Por Paula Guerra Cáceres
La sororidad es un acto de conciencia política, no una conducta refleja acrítica. Requiere de un proceso de reflexión, un reconocerme en la otra y reconocer a esa otra en mí. Sin este proceso de por medio caeríamos en un esencialismo absurdo.
BZRP Music session #53, la última entrega musical de Shakira producida por el dj argentino Bizarrap, ha desatado una polémica social. Desde que se hizo pública el miércoles 11 de enero y hasta la entrega de este artículo, la canción no solo superaba los 40 millones de reproducciones, sino que estaba provocando incendiarios debates públicos en torno al tema del patriarcado y la sororidad, dejando ver, por un lado, cuán lejos estamos de abandonar la narrativa basada en los roles de género y, por otro, cómo el discurso de la sororidad se ha convertido en un dogma acrítico más que en una práctica de conciencia política.
Para empezar, se acusa a Shakira de hacer una canción patriarcal al “poner el foco” en la actual pareja de Gerard Piqué y no en el exfutbolista. La letra de Music session #53 no deja lugar a dudas: habla de un hombre mediocre que no ha sabido estar a la altura de la relación. El mensaje está ahí, clarito como el agua, y el que no quiera verlo es porque no quiere.
Se afirma que Shakira se está comportando como un macho alfa entregándose a la rabia y el deseo de venganza. ¿La rabia y el deseo de venganza son emociones exclusivas de los hombres?
También se afirma que Shakira se está comportando como un macho alfa entregándose a la rabia y el deseo de venganza. ¿La rabia y el deseo de venganza son emociones exclusivas de los hombres? ¿Las mujeres somos seres de luz que nacemos con el gen de la bondad infinita? Sentir y expresar la rabia no es patriarcal, es normal. Nada más casposo que basarse en el clásico rol de género para criticar a Shakira y exigirle un comportamiento “digno”, un “saber estar” que no es otra cosa que una versión patriarcal del “calladita estás más guapa”.
El patriarcado nos quiere serenas, dóciles, moderadas. Que ante los engaños y las traiciones reaccionemos sentándonos a tomar el té, en plan Downton Abbey, sonrientes y modositas. Y nos recuerda que, ante todo, somos madres. Se le dice a Shakira que hablar mal de Piqué en sus canciones va a perjudicar a sus hijos en el futuro. Igual lo que les perjudica es tener un padre que miente y engaña y lo que les salva es contar con una madre molona que en lugar de quedarse llorando en casa escribe una canción que resulta ser un éxito mundial.
Otra de las críticas que se le hace a Shakira es su falta de sororidad con Clara Chía, como si la sororidad se tratase de un imperativo moral que hay que aplicar a rajatabla sin ningún tipo de análisis crítico.
¿Las mujeres debemos practicar la sororidad con otras mujeres solo por el hecho de ser mujeres? No. Yo no soy sorora con mujeres blancas que explotan laboralmente a mujeres migrantes, no soy sorora con mujeres que militan en partidos políticos racistas y xenófobos, no soy sorora con mujeres policías que ejercen violencia contra personas racializadas, no soy sorora con feministas tránsfobas y abolicionistas, no soy sorora con asistentes sociales que de manera injusta quitan la custodia de sus hijos a madres migrantes y, probablemente, no sería sorora con una mujer que es parte activa de un engaño del que he sido víctima.
Quienes conozcan mínimamente la trayectoria musical de Shakira sabrán que su discografía es un reflejo de su vida sentimental. Sus canciones de desamor antiguas son fruto de otras rupturas y otros dolores
La sororidad es un acto de conciencia política, no una conducta refleja acrítica. Requiere de un proceso de reflexión, un reconocerme en la otra y reconocer a esa otra en mí. Sin este proceso de por medio caeríamos en el esencialismo absurdo y peligroso de creer que cualquier mujer por el solo hecho de serlo merece nuestra solidaridad y empatía.
Volviendo al tema que nos ocupa, creo que con la primera que deberíamos ser sororas es con la propia Shakira, que es la engañada. ¿Me parece acertado que compare a Clara Chía con un coche o un reloj? No y probablemente muchas lectoras de este texto piensen lo mismo. Pero ya lo que faltaría es que le digamos a una mujer qué debe sentir y cómo debe expresar lo que siente, o que pretendamos que sienta y exprese de la forma en que lo haríamos nosotras.
Las emociones son tan personales y diversas como seres humanos hay en el mundo y cada cual las sobrelleva a su manera. Quienes conozcan mínimamente la trayectoria musical de Shakira sabrán que su discografía es un reflejo de su vida sentimental. Sus canciones de desamor antiguas son fruto de otras rupturas y otros dolores. ¡Y esperamos que continúe así! Nos gusta esta Shakira, la enfadada, la rabiosa, la dramática que hace vídeos con su corazón en la mano y que, en lugar de llorar, factura.
Tomado de EL SALTO