Lenín Moreno pasará a la historia como el peor gobernante que ha tenido el Ecuador, no solo por su incapacidad manifiesta para resolver los problemas acuciantes de la mayoría de la población, sino por haber destruido, en pocos años, un proyecto de país que empezó a construirse durante el mandato del presidente Rafael Correa.
Lasso no pudo haberlo hecho mejor. Moreno traicionó el programa con el cual se presentó para ser electo como presidente, aunque la realidad demuestra que realmente se trata de un elemento infiltrado al servicio de la oligarquía y de los intereses de EEUU.
La administración estadounidense respalda a Moreno que, desde un primer instante, se convirtió en uno de los principales aliados de EEUU. Trump ha expresado su satisfacción ante la política entreguista del mandatario ecuatoriano que ha posibilitado la presencia de personal de inteligencia y militar estadounidense en el país, el establecimiento de una base militar nenúfar en Galápagos, con el pretexto de combatir al narcotráfico, cuando su objetivo es el control geoestratégico de la región y la vigilancia y persecución de la insurgencia colombiana.
EEUU está complacido con el gobernante ecuatoriano, puesto que este ha sido uno de los principales exponentes en los ataques contra el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y artífice de la destrucción de UNASUR y de la integración latinoamericana.
En compensación por los servicios prestados, la administración de Trump entregó 3,6 millones de dólares para la adquisición de armamento no letal para la Fuerza Terrestre, mientras 500 policías fueron a recibir entrenamiento en EEUU, todo ello a partir de las protestas de octubre de 2019. El ejército y la policía ecuatoriana, una vez más, quedan subordinadas a la doctrina militar del imperialismo y sus integrantes listos para reprimir al pueblo. Esa es la razón por la cual su presupuesto es intocable.
La visita de Mike Pence, vicepresidente de los EEUU, en junio de 2018, como la de Mike Pompeo, secretario de Estado de EEUU, en julio de 2019, al mandatario Lenín Moreno, así como el recibimiento en la Casa Blanca por parte de Donald Trump al presidente ecuatoriano, constituyen una muestra fehaciente del apoyo e importancia que Estados Unidos le da al gobierno ecuatoriano, instrumento de la política de Washington en América Latina. El Ecuador, de esta manera, volvió a convertirse en un Estado lacayo del imperialismo.
Cuando Moreno fue investido como presidente del país, inmediatamente marcó distancia con su antecesor, recalcando que su estilo no sería de confrontación, sino de conciliación y diálogo. Lo que se presentó como una actitud de madurez política con el propósito de lograr acuerdos para el bienestar de la nación, no fue más que una estratagema para lanzar, por parte de Moreno, un ataque brutal contra la figura del ex presidente Rafael Correa y la del vicepresidente electo, Jorge Glas, así como contra todas y todos aquellos identificados como seguidores del “correísmo”, término acuñado por la oposición al ex mandatario.
Lenín Moreno se reunió con la cúpula de la Iglesia Católica, siempre fiel servidora de la oligarquía ecuatoriana. De igual manera mantuvo un encuentro con los principales representantes de los medios de comunicación privados, todos ellos enemigos acérrimos del gobierno de Rafael Correa como Diego Oquendo y Gonzalo Rosero. También sostuvo una reunión con los representantes de la banca privada en la que burlescamente señaló que “a quienes estaba empezando a odiar era a los que votaron por él”.
Son estos sectores los que han respaldado a Moreno, así como las cámaras de empresarios y de la producción del país, quienes tienen a su representante en el gobierno a través de la figura del ministro de Finanzas, Richard Martínez.
No debemos olvidar, además, que Moreno, durante un largo tiempo, gozó del apoyo de organizaciones que, membretadas como de izquierda, han estado cercanas a la derecha, como el MPD-UP, Pachakutik y la misma CONAIE que se pronunciaron a favor de la consulta inconstitucional del 4 de febrero de 2018, en la que votaron “7 veces Sí”, posibilitando el triunfo de la propuesta del gobierno mediante la cual se dio paso a la destrucción de la institucionalidad estatal y jurídica del país, la imposición de autoridades al servicio de Moreno, como la fiscal Diana Salazar y la permanencia de otras como el contralor Pablo Celi.
En octubre 2019, cuando la lucha popular estaba en un momento decisivo, los dirigentes de la CONAIE terminaron pactando con el gobierno, al que salvaron del colapso, aceptando incluso el discurso estigmatizador y amenazante de Moreno contra una de las fuerzas que, en forma consecuente, se mantuvo en la lucha, lo que conllevó luego a la persecución de dirigentes políticos y populares como Paola Pabón, Virgilio Hernández y Christian González.
No hay que olvidar que el MPD-UP y Pachakutik rindieron homenaje a Julio César Trujillo, uno de los principales artífices de la consolidación del proyecto de dominación de Moreno. Tras la muerte de Trujillo, se le rindieron honores de Estado y se entregó a su viuda una condecoración pos mortem por los servicios prestados. Los medios de comunicación privados lo presentaron como un héroe de la Patria.
Lenín Moreno es un sujeto ruin. Su conducta es vergonzosa y su incapacidad es manifiesta, lo cual le lleva a expresarse con torpeza, casi como un bufón, mientras actúa con total cinismo y descaro, además de ser mentiroso y prepotente.
En la inauguración del año lectivo 2017-2018, del ciclo sierra-amazonia, ante un grupo de jóvenes estudiantes, Moreno dijo que de muchacho se disfrazaba para ir a ver películas porno en el cine Hollywood, mensaje bastante edificante para las y los estudiantes del país por parte de un mandatario. En otra ocasión expresó que en la noche se comía un arroz con huevo y que se iba a dormir tranquilo, mientras el país le importaba un bledo. En la ciudad de Guayaquil, en el mes de febrero de 2020, en una reunión con inversionistas, el mandatario sostuvo que las mujeres solo denuncian el acoso cuando los hombres son feos y que cuando están bien presentados no suelen pensar que lo sea.
Moreno mantiene una estrecha relación con Abdalá Bucaram, uno de sus principales aliados políticos. Rafael Correa denunció el pacto entre el presidente recién electo y el líder roldosista al que Moreno le entregó el manejo de la Corporación Nacional de Electricidad. El círculo de Bucaram también ha estado manejando los hospitales públicos en la ciudad de Guayaquil, donde se han detectado actos de corrupción.
Bucaram, según sus propias declaraciones, mantiene contacto permanente con María Paula Romo, la ministra de Gobierno de Lenín Moreno.
En 2008 Abdalá, en Radio Sucre, profirió insultos contra la asambleísta Marcela Aguiñaga, a quien calificó de “perra”. Romo, responsable de la violenta represión desatada contra el pueblo en el mes de octubre de 2019, al ser consultada sobre esas agresiones, dijo que “eso formaba parte del debate político”.
Esa es la gente que rodea a Moreno, personaje deshonesto, mediocre, cargado de odio y desprecio hacia el pueblo.
“No hay el texto”, refunfuñaba en octubre de 2019, rodeado de la cúpula militar, molesto por la respuesta que el pueblo le dio en las calles por el paquetazo económico que pretendió imponer en ese entonces. Con el auspicio de los medios de comunicación privados y los mercenarios de tinta y de micrófono, se dedicó a difundir un sinnúmero de mentiras a nivel nacional e internacional en relación a las protestas llevadas a cabo en el país.
En abril de 2018, tras el asesinato de los tres miembros del equipo periodístico de El Comercio por alias “Guacho”, Moreno fingió malestar, apareció compungido, para luego, en una actitud bufa, mostrarse duro para combatir a los “terroristas”. Lo cierto es que Lenín Moreno actuó en forma negligente, con total insensibilidad para salvar la vida los secuestrados, mientras engañaba y mentía a los familiares de las víctimas.
La mentira es una de las características principales del comportamiento de Moreno.
Pero, más allá de su personalidad, lo que lo convierte en un ser ruin es, fundamentalmente, su sometimiento a los designios del imperialismo, del FMI, de la banca privada y de los grandes grupos económicos que, bajo su gobierno, han visto protegidas sus fortunas.
Con la aprobación de la denominada Ley Humanitaria en la Asamblea Nacional, que contó con el respaldo, entre otros, de los asambleístas de CREO, la agrupación del banquero Lasso, se asestó un duro golpe a la clase trabajadora que, frente a los empleadores, a los dueños del capital, queda en absoluta indefensión, puesto que con su aplicación se posibilitarán más despidos, rebajas salariales y precarización de las condiciones laborales.
Por otro lado, el ataque contra las universidades públicas, mediante la disminución del presupuesto a dichas instituciones, demuestra la poca importancia que el gobierno de Moreno concede a la educación.
No han faltado los mercenarios de tinta y de micrófono, los pautados, como Luis Eduardo Vivanco, de La Posta, que se han hecho eco de esos ataques, mientras guardan silencio ante los negocios millonarios de los propietarios de universidades privadas, que tienen depósitos cuantiosos en paraísos fiscales. De igual manera permanecen callados frente a la evasión de impuestos por parte de los grandes grupos económicos del país, como la exportadora Bananera Noboa.
Los enemigos de la educación pública no se atreven tampoco a cuestionar los sueldos de la alta oficialidad policial y militar y, menos, a plantear una reducción del presupuesto de esas instituciones que se han imaginado a sí mismas como la columna vertebral del Estado ecuatoriano.
La pandemia ha sido un pretexto para concretar el proyecto neoliberal, privatizador de este gobierno, enemigo de las y los trabajadores.
Moreno, escondido en Carondelet, rodeado de pantallas de televisión, finge gobernar. El país está destrozado y la situación es tan crítica o peor a la que vivió Grecia en 2010 o Argentina en 2001 bajo el gobierno de Fernando de la Rua o durante el período presidencial de Mauricio Macri.
No es verdad que las medidas se hayan diseñado para enfrentar la crisis provocada por la pandemia. Falso. Estas medidas estaban proyectadas desde antes del desencadenamiento del COVID 19. Los voceros del neoliberalismo en el Ecuador como Alberto Dahik, Mauricio Pozo, Vicente Albornoz, Alberto Acosta Burneo, las venían pregonando desde tiempo atrás: menos gasto público, disminución de la burocracia (despidos de empleados públicos), desaparición de empresas estatales, rebajas salariales.
Todo esto se ha concretado con la aprobación de la Ley Humanitaria, así como con las medidas dispuestas en cadena nacional emitida el 19 de mayo de 2020.
Moreno había pedido a la Asamblea, en días anteriores, que retire de la Ley Humanitaria todo lo referente a las contribuciones. Una vez aprobada, dispuso la rebaja de horas de trabajo y de salarios a los empleados públicos y docentes, con una disminución mayor a la establecida en la tabla que proponía se aplique inicialmente en la ley. Su actuación fue propia de un tramposo. Asimismo, no perdió la oportunidad para ordenar la desaparición de empresas públicas como los Ferrocarriles del Estado y la de los Medios Públicos.
A las empresas privadas, a la banca y a las personas con grandes capitales, no se les ha pedido ninguna contribución, por lo que será el pueblo el que tenga que cargar sobre sus espaldas con el peso de esta crisis.
Lenín Moreno es un corrupto, socapado durante todo este tiempo por los medios de comunicación y la fiscalía del país. Las denuncias hechas en relación al caso INA Papers no han sido investigadas por los órganos regulares competentes. Pero no solo es Moreno, es el gobierno todo: ya no han podido ocultar los sobreprecios en la compra de insumos médicos, de mascarillas, de fundas para cadáveres y kits de alimentos, en plena pandemia, delitos en los que han estado involucrados colaboradores del presidente como Alexandra Ocles y Paúl Granda.
El gobierno de Moreno nos ha llevado hasta el despeñadero. La difícil situación que las personas de medianos y escasos recursos han vivido como resultado del COVID 19, se verá más complicada debido a la criminal política económica impuesta que deja en el desempleo a miles de personas o en una relación laboral precaria e inestable.
El manejo irresponsable de la pandemia ha llevado a la muerte a miles de personas. Las cifras reales del número de fallecidos no se han presentado. El sistema de salud está colapsado y el personal médico no ha contado con el instrumental necesario para su trabajo. El gobierno oculta la realidad y censura a quienes cuestionan su ineficiencia.
El ataque de Moreno a quienes son sus opositores ha sido virulento, mientras sus recaderos, como la directora de El Telégrafo, Carla Maldonado o el ministro de Telecomunicaciones, Andrés Michelena, mienten y desinforman para, a través de esos mecanismos, tratar de levantar la imagen de un gobierno que no goza del respaldo popular.
En las últimas semanas se han dado algunas deserciones entre los defensores del gobierno, quizás por falta de pauta o por ambiciones personales, lo que ha implicado el cuestionamiento a Moreno por personajes que lo habían apoyado, como Carlos Vera.
Con todo, Janet Hinostroza, la periodista al servicio del banquero que, al mejor estilo de los nazis, plantea que la pérdida de personas con pocas expectativas de vida resulta “conveniente”, siempre estará dispuesta a defenderlo.
¿Qué hacer ante esta terrible situación?
El profesor colombiano, Renán Vega Cantor cita al gran pensador Ernest Bloch quien dijo: “a través de todas las derrotas y reveses […] corre la certeza del difícil camino junto con la fe en la fuerza explosiva de la esperanza activa y concreta. Lo último que se aprende es a caminar erguidos. Hay que creer en el principio esperanza. Un marxista no tiene derecho a ser pesimista”.
No debemos dejar que ellos nos derroten anímicamente, porque ese es uno de sus objetivos.
Hay que prepararnos políticamente. Las pasiones y la indignación deben estar acompañadas de conocimientos profundos sobre la realidad misma para hacer frente a sus corifeos como los Espinosa Goded, los Santiago Gangotena, los Sebastián Roldán que, con falacias, defienden este modelo explotador que nos han impuesto.
Es necesario organizarnos. Desde las redes sociales, hasta las pequeñas células en nuestros hogares, barrios, centros de trabajo para ir construyendo un movimiento de masas para la lucha política, social y electoral.
Finalmente, debemos tener claro que, en este combate, no caben las posturas tibias. Ellos nos golpearan a través de sus aparatos represivos y nosotros no debemos estar dispuestos a presentarles la otra mejilla…pero esa es ya, otra historia.