Por Daniel Kersffeld
La intervención rusa contra Ucrania finalmente comenzó este 24 de febrero. Dentro de los argumentos presentados por el presidente Vladimir Putin se encuentra el de la urgencia por “desnazificar” al país vecino.
Así,el mandatario ruso utilizó un término común entre las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, por el que se planteaba la necesidad de erradicar la ideología totalitaria de los territorios vencidos, de encontrar y enjuiciar a los criminales de guerra nazis y a sus colaboradores (tanto militares y especialmente civiles) y, sobre todo, de educar a las nuevas generaciones de alemanes en valores fundados en la paz, el diálogo y la democracia.
Luego de su utilización por Estados Unidos, el Reino Unido y Francia entre 1945 y mediados de los años ’60, tanto en Alemania como en los territorios ocupados por el Tercer Reich, el verbo “desnazificar” fue quedando de a poco en el olvido. Hasta el 24 de febrero de 2022.
Ahora bien, por qué Putin invocó la necesidad de “desnazificar” a Ucrania como un proceso que no se habría realizado anteriormente o que, en todo, no se habría llevado a cabo sin buenos resultados. En este sentido, la “desnazificación” operaría en un sentido histórico, pero también con un claro objetivo en torno a la política actual.
Los debates sobre el desempeño de Ucrania durante la Segunda Guerra Mundial han cobrado fuerza en los últimos años, sobre todo, a partir de la conflictiva relación establecida entre Kiev y Moscú durante el establecimiento de la Unión Soviética, Pero empeoraría significativamente, sobre todo, durante el Holodomor, la gran hambruna que tuvo lugar en Ucrania entre 1932 y 1934 y que fue atribuida al régimen de Stalin y a Rusia.
En ese contexto se produjo el ascenso del dirigente nacionalista Stepan Bandera, quien encabezó la resistencia contra Rusia una vez comenzada la guerra en 1939. Dos años más tarde, una vez producida la invasión alemana a la Unión Soviética, Bandera consolidó a la Organización de Nacionalistas Ucranianos y cobró más protagonismo como colaborador del nazismo en contra de rusos y judíos por igual,
Si bien Bandera estuvo recluido en el campo de concentración de Sachsenhausen entre 1942 y 1944, sus miles de seguidores en todo el territorio ucraniano llevaron a cabo cruentas masacres en contra de pobladores rusos, además de polacos y húngaros. De igual modo, el desbordante antisemitismo de los colaboracionistas ucranianos ocasionó cientos de miles de víctimas: todavía hoy es recordado el exterminio de Babi Yar, en las afueras de Kiev, cuando en apenas dos días de 1941 fueron eliminados más de 30 mil judíos de la región.
Con toda la controversia existente en torno a su figura, en 2019 la Rada Suprema (Parlamento) de Ucrania declaró oficialmente el 1° de enero como día conmemorativo del nacimiento de Stepan Bandera. La fecha se ha convertido en una fiesta nacional y en un día de celebración para los crecientes sectores de la ultraderecha ucraniana.
Por otra parte, no se puede pensar en la “desnazificación” de Ucrania si se desconoce la presencia y actividades en ese país del llamado “Batallón Azov”. Se trata de un movimiento político creado en 2014 por el ex diputado Andrey Biletsky y que dos años más tarde dio origen al partido “Cuerpo Nacional”.
Los miembros del Batallón son reclutados de organizaciones de ultraderecha, y también admite a activistas y mercenarios provenientes de una veintena de países entre los que se cuentan los Estados Unidos, Reino Unido y Francia.
De hecho, el Batallón Azov contrató a supremacistas blancos mientras mantiene una simbología heredera del nazismo. Sus seguidores llaman a Biletsky el “Führer Blanco” en tanto que el escudo de la organización son una runa “wolfsangel” estilizada, y detrás de ella, un Sol Negro, ambos símbolos profusamente utilizados en la Alemania Nazi e incluso por divisiones enteras de las SS.
En 2014 el Batallón Azov tuvo su bautismo de fuego cuando se enfrentó directamente a las fuerzas pro rusas en la región del Donbass, logrando refrenar el proceso independentista.
Debido a su creciente importancia política y estratégica, el Batallón Azov fue incorporado como regimiento dentro de la Guardia Nacional, dependiente del Ministerio del Interior ucraniano, como una forma de institucionalizar una creciente fuerza paramilitar que pronto sobrepasaría los 10 mil integrantes. Paralelamente, el batallón fue transformado en “regimiento de fuerzas especiales”, por lo que fue provisto con tanques y gran cantidad de piezas de artillería en disputa.
Desde 2019 el Batallón Azov actúa en la primera línea de Donbass, y se caracteriza por la ferocidad de sus ataques en contra de los pobladores rusos. Se la señala como una de las principales responsables de las más de diez mil muertes causadas en los últimos años en esa región y ha recibido condenas tanto por parte del gobierno de Estados Unidos como por parte de las Naciones Unidas.
Pero el problema de la “desnazificación” como argumento para la intervención en Ucrania tiene un costado todavía más complejo ya que su actual presidente, Vladimir Zelensky, es de origen judío y, según sus recientes declaraciones, tres de los hermanos de su abuelo murieron en el Holocausto. Se afirma además que desde Kiev ni se controla ni se incentiva al Batallón Azov y que las organizaciones de la ultraderecha sólo tienen un 2% de representación parlamentaria.
Sin duda, este conflicto abrirá una línea de discusión sobre la problemática del nazismo y de la “desnazificación” en países como Ucrania y sobre la actualidad de las ultraderechas en buena parte del mundo.
Daniel Kersffeld es doctor en Estudios Latinoamericanos (UNAM). Investigador CONICET-Universidad Torcuato di Tella.
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