Los seres humanos somos como los pájaros que tienen 2 alas. Somos a la vez seres individuales y seres sociales: son las 2 ‘alas’ con las que tenemos que ‘volar’. El uno no va sin el otro: son 2 dimensiones complementarias que tienen que equilibrarse a lo largo de toda nuestra vida. Si no es así, andamos cojos: lo individual se torna egoísmo si es la única dimensión que desarrollamos demasiado o si es lo social que nos ocupa casi totalmente pasamos a ser activistas: “¡Luz en la calle y oscuridad en la casa!” La felicidad se obtiene desarrollando armoniosamente las 2 dimensiones. La niñez y la juventud es el tiempo del crecimiento individual; pero, al mismo tiempo, la familia es el primer ensayo de una vida social que repercutirá positiva o negativamente en la edad adulta.

Primera dimensión: la construcción de la felicidad al nivel individual.

Me llamó la atención una frase de la canción de Oz: “¡Hoy te toca ser feliz!”. Frase sencilla que atrae, pero demasiada olvidada o demasiada trastornada. Si la dijéramos la todas las mañanas al levantarnos, sólo o en pareja, tal vez en el día estaríamos de hecho más felices. Así hacen los alcohólicos anónimos. Cada mañana se repiten: ‘Hoy no tomo’. Y así se mantienen abstemios a lo largo de su vida, con la ayuda de otros alcohólicos anónimos. Además recen una oración sencilla y profunda a la vez: “Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para reconocer la diferencia”.

No estamos aquí en la tierra para ser famosos, ni tener mucho dinero, ni bastante poder, ni pasarnos la vida trabajando demasiado o aprendiendo muchísimas cosas… Estamos aquí para ser felices. A la verdad, la fama, el dinero, el poder, el exceso de trabajo y de estudios… no nos traen felicidad, sino sólo placer. El placer tiene su valor, pero es una sensación pasajera. La felicidad es un estado íntimo profundo y duradero. Muchas veces confundimos placer y felicidad. La felicidad es sentirnos bien con nosotros mismos, con los demás, con la naturaleza, con Dios. A lo mejor ni creemos en esa posibilidad…

Volviendo a los alcohólicos anónimos, ellos se mantienen sobrios gracias a la amistad de otros alcohólicos anónimos. La felicidad no es asunto individual. Nuestra felicidad es más plena si nace del hecho de hacer felices a otros. El famosos escritor ruso León Tolstoi lo decía: “No hay más que un modo de ser felices: vivir para los demás”. ¿Por qué buscamos la felicidad en tantos afanes equivocados, cuando está en la amistad y la solidaridad? La amistad y la solidaridad no son mercancías que se compran con dinero: están a nuestro alcance siempre. ¿Por qué será que buscamos la felicidad en tantos espacios que nunca nos la van a dar? Muy inútilmente nos complicamos la vida, cuando la felicidad está en estas 2 palabras: la amistad y la solidaridad.

Señor, dame sencillez para valorar la amistad, valentía de ser sencillo y amistoso, sabiduría para simplificarme la vida y simplificarla a los demás. Ayúdame a sonreír, a saludar, a dar gracias, a pedir perdón, a tratar bien a todos, a decirles unas palabras agradables. Hazme entender que puedo ser feliz viviendo en paz con todos, compartiendo lo que tengo y lo que soy. Enséñame a ayudar según mis capacidades a quien necesite. Ábreme a la unión con los que me rodean, a la organización para hacer crecer la felicidad sencilla, la justicia cotidiana, la bondad natural, el servicio desinteresado. ¡Por orientarme a vivir todo eso, gracias, Señor!

Nos parece difícil vivir sencillamente porque no lo intentamos. Nos dejamos llevar por ambiciones que nos vuelven insatisfechos, amargados, agresivos. Queremos ser más que los demás, cuando todos tenemos nuestro valor y nuestros talentos: allí está lo que necesitamos para ser felices. Tal vez no nos repetimos lo suficiente que cada día nos toca ser felices, si así lo decidimos, si creemos que la felicidad está en la sencillez, la amistad y la solidaridad. ¿Por qué no comenzar desde ahora a ser verdaderamente felices? Sólo nos cuesta decidirlo ya. Vale la pena intentarlo. Sí, ‘hoy me toca ser feliz’, sencilla y seguramente.

En su tiempo decía Jesús a quienes buscaban ser y tener más y más: “Aprendan de los lirios del campo: no hilan ni tejen, pero yo les digo que ni Salomón, con todo su lujo, pudo vestirse como uno de ellos. Y si Dios da tan lindo vestido a la hierba del campo, que hoy está y mañana se echará al fuego, ¿qué no hará por ustedes, gente de poca fe?” Seamos naturalmente felices.

Segunda dimensión: la construcción de la felicidad al nivel social.

Llaman la atención en Ecuador las pocas reacciones frente a la implementación progresiva del sistema neoliberal. El gobierno sigue muy astutamente los pasos que firmó con la carta de intención al FMI (Fondo Monetario Internacional). Nuevamente nos viene otro paquetazo económico que nos empobrecerá todavía más y enriquecerá más a los ricos. Un gobierno hace lo que le permitimos hacer. Se vale de nuestras debilidades e incapacidades para aprovecharse de nosotros. ¿Cuáles son estas debilidades e incapacidades nuestras? Veo a lo menos 3 principales.

La primera es la comodidad. Buscamos satisfacer mínimamente nuestras necesidades materiales y nos damos por satisfechos. Nos llenamos de cosas materiales que nos dan la impresión de vivir felices. Las propagandas de los medios de comunicación nos hacen creer que necesitamos comprar productos para estar al tope de la moda y de la felicidad porque nos han dicho que eran fabulosos, indispensables y milagrosos: ¡Espectacular! Y 2 personas sobre 3 las compramos aunque si no las tuviéramos no nos harían falta. Nos dejamos convencer por un consumismo innecesario y dañino que nos hace olvidar necesidades mayores: una vida digna, unos empleos estables, un salario justo, unas relaciones humanas placenteras, un país menos desigual…

La segunda debilidad nuestra es el individualismo. Creemos que solitos vamos a resolver los problemas que nos asechan. Nos queremos darnos cuenta que es todo un sistema muy bien organizado y eficaz que nos manipula, nos explota y nos engaña. Nos dice muy seguro: “Si te esfuerzas, tú puedes y lo vas a lograr”. Y creemos esa gran mentira que cada uno por nuestro lado y los unos contra los otros podemos vencer el monstruo del liberalismo que nos gobierna. Y nos pasamos la vida agachados, explotados, desilusionados y acabados. No queremos entender que sólo juntos podemos salir adelante, comprender lo que está pasando en el país y el mundo y poner en marcha otra manera de vivir y convivir. Por eso que este gobierno de los empresarios trabaja para su bienestar a costa y aprobación nuestra.

Una tercera debilidad nuestra es en definitiva la cobardía. Cómodos e individualistas hemos perdido la capacidad de rebelarnos. Pensamos que no tenemos valor ni tiempo que perder para analizar las situaciones sociales, políticas y económicas que nos hacen leña. Tampoco tenemos valor para sentarnos con otros para encontrar caminos de una vida diferente personal, familiar y socialmente. No tenemos valor para entender que la fe es el medio más motivador para construir la fraternidad, el compartir, la justicia social, la defensa de los más pobres y de la naturaleza destrozada, que forman los cimientos de la verdadera felicidad. Sí, cobardes nos hemos quedado. Y el gobierno nos ha metido un ‘golazo económico’… ¡Otros han de protestar para que tengamos ‘la mesa servida’!

Nuestra felicidad común depende tanto de la felicidad individual como de nuestro compromiso a trabajar para el compromiso social. Por este motivo, el papa Francisco con sus palabras, sus escritos, sus viajes, su testimonio quiere despertar lo que hay de más grande en nosotros: los valores humanos que enfrenten la comodidad y el individualismo, los derechos humanos y el Bien común. Hemos confundido libertad y libertinaje. Hemos perdido la libertad frente a la acumulación innecesaria de bienes inútiles, frente a los egoísmos que nos paralizan, frente a los dictados de quienes se dicen nuestros salvadores. Triunfan el miedo y la cobardía por no reclamar unidos y organizados nuestros derechos, nuestra dignidad y la felicidad de ser un pueblo fraterno, solidario. No somos protagonistas de la alegría compartida, de los sueños hechos realidad y de la fe hecha liberación de todo lo que nos limita y destruye. Así dejamos el mundo inhabitable para los jóvenes de hoy y de mañana.

¿Hemos escuchado las palabras en la ONU de Greta, la joven sueca que sacude nuestra comodidad, nuestro individualismo, nuestra cobardía y nuestra falta de fe? “Estamos en el comienzo de una extinción masiva… Han robado mis sueños y mi niñez con sus palabras huecas, y sin embargo soy una de las más suertudas. La gente está sufriendo, la gente está muriendo, ecosistemas enteros están colapsando… No dejaremos que se salgan con la suya. Aquí y ahora es donde trazamos el límite. El mundo se está despertando y el cambio está llegando, les guste o no».

Nuestra vida es el reflejo de las 2 caras de una misma moneda: nuestra felicidad es el fruto de nuestro desarrollo individual junto a nuestra solidaridad para una vida mejor para todos. Somos plenamente felices en la felicidad de los demás. ¡Ánimo en este propósito!

Por Editor