es tan patética que se reduce a una promesa difusamente formulada. No está acompañada ni siquiera por un esbozo de proyecto político a largo plazo como sí ofrecían los neoconservadores décadas atrás. No hace alusión a variables macroeconómicas y a su interdependencia mutua. No pueden, no saben, no entienden.
Ni siquiera el discurso conservador criollo propone utopías de corto alcance relacionadas con la creación de “pan, techo y empleo”. Simplemente ni esto es factible para un gobierno cuyo desprestigio aumenta día tras día. Ya nadie les cree.
Lo único que tienen para justificar sus acciones es la promesa de que la chica pobre se casará con su amado y vivirá feliz… No se atreven a decir que “vivirá feliz para siempre”. Nadie les creería.
En la primera semana de septiembre, el gobierno del Presidente Lenin Moreno comienza un nuevo episodio de la renegociación de la deuda. En concordancia con las prácticas de Netflix, recordemos algunos puntos de la trama previa para poder valorar lo que realmente está pasando y pasará:
1. No existe ningún alivio de la deuda externa. No nos han “perdonado” segmentos de la deuda. Posiblemente, los pagos de deuda que debían efectuarse en este gobierno y en el siguiente podrían ser diferidos para ser pagados a posteriori hasta el 2040. Posiblemente… pues nada esta concretizado aún. Todo es una posibilidad que depende de lo que hagan el gobierno ecuatoriano, los acreedores privados y las instituciones multilaterales.
2. El gobierno de Moreno llama “alivio fiscal” a evitar desembolsos de dinero para servir la deuda externa a corto plazo. Pero, aquello que no pague este año, se pagará algún día. No hay reducción de la deuda. Y esto hay que repetirlo porque la telenovela intenta mantenerse en el aire diciéndole a la audiencia algo que no sucede ni sucederá.
De hecho, aquello que los guionistas de la publicidad cuántica no dicen es que los tenedores de deuda externa ecuatoriana podrían recibir 59% del valor nominal de bonos que “el mercado” con su mano invisible había desvalorizado rotundamente.
Para que la jugada quede clara, suponga que Usted posee un bono de deuda por un valor de 100 dólares. Si a principios de mayo Usted intentaba vender ese bono en el mercado estadounidense, en el mejor de los casos, Usted podría haber obtenido 35 dólares… Pero eso no pasó porque el gobierno anunció una reestructuración de la deuda en la cual, so pretexto de evitar las malas relaciones con los tenedores de bonos y las instituciones multilaterales, se les ofreció a los propietarios de la deuda externa hasta 59 dólares por su bono.
Jugadaza ¿no?… ¿Y así la chica pobre será feliz? Difícilmente pues, en esta telenovela cuántica, el Ada Madrina trabaja a favor de los victimarios.
3. El Fondo Monetario Internacional no ha cambiado ni con la pandemia. De hecho, con la pandemia, el FMI se ha vuelto más celoso en su papel de policía financiera mundial. Como siempre, su brutalidad policial está dirigida hacia quienes se dejan violentar, es decir, contra los países en desarrollo con gobiernos serviles y funcionarios con aspiraciones de ser miembros de su staff en Washington.
El FMI no ha cambiado. Para que Ecuador pueda proseguir con la reestructuración de deuda que beneficiará a los acreedores, el gobierno necesita obtener un préstamo stand-by por unos 1.400 millones de dólares. Solo así podría sobrevivir hasta el próximo año. Pero nada es gratis.
A cambio de ese préstamo stand-by, el FMI solicita lo que siempre ha solicitado… “ajuste estructural”, un concepto que hoy aparece disfrazado con otras palabras pero que remite a lo que todos conocemos después de décadas de neoliberalismo, a saber, reducción del gasto público, venta de activos públicos, liberalización de las tasas de interés… lo mismo de siempre.
4. La prensa económica estadounidense filtró detalles sobre los posibles próximos capítulos de la telenovela cuántica. Para poder acceder a unos 6,500 millones de dólares, el gobierno de Moreno deberá firmar una carta de intención en la cual se comprometería a reducir el gasto fiscal en 4.000 millones de dólares adicionales y a aumentar impuestos.
5. En las historias donde el FMI aparece, el gobierno no aumenta impuestos a los ricos ni a las grandes empresas.
6. El 75% de los 17.400 millones de dólares de la deuda externa en reestructuración fueron adquiridos durante el gobierno de Lenin Moreno.
7. Estados Unidos está interesado en que las negociaciones entre el gobierno ecuatoriano, los acreedores externos y el FMI culminen antes de las próximas elecciones.
8. La urgencia proviene obedece a que el Imperio no descarta la posibilidad de que un binomio presidencial insumiso reciba un amplio apoyo popular en el 2021.
El guion está cocinado. Nuestra respuesta, como ciudadanos, todavía no. De nosotros depende reconocer la falsedad e indignarnos.