Por Anisio Pires

Este artículo fue originalmente publicado en portugués. Me fue sugerido por dos importantes referentes del PT de Brasil, Valter Pomar miembro de la dirección nacional y ex Secretario del Foro Sao Paulo y Raul Pont, ex alcalde de la ciudad de Porto Alegre. Defensores de Venezuela, ambos manifestaron la importancia de divulgar como transcurre realmente la vida de los venezolanos para contrarrestar así las mentiras que los medios hegemónicos en Brasil vienen propagandeando. Quisimos hacerlo aportando además nuestra mirada crítica con reflexiones constructivas que creemos necesarias.

La cantidad y “calidad” de las cosas dichas sobre Venezuela siempre sorprenden.  Sin saber muchas veces que responder, nos indignamos o damos carcajadas por las estrafalarias historias a las cuales se da crédito. Sin embargo, el asunto es serio y peligroso. En los días 29 e 30 de julio pasado, asesinaron a 27 personas en protestas “pacíficas” que “reclamaban” por el resultado electoral. Todos los que fallecieron apoyaban al gobierno, ninguno era de la «oposición pacífica». Teniendo el gobierno bolivariano, como todos en el mundo, el mando de las fuerzas militares y policiales, ¿Como explicar que la “dictadura” no reaccionó para vengar esas muertes?

Hablar de las mentiras repetidas que se convierten en verdad (Goebbels) de nada sirve, pues la simple mención de “Venezuela” bloquea el valor de esa vieja lección sobre la manipulación. Se parece al fumante y el cigarro. La persona sabe que le hace daño, pero por el vicio, continua. El “vicio” de atacar a Venezuela puede más que la verdad y en la era de las redes y de los algoritmos, ideas para prevenir engaños difícilmente atraviesan los muros psicológicos.

Repetir que Venezuela “tiene problemas como cualquier país” tampoco explica nada. Vivo en la Isla de Margarita (estado Nueva Esparta) que posee algunas ventajas, pero también desventajas en relación al resto del país. Fuera eso, todo normal. Dejo la invitación-desafío. Vengan y confirmen personalmente, en cualquier horario y ciudad que escojan, si los medios interesados mienten o no.

El país está en paz. Es falso que exista violencia tipo guerra civil. En el pasado tuvimos mucha violencia criminal. Ahora, gracias a los programas de seguridad, es cosa del pasado. ¿Paraíso? No, pero bien lejos del infierno. Prevalece el patrullaje preventivo lo que no elimina enfrentamientos con el crimen organizado. Las ciudades se dividen en “cuadrantes de paz” por áreas geográficas. La población recibe el teléfono de contacto de su cuadrante y, cuando alguna cosa real o sospechosa ocurre, lo llama. Ya utilicé ese servicio en dos ocasiones y la respuesta fue rápida. Detalle importante. Razias indiscriminadas contra inocentes como en Brasil y otros países, aquí no ocurren. En 25 años de revolución jamás hubo una tragedia como la del músico Evaldo dos Santos Rosa, su esposa e hijo de 7 años. En 2019, en Río de janeiro, recibieron más de 80 tiros. Militares los “confundieron” con un bandido.

El triste fenómeno brasileiro de miles de personas durmiendo en las calles, aquí no existe. Alguna persona que otra en territorios específicos, pero son pocas. Es verdad que el bloqueo de EEUU hizo retroceder muchos de los servicios públicos, pero el caso de la vivienda se convirtió en cuestión de honra para el gobierno. El programa de viviendas gratuitas (Gran Misión Vivienda Venezuela) iniciado en el 2011 con Chávez nunca paró. Con una población de casi 30 millones, ya fueron entregadas más 5 millones de viviendas gratuitas y de calidad.

La situación deshumana de personas buscando “comida” en la basura es poco frecuente y el fenómeno brasileño de perseguir camiones con huesos, en Venezuela, ¡nunca existió! La fake news absurda de “personas comiendo gatos y perros” es pura maldad. Mientras se dice eso, cuando se trata de Corea del Sur, la “Corea capitalista”, donde comer perro es una costumbre antigua, nada se dice. Apenas en 2027 esta costumbre se hará ilegal por una ley recién aprobada. Por presiones internacionales, el Ministerio de Agricultura coreano propuso pagar “compensaciones” a los criadores (de 170 a 450 dólares) para cada perro no sacrificado. Sin embargo, los criadores lo consideran un valor muy bajo. Exigen 1.500 dólares para mantener vivos a los animalitos.  (https://esrt.online/actualidad/524324-corea-sur-compensar-perros). Nadie sabe que, en Venezuela, a pesar de todo, hay un programa creado en el 2014 para proteger a los animales, la “Misión Nevado” (https://misionnevado.gob.ve/). Y para mostrar el nivel de estupidez de esa fake news, es importante informar que muchas personas ya fueron detenidas por maltrato animal. (https://www.globovision.com/nacional/9221/cerca-de-150-detenidos-por-maltrato-animal-el-primer-semestre-de-2023). En la “humanista” Corea, matar perros da lucro, en la “sanguinaria” Venezuela, da cárcel.

El pueblo venezolano ha pasado muchas dificultades, evidentemente desiguales (no todos han sufrido) porque desigual es su sociedad todavía capitalista que quiere transitar con muchas contradicciones al socialismo.

El fenómeno de la migración de venezolanos como “prueba de la tiranía” es parte del perverso bloqueo al país. Vino acompañada de campañas psicológicas para que las personas percibieran las cosas todavía peores. Manipulando las dificultades reales con mensajes neurotizantes (“este país no tiene salida”, “este país es un horror”, etc.), la derecha viene promoviendo la migración, diciendo que el país “ya no sirve” porque los “chavistas” se adueñaron de el.

Es pasible de crítica que el gobierno no siempre divulgue los datos sobre la realidad del país, aunque parece razonable que ningún país, grupo humano o individuo revele sus debilidades frente a un enemigo, menos todavía si este te quiere destruir. A pesar de eso, surgen informaciones que permiten conocer las “heridas de guerra” como dice el gobierno. En 2019, el Informe de los economistas Mark Weisbrot y Jeffrey Sachs del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR-Washington) tuvo un título sugestivo: “Sanciones económicas como castigo colectivo: el caso de Venezuela”. Con datos de instituciones no vinculadas al Estado, el informe reveló que solo entre 2017 y 2018 la cifra estimada de muertes en consecuencia del bloqueo estadounidense fue de más de 40 mil personas (https://cepr.net/images/stories/reports/venezuela-sanctions-2019-05-spn.pdf).

A pesar de esas heridas dolorosas, el gobierno fue capaz de reaccionar, siendo la mejor prueba de eso su respuesta durante la pandemia de la Covid-19.  Las medidas prontamente adoptadas por Venezuela resultaron en las menores tasas de mortalidad da América Latina. Recordemos del gesto solidario del Presidente Maduro enviando oxígeno para salvar vidas en Manaos mientras el genocida Bolsonaro hablaba de una “gripecita”.

En el mensaje anual al país (enero de 2024), el Presidente Maduro reveló al mundo parte del sufrimiento por detrás de la migración: “el déficit nutricional de la familia venezolana llegó al 35% en el año 2017”. Para 2024, gracias a las iniciativas alimentares del gobierno, el déficit se redujo a 6,5%. Contribuyó para eso la política de producción alimentar implementada. De una Venezuela que importaba cerca del 80% de los alimentos que consumía, pasamos en el 2024, a pesar del bloqueo de EEUU, a 100 % de abastecimiento con producción nacional.

Pero si las cosas no están tan mal así, cabe la pregunta: ¿Por qué en las elecciones de julio pasado (donde la derecha dice que hubo fraude), los opositores extremistas obtuvieron un 43%? Hay varios aspectos.

Por un lado, está la cuestión salarial. Pesquisas rebelan que la población espera que el Presidente resuelva ese tema. Del salario mínimo más elevado del continente en la era Chávez, hoy se tiene uno de los más bajos. El gobierno hasta ahora no ha conseguido dar los aumentos que la población anhela al mismo tiempo que reivindica el buen desempeño de la economía (trece trimestres de crecimiento continuo), lo que retroalimenta en parte la insatisfacción. Sin embargo, los bajos salarios por si solo no explican como un candidato desconocido, sin carisma, de salud delicada, que casi no hizo campaña, logró darle a la extrema derecha esa votación.

Oscar Shémel, director del instituto de pesquisa Hinterlaces habla del “voto neurótico”. Según él, la guerra contra Venezuela no es solamente política, económica y militar, pero multidimensional, donde el factor comunicativo, la “guerra cognitiva”, ocupa un papel fundamental. El ataque incesante vía redes sociales impide a las personas de pensar, confundiéndolas, desconectándolas de la realidad. El resultado es ansiedad, rabia, frustración y odio, sentimientos que los medios consiguieron dirigir contra aquel que fue transformado en el objeto de la neurosis de las personas, el Presidente Maduro. En un fenómeno irracional parecido al de la Argentina que eligió Milei, una porción de la población fue a votar para sacar a Maduro de una vez y de la forma que fuese. “Vamos acabar con esto de una vez”. Lo que le faltó a Schémel en ese análisis fue incluir las fallas (burocracia, corrupción y deficiencias en los servicios públicos) como elementos que también contribuyeron para alimentar la neurosis. Entiéndase que varias de esas fallas que generan malestar en la población, vienen de larga data en una confusa mezcla de falta de sensibilidad política de ciertos dirigentes y funcionarios, antivalores y acciones contra-revolucionarias de personas que actúan adrede contra el gobierno, afectando la imagen de la revolución. El gobierno sabe de esos problemas, pero no queda claro si tiene dificultades para encontrar soluciones o si subestima su impacto negativo en la población. Es como si la confianza en las indiscutibles virtudes y fortalezas de la revolución generasen una especie de “conformismo revolucionario”.

Reafirmando la soberanía y la independencia de Venezuela, la Revolución Bolivariana viene haciendo un esfuerzo para revalorizar “Lo afirmativo venezolano” (Augusto Mijares). La cuestión es que no se percibe o no se da la debida importancia a la necesidad de reafirmar el sentimiento nacional patriótico y el amor por la Patria, en la excelencia y buen funcionamiento de todo o que se haga, sobre todo en los servicios públicos y en la infraestructura del país. Poder hacerse el examen, el rayo X o tener el medicamento hoy y no la semana o el mes que viene, hace la diferencia entre el humanismo revolucionario y el burocratismo. ¿Por qué el pueblo necesitado que todos reivindicamos como la “prioridad” debe tener paciencia y esperar?  Para que se entienda. Imaginen un ciudadano chino saliendo de una de las espectaculares estaciones de tren de alta velocidad y que sea abordado por un agitador político de derecha para hablarle mal de la “dictadura” del país. Ese ciudadano que acaba de vivir una experiencia futurística gratificante mirará la cara de ese agitador y lo ignorará. Mis compatriotas chavistas, por razones varias, parecen subestimar la importancia de esas vivencias concretas para las personas, esperando a veces un apoyo casi religioso para la causa revolucionaria. Una y otra vez olvidan que fue el propio Chávez quien afirmó: “El socialismo debe ser humanamente gratificante”. Nosotros que tanto nos orgullamos de la resistencia del pueblo venezolano, debemos pensar en términos de “amor estratégico” y convencernos que cuanto más gratificante sea la vida del pueblo, más fuerza tendrá el ejemplo de Venezuela en el mundo como Patria rebelde, libre, soberana e independiente.

La genialidad humana del Comandante Chávez estaba en ese don especial de ver al mismo tempo más allá (la geopolítica mundial) y más acá (los dramas cotidianos del pueblo). Tratemos de ser como Chávez.

Los problemas existentes están en la preocupación de dirigentes históricos como Elías Jaua que fue vice de Chávez. En una entrevista reciente habló sobre “las rectificaciones necesarias” para atender mejor al pueblo. El asunto fue incluso tema de debate en la última campaña electoral por parte de una nueva corriente dentro del chavismo, el “Movimiento Futuro”. Integrado por varios ministros y dirigentes de la revolución, su principal portavoz el actual Ministro de Educación, Héctor Rodríguez, fue bien explícito: “No pensamos pedir permiso ni perdón por criticar lo que se tenga que criticar”. Hasta el propio Presidente Maduro ha reclamado de problemas locales de fácil solución que después de mucho tiempo él tuvo que resolver porque las instancias y equipos intermedios no lo hicieron. El Presidente Maduro viene criticando lo que él llama de “minimalismo”. Se trata de esa actitud de ciertos dirigentes y funcionarios de hacer lo mínimo, apenas para cumplir con sus tareas.

En este momento están ocurriendo asambleas por todo el país reuniendo las cinco generaciones involucradas en la revolución (desde los guerrilleros de los años 60 hasta la muchachada más joven), visando una serie de transformaciones a corto, medio y largo plazo, donde se destaca la necesidad de construir un Nuevo Estado más eficiente y dinámico. En términos gramscianos, el Presidente reflexionó que después de 25 años de revolución, el viejo Estado no terminaba de morir y que el nuevo parecía no querer nacer, pues hasta ahora apenas habían aparecido algunos gérmenes. Maduro propone dar un nuevo impulso en los próximos 6 años a ese Nuevo Estado de carácter Social y Popular rumbo al “Estado Comunal”. Más democracia directa, sustentada en tomadas de decisión en el espíritu del Presupuesto Participativo (Programa Maduro + Nº 61). El Presidente quiere que más de 70% del presupuesto público sea entregado directamente al Poder Popular. Eso hace recordar “El Estado y la Revolución” de Lenin y el proyecto de devolver a la sociedad el poder original que fue apropiado por el Estado a lo largo de la historia. A pesar de interesante, vemos esa propuesta con “el optimismo de la voluntad y el pesimismo de la razón” (Gramsci). 12 años atrás el propio Chávez impulsó una sacudida en la revolución, el “Golpe de Timón”, que tenía en la “Comuna o nada” su idea más importante. 12 años después, aunque se hable del aumento numérico de las comunas, no se percibe su impacto en la solución, estable en el tiempo, de los problemas cotidianos de las personas. La transferencia de recursos traerá nuevas contradicciones y disputas egoístas porque sigue muy embrionario “el espíritu de la comuna” que según el propio Chávez “es mucho más importante, en este momento, que la Comuna misma”. Sin la “cultura comunal” difícilmente el poder popular podrá hacerse dueño colectivo del Estado. Esa pedagogía política y cultural ha sido descuidada como lo revelan los conjuntos habitacionales entregados por todo el país. En la mayoría de ellos los antivalores capitalistas siguen muy presentes, al punto de que, en las elecciones pasadas, personas disociadas y desagradecidas se manifestaron contra el gobierno a pesar de haber recibido casas confortables de forma gratuita. El síndrome de los “pobres de derecha”.

Estas reflexiones sobre la humanista Venezuela Bolivariana que defendemos, son heréticas. A pesar de la votación recibida por la extrema derecha, pocos en la vanguardia bolivariana hablan del asunto. Uno de los intelectuales más importantes del país, Luis Britto García, hizo breves comentarios. Apuntó un nivel de abstención fue más elevado y lo calificó como “un voto negativo cuyo sentido debemos interpretar”. Contrastando fortalezas y debilidades de los resultados, afirmó: “nuestro sistema político socialista ha producido resultados esplendidos que hemos comentado y conmemorado. Al mismo tiempo, ha mostrado vulnerabilidades internas inaceptables”. (http://luisbrittogarcia.blogspot.com/2024/08/mas-verdades-electorales.html).

En el 2004, en una elección que Chávez ganó por más de 5 millones (la derecha obtuvo más de 4), Fidel Castro comentó a su amigo: «Chávez, en Venezuela no puede haber cuatro millones de oligarcas». Cinco años después (2009) en otra elección que Chávez también venció por más de 6 millones (la derecha más de 5), el fallecido periodista José Vicente Rangel que fue vice de Chávez, parafraseó a Fidel en un artículo: “¿Cinco millones de oligarcas?”. Rangel alertaba en aquella ocasión: “algo no está marchando bien”.

En las recientes elecciones tres cosas quedaron muy evidentes: 1). El apoyo popular de 52% a la Revolución Bolivariana es indiscutible; 2). No hay 43% de oligarcas; 3). Hay cosas que siguen sin marchar bien.

Para una revolución en el poder, asediada por fuera y por dentro, el peligro de esas vulnerabilidades se llama fascismo. Dada la proliferación de movimientos fascistas por el mundo, muchos compañeros de lucha vienen repitiendo, como señal de firmeza y radicalidad, una frase que se tornó popular: “fascismo no se discute. Fascismo se combate”. La pregunta es, ¿Como?

En el plano militar, Rusia contra Ucrania está dando un buen ejemplo. En el plano político, Venezuela y otros países vienen implementando un conjunto de medidas legales para impedir que los fascistas se aprovechen del Estado de Derecho para promover el odio y la violencia, incluida la utilización de las redes sociales. Como ya dijo el influencer brasileño Felipe Netto, el lucro que alimenta los algoritmos que promueven el odio solo se puede enfrentar con leyes firmes que regulen su funcionamiento.

En el plano social la cosa es más compleja. Las necesidades materiales y espirituales que el capitalismo no satisface y son por el promovidas vía propaganda de consumo, generan insatisfacciones y frustraciones permanentes que parecen ser subestimadas por la vanguardia. En los años 30 cuando Trotski intentó alertar sobre el peligro fascista en Alemania, afirmó: “Si el partido Comunista es un partido de «esperanza revolucionaria»el fascismo, como movimiento de masas, es entonces un partido de «desespero contra revolucionario»”. La vanguardia bolivariana parece no estar valorando el peso de ese desespero neurotizante en la población, descuidando la calidad y efectividad de las respuestas, creyendo que con denunciar el discurso falso e hipócrita de la extrema derecha será suficiente para conquistar el apoyo de la población. En el Podcast del Presidente Maduro con Diego Ruzzarin y Juan Carlos Monedero, este último mencionó dos lecciones: 1. El fascismo vence cuando la izquierda se divide; 2. “En el auge del fascismo siempre hay un error de la gente de izquierdas que no hemos hecho bien nuestros deberes”.

¿El chavismo está haciendo los deberes?  Respondamos con otra pregunta: Descartada la minoría oligárquica y otros sectores ricos y medios con mucho dinero e intereses obscenos, ¿Por qué más de 30% de los electores (sumados los que se abstuvieron), no se identifican con la generosa idea de Bolívar de construir una sociedad que ofrezca a las personas “la mayor suma de felicidad posible”? Seguimos amenazados. En la respuesta a esa pregunta podremos encontrar juntos, pueblo y vanguardia, la clave para que la Revolución Bolivariana se torne “irreversible” como defendía el joven diputado Robert Serra, asesinado cobardemente por la derecha.

Estas son nuestras verdades sobre la Venezuela realmente existente. Miradas, vivencias y críticas constructivas en la defensa de su revolución que, por encima de todo, lucha por la vida.

Tomado de revistapoliticaypoder.com

Por RK