Por Jacques Ramírez G.
Después del cuarto penal ejecutado por Montiel en el partido final del mundial masculino de fútbol -catalogado por varios comentaristas deportivos como la mejor final de la historia de los mundiales- vimos a Lionel Messi arrodillarse en la mitad del campo y festejar con varios de sus compañeros (y su excompañero y amigo, Kun Agüero, quien demoró 12 segundos en llegar al abrazo grupal) tras conquistar el último título que le faltaba en su vitrina.
De Messi se ha escrito y dicho todo, o casi todo. También se han realizado una infinidad de reportajes, documentales y series que cuentan los detalles de su vida dentro y fuera de la cancha. Nacido en Rosario, en el barrio La Bajada, uno de los temas más recurrentes cuando se cuenta su historia es el diagnóstico médico de deficiencia de la hormona de crecimiento detectado a los ocho años. La imposibilidad de cubrir dicho tratamiento fue el motivo central que le llevó a migrar junto con su padre, un 17 de septiembre de 2000, a la ciudad de Barcelona. Un año después, miles de argentinos también migrarían como efecto de la crisis económica y política que se vivía en aquel entonces.
Desde los 13 años residió en España, país que también le otorgó la nacionalidad, pero siempre se negó a jugar para dicha selección. Debutó como futbolista profesional a la edad de 17 años, después de hacer su formación en la Academia Juvenil del Barcelona. Lionel Messi, conocido también como la “Pulga”, ha ganado, al menos una vez, todos los torneos que ha disputado tanto en sus dos clubes como en la selección argentina.
Durante 18 años (desde el 2004 hasta la fecha) ha deleitado con su juego a todos los que amamos el fútbol. Esto le ha colocado en la cima de los mejores jugadores del mundo junto a Maradona (quien jugó de 1976 a 1997) y Pelé (jugador profesional entre 1956 a 1977). No pienso meterme en la (estéril) discusión de quién es el mejor jugador de la historia, pero sí detenerme brevemente en entender el fenómeno global en torno al flamante campeón del mundo y la euforia que provocó en varias latitudes la conquista de la tercera estrella dorada para la selección albiceleste.
Si bien ganar el campeonato del mundo ha provocado emotivos festejos en aquellos lugares del selecto grupo que han obtenido la copa, las imágenes que empezaron a circular de la ciudad de Buenos Aires al arribo de la selección impresionaron por su magnitud y emotividad. En varios portales se habló de 5 millones de argentinos, argentinas y argentines de todas las clases sociales que salieron a los festejos en la capital, sin sumar a toda la multitud que se tomó las calles en el resto de las provincias. La llegada de Messi, la copa y la scaloneta fue una fiesta, un carnaval masivo y popular, con feriado oficial incluido, como nunca ante visto: los argentinos caminaron, cantaron, treparon, bailaron, rieron, lloraron, derramaron felicida… pero también sobredosis de nacionalismo o patriotismo banal sin la presencia de ningún político. Fue una suerte de despolitización del triunfo por pedido de los propios jugadores que no se tomaron ni una foto con Mauricio Macri (que estuvo en Qatar) ni con Alberto Fernández (que esperaba en la Casa Rosada).
En un hilo de tuits, un periodista hizo el ránking de las movilizaciones populares más masivas de la historia y colocó el festejo en Buenos Aires por la obtención de la tercera copa del mundo en quinto puesto, solamente por detrás de dos funerales (el de Annadurai en la India en 1969 y el de Ruhollah Khomeini en Irán en 1989), de una marcha de apoyo al General MacArthur en EE.UU. (1951) y de la visita del Papa Francisco a Filipinas (2015).
Sin embargo, por primera vez se observó que los festejos traspasaron las fronteras patrias (obviamente sin contar con los migrantes argentinos) y se desterritorializó hacia diferentes latitudes del globo: no solo en Latinoamérica (donde muchas personas siempre se identifican con los equipos que representan a la Patria Grande), sino en diferentes latitudes en Europa y Asia. Sobresalió en este mundial los festejos en Bangladesh, cuyos habitantes también se identifican con la selección argentina desde la época de Maradona en el mundial del 86 cuando venció a la selección que en el pasado les había conquistado.
Al inicio de este siglo algunos autores como Sergio Villena ya señalaban que los procesos de globalización promueven una reconfiguración de las relaciones entre identidades y territorialidades que se manifiestan en la conformación de nuevas identidades sub, trans y supraestatales. Villena planteaba como hipótesis, hace 20 años atrás, “el debilitamiento de la exitosa articulación entre fútbol y nacionalismo debido a que los procesos de gol-balización favorecen una configuración del campo social del fútbol que se desplaza desde los patrones internacionales, hacia formas que tienen un carácter más bien transnacional”.
El Barcelona de Messi es un ejemplo de lo que plantea el autor al ser un club manejado como una empresa transnacional; en donde los medios de comunicación y la internet han jugado un papel central al permitir cada a semana ver en directo la magia de Leo; en donde el marketing y varias empresas vinculadas o no al deporte usan la imagen de los deportistas de élite para mejorar sus ventas. Todo esto ha hecho del fútbol un espectáculo y una mercancía transnacional y global que ha permito que una buena parte del planeta consuma el producto llamado Messi, más aun en el contexto de un evento deportivo organizado cada cuatro años por la FIFA, como son los mundiales de selecciones.
Como ya han dicho varios autores, las finales de la copa del mundo constituyen uno de los eventos deportivos más vistos a nivel mundial. La final de Qatar no fue la excepción. Pero a diferencia del pasado donde la TV, cada vez más en su modalidad ‘pague por ver’, y concretamente los periodistas deportivos eran los encargados de narrar, relatar y verbalizar el fútbol (teniendo en muchos casos narraciones nacionales), ahora no solo se verbaliza sino que se viraliza el fútbol gracias al papel de las redes sociales. Y este es uno de los puntos centrales que permite entender la desterritorialización del festejo y el consumo transnacional y global de la figura de Messi. Esto provocó que la final entre Argentina y Francia bata récord de tráfico en búsqueda en los 25 años de historia de Google.
La centralidad del 10 no solo fue clave para obtener el campeonato del mundo al convertir 7 goles y hacer tres pases gol (así como en México la selección argentina ganó gracias a la magia de Diego, en Qatar se alzaron con la copa gracias a la magia de Leo), sino para que se produzca esta suerte de argentinización a nivel global o para ser más específicos esta ‘Messificación’. Un dato importante para el análisis es que Messi ha realizado toda su carrera como profesional a la par del surgimiento, desarrollo y consolidación de las redes sociales.
El mismo año que Messi debutó (en el 2004), Mark Zuckerberg lanzó Facebook. En la temporada 2005-20006, cundo Messi ganó su primera Champions Leage, su primera liga y Supercopa de España, se lanzaba al mundo YouTube. Un año más tarde llegaba Twitter y el 2009 entró a nuestros celulares WhatsApp. Para la segunda década de este siglo llegaron Instagram (2010), Snapchat (2011) y finalmente la gigante china, Tiktok (2016). Todas estas redes, como es de conocimiento público y se observa en el gráfico siguiente, tienen millones de usuarios.
Usuarios de las principales redes sociales a nivel mundial (en millones)
No se puede entender el ‘messianismo’ a nivel global sin el auge de estas redes sociales, que han acompañado al astro a lo largo de su carrera y por donde ha fluido un torrente de imágenes, goles, pases, discursos, fotos, videos tanto de su vida pública como de su vida privada. Por las redes sociales hemos podido ver sus 793 goles y sus 41 títulos. Leo solo en Instagram tiene 410 millones de seguidores y la publicación de sus fotos después de ganar la copa batió el record de más ‘me gusta’ de la historia de esta red social llegando a más de 73 millones. Messi están en el top 5 con más seguidores y registra unos ingresos medios por post de 1,17 millones de dólares.
Finalmente, y un dato no menor, es que Messi fuera de las canchas, ha sido un chico (no un pibe) políticamente correcto. A diferencia de Maradona que se lo amaba o se lo odiaba, Messi proyecta la imagen de una buena persona, a lo que todos empujábamos para que levante un título con Argentina antes de terminar su carrera, y qué mejor que el máximo título: la copa del Mundo. A nivel mundial, muchos pensábamos que una carrera como la que hizo Messi, siendo cada semana un mago o un extraterrestre que batió prácticamente todos los récords que tuvo a su alcance, y que ganó todo con el Barcelona, se merecía ganar la copa del mundo. Y Qatar era su última opción después de jugar cinco campeonatos de selecciones y ver pasar por sus ojos de perro triste la copa en el 2014.
Tan políticamente correcto ha sido Messi a lo largo de su carrera que “ha evitado minuciosamente cualquier tipo de afirmación política local, regional, latinoamericana o mundial”. Esto también ha servido eficazmente para su aceptación como mercancía transnacional global. La única frase que se recuerda contrario a lo señlado es la que hizo recientemente al finalizar el partido contra Holanda en cuartos de final: “Qué mirá’ bobo. Andá pa allá”.
Sin embargo, hay que decirlo claro: muchas de las críticas venían más de su propio país que del exterior. Como señala mi querido Pablo Alabarces, casa adentro “a Messi lo indultaron recién en el 2021… Antes de eso, los futboleros cabeza de termo, muy especialmente los mayores de treinta años, varones, porteños… le facturaban el gol contra Inglaterra, el tobillo de Italia y hasta el “que la chupen” de 2009. De “pecho frío” a “no sabe cantar el himno” pasando por “juega por la guita en Barcelona pero no tiene huevos en Argentina”, al pobre Messi le reprocharon todas y cada una de las derrotas”.
Pero como esto es solo fútbol, y Leo logró en los últimos dos años tres copas con la selección Argentina: la Copa América, la Finalísima y la tan anelada Copa del Mundo, para todas y todos aquellos que amamos el buen fútbol y que nos identificamos con Argentina, o con Messi o con la scalonetta, el 18 de diciembre celebramos, aquí, allá o acullá…
[1] Doctor en Antropología Social. Docente-Investigador. Productor y conductor de Futbologías y Balones.
[2] Su su casa se encuentra en el sur de Rosario, zona de clase media baja. “Un hogar de dos plantas que era la casa de sus abuelos maternos”. https://tn.com.ar/deportes/mundial/2022/12/22/asi-esta-hoy-la-casa-de-la-infancia-de-lionel-messi-donde-nacio-el-que-mira-bobo-anda-palla/
[3] https://www.youtube.com/watch?v=DnTDBrwQijM
[4] https://twitter.com/periodistan_/status/1606687657077219330
[5] https://www.infobae.com/deportes/2022/12/18/los-festejos-en-todo-el-mundo-de-la-copa-del-mundo-que-gano-argentina-hilo-de-videos-que-van-desde-bangladesh-hasta-miami/ [1] http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20100920013504/15Villena.pdf