Por Daniel Kersffeld
El gobierno de Joe Biden pretende acallar a como de lugar el escándalo internacional generado por la masiva filtración de documentos secretos del Pentágono y referentes en su mayor parte al conflicto en Ucrania.
Así, a través de un promocionado operativo policial ocurrido en la tarde del jueves 13 de abril, el gobierno de Estados Unidos busca cerrar un caso que ha evidenciado su vulnerabilidad y falta de seguridad y que, principalmente entre los países aliados de la OTAN, ha promovido más dudas que certezas.
Más allá de las discrepancias, se trataría de la mayor filtración de datos secretos desde que se publicaron más de 700 mil documentos a través de WikiLeaks en 2013.
Según el Pentágono, en su mayoría los documentos filtrados recientemente son reales, aunque algunos fueron modificados cuando se subieron a internet. Como principal prueba de los cambios, se insiste en que los números de las víctimas del conflicto en Ucrania han sido adulterados, y que se ha elevado la cantidad de muertes de combatientes ucranianos y se ha rebajado la de los rusos.
De acuerdo con el FBI, el responsable de la filtración sería Jack Teixeira, miembro de la Guardia Nacional Aérea de Massachusetts, de apenas 21 años, y asignado a tareas de inteligencia principalmente en el área de comunicación y de seguridad cibernética.
Paralelamente, Texeira era el líder de un pequeño grupo de juegos en línea conocido como “Thug Shaker Central”, integrado por unas 20 a 30 personas, en su mayoría hombres jóvenes y adolescentes. Además de los videojuegos en la plataforma Discord, el grupo tenía intereses comunes como “las armas y los memes racistas”, siempre según la información del FBI.
Una vez subido a Discord, algunos usuarios se habrían encargado de trasladar el material a otras plataformas y redes sociales más populares, como Twitter y 4chan, ésta última, con activa presencia de jóvenes de extrema derecha. Posteriormente, la información también circuló por Telegram, por lo que en un inicio el Pentágono sostuvo la hipótesis de que se trataba de un ataque informático promovido desde Moscú.
Seguramente, lo que más llame la atención sobre las filtraciones es la capacidad manifestada por Estados Unidos para espiar no solo a sus potenciales adversarios sino también a los países a los que considera como aliados. Comenzando, claro está, por la misma Ucrania, de la que se evidencia las iniciativas de las potencias occidentales para fortalecer a su ejército.
Sin embargo, la principal revelación sería que las fuerzas ucranianas se encuentran en una situación más complicada de lo que su gobierno ha reconocido de manera pública. Así, no sólo no habría planes para una pronta contraofensiva, según declama el gobierno en Kiev sino que, además, la creciente escasez de municiones amenaza con debilitar todavía más la resistencia ucraniana.
En este sentido, la desconfianza del gobierno de Biden hacia Volodímir Zelenski sería enorme, a punto tal que Washington tendría información de primera mano sobre movimientos militares, frente al temor de que una eventual ofensiva contra Rusia aumente las posibilidades de expandir el conflicto más allá del territorio ucraniano.
Además, los documentos filtrados revelan los presuntos secretos de Estado de al menos dos países históricamente aliados de Washington y que también habrían sido observados con detenimiento.
Según se revela en el caso de Israel, el Pentágono cree que las autoridades del Mossad habrían incentivado al personal de esa agencia, así como también a la ciudadanía en general, a participar en las manifestaciones contrarias al gobierno de Benjamin Netanyahu que se vienen sucediendo desde febrero y que han sacudido el escenario político de ese país.
En tanto que otro de los documentos filtrados presenta una evaluación de los distintos escenarios que podrían conducir a Israel a proporcionar armas a Ucrania, en claro rechazo a la política de neutralidad sostenida por el país de Medio Oriente desde el inicio del conflicto en febrero de 2022.
También se señala el temor del gobierno de Corea del Sur frente a la posibilidad de que Washington envíe a Ucrania armamento fabricado en ese país, cuando la política del Estado surcoreano es la de no proporcionar armas a países en conflicto.
Además, en los documentos se analiza la posibilidad de que China provea armamento a Rusia y se plantea que los servicios secretos de Egipto y Emiratos Árabes Unidos, aliados de Estados Unidos en Medio Oriente, estén colaborando actualmente con Moscú, una versión rechazada de plano por ambos gobiernos.
De igual modo, y sobre Rusia se da a conocer la labor de informantes clave infiltrados en distintos organismos de defensa, revelación que, de ser cierta, podría incidir claramente en el desarrollo futuro del conflicto.
En suma, y según puede consignarse hasta el momento, el arresto de Jack Teixeira no ha conseguido poner fin a una crisis que parece profundizarse, afectando de manera radical el imperativo de seguridad nacional en los Estados Unidos. En tanto que los gobiernos aliados han optado por el silencio, seguramente, para no empeorar la situación del gobierno de Biden y, más aun, para no generar una crisis de confianza de proporciones internacionales.
En este sentido, las dudas persisten y aun no hay respuestas convincentes sobre si se trató de una simple filtración ligado a fallas de seguridad o de un hackeo a gran escala. De igual modo, el temor es que más allá de lo evidenciado en internet, exista un mayor cuerpo de documentos que pueda ser revelado en el futuro cercano. Y, por supuesto, tampoco es claro que una única persona pudiera acceder a un archivo confidencial de esta naturaleza, tanto por el volumen documental como por las medidas de seguridad que supuestamente debían preservarlo de intromisiones y robos.
Con todo, el principal interrogante para muchos es si todo se trata de una operación interna para, progresivamente, comenzar a desligar a Estados Unidos y, de manera subsecuente, también a la OTAN, de una campaña que amenaza con extenderse en el tiempo, con insumir muchos más recursos financieros y militares que los brindados hasta ahora y que, por estas horas, no brinda ninguna certeza en torno a un inexorable triunfo de Ucrania contra Rusia.
En todo caso, y más allá de quiénes hayan filtrado estos documentos, o de si se trata de un intento de manipulación de la información, en lo que ahora se conoce como “guerra híbrida” o “guerra cognitiva”, resulta evidente que, incluso dentro de los Estados Unidos, hay un número cada vez mayor de voces críticas contra la actual política exterior y, puntualmente, contra un conflicto irracional que amenaza con expandirse y con afectar la seguridad de todo el planeta.