Esta frase, dice Eduardo Galeano, que la recogió de un grafiti en la ciudad de Buenos Aires y la ha citado en muchas conferencias, muy seguro que es de él o ya es de él.
Hoy escuchaba el discurso del Vicepresidente de los EE.UU. Mike Pence, articulando un conjunto de mentiras destinadas a justificar la invasión de Venezuela (de paso también a Cuba y Nicaragua, ¿será que ellos quieren 1, 2, 3, Vietnam?). Su propuesta es “recuperar el petróleo para las empresas estadounidenses”. Pero, y además, el relator de CNN corroboraba las mentiras y añadía una, que es una obra maestra de la farsa, que nos toma por idiotas. Dice que en la Iglesia Doral Jesus Worship Center, cerca de Miami, donde fue a dar su discurso Mike Pence, casualmente se encontraban no solo venezolanos, sino además cubanos y nicaragüenses (todos gritando U-S-A, U-S-A, pronunciado en buen inglés yu-es-ei). Todo ello no tuviera mayor relevancia y sería otra terapia de grupo, a la que están acostumbrados los gusanos y su entorno, si no fuera porque el vicepresidente Pence anuncia la guerra y a la vez el general Mark Stammer, Jefe del Comando Sur de los EE.UU. se encuentra en Cúcuta con el Embajador de los EE.UU. y los altos mando militares gringos y colombianos. Y, simultáneamente, el Embajador de Colombia en EE.UU., el señor Santos, anuncia que Cúcuta será la ciudad colombiana más importante en los próximos años porque de allí partirá la reconstrucción de Venezuela, o sea que él ya la ve destruida, como Irak… y ya ve su negocio.
Es una película de terror, perdón, no es una película, es la realidad de terror. Todo ello con el apoyo cómplice y agachado de los países del grupo de Lima y de 4 gobiernos europeos. Nuestros gobiernos están apoyando incluso con la probable participación de nuestras fuerzas aéreas, marítimas y terrestres la destrucción de ciudades, el asesinato, las violaciones y la muerte de centenares o miles de personas. Eso es lo que están apoyando. No les ha importado la opinión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ni la derrota en la OEA. Violan el derecho internacional. Piden a Embajadores o Encargados de Negocios Venezolanos acreditados en nuestros países, sin el menor respeto a los acuerdos internacionales que nos rigen, ni al Tratado de Viena, que abandonen las embajadas para dar paso a los nombrados por el espurio (a la hora de escribir esta nota ya Honduras y Panamá lo hicieron). Se quedan con los recursos financieros de Venezuela, depositados en sus bancos europeos o estadounidenses y le dan reconocimiento a un Presidente elegido por nadie. No quisieron participar en la elecciones de mayo 2018 y ahora imponen, pistola en mano, a un personajillo oscuro de poca o ninguna trayectoria política.
Y con todo ello nos quieren convencer que actúan en nombre de la democracia, en nombre de la libertad, en nombre de la Constitución Venezolana. Se atreve Pence a hablar de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. A todo ello se le añade una carta insolente del señor Guaidó a los Gobiernos de México y de Uruguay diciéndoles que se abstengan de buscar o apoyar diálogo, porque él no va a dialogar con el Presidente Maduro. Es decir no hay diálogo sólo hay guerra, que él declara a Venezuela, sin tener ejército… porque cuenta con el invasor. Ya la historia nos enseña cómo acaban estos personajillos que se ocultan detrás de las botas imperiales del invasor.
“Nos mean y los periódicos dicen llueve”, y muchos, demasiados, se lo creen. No faltarán algunos que saldrán a respaldar a los pilotos de sus respectivos países por haber ido a combatir al “demonio” Maduro. Pero, y cada vez más, hay gobiernos, pueblos y países que se oponen a la intervención militar. Trump ha puesto al mando de su operación, a una banda de gánsteres encabezados por Mike Pompeo, John Bolton, Elliot Abrahams, testaferros de lo peor de las empresas transnacionales y ligados a la barbarie de asesinatos y torturas por parte de la CIA y esto no es ninguna exageración, lean sus hojas de vida, o debería decir prontuarios. No, el narco estado no es Venezuela ni el gobierno de Maduro, el gobierno gansteril es el de los Estados Unidos, el gobierno de ese personaje diabólico que es Donald Trump. Y a ellos se subordinan varias de nuestras cancillerías. Qué vergüenza y qué dolor traerán a nuestros países. Creen que la guerra será una cuestión de días y que allí se quedará. Cuidado que la Patria os lo demandará a cada uno de ustedes en toda Nuestramérica. Cuidado que los gringos volverán a escuchar el grito de “yanqui go home” y a caminar por la sombra porque la gente comenzará a reaccionar. No hay ningún antecedente en la historia en el que una invasión estadounidense haya devuelto la paz, la estabilidad y mucho menos la democracia y la libertad. No existen antecedentes. Una vez más la UNIDAD de los pueblos es la única fuerza para derrotar este plan macabro, perverso y de una codicia infinita. Y esta vez la UNIDAD, en mayúsculas, deberá darse en todos nuestros países. En todos los frentes electorales que vienen, en todas las acciones de los movimientos sociales. En apoyo a Cuba, Nicaragua y Venezuela y en contra de la guerra. Unidad por la paz, unidad contra la guerra, unidad contra la intervención extranjera. Unidad por tener espacios de comunicación y contra la hegemonía de quienes nos mean y de quienes nos hacen creer que llueve. Parece utópico, pero frente al enemigo común, frente al invasor, es posible construir este sueño. Volveremos a las luchas por la Independencia. Siempre surgirá un Túpac Amaru, una Micaela, una Tita Condemayta, un Bolívar, una Manuelita (o tres) un San Martín, un Sucre. Siempre, desgraciadamente, surgirá un Santander, como los que hoy venden sus incondicionalidades al patrón.