Por Juan Montaño Escobar
– Hermano Juan, ¿cuál de estas frases le aplicaría a la actual situación ecuatoriana?
El título del documento que me mostraban era Las paredes hablan: pintadas de 1968. Se refería a la rebelión de los estudiantes de París. Después de repasarlo, le mostré la que me gustaba: soy marxista tendencia Groucho[1]. Medio desengaño. Pero esa no es la que evidencia al país de estos últimos siete años. Me fui por el lado comunitario de los Panteras Negras.
– Todo el poder para el pueblo ecuatoriano[2]. Esa liberaría nuestras ganas y ansias necesarias -comenté.
Este duro Ecuador. Durísimo y a diario para millones de familias distraídas por insignificancias repetidas hasta la idiotez en la telaraña mediática y digital. Estos son años difíciles para la mayoría de las ciudadanías ecuatorianas. Siendo una sola deviene en muchas por los alcances sociales. Estas ciudadanías jugando a la suerte perdieron por poco en el azar electoral último y perdieron muchísimo en los resultados económicos y políticos. Ganó las elecciones esta derecha angurrienta y desalmada. (Made in USA). Mal de muchos consuelo de pendejos, se sanciona. Y con razón. Sus avezados patarribearon la institucionalidad volviéndola irreconocible.
Último aviso: se cancela la buena suerte porque la moneda de los lanzamientos opcionales tiene la misma imagen en las dos caras, así es que como caiga resulta la misma jodedera. Cara o sello. Nada que ver, siempre sello en trébol de malísima suerte: Boltaire, GASLM y Roy Gilchrist. Igualitos los tres, para la misma maldición “con justo encono” popular y prolongado. La politología no entiende cómo una mayoría electoral se le ocurre la brillantísima idea de tropezarse con el mismo pedrusco no una sino tres veces. La primera por confianza, la segunda para experimentar, ¿y la tercera? Así nos va de mal a peor. El combo politológico ecuatoriano cierra los libros de análisis y busca la bola de cristal para entender este sortilegio: negar el par de pedradas certeras y aceptar una tercera en el ojo izquierdo. Digo izquierdo, por la tendencia. El consuelo pendejón, que se reparte como burundanga, es compararse con Venezuela y por último con Argentina, pero eso no aumenta el empleo ni atenúa el desastre nacional hospitalario. Las angustias se aplazan hasta los próximos disparos, en cualquier vecindario; la llegada del encabronado cobrador del aire que se respira (endulzado como vacuna o extorsión según el COIPE) o del snack de los pibes para embolatar el hambre. El patriarca del domicilio enciende el televisor, no hay para el cable TV, quiere escuchar alguna noticia que amortigüe las angustias, nada, el estribillo es el mismo de ayer, de antes de ayer, en fin de estos años: la culpa es de… ¡ja!
¿Hay izquierdas en Ecuador o son membretes cool? La conducta de la zurda política es clásica de las izquierdas ecuatorianas, sin importar denominaciones, apelativos o nostalgias sesenteras. Mientras las derechas, ultras o en equilibrio, se ocupan de la economía del reparto desvergonzado de los bienes estatales y no tienen remordimientos de conciencia (del tamaño que la tengan) en utilizar el lexicón zurdo para esconder sus angurrias, la benditas izquierdas se reparten culpas por peso y tamaño. O quién le pone más decibelios y las adorna con reniegos reciclados de discordias de otros tiempos. ¿Y la ideología común? Respuesta sencilla: un balón desinflado para intentar jugar fútbol con las habilidades de Diego Maradona. ¿Saben cómo es eso? Inventar mil pretextos para justificar próxima la derrota electoral. Las ecua-izquierdas debaten por la metáfora del histórico lugar convencional, por quien está ahí con la precisión matemática de la insensatez devenida en ideología inútil. Una parte del liderazgo izquierdizante no comprende que no gana la organización más radical, quien sentencia a lo que sea a otros líderes o quien elabora los peores adjetivos para retratar no al adversario derechoso, sino a alter ego izquierdista para rebañarle votación. Conclusión: habrá que preparar el próximo paro nacional para enfrentar el obsequio de los pozos de petróleo, detener la privatización del IESS y padecer el desmadre social causado por el empresariado delincuencial. A quién le caiga, me alegra la puntería. De acuerdo, poniéndonos exquisitos: es disonancia política cognitiva. ¡Hum! Al diablo, que suene menos elegante: ¡tremenda idiotez política!
Nunca como ahora, el Ecuador necesita una gestión exactamente al revés de la que proponen las derechas ultras, extremas o hiper conservadoras (con todas los remedos a Trump, Bolsonaro, Kast, Milei, Abascal y el resto de la tribu). La izquierdosidad ecuatoriana sabe o debería saber que una cosa es invocar al diablo y otra tenerlo enfrente. Con sus berrinches están llamando más catástrofes de las que ya la mayoría de la ciudadanía padece. O creen que es una mala broma cuando barrio adentro se dice, con rabia y desesperación, que el país se está yendo por el desbarrancadero. Y no es algún milagro que lo salvará sino las gestiones del bienestar público. También las mejores y más activas, en lo económico. El progresismo ecuatoriano cumplió ese desafío, aunque dejó resentimientos en algunos corazones que laten a la derecha. Recordemos: salvo el poder lo demás es ilusión. No sé quién la escribió o la formuló, pero casi es un axioma. Ojalá el izquierdismo ecuatoriano la entienda, aprenda y siembre.
¿Cuál es el problema de izquierdosidad ecuatoriana? Se podría teorizar largo y extendido, pero sería como un viaje circular: se volvería al mismo punto de discusión. (¿Cuál fue primero el huevo o la gallina?) El problema de las izquierdas son las mismas izquierdas. Se podría matizar el ardor de algunos liderazgos y están aquellos que no entienden (o no quieren entender) la aritmética electoral, ganarán quienes tengan las cifras mayores de la votación. Fin del debate. El electorado ecuatoriano, más que pureza ideológica, necesita de urgencia cambiar el rumbo destructivo de la Republica ecuatoriana. ¿Sí o no? Entonces… La ética imprescindible de las izquierdas, en este tiempo derrumbes y tragedias, es la unidad o al menos no canibalizarse. Amén.
[1] Julius Henry Marx, más conocido como Groucho Marx (Nueva York, 2 de octubre de 1890-Los Ángeles, 19 de agosto de 1977), fue un actor, humorista y escritor estadounidense, conocido principalmente por ser uno de los miembros de los hermanos Marx. (Fuente: Wikipedia, edición del 6 jul 2024, a las 01:05).
[2] Fue consigna integradora del Partido Pantera Negra o Black Panther Party.