Por Pedro Pierre

En estos días pasados, se multiplicaron las reuniones y manifestaciones nacionales e internacionales, más virtuales que presenciales, por el 33 aniversario de la Pascua de monseñor Leonidas Proaño. Él ayudó al despertar de los Indígenas y a la solidaridad entre los pueblos de la Patria Grande. Su testimonio es más necesario que nunca en estos tiempos en que el imperio occidental liderado por Estados Unidos y apoyado por la OTAN (Organización del Tratado militar del Atlántico Norte: leamos Europa) ha perdido vergonzosamente la guerra en Afganistán.

¡AHORA ES TU HORA, AMÉRICA LATINA!

Después de este estrepitoso fracaso, EE.UU. va a mirar y actuar en lo que considera todavía como su “patio trasero”: América Latina, donde China y Europa los están desplazando poco a poco con el comercio y la ayuda económica. Vemos que los gobiernos latinoamericanos apoyados por EE.UU. no logran mantenerse en la línea que se les impone.

El caso más claro es Bolivia que ha recuperado su gobierno pluricultural, a pesar del apoyo de la jerarquía católica a la golpista Jeanine Añez. En Chile el proceso de la redacción de una nueva Constitución marca un profundo cambio con la dominación de la derecha nacida de la dictadura pinochetista. El gobierno fascista de Jaír Bolsonaro está acorralado por la justicia y las protestas de varios sectores sociales, en particular los Indígenas de la Amazonía. El gobierno norteamericano lo está presionando para que no acepte la instalación en su territorio de la nueva red ‘5G’ de última generación para las comunicaciones internacionales por satélites, promovida por China. ¡Hasta le ofrece entrar en la OTAN, como pasó con Colombia! En México, el presidente propone sustituir el “Grupo de Lima” (12 países americanos) por la CELAC (Comunidad de Estados Latino-Americanos y Caribeños, con la totalidad de sus 33 países). La resistencia civil en Colombia, organizada nacionalmente, ha sustituido la resistencia armada a pesar de las 7 bases militares norteamericanas que acampan en su territorio. Los colombianos apoyan a la oposición progresista de Gustavo Petro, senador de la República, para las próximas elecciones presidenciales. En Perú el nuevo gobierno izquierdista de Pedro Castillo se mantiene a pesar de no tener mayoría en la Asamblea legislativa y de sufrir las campañas negativas de los Medios de Comunicación comerciales. En Paraguay las protestas reclaman más democracia y participación. Venezuela resiste a pesar del bloqueo económico y logra controlar la oposición financiada y aconsejada por EE.UU.

América Central, incluyendo Puerto Rico, es un polvorín contra EE.UU. que mantiene su gran base militar en Honduras. Cuba sufre nuevas sanciones contra su economía y los intercambios con sus ciudadanos en Norteamérica… pero sus vacunas combaten la covid en varios países de América Latina y África.

Y Ecuador… ¡perdido en su laberinto de derecha! con un movimiento indígena que no encuentra su rumbo y la izquierda que se ha esfumado. El presidente vende el país a “precio de gallina robada”, posterga las promesas de su campaña electoral, busca entrar en la Alianza del Pacífico patrocinada por Estados Unidos, mientras, a 100 días de gobierno, crecen el descontento popular, el des-“encuentro” con los Movimientos sociales, populares e indígenas, y aumentan el desempleo y la migración…

Los sectores progresistas de la Iglesia Católica no quedan atrás gracias al apoyo del papa Francisco que denuncia incansablemente los estragos del sistema neoliberal, promueve como mayores agentes del cambio de estructuras de gobierno y economía a los movimientos populares. El Sínodo sobre la Amazonía de 2019 y la Carta papal “Querida Amazonía” promueven el desarrollo integral de esta inmensa región a partir de los mismos Indígenas y de la defensa y promoción de la naturaleza. Las Iglesias de los 9 países que participan de la Cuenca amazónica se han organizado en un Conferencia Eclesial común, para coordinar sus actividades pastorales y sociales. El Consejo Episcopal Latino Americano (CELAM), con sede en Bogotá, se ha renovado y está apoyando decididamente las opciones del papa Francisco. Para noviembre próximo el mismo papa ha convocado la Iglesia católica a una reunión de nuevo cuño: Una “Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe”. La novedad es la participación de todas las y los bautizados y no solo del clero (obispos, sacerdotes y diáconos) tanto en la preparación como en la realización de dicha Asamblea. Se repite la primera Asamblea Eclesial en los tiempos de las primeras Comunidades cristianas tal como nos lo cuenta el libro bíblico de los Hechos de los Apóstoles. De esta manera se retoma la dinámica de los tiempos del Concilio Vaticano 2° en los años ’60 del siglo pasado, tal como lo proclamó el papa Francisco el día de su elevación al papado: “Quiero una Iglesia pobre al servicio de los pobres”… confirmando los espacios y movimientos eclesiales que siempre trabajamos en la línea de la teología de la liberación.

Así que… preparémonos a resistir los nuevos embates de dominación y persecución de parte del gobierno de EE.UU. A pesar de que ya ha perdido la hegemonía mundial a nivel tanto económico como militar, no por eso va a quedarse quieto y amigable. Nunca ha dejado de realizar el sueño de sus fundadores, los invasores europeos: “¡Las Américas a los americanos (del norte)!” Pero Abya Yala se está reconformando, unificando e integrando… siguiendo los pasos de monseñor Leonidas Proaño en Ecuador.

2. MONSEÑOR LEONIDAS PROAÑO, FERMENTO DE UN NUEVO ECUADOR

Este 31 de agosto celebramos 33 años de la Pascua de monseñor Leonidas Proaño que fue obispo de la diócesis de Chimborazo durante unos 30 años. Después de más de 3 décadas, su legado perdura muy vivo más allá de Ecuador y de nuestro continente. Su testimonio sigue más luminoso que nunca, inspirando a más gentes, más cristianos y más organizaciones y pueblos que buscan dignidad, solidaridad y alternativas de sociedad.

Monseñor Proaño marca una ruptura y muchas novedades tanto en la Iglesia como en la sociedad del Ecuador y América Latina. Su figura profética ha pasado a ser intercontinental, con mucha relevancia en Europa. Mestizo de la provincia de Imbabura valoraba su herencia indígena. Solía decir: “¡Amo lo que tengo de indio!” Su diócesis era mayoritariamente indígena en una situación de esclavitud y, en la Iglesia, de marginación total. De hecho, su labor se centró en el despertar religioso y social de los indígenas de Chimborazo y del Ecuador.

Inspirándose en el Concilio Vaticano 2° de los años ’60 del siglo pasado y en la reunión episcopal latinoamericana de Medellín, Colombia, en 1968, hizo suyas las palabras del papa Pablo 6° que escribió en su carta encíclica “El anuncio del Evangelio” en 1975: Frente a “pueblos empeñados con todas sus energías en el esfuerzo y en la lucha por superar todo aquello que los condena a quedar al margen de la vida… la Iglesia tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos, el deber de ayudar a que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma, de hacer que sea total. Todo esto no es extraño a la evangelización.” El empeño de monseñor Proaño fue continuar la labor de Jesús de Nazaret: Hacer que el Reino de Dios acontezca desde el despertar y el protagonismo de los pobres. Este Reino, “lo único absoluto”, consiste, como bien lo dijo el año pasado el papa Francisco, en la “hermandad universal” alrededor de una Dios padre y madre.

Para romper el circulo de la esclavitud de los indígenas, les entregó las haciendas que eran propiedad de la diócesis para que la cultivaran de manera colectiva. Les ayudó a despertar a su dignidad y a volver a asumir las riquezas de su cosmovisión ancestral: Monseñor reconocía en ella “la posibilidad de implementar una sociedad más justa y fraterna”. Se empeñó en construir una Iglesia con rostro indígena reconociendo los valores humanos y cristianos de esta cosmovisión. Hombre visionario y decidido, quería para su diócesis un “Pastoral al servicio del Reino” desde los indígenas. El Centro de Formación de Santa Cruz de Riobamba pasó a ser un faro de evangelización liberadora e inculturada para todo el continente y más allá de él. Monseñor Proaño fue la gran figura de la reunión episcopal latinoamericana de Puebla, México, en 1979 que confirmó la opción de la Iglesia por los pobres. Mientras tanto en Ecuador los indígenas de la Sierra habían conformado la “ECUARUNARI”, la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad quichua del Ecuador, en 1972.

Al mismo tiempo, monseñor Proaño participaba en la extensión de la “Iglesia de los Pobres” tanto en Ecuador como en América Latina, el gran sueño del papa Juan 23, promotor del Concilio Vaticano 2°. En 1979, gracias a monseñor, se reunían por primera vez en Santa Cruz de Riobamba, las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) de Ecuador. Eran cristianos pobres que se unían alrededor de la Palabra de Dios para transformar su vida, superar la pobreza, vivir la solidaridad, celebrar la presencia liberadora de Jesucristo, renovar la Iglesia y participar a la transformación de la sociedad. Estas CEBs habían nacido unos 7 años antes en varias diócesis del país, calificadas por los obispos latinoamericanos en su reunión de Medellín como “el primero y fundamental núcleo eclesial… célula inicial de estructuración eclesial y foco de la evangelización, actualmente factor primordial de promoción humana y desarrollo”. En 1981, el papa Juan Pablo 2° confirmaba esta línea de Iglesia en su carta encíclica sobre “El trabajo humano”: “La Iglesia está vivamente comprometida en esta causa (la solidaridad), porque la considera como su misión, su servicio, como verificación de su fidelidad a Cristo, para poder ser verdaderamente la «Iglesia de los pobres»”.

Con todo esto, la labor de monseñor Proaño encontró mucha oposición, calumnias y persecución, tanto en la jerarquía ecuatoriana como en la clase pudiente del país. Juntándose aquellas y apoyadas por sus medios de comunicación conservadores, lograron que el Vaticano enviara un “visitador apostólico” para fiscalizar la labor de monseñor. Felizmente, el papa de aquella época, Pablo 6°, afirmó que “no conocía obispo tan fiel al Evangelio que monseñor Leonidas Proaño”. Eso no impidió que, en 1976, la dictadura militar, engañada por los mismos opositores a monseñor Proaño, hiciera apresar unas 50 personalidades eclesiales latinoamericanas, entre ellos una trentena de obispos, mientras tenían una reunión pastoral en Santa Cruz de Riobamba, ocasionando un tremendo escándalo internacional.

Bien se puede afirmar que, en Ecuador, tanto en la Iglesia como en la sociedad, hay con monseñor Leonidas Proaño, “un antes y un después”: gracias a él, la Iglesia y la sociedad no son las mismas. Con razón, monseñor es reconocido por todas partes como “el obispo de los Indios” y “el profeta latinoamericano de la Iglesia de los Pobres”. Su personalidad brilla con luz propia y continúa de promover una Iglesia al servicio de la liberación y un continente con rostro de sus milenarias civilizaciones indígenas.

Sigamos las huellas de monseñor Leonidas Proaño que quería un nuevo Ecuador, parte viva y pujante de una Patria Grande sin fronteras de razas ni de ideologías ajenas. “Tenemos que beber en nuestro propio pozo”, tal como lo decía el padre de la Teología de la Liberación, el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez. Por allí, muchos ya andamos.

Por Editor