Por Juan Fernando Terán
“Los impuestos son el precio a pagar para vivir en una sociedad civilizada”. Durante años, creí que esa frase sintetizaba una prescripción razonable. Hoy, mi ingenuidad está agotándose porque eso no sucede en Ecuador.
Para explicar el desencanto, apelando a la paciencia del lector, quiero recordar algunas cuestiones “teóricas” que resultarán incómodas para muchos economistas.
EL “IMPUESTO A LA RENTA” ES EL NOMBRE PARA ENCUBRIR EL ABUSO. En el capitalismo contemporáneo, imaginarse que las sociedades pueden vivir sin Estado es una estupidez. E imaginarse que el Estado puede subsistir sin impuestos es una estupidez aún mayor… pero no es la estupidez más grande esperable.
Lo que hoy llamamos “Impuesto a la Renta” es una invención del Imperio Británico que surgió para recaudar dinero para la guerra contra la Francia revolucionaria. En su origen, el “impuesto a la renta” no ocultaba su propósito confiscatorio. Sin embargo, conforme transcurrió el tiempo, la expresión devino un eufemismo porque distorsiona aquello que SI debería grabarse para evitar el crecimiento de la desigualdad social y para garantizar el crecimiento económico.
En nuestros días, la existencia del “impuesto a la renta” es un acto de violencia estructural que presupone una confusión conceptual que se repite incesantemente para justificar el saqueo contra los ciudadanos indefensos.
“Ingreso” no es “Renta”… y eso lo demostraron siglos de discusión económica en la cual participaron incluso brillantes intelectuales liberales. Smith, Ricardo o Stuart Mill se dieron cuenta que no todo el dinero que una persona obtiene equivale a una retribución “justa” a su trabajo.
En la práctica, una persona puede obtener dinero sin haber hecho mayor esfuerzo y sin merecerlo desde un punto de vista estrictamente económico. Por ejemplo, ese es el caso de un afortunado que gana la lotería y se enriquece a partir de un acontecimiento fortuito que no refleja su capacidad para trabajar o generar capital.
También cualquier “avispado” criollo puede obtener mucho dinero porque se convirtió en el único importador de gas, harina o armas gracias a un compadre socialcristiano que le palanqueó el “monopolio” en la provisión de un bien o servicio.
En la teoría económica, la categoría RENTA describe este tipo de situaciones que generan ineficiencia económica.
Renta es todo aquello que una persona obtiene debido a la existencia de circunstancias culturales o políticas que le otorgan más dinero que aquel que “el mercado” le otorgaría si realmente funcionara el sistema de precios y cantidades sin interferencias extra-económicas.
LA RENTA EXPLICADA CON SÁNDWICHES. Por si lo anterior quedó muy abstracto, vamos a lo concreto. María es una mujer del pueblo desempleada que vende sándwiches a 1 dólar por unidad y logra hacer 15 dólares por día. Esto sucede porque ella sale a ganarse la vida en las calles compitiendo con decenas de desempleados que hacen lo mismo y que no pueden imponer un precio demasiado alto para los sándwiches. Esos 15 dólares diarios son su INGRESO… un dinero que refleja su capacidad de trabajo.
En cambio, José María es un joven de “buena familia” cuyo padre le consiguió la venta de sándwiches en exclusividad durante una feria internacional. José María vende sándwiches a 5 dólares por unidad y logra 500 dólares por día. Estos 500 dólares son RENTA, es decir, un dinero que no refleja su creatividad, su eficiencia, su trabajo o sus capacidades.
Esos 500 dólares reflejan el aprovechamiento de una situación extraordinaria emanada del monopolio generado por el palanqueo, el compadrazgo o el amiguismo.
Pensar que María y José María cumplen el mismo papel económico es un error. También es un error imaginarse que ambos deben ser sujetos a los mismos esquemas de imposición.
María obtiene un ingreso en base a su trabajo. Por ende, cuanto más trabaje María, más ingreso obtendrá ella y la nación. María es creadora de riqueza.
En cambio, José Maria es un RENTISTA que capta mucho dinero y se está acostumbrando a eso. Por ello, le daría lo mismo hacer negocios con sándwiches, autos, bonos de deuda externa, droga, tráfico de órganos, venta de armas o cualquier otra cosa que le permite obtener bastante dinero. José María no está dispuesto realmente a competir con otros o esperar que “la mano invisible del mercado” sea justa con él.
José María está acostumbrado a ganar bastante plata con el menor esfuerzo posible. Y la RENTA así lograda, se reflejará en sus decisiones económicas posteriores.
Dado que José María se imagina que “él se merece” lo que obtiene como rentista, él se convertirá muy pronto en parte de la “clase ociosa” que “invierte” el dinero en cualquier cosa que le proporcione más dinero sin importar el beneficio social de su inversión.
LA RENTA EXPLICADA APELANDO A TU CASO. Imaginemos que tú no tienes compadres o parientes que te aseguren acceso privilegiado a la provisión de bienes o servicios. Imaginemos que tu eres un empleado publico o privado, un taxista, un agricultor, un fabricante de mesas, un médico, un profesor o cualquier otra persona que viva de su trabajo.
Imaginemos que tienes 1.000 dólares al mes en tu bolsillo y que los gastas de la siguiente manera: 400 en pensiones escolares, 400 en alimentación, 100 en telecable para ver el futbol europeo y 100 en luz y agua.
¿Te parece justo que te cobren impuestos por aquello que gastas en lo necesario para poder reproducir tu vida y la vida de tu familia? Piénsalo.
¿Te parece justo que te cobren impuesto a la renta por el INGRESO que utilizas para pagar 400 en pensiones escolares, 400 en alimentación y 100 en luz y agua?
Seguramente, no te parece justo. A nadie nos gusta pagar impuestos. Pero sea o no sea “justo”, lo importante macroeconómicamente hablando es otra cosa: los 900 dólares que tú gastas en pensiones escolares, alimentos, luz y agua permiten que la economía ecuatoriana siga en funcionamiento hoy, mañana y pasado mañana…
Esos 900 dólares no son un lujo ni para ti ni para la sociedad… Esos 900 dólares operan como condición de reproducción de la economía ecuatoriana.
Sí, como lo lees… Si no existe consumo, no existe producción de bienes y servicios “reales”. Y ojo… no es lo mismo consumir zanahorias cultivadas en Chimborazo o consumir telecable empaquetado en Florida.
Por eso, la autoridad tributaria ecuatoriana debería establecer impuestos solo sobre esos 100 dólares que gastas en ver el fútbol europeo… porque ese consumo suntuario insinúa que “te sobra” la plata más allá de lo estrictamente necesario para sobrevivir.
EL COSTO DEL VOTO POR EL BANQUERO LASSO. El ejemplo anterior fue hipotético. Ahora te invito a que saques un papel y hagas tus cálculos. Cuidado. Podrías deprimirte.
Suma todo lo que pagaste en impuestos en el año anterior. Divide ese monto para tu ingreso mensual antes de impuestos. Y observa lo que sale.
Supongamos que tú obtuviste 30.000 dólares al año y pagaste impuestos por 5.000 dólares. Eso significa que tu trabajaste DOS MESES completos para pagar impuestos. El Estado te confiscó 2 meses de trabajo so pretexto de cualquier ley postulada por el gobierno de turno. ¿Te parece justo aquello?
Sea o no “justo”, ese acto confiscatorio no mejora la situación macroeconómica ecuatoriana si esos 30.000 dólares fueron tus INGRESOS utilizados o utilizables para pagar pensiones escolares, alimentos, salud, medicinas, agua, luz, transporte u otros bienes o servicios necesarios para la reproducción de la vida individual, familiar y social.
Cada dólar que te quitan y que podrías utilizar para gastar en estos ítems es un IMPUESTO A TU INGRESO no es un impuesto a tu renta… porque la renta es solo aquello que no proviene de tu trabajo, que no refleja tu trabajo, que no premia a tu trabajo.
Lo anterior, obviamente, no te lo dicen quienes controlan el Estado. Ellos prefieren seguir hablando como si los 15 dólares de María y los 500 dólares de José María fuesen renta.
¡¡ Ellos prefieren seguir confundiendo entre un trabajador y un rentista !!
TU BOLSILLO PUEDE SENTIR LA “JUSTICIA SOCIAL” PORQUE NO ES UNA ENTELEQUIA. ¿Puede haber “justicia” en materia de tributos? Sí.
Cuando Rafael Correa gobernó este país, tú y yo podíamos declarar impuestos descontando aquello que gastamos en alimentación, salud, vivienda, educación, construcción y vestimenta. Estos descuentos tenían una razón de ser que podría explicarse así.
En los hechos, cada vez que un ciudadano descontaba 3.500 dólares por concepto de pagos en educación privada, el Estado ecuatoriano reconocía que: (a) ese ciudadano no había ocupado servicios públicos de educación y, por tanto, no tenía por qué cobrarle por algo que no había utilizado; y (b) los 3.500 dólares gastados en educación fueron “ingreso” y no renta, por lo cual aquellos no debían haber sido grabados.
En los hechos, además de permitir que la economía ecuatoriana siga funcionando gracias al consumo doméstico, aquel proceder de la autoridad tributaria representaba un acto de justicia redistributiva pues el Estado no actuaba en función de confiscar tu ingreso porque algo te proporcionaba a cambio.
Aunque no quieras admitirlo o recordarlo, la tributación durante el gobierno de la Revolución Ciudadana no estaba diseñada para castigarte.
Cuando Rafael Correa gobernó Ecuador, tú y yo pudimos haber recibido incluso alguna devolución de impuestos porque existía una concepción de política pública construida a partir de alguna idea de bienestar colectivo. Pero eso, ya no sucede.
En el “Estado Fracasado” construido por Guillermo Lasso y los NARCOLIBERALES, el impuesto a la renta no ha financiado nada que nos sirva a quienes vivimos de nuestro trabajo.
Como lo demuestran los asaltos en la puerta de la casa, los impuestos ya no son el precio a pagar para vivir en una sociedad civilizada. Aquellos son mecanismos de expropiación para traspasar dinero desde los productores y trabajadores hacia la banca rentista.