Por Consuelo Ahumada
El plan Trump para Gaza busca expulsar a su población y convertir su estratégico territorio en un emporio inmobiliario de EE. UU. con fuerte oposición mundial.
Con apenas tres semanas transcurridas desde su regreso triunfal a la Casa Blanca, Trump se enfrenta al mundo entero. En medio del desconcierto y el rechazo internacional, avanza su proyecto MAGA (hacer grande a EEUU de nuevo) sin recato alguno.
Como nuevo emperador, anuncia lo que quiere y cómo lograrlo: despojo, cesión o compra.
Amenaza a diestra y siniestra con confiscar territorios, cambia mapas en forma arbitraria, echa en cara servicios militares prestados como si se tratara de ayuda gratuita. Ese es el talante del magnate inmobiliario, convicto, de ultraderecha, convertido en presidente de la primera potencia.
La semana pasada recibió en Washington a Netanyahu y le presentó su plan para Gaza. Le puso ultimátum a Hamás, que anunció la suspensión de la entrega de rehenes, debido a la vulneración de Israel del cese al fuego. “O se entregan todos los rehenes o se cancelará el acuerdo. Y que se abran laspuertas del infierno”.
Es la mayor crisis en tan difícil tregua. Desde su inicio, se intensificó la agresión del Ejército y los colonos de Israel en Cisjordania. Trump levantó las sanciones impuestas por Biden a algunos colonos, lo que les permitió intensificar los ataques a las aldeas palestinas.
El plan descarta el retorno de los 2.3 millones de personas a la Franja una vez concluya el largo proceso de reconstrucción. Desde el inicio de los bombardeos masivos, Israel acabó con la vida de casi 50.000 personas, en especial niños y niñas, mujeres y personas mayores. Todo lo destruyeron y el territorio es ahora inhabitable.
El anuncio del magnate estadounidense puso en jaque las siguientes fases de la tregua. En la segunda se establece que Israel debe retirar sus tropas de la Franja. Pero Netanyahu le expresó en Washington que no cumplirá con ese compromiso.
¿Qué pretende Trump? “poseer” el territorio y construir un centro turístico internacional, “La Rivera del Medio Oriente”, un poderoso emporio inmobiliario, como los muchos que ha construido en su carrera de magnate.
Pero el fondo del asunto es afianzar el control de esta estratégica y conflictiva región.
Para hacerlo, debe convertir a la población gazatí en refugiada. Construirá asentamientos en Jordania y Egipto. Allí se levantarán “seis, siete, nueve” enclaves, “bellas comunidades” para ellos y ellas.
Sin duda, una propuesta fascista, racista, contraria al derecho internacional. Un crimen de lesa humanidad. La profundización de la limpieza étnica y del genocidio que presenciamos en vivo y en directo. Ni siquiera Hitler planteó la “solución final” de manera tan cínica.
Netanyahu, emocionado, le dijo: “eres el mejor amigo que ha tenido Israel en la Casa Blanca”. Pero para él no es un plan nuevo. En su aplaudido discurso ante el Congreso estadounidense el pasado 24 de julio, esbozó su visión de una “nueva Gaza”, después de la eliminación de Hamás.
Requeriría del incremento en la ayuda militar estadounidense para lograr “un futuro de seguridad, prosperidad y paz”. Antes había utilizado términos como “reconstrucción de la nada”, “diseños modernos”, “puertos, oleoductos y ferrocarriles”.
Sus ministros más radicales expresaron emociones similares: «Quien quiera que cometiera la más terrible masacre en nuestra tierra se encontrará con que ha perdido la suya para siempre. Finalmente, con la ayuda de Dios ahora actuaremos para enterrar la peligrosa idea de un estado palestino», dijo Smotrich, ministro de Finanzas Públicas.. Envalentonado, ayer mismo llamó a ocupar el 10 % de la Franja.
Por su parte, el tenebroso Ben Gvir quien dejó el gabinete por su desacuerdo con la tregua, expresó también su satisfacción y su decisión de reintegrarse al gobierno.
Sin embargo, el rechazo al plan de Trump ha sido contundente. Tanto Hamás como la Autoridad Nacional Palestina reaccionaron con firmeza, “Quienquiera que venga a ocupar el lugar de Israel [en Gaza] será tratado como Israel”, afirmó Osama Hamdan, portavoz de Hamas.
La Liga Árabe condenó por unanimidad la iniciativa. Naim Qassem, jefe de Hezbolá, propuso una cumbre árabe de emergencia y les pidió a todos sus miembros que «se enfrenten a Trump y se mantengan firmes en su rechazo al desplazamiento».
China y Rusia también hablaron: «Gaza pertenece a los palestinos, y forma parte integrante del territorio palestino», dijo el portavoz chino.
Francesca Albanese, Relatora Especial de la ONU sobre los Territorios Palestinos Ocupados, manifestó: “Esta es una población de supervivientes del genocidio y debe salvarse antes de pensar en quién reconstruirá Gaza”. “Nadie tiene derecho a decir cómo se reconstruirá Gaza si no son los palestinos”.
Esta valiente mujer ha recibido ataques e improperios del sionismo y la ultraderecha por sus últimos informes: “Anatomía de un genocidio” y “El genocidio como supresión colonial”.