Por Juan Cárdenas
Así piensan las élites: la democracia vale cuando les sirve a sus particulares intereses, cuando la gente vota por sus candidatos, cuando nadie perturba la placidez de sus burbujas con reclamos y aspiraciones por muy legítimas que sean. Democracia a la carta. Pero cuando el pueblo invoca esa misma democracia para hacer valer su derecho a la salud y educación públicas, a la seguridad ciudadana, al trabajo, a la vivienda, a la vialidad, al desarrollo, al bienestar, eso para ellos, es subversivo y golpismo, es desestabilización, palabreja que nos meten hasta en la sopa ausente de la mesa vacía de los pobres. Cuando ellos invocaban el juicio político, pretendiendo someter a Jorge Glas a la cuadrilla atracadora de los traidores, allí sí era procedente, oportuno y patriótico, ¿verdad Henry? Pero cuando lo plantea la sociedad a través de sus legítimos representantes en la Función Legislativa, para exigirle cuentas al gobierno, en cumplimiento de su irrenunciable facultad fiscalizadora prevista en la Constitución, salen en gallada con sus actores politiqueros y mediáticos a vociferar que todos son narcos, golpistas, antipatrias, feos.
Lo del golpismo se les hizo añicos con el dictamen vinculante de la Corte Constitucional que, contra sus deseos y pronósticos, dio luz verde al juicio político. Está acostumbrado a que todos le obedezcan, tanto más que uno de sus operadores chiquito y audaz, dijo públicamente que Aparicio Caicedo sería capaz de “generar una actitud comprensiva en la Corte Constitucional” y otro que “se ofreció y garantizó hacer lo mismo con Lozada y Ortiz”, con tal de evitar el juicio. ¿Está consiente de que reveló el cometimiento del delito de tráfico de influencias y de obstrucción de la justicia constitucional? Eso es punible y pesquisable de oficio por la Fiscalía. El resto de la jauría salió enfurecida a denostar, amenazar y acusar al género humano, ante la triste realidad de someterse a la Carta Magna y a la Ley. Aparicio entre sombras, ya no puede entrar con su prepotencia a cualquier función del Estado a imponer la voluntad oficial, pero sigue siendo peligroso…
Utilizaron una parafernalia inusual para crear el ambiente acorde con la gente que pusieron en escena. ¡Qué cara!; ¡qué tristeza!: la ropa, los gestos, la voz temblorosa para decir que es inocente. Lo dijo algunas veces y nadie le cree. Que es víctima de un perverso proceso, que intentan asesinar su reputación. ¿Y la nuestra?: nos dijo narcos, golpistas, desestabilizadores. Discurseó hasta en quinta persona: él y sólo él, sus hijos, su esposa, su familia. Ésa es su Patria y la democracia su guardiana. Que no le pueden acusar por un contrato en FLOPEC de 2018; viene el Vicealmirante Estupiñán y le desmiente. A su lado ni el perro; sólo su compañera. Ni un ministro, ni el Vice, ni jefes uniformados. Al fondo unos cuantos sorprendidos por salir en cadena nacional sin haber dado motivo.
Ahora el juicio político está en la Asamblea Nacional. Allí podrá ejercer su derecho a la defensa, al amparo del debido proceso y presentar las pruebas de descargo. Seguirán sonando las cajas de resonancia pautada. Atenti Asambleístas, hay un pueblo pendiente de vuestra decisión para recuperar desde los escombros una Patria para todos.