Por Pedro Pierre
El Vaticano llamó a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Bolivia para conversar sobre sus proyectos alternativos de sociedad frente a la crisis climática mundial. Leí la noticia en Religión Digital de España: “El papa convoca una cumbre sobre ‘Laudato si y socialismo comunitario’, dialogando con los gobiernos de Bolivia, Venezuela y Cuba” (‘Laudato si’ es el título de la Carta encíclica del papa Francisco sobre la Ecología) … Una reunión que llama la atención ya que estamos acostumbrados en nuestra Iglesia católica a clasificar a estos gobiernos más en el ‘campo del diablo’ que en el camino al Reino de Dios. Es otra sorpresa del papa Francisco.
Tal realidad puede sorprendernos porque poco conocemos la “Doctrina Social de la Iglesia” católica que tiene más de 130 años. Esta comenzó con una Carta encíclica del papa León 13, de 1891, titulada: “Situaciones nuevas” (en latin, Rerum novarum) que criticaba, entre otros asuntos, la explotación obrera del sistema capitalista. Luego los papas siguiente fueron aportando su parte a esta ‘Doctrina Social’. Por ejemplo, el papa Pío 11°, en 1927, hace casi 100 años, dijo que “la política es la forma más alta de la caridad”, expresión que el papa Francisco retomó personalmente.
Cuando en 1979, en Nicaragua, se constituyó el gobierno sandinista, resultado de la derrota del dictador Anastasio Somoza por la guerrilla sandinista, éste se definió como ‘socialista’. En el primer gobierno participaron varios sacerdotes como ministros de Estado. Unos 4 meses después, en noviembre de ese mismo año, los obispos publicaron una Carta pastoral sobre “el presente proceso nicaragüense se encamine hacia el socialismo”. He aquí unos extractos:
“Si socialismo significa preeminencia de los intereses de la mayoría de los nicaragüenses y un modelo de economía planificada nacionalmente solidaria y progresivamente participativa, nada tenemos que objetar.
Un proyecto social que garantice el destino común de los bienes y recursos del país y permita que, sobre esta base de satisfacción de las necesidades fundamentales de todos, vaya progresando la calidad humana de la vida, nos parece justo.
Si socialismo implica una creciente disminución de las injusticias y de las tradicionales desigualdades entre las ciudades y el campo, entre la remuneración del trabajo intelectual y del manual; si significa participación del trabajador, en los productos de su trabajo, superando la alienación económica, nada hay en el cristianismo que implique contradicción con este proceso.
Si socialismo supone poder ejercido desde la perspectiva de las grandes mayorías y compartido crecientemente por el pueblo organizado, de modo que vaya hacia una verdadera transferencia del poder hacia las clases populares, de nuevo no encontrará en la fe sino motivación y apoyo.
Si el socialismo lleva a procesos culturales que despierten la dignidad de nuestras masas y les comunique el coraje para asumir responsabilidades y exigir sus derechos, se trata de una humanización convergente con la dignidad humana que proclama nuestra fe.”
Volvamos al último párrafo del artículo antes citado de Religión Digital: “Mientras el Papa Francisco envía el cardenal Matteo Zuppi en China, Rusia, EE.UU., paralelamente activa el corazón de la diplomacia del Vaticano, con pesos pesados (del Vaticano) que dialogan con los gobiernos contra-hegemónicos de izquierda, Bolivia, Venezuela, Cuba, para fortalecer la geopolítica de la paz de Papa Francisco, también en perspectiva del Buen Vivir-socialismo comunitario alternativo al modelo capitalista.”
¿Cuándo los cristianos iremos avanzando decididamente por estos caminos? La historia camina, apoyada en el pasado, pero invitándonos a apostar por el futuro. Tal vez, en estas circunstancias, esté válida la reflexión de Leonardo Padura, escrito cubano, autor de la novela sobre el asesinato de León Trotsky en México ‘El hombre que amaba a los perros’ (2011), el cual escribe: “Ese mundo precisaría que hubiera algún proyecto utópico que de alguna forma tratara de encontrar una mejor distribución de las cosas que necesitan las personas de la justicia, de la democracia. Creo que nos falta un proyecto y todavía aquel ejemplo que se trató de fundar con la Revolución de octubre de 1917 tiene un principio con el que muchos de nosotros estamos de acuerdo, porque se trataba de crear una sociedad de los iguales, una sociedad donde se viviera con el máximo de libertad y en el máximo de democracia.”
¿No será que necesitamos de un ‘socialismo humanista’ que sustituya las desgracias catastróficas que estamos viviendo en Ecuador gracias al capitalismo deshumanizador? ¿Y que este proceso haya comenzado con Cuba, Venezuela y Bolivia? Pongamos los cristianos manos a la obra desde nuestra opción evangélica por los pobres, mirando estos países y orientándonos por la sinodalidad, tal como lo sugiere el papa Francisco: “Una Iglesia sinodal es como un estandarte alzado entre las naciones… Cultivamos el sueño de que el redescubrimiento de la dignidad inviolable de los pueblos y de la función de servicio de la autoridad podrán ayudar a la sociedad civil a edificarse en la justicia y la fraternidad, fomentando un mundo más bello y más digno del hombre para las generaciones que vendrán después de nosotros”.