Rodolfo Bueno

Las manifestaciones de Francia, que ahora amenazan con desperdigarse por toda Europa y que son encabezadas por los chalecos amarillos, parecerían destinadas a terminar con el mundo que los globalizadores planificaron cuando, luego de la caída de la URSS, creían controlarlo todo. ¿Qué pasó para que se dé esta oleada de protestas que inclusive demandan la dimisión del Presidente Macron, pese a la anulación del alza del precio de los combustibles, que aparentemente las motivara, sin que les importe la declaración de emergencia social y económica, hecha por el gobierno, en un intento por aplacarlas?

Francia como ningún lugar del planeta ha parido tanto movimiento revolucionario. La Toma de la Bastilla dio paso a la I República y a la Revolución Francesa, que redistribuyó la propiedad de la tierra; estableció el habeas corpus y la celebración de juicios que respetaban la presunción de inocencia del acusado; estableció la libertad de expresión y cultos; eliminó la prisión por deudas; decretó la igualdad ante la ley e instituyó la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, que condujo a la libertad de conciencia y a la ampliación de los derechos civiles.

Durante el Directorio de Francia se dio “La Conspiración de los Iguales”, encabezada por Babeuf, Buonarrotti, Darthé… que propugnaban la abolición de la propiedad privada mediante la lucha de clases y la dictadura del proletariado. El 8 de agosto de 1797 se guillotinó a estos líderes. La revolución de 1830 creó las condiciones para la revolución de 1848, que se expandió por Europa y se llamó Primavera de los Pueblos; nació entonces la II República.

Al finalizar la guerra Franco-Prusiana, el Primer Ministro Thiers firmó con Prusia un armisticio denigrante el 18 de marzo de 1871; la clase obrera francesa se reveló y tomó París. Las tropas se negaron a disparar contra el pueblo y se desencadenó un proceso revolucionario, que instauró la Comuna de París, en la que los trabajadores organizaron la sociedad sobre la base de la elección por sufragio universal de todo funcionario público. Si alguno perdía la confianza del electorado, era depuesto de inmediato; las fábricas abandonadas fueron controladas por los trabajadores; se garantizó el carácter laico, obligatorio y gratuito de la educación pública; se expropió los bienes de las iglesias; se prohibió la multa al empleado, modalidad que usaba el patrón para reducir los salarios. La Comuna de París nació para exigir cambios en las viejas estructuras sociales, que impiden otras formas posibles de organización democrática, y generó la III República.

Las tropas prusianas y el gobierno de Francia, el 28 de mayo de 1871, luego de 72 días de arduos combates en los que murieron más de 20.000 sublevados, aniquilaron la Comuna de París, la primera experiencia de poder proletario. Quedó de legado su existencia misma, sus principios rebeldes y heroicos, su democracia participativa y la Internacional, un himno revolucionario que se desperdigó por un mundo deseoso de justicia social. Su derrota fue un duro golpe para todos los revolucionarios; a partir de ese instante, Marx abandonó la lucha política y se dedicó a escribir sus pensamientos.

Durante la ocupación alemana de Francia, en la Segunda Guerra Mundial, se dio una amplia colaboración entre el General De Gaulle y el Partido Comunista Francés. La URSS reconoció a la Francia combatiente del General De Gaulle e, incluso, un escuadrón francés combatió en el frente ruso. Todas las acciones de la resistencia francesa fueron fundamentales para que los estadounidenses liberaran Francia. De Gaulle fue electo por el pueblo francés y encabezó la IV República.

En mayo de 1968 se dio la revuelta de París, a la que se unió el movimiento sindical y el Partido Comunista Francés. La magnitud del levantamiento puso en entredicho al gobierno de De Gaulle, fruto del golpe de Estado de 1958, que derrocó la IV República y lo subió al poder de la V República. Para terminar con las protestas, De Gaulle anunció elecciones anticipadas, tras las cuales se emprendió una política de reformas profundas para enfrentar el malestar social existente. Para el referéndum de abril de 1969, De Gaulle amenazó con dejar la presidencia si no triunfaba el SÍ; triunfó el NO. Un año después murió De Gaulle. En ese lapso debió pensar en los engranajes de la guerra secreta que para eliminarlo se desarrolló en Francia.

El Estado francés se encontró bajo el asedio de fuerzas ocultas y De Gaulle mismo fue objeto de numerosos intentos de asesinato durante la V República, lo que le motivó a desconfiar de la CIA, sospechosa de estas operaciones clandestinas.

Luego de la creación de la OTAN, Francia fue sede de su cuartel general. Cuando De Gaulle dio el ultimátum de poner bajo el control de París las bases militares de la OTAN en territorio francés o desmantelarlas, no le respondieron. El 7 de marzo de 1966 expulsó a la OTAN del territorio francés. Washington nunca le perdonó este paso audaz, más que nada porque De Gaulle anuló, luego de denunciar como una violación de la soberanía nacional, los acuerdos secretos contra la subversión comunista, firmados entre Francia y Estados Unidos. La revuelta de mayo de 1968 pudo ser una operación de la CIA, que lo historia confirmará o no.

Hoy en París nacen los chalecos amarillos. Protestan contra las reformas económicas del gobierno de Macron, que impone impuestos exorbitantes y no sube los bajos salarios de los trabajadores, al mismo tiempo que legisla en favor de los ricos. Poco antes, Macron había propuesto que la Unión Europea tenga su propio ejército para proteger a Europa contra EE.UU., China y Rusia. ¿No estará la CIA detrás de estos eventos? La pregunta es válida porque pese a que Macron no es De Gaulle, tampoco Trump responde al momento de las revueltas de mayo y lo que tiene en su cabeza no lo conoce ni siquiera Ivanka. Hay que tomar en cuenta que el Secretario de Estado de EE.UU. es Pompeo, por lo que todo es posible.

Los chalecos amarillos mandan al diablo a los que se auto titulan demócratas cuando no son más que criminales de la peor ralea, igualmente a la prensa, creadora de una realidad falsa, y exigen una justa redistribución de la riqueza, la salida de Francia de la OTAN y la Unión Europea, que se ha convertido en un vasallo que cumple los dictados del hegemón estadounidense.

 

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