Por Mariano Saravia
Occidente (Estados Unidos y la Unión Europea) ha iniciado una verdadera guerra híbrida contra Rusia, con una batería de sanciones que van desde lo económico, pasando por lo financiero, hasta lo cultural y podríamos decir, hasta lo ridículo (una universidad de Milán prohíbe un curso y textos de Fiodor Dostoyevski).
¿Cuál es el objetivo?
Golpear la economía rusa, generar una crisis primero económica que se transforme en crisis social y política hasta que el pueblo, a través de una de las conocidas como “revoluciones de colores” (golpe blando) derroque al gobierno de Vladimir Putin.
¿Cuál es el resultado?
Desde lo geopolítico, Rusia afianza la alianza estratégica e integral con China, que ya ha dicho que acogerá a los bancos rusos en su propio sistema de compensaciones, alternativa al Swift.
Y también China anunció que comprará a Rusia todo el gas y el petróleo que no pueda venderle a Occidente.
¿Pero cuáles son los resultados no buscados?
Por un lado, Estados Unidos tiene que reconocer al gobierno de Nicolás Maduro, para que les venda el petróleo que no llegará de Rusia.
Mucho peor es para Europa, donde ya se siente concretamente la crisis:
- Esta semana, el barril de petróleo Brent llegó a los 139 dólares.
- El litro de nafta en España escaló hasta 1,7 euros.
- El gas cuesta 12 veces más que el año pasado. Y empiezan a llegar las facturas.
- La electricidad (dependiente del gas) en un máximo histórico, 8 veces más que el año pasado.
- Según la consultora francesa Euler Hermes, subsidiaria del Allianz Bank, prevé que si el suministro ruso de gas se mantiene, los aumentos afectarán un 2% el poder adquisitivo de los europeos. Y si se corta ese suministro, el 2,5%.
- Están aumentando también el peladio, el níquel, el aluminio y el cobre, minerales fundamentales para la industria, principalmente para la industria automotriz.
- Este mes el aumento del índice de precios al consumidor en España fue del 7,4%, y del 6% en toda la Eurozona.
¿Ante esta situación, qué medidas toman los gobiernos?
En España, Josep Borrell (jefe de la diplomacia europea) pidió que la gente baje la calefacción. Igualito a Macri, que luego del tarifazo del 2016 pidió que nos pusiéramos suéters y camperas para estar adentro de la casa.
Además, Pedro Sánchez, jefe del gobierno español, anunció un “gran acuerdo de país” para contener la inflación. Los empresarios salieron a aplaudirlo, porque congela cualquier aumento de salarios para los y las trabajadoras. Los sindicatos en pie de lucha.
¿Cuál es la conclusión?
Estados Unidos, a través de su brazo OTAN, empuja a dos naciones hermanas a una masacre, todo por intereses geopolíticos. Europa sigue obsecuentemente la aventura estadounidense, manda armas para que se sigan masacrando. Lidia en su territorio con el drama de los millones de refugiados ucranianos. Pero también aplica sanciones que terminan afectando a sus propios ciudadanos. Y luego les dice que, ante el aumento de los precios, no va a haber suba de salarios y que tienen que bajar la calefacción.