Por Tamara Idrobo
La música, como todo lo que entendemos como arte, tiene el poder de remover no solo sentimientos en cada persona, también tiene la capacidad de promover debates, reflexiones y cuestionamientos a su contendido, a su mensaje, o a la realidad que aborda.
¿Qué sentiste cuando escuchaste por primera vez la canción de Shakira con BZRP sesión#53? me preguntó mi buen amigo José Antonio Sánchez de entrada en su programa Sinvergüenzas. Mi respuesta a su pregunta en las redes consta. Sin embargo, la respuesta también hace parte del contenido de esta reflexión.
Considero que en las respuestas que cada persona se haga a esta pregunta, se centra mucho del meollo de las discusiones que se han dado y se siguen dando sobre la canción de Shakira, la cual, por cierto, ya ha roto varios récords en la historia musical.
En resumidas cuentas, definiendo lo que sentí cuando la escuché y las emociones que me provoca esa canción cada vez que la sigo escuchando, me enfoco en tres palabras: poder, fortaleza, irreverencia. Sí, eso sentí y siento cada vez que entono y bailo la canción que el mismo día que salió formó parte del top 10 en mi lista de canciones favoritas en Spotify. Desde ese día la he escuchado a diario y la sigo escuchando y los sentimientos que me inspiran independientemente del contexto en el que me encuentre, siguen siendo los mismos.
Shakira y BZRP sacaron una canción que no tardó en ser y seguir manteniéndose como un hit musical, sino que también ha removido y provocado debates en las redes sociales y fuera de ellas.
Es un ejercicio de honestidad que todas y todos debemos hacer al confesar que el contenido de la canción no nos ha sido indiferentes y que, de una manera u otra, nos ha alborotado a todas las personas cuando la escuchamos porque la criticamos y opinamos. De paso, nos ha llevado a muchas personas (feministas incluidas) a analizar y a comentar el fenómeno de esta canción.
A mí, no solo me llevó a tener ese espacio de discusión con mi buen amigo José Antonio, sino que antes tuve también un muy interesante intercambio de reflexiones con mi otro buen amigo Kike Vivanco . Y, en medio de estas charlas, también he conversado largamente con el esposo y los tres hijos.
Pero: ¿Por qué la canción de Shakira con BRZR causó tanto revuelo?
Mas allá de los arreglos musicales de los que poco entiendo pero que también fueron tema de conversación con mi querida amiga Lu Miranda -es que de música ella sí sabe mucho- hablábamos sobre todo lo que está detrás de la canción de Shakira para las mujeres y para nuestras historias personales. Sí, hablamos de las historias repetitivas de mujeres enfrentándose a la traición amorosa de quien creyeron era su compañero de vida.
Es que, en el mundo musical, el despecho amoroso tanto de hombres como de mujeres ha sido el elemento esencial de hits musicales a través de la historia. Lo que considero marca la canción de Shakira en este punto, es que ella hizo de su dolor personal un acto comercial y público.
La canción causa revuelo, además, porque en la historia personal de traición vivida por Shakira está involucrado un hombre bastante reconocido pública y mundialmente. Es decir, que una historia íntima y personal que las mujeres viven a diario es reflejada en lo que era una de las parejas públicas y más famosas en el mundo.
Las críticas también se centraron en que, en su canción, Shakira decidió explícitamente mencionar los nombres de su expareja como la de la mujer con la que él la traicionó. De esta forma, Shakira expone su historia de traición y a las personas involucradas en ella de forma directa.
Considero que el personificar así una historia de traición tan comúnmente vivida por las mujeres, fue lo que hizo que muchas se vean -o nos veamos- reflejadas en esa canción y que, por ende, la cantemos sintiendo cada palabra como propia.
Y es que cuando las mujeres decidimos hacer públicas nuestras historias personales, la gente tiende a juzgarnos y criticarnos. De hecho, continuamente las mujeres somos criticadas por todo lo que hacemos, decimos, sentimos y somos.
Entonces, viene Shakira y nos brinda una canción exponiéndose -porque además ella sí puede hacerlo- y con esa canción ella logra incomodar a muchas personas y por tanto, se desata toda clase de juzgamientos hacia ella. Es justamente a través de los juzgamientos a Shakira, que muchas mujeres que en algún momento de nuestras vidas y bajo diferentes circunstancias decidimos hacer público historias personales, logramos identificamos inmediatamente y es así que terminamos enfrentándonos a las personas de nuestro entorno que se incomodaron con la canción.
Muchas mujeres, incluida yo con esta pequeña reflexión, nos hemos sumado al gusto y al apoyo a la canción de Shakira como un acto de rechazo a los juzgamientos y cancelaciones llenas de moralina que pretendan decirnos a las mujeres -Shakira incluida- todo aquello que creen que está bien o no que las mujeres sintamos, hagamos, digamos, cantemos, bailemos y seamos.
La canción de Shakira con BZR es ya un himno perennizado a través del tiempo, porque que muchas, muchísimas mujeres y personas hemos decidido bailarla, cantarla y festejarla, so pena de incomodar a quienes desde sus moralinas y privilegios dictaminaron sus juzgamientos a lo que Shakira hizo -o no- con su canción.
Siempre he dicho que desde #MiFeminismo que yo considero que ninguna mujer o persona nace para decirle a otra mujer lo que puede y debe o no hacer con su cuerpo, vida, espacios, ni mucho menos, con sus dolores.
De esta forma, agradezco a Shakira por regalarnos una canción que considero tan potente y hermosa. Creo, sin embargo, que ella desde su privilegio y fortaleza como artista reconocida mundialmente ha podido hacer algo que muchas no hemos podido y que jamás podremos hacer: llevar un dolor personal vivido privadamente a un ámbito público y con ese acto, demostrar que es posible sanarnos a través de la música.
Así, Shakira y su canción nos ha mantenido debatiendo, analizando y reflexionando no solo sobre el contenido de su canción, sino también, sobre sus intenciones y los privilegios de lograr llevar un dolor personal a la esfera pública y de paso, facturar en este acto. Y es que, en una estrofa de la canción, Shakira dice que “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”. Es con este postulado que ella también logra sacudir los debates sobre lo que universalmente se espera o se cree que las mujeres debemos hacer con nuestros dolores, más allá de sentirlos y llorarlos.
No lo olviden: históricamente a las mujeres nos han exigido que manejemos nuestros dolores y sentimientos de forma reservada y muy privada. Nuestra rabia, como nuestra palabra, aún es anulada por las sociedades y es por eso que en el momento en que Shakira decide publicar su historia de rabia y traición cantando, muchas de las mujeres que han vivido esa misma historia sienten en esa canción la posibilidad de poder no solo aflorar su rabia, sino que, a través de cantarla y bailarla, buscan una forma de poder sanarse también.
Y es que sanarnos, a las mujeres, tampoco nos está permitido porque debemos cumplir con un rol de sacrificio y silencio desde muchos dogmas morales, culturales y religiosos, que nos dictan lo que nos está permitido o no y sobre cuándo y cómo debemos procesar nuestras rabias y gestionar nuestras emociones.
Acéptenlo o no, la rabia, el dolor y todas las emociones de las mujeres ya no pueden ser más censuradas ni controladas.
Pese a que el ejemplo más claro de esta censura y cancelación a las emociones de las mujeres se dio a través de las críticas a la canción de Shakira, yo sí logro ver en todas esas reacciones de incomodidad, cómo se han ido develado aquellas posturas juzgadoras no solo sobre lo que Shakira hizo, sintió o no, sino que también se develan los juicios de valor sobre los dolores y las rabias que las mujeres tenemos y sentimos.
Es claro para mí que Shakira, con su canción, logró sacar a flote todas esas moralinas de juzgamientos lanzados desde la incomodidad que provocamos las mujeres cuando decidimos romper silencios y quebrar las murallas de lo que divide aquello que se considera privado de lo público. Y es que las mujeres somos y seremos siempre juzgadas cada vez que nos atrevemos a contar, cantar y bailar nuestros dolores como una forma de enfrentarlos para poder superarlos.
El revuelo que causó la canción de Shakira demuestra la lucha que muchas feministas venimos dando: las mujeres todavía nos enfrentamos resistiéndonos a esos roles que pretenden imponernos y que debemos cumplir sobre lo que nos está o no permitido hacer, decir, sentir y ser.
Shakira, con su canción, rompió muchos de esos presupuestos con los que algunas personas desde sus moralinas dictan lo que nos está o no permitido a las mujeres, incluidas a las que somos madres.
Por todo esto es que yo considero que Shakira reivindica el derecho que tenemos las mujeres a mostrar nuestro dolor y rabia públicamente desde la humanidad que tenemos. Muy a pesar de que algunas personas aún pretendan arrebatarnos ese derecho que tenemos las mujeres -que también somos madres- de sentir y expresarnos cuando nos hieren y cuando nos hacen daño.
Sépanlo entonces: ¡Nadie puede ni debe decirnos lo que las mujeres podemos hacer con nuestros dolores!
Que las mujeres queramos gritar, cantar, bailar, sentirnos lobas, o decidir facturar lo que queramos facturar, no debería ser asunto de absolutamente nadie más que de nosotras mismas.
Pero, como las mujeres seguimos siendo consideradas como objetos y no humanas en algunas partes no tan remotas del mundo y de nuestras sociedades, tener la capacidad de romper con mandatos establecidos de lo que es correcto o no, es no solo gracias a Shakira y a su canción, sino gracias a un movimiento masivo y mundial de mujeres y feministas que si así lo queremos, bailaremos y cantaremos nuestra rabia, y a quienes les estorbe, bien pueden seguir juzgando y cancelando opiniones y sentimientos ajenos pero, que les quede claro, clarísimo que muchos de nuestros poderes, fortalezas e irreverencias a sus moralinas y prejuicios: ¡les quedan grandes!