Luis Varese
Martín Vizcarra, en su calidad de Vicepresidente de la República, sustituyó a Pedro Pablo Kuczinsky, quien dejó el gobierno por vinculaciones con Odebrecht. El Presidente Vizcarra tiene fama de honesto y eso es asombroso en un ambiente como el político/judicial peruano, donde la honestidad resulta ser la aguja en el pajar que las mujeres y hombres patriotas buscan para el país. Es un ingeniero que se desempeñó como Presidente del Gobierno Regional de Moquegua, provincia básicamente agrícola y minera del sur del Perú, y la leyenda urbana cuenta que no se dejó corromper por las grandes compañías extractoras.
Hoy con escasos seis meses de gobierno ha logrado concentrar la atención de la mayoría de los peruanos, proponiendo un Referéndum. El Congreso no ha debatido aún la propuesta del Presidente, que plantea cuatro (4) Proyectos de Ley de Reforma Constitucional referidos a la gobernabilidad y a la lucha contra la corrupción. Esta propuesta es saboteada principalmente por el fujimorismo y el APRA. Ante ello Vizcarra plantea una figura Constitucional que se llama la “cuestión de confianza” (ART 133 de la Constitución del Perú). La Periodista Rosa María Palacios en su programa Sin Guión resume la situación de la siguiente manera: “… solo hay dos caminos:… que se aprueben los proyectos de ley con 66 votos, con lo que habrá referéndum en diciembre. Si el Congreso declara improcedente o inadmisible el tema, o si se debate, pero no se alcanzan los votos, se considerará la cuestión de confianza rehusada y, por lo tanto, el gabinete cae, se nombra un premier y el presidente puede disolver el Congreso.”
Resulta claro para Nuestramérica que es la gran oportunidad para el Perú de cambiar, por lo menos, un quehacer político que lleva cinco presidencias de consolidación del gran orden neoliberal y muchos logros de corrupción. De la descomunal ofensiva lanzada contra los gobiernos progresistas o de nuevas democracias en América Latina hemos aprendido que solamente con el enorme apoyo popular se pueden defender o ganar conquistas sociales indispensables. Uno a uno han ido cayendo los gobiernos que representan los intereses mayoritarios. Argentina por la vía electoral legítima, gracias a la triste división del peronismo. Brasil con un golpe de estado perverso y logrando mantener a su líder popular y seguro ganador de las elecciones, a Lula, en prisión gracias, al ejercicio ilimitado del poder, sin ninguna razón jurídica más que las Fake News, Fake Justice (combinación terrible de falsas noticias y fraudulentas decisiones judiciales basadas en el linchamiento mediático). Ecuador a través de un modelo de fraude absolutamente sorpresivo, pero no inédito, los electores votamos y ganamos un programa y se implementó el programa del perdedor; es decir ganó Alianza País y gobierna la derecha. Digo que no es inédito porque Fujimori hizo lo mismo al derrotar a Mario Vargas Llosa e implementar su programa a las pocas semanas. En ambos casos se requirió de sujetos muy especiales con una capacidad inusual de engaño.
El caso del Perú no se incluye en el de los gobiernos progresistas, pero sí en la oportunidad de devolver el protagonismo de la participación popular para comenzar a cambiar al país. El éxito o fracaso está en manos del Gobierno y del Presidente Martín Vizcarra y su Primer Ministro César Villanueva. Agarrar la oportunidad y el coraje a dos manos, ponerse a la cabeza del movimiento popular que es multicolor, variopinto, policlasista, con el único denominador común de querer que el Perú cambie. Ponerse a la cabeza y marchar en el sentido que la historia les demanda. Es la gran esperanza de peruanos y peruanas que hoy saldrán a las calles a manifestarse. Requiere firmeza y coraje porque no es poca cosa enfrentarse a la multiplicidad de mafias que lucran de este desastre casi ingobernable que se ha vuelto el país. Es una oportunidad extraordinaria, confíe en el apoyo popular y marche al frente Presidente Martín Vizcarra. Un cambio es indispensable. Lo que venga después dependerá de las mujeres y hombres honestos que usted elija para gobernar y que el pueblo elija para legislar.