Fernando Cordero Cueva

El 61,8% de ecuatorianos le dijimos NO a quienes, con engaños y falacias, pretendían desmantelar la Constitución de 2008 y borrar de un plumazo las conquistas más avanzadas de nuestra historia republicana. Dijimos NO porque conocemos el enorme valor de un Estado constitucional de derechos que reconoce a la naturaleza como sujeto de protección, que garantiza los derechos colectivos de los pueblos y nacionalidades, que afirma nuestro carácter plurinacional e intercultural y que ordena, sin ambigüedades, que el Ecuador se gobierne de manera descentralizada.

El triunfo del NO es la victoria de un país que entiende que la descentralización no es un adorno ni una fórmula técnica: es un mandato para acercar el poder a la gente, equilibrar el territorio, democratizar las decisiones y romper, por fin, con 195 años de centralismo. Los intentos de eliminarla buscaban retroceder décadas, vaciar las competencias de los GAD y re-centralizar las decisiones sobre nuestras ciudades, territorios y recursos, llegando incluso a inmiscuirse en tareas básicas como la recolección de la basura.

Dijimos NO para defender los Derechos de la Naturaleza, únicos en el mundo. Sin ellos, el agua -reconocida como derecho humano- y los recursos estratégicos del subsuelo podían quedar expuestos a manejos discrecionales, debilitando la soberanía y abriendo la puerta a un extractivismo sin controles.

Dijimos NO para proteger los derechos colectivos y ancestrales, que sostienen la continuidad cultural, territorial y espiritual de los pueblos que habitan esta tierra desde antes de llamarnos Ecuador. Y dijimos NO a cualquier intento de reducir o desconocer nuestro carácter plurinacional y pluricultural, una riqueza que no puede ser borrada por ignorancia, racismo o intereses coyunturales.

El 61,8% le dijimos NO al retroceso. Le dijimos a la Constitución, a los derechos, a la descentralización, a la naturaleza y a un país más justo, equilibrado y democrático.

Hoy celebramos porque la ciudadanía demostró que es más fuerte que la manipulación y que sigue defendiendo, con convicción, una visión de país construido en minga, sin dueños y con millones de voluntades. Todas las fuerzas políticas deben tomar este resultado con humildad: no le pertenece a ninguna de ellas. Es una semilla para iniciar otras formas de hacer política. También es hora de detener las pugnas inútiles entre los elegidos y trabajar unidos -Gobierno Nacional, Gobiernos Provinciales, y Gobiernos Municipales, Gobiernos Parroquiales- en lo urgente: seguridad, vialidad, salud y educación, vivienda.

Por RK