Por Alexandra Tapia
Corrupción, medios de comunicación comprados, justicia politizada, pobreza y desempleo. ¿Acaso la confianza de su pueblo merecía la traición de su gobierno?, una marioneta que respondió a los intereses monopolizados. ¡Un gobernante de papel!
La historia del Ecuador será implacable al recordar a Moreno, como un dispositivo del poder que promovió y fortaleció el caos social, el desempleo, la precarización laboral, la desinstitucionalización del Estado y la privatización.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Inec), la pobreza en septiembre de 2020 ascendió a 29,3% (un incremento de 4,6% con respecto a diciembre de 2019).
Para la mayoría de ecuatorianos, desde el 24 de mayo del 2017, cuando inició su periodo, se hizo visible la traición y lo que se preveía como una etapa de transición, se trasformó en el inicio de una crisis generalizada en el país.
En cambio, para un grupo minoritario de banqueros, políticos corruptos y algunos empresarios explotadores y evasores de impuestos, ha sido el escenario ideal para efectivizar sus actos de corrupción y velar por sus intereses.
No debemos olvidar jamás que las decisiones políticas, se construyeron en base a la desesperanza y la muerte de los ecuatorianos. La consulta popular inconstitucional aupó esta pesadilla.
¿Y los medios de comunicación qué?
Los medios de comunicación perdieron su norte y objetivo, hoy por hoy son militantes de la politiquería instaurada en el país. La desinformación y manipulación de este gobierno no podía efectuarse sin su cooperación estratégica y pactada a través de la pauta.
En nombre de la crisis mundial, el arribo de las nuevas tecnologías y la pandemia los medios de comunicación se vendieron. Ahora no existe oposición, ahora manejan un solo discurso en favor de las élites.
Cabe recalcar que la estrecha relación económico-política de la comunicación, ha existido desde siempre, donde los medios cobran importancia como sistemas generadores de mercancías e inciden en la creación de sentido en la sociedad. Claramente, se evidencia la concentración y el poder corporativo en cada una de sus emisiones.
¿Y cómo operó la justicia?
En los siglos XVIII y XIX la justicia tenía ciertas particularidades en la ejecución de la política. En ese entonces se habló de empapelar al enemigo refiriéndose, al ataque político mediante las denuncias, sean estas reales o ficticias.
En el Ecuador gran parte de la justicia está politizada.
Los tentáculos del neoliberalismo y el desgobierno de Moreno, fortalecieron y utilizaron el Lawfare, (guerra judicial) para manipular los aparatos jurídicos del Estado con fines de persecución política.
Crearon un enemigo en el imaginario social. El discurso unívoco de que “el anterior gobierno y todo lo que éste representó fue igual a corrupción”.
La idea generalizada de que la corrupción, es el enemigo de los ecuatorianos, se logró posicionar. Con el claro objetivo de aplicar la “justicia” para atacar y perseguir a “todo” el que represente una amenaza.
Los aliados de Moreno fueron los medios de comunicación, la élite ecuatoriana y mundial, además, del poder Judicial. Todos trabajaron como soldaditos de papel para perseguir al “enemigo político” y victimizar al Ejecutivo. Tanto así que el presidente de la República desvió la atención de su obligación como gobernante ante su pueblo.
Desatendió temas prioritarios como: economía, educación y salud, éste último, en referencia a la pandemia y como resultado en cada hogar ecuatoriano murió un ser querido. Y fue el pretexto ideal para favorecer a los grupos de poder (vuelos humanitarios con sobreprecios, corrupción en la venta de insumos médicos, cuarentena en hoteles a convenir del gobierno).
Es cierto el mundo no estuvo preparado para afrontar la pandemia y lo que ella traía consigo.
La negligencia de Moreno fue precaria, no tuvo una respuesta a tiempo. La inestabilidad se pudo sentir en todos los sectores. En el aspecto educativo perjudicó a cientos de niños y jóvenes en su proceso formativo, por ejemplo.
El despido laboral intempestivo de miles de trabajadores, el cierre de instituciones públicas y empresas, priorizó el pago de la deuda al Fondo Monetario Internacional. Y la lista sigue con este presidente de los pretextos.
Y, ¿después de Moreno qué?
Aunque parezca una pesadilla, es una realidad vivida por la mayoría de los ecuatorianos. Ahora, me pregunto ¿es posible construir una sociedad más justa, equitativa y democrática?, ¿los gobernantes se merecen la lealtad de su pueblo?.
Es posible, siempre y cuando el presidente sea un líder capaz, con principios, incorruptible. Que pueda gobernar en libertad (no un títere), que fortalezca políticas públicas que favorezcan a las mayorías, así ello le represente dar la vida por su pueblo.