Por Pedro Pierre

              Miramos la guerra en Ucrania con desesperación e impotencia… Tal vez sea porque estamos demasiados desorganizados. Esto quiere decir que nuestros enemigos están bien organizados para que nos sintamos así, con la gran ayuda de los grandes medios de desinformación. Frente a la maldad del bloque capitalista y la violencia del imperialismo ruso tenemos que buscar la solidaridad con los que resisten y luchan contra estas dos cabezas monstruosas de un único proyecto de dominación mundial. Los pobres de todos los continentes hemos comenzado a organizarnos en la construcción de una vida más solidaria al servicio de la fraternidad, la paz, la justicia y el cuidado de la Casa común… en medio de tantos sufrimientos y muertes, y del naufragio de la democracia.

UCRANIA: EL NAUFRAGIO DE LA DEMOCRACIA

“In God we trust”. Estas cuatro palabras son las que aparecen en letras mayúsculas sobre las monedas y los billetes norteamericanos. Significan “En Dios confiamos”. Recordamos también que los presidentes norteamericanos se posesionan con una mano sobre la Biblia prometiendo respetar y hacer respetar la Constitución del país. La frase “En Dios confiamos” apareció sobre los dólares en 1864, sabiendo que Estados Unidos proclamó su independencia apenas un siglo antes, en 1776. En Estados Unidos, la mayoría de su población es protestante y evangelista.

El sentido de esta frase la dio el presidente norteamericano Dwight D. Eisenhower en 1954. «De esta manera estamos reafirmando la transcendencia de la fe religiosa en la herencia y el futuro de Estados Unidos. Con esto fortaleceremos que esas armas espirituales serán para siempre el recurso más poderoso de nuestro país en la paz y guerra”. Así se resume la identidad y el proyecto de EE.UU. Es como decir: Nuestro proyecto de sociedad se inspira en Dios que nos confía la misión de extenderlo mediante el capitalismo por todo el planeta, por las buenas y por las malas. El gobierno de EE.UU. se siente investido por Dios de una misión universal, queriendo imponiendo el sistema capitalista a todos los países.

Esto nos permite entender el origen de la intervención rusa en Ucrania. Desde el comienzo de este siglo, ya EE.UU. no es el país hegemónico que logró ser después de la segunda guerra mundial. Ahora China es primera para el comercio mundial y el armamento ruso es más sofisticado y eficaz que el de los EE.UU. Además, los problemas internos norteamericanos aparecen más agudos, en particular el racismo contra los negros y los migrantes latinos. Está también el protagonismo violento y armado de la “minoría blanca” que quiere volver al poder con el ex presidente Donald Trump. El desempleo y el aumento del costo de la vida abren grandes espacios de pobreza y descontento.

Para superar estas dificultades, el gobierno de EE.UU. ha abierto dos frentes que le permiten unificar su población y contener su decadencia. En el extremo oriente, mediante alianzas, Japón es su principal aliado contra China y en occidente es Europa mediante su brazo armado, la OTAN (Organización militar del Atlántico Norte). Se busca así debilitar las economías china y rusa. Europa se presta a este propósito desde la caída del muro de Berlín en 1989, ampliando su zona de influencia incluyendo en la OTAN con nuevos países cercanos a la frontera rusa, a pesar de la molestia, los acuerdos y los avisos del gobierno de Rusia.

Para Rusia, el disgusto mayor fue cuando el gobierno de Ucrania solicitó entrar en la Unión Europea y en la OTAN con el beneplácito de EE.UU. y Europa. El gobierno ruso no quería que se implantaran en Ucrania misiles norteamericanos que estarían a unos 5 minutos de llegar a Moscú en caso de conflicto bélico. Por eso decidió previamente intervenir militarmente en Ucrania para que se respete los acuerdos firmados entre Rusia, EE.UU. y Europa-OTAN, que el gobierno ucraniano tome una posición neutral y reconozca la independencia de 2 regiones (Donbás) de Ucrania con mayoría de población rusa.

Una vez comenzada la intervención rusa en Ucrania, EE.UU. y Europa-OTAN decidieron no intervenir militarmente porque saben que su armamento es inferior al de Rusia y que Rusia activó su poderío nuclear. Pero sí, además de aumentar su presupuesto militar, envían millones de dólares al gobierno de Ucrania, armamentos en grandes cantidades, y soldados mercenarios para combatir con el ejército ucraniano. Para frenar la intervención rusa en Ucrania, han decidido sanciones económicas muy drásticas contra Rusia que congelan la mitad de sus reservas monetarias, ¡nada más que 300’000 millones de dólares! Cierran el espacio europeo a los aviones rusos. Disminuyen sus intercambios comerciales con Rusia. Todo esto tiene grandes repercusiones en el comercio mundial en particular con América Latina. Ecuador tiene grandes limitaciones para la venta, por una parte, del banano a Rusia y Ucrania, que representa una cuarta parte de sus exportaciones y, por otra, de las flores con más o menos la misma proporción. Además, no llega a Ecuador la harina que importa de Rusia y Ucrania…

¿Qué podemos hacer para detener la guerra en Ucrania y fortalecer la paz entre las 3 grandes potencias mundiales? Tenemos, de un lado, tomar conciencia de las relaciones mundiales entre países que EE.UU. busca principalmente controlar en su único beneficio. De otro lado, tenemos que presionar a nuestros gobiernos para que no se sometan sin parpadear a los proyectos norteamericanos, tales como son los TLC (Tratado de Libre Comercio). Eso representa nuestro aporte a una verdadera democracia que comienza con nosotros. Se llama conciencia ciudadana, defensa de nuestra soberanía, respeto a nuestra dignidad y originalidad, promoción de los derechos humanos, lucha con la pobreza, mayor repartición de la riqueza, empeño por el bien común. Eso es el establecimiento de la “fraternidad sin frontera, la amistad social y el amor político”, tal como lo escribió el papa Francisco en su carta encíclica “Todos somos hermanos y hermanas”, afín de lograr la ansiada “hermandad universal”.

Si no aportamos nuestra parte, colaboramos al naufragio de la democracia y preparamos nuevas guerras. Todos somos responsables de la paz por la manera activa y pacífica de nuestro vivir y convivir cotidianos. Somos un ladrillo indispensable en la gran construcción de la convivencia armoniosa de nuestro país y de nuestro planeta. Eso es el precio de nuestra felicidad y la seguridad de una vida plenamente humana.

RESISTIR Y APOYAR A QUIENES RESISTEN LAS GUERRAS

No es suficiente condenar la guerra en Ucrania. No es suficiente denunciar a EE.UU.-Europa-OTAN que “lanzan la piedra y retiran la mano”. No es suficiente denunciar la invasión rusa por la megalomanía de su presidente. No es suficiente denunciar nuestra complicidad con un sistema capitalista que busca reorganizarse contra la dignidad y la soberanía de los pueblos. Se trata, por una parte, de resistir de manera organizada y alternativa al sistema capitalista que nos está destruyendo en Ecuador mediante el gobierno actual -esa es nuestra guerra- y, por otra, frente a la guerra en Ucrania, actuar individual y colectivamente apoyando a quienes, principalmente en Ucrania y Rusia, denuncian y resisten la guerra.

Ninguna guerra es justa ni se justifica. Hay guerras porque somos incapaz de construir, promover y defender la paz. Dejamos que otros actúen y deciden por nosotros. No actuamos por la paz cuando vivimos en el individualismo, dejando que otros decidan en nuestro nombre. No actuamos por la paz cuando vivimos sin organizaciones de vecindad, de profesión, de cultura, de fe, de opción política… porque, así, dejamos de trabajar por el bien común, por la construcción de una patria justa y fraterna, y de un mundo más humano.

Los actuales conquistadores norteamericanos y europeos han perdido la hegemonía mundial en la economía, el armamento y la finanza, y la quieren recuperar militarmente. Por eso armaron la guerra en Ucrania, par debilitar Rusia y China, fortalecer los gobiernos capitalistas de Europa y rearmar los países de la OTAN que abarca a mayoría de los países de la Unión Europea. De esta manera las terribles destrucciones en Ucrania, las fuertes sanciones a Rusia y sus consecuencias negativas tanto en Europa como en los demás continentes, favorecerán las grandes multinacionales del armamento, la industria, el comercio y las finanzas, que son mayoritariamente norteamericanas… El circulo se ha cerrado positivamente para EE.UU…: Quien actualmente gana la guerra es EE.UU. La cuestión es de saber hasta cuándo.

El presidente ruso tiene, lastimosamente, la misma ideología que Joe Biden de EE.UU.: Ser primero mediante el uso de las armas. Ese fue el gran error de Putín: No emprender otra alternativa que la guerra, creyendo que su primer puesto mundial en armamento sofisticado le abriera fácilmente el camino de la victoria sobre Ucrania: Tres semanas de guerra demuestran su fracaso… Cayó en la trampa de EE.UU.-Europa-OTAN. No fue capaz de crear un camino de desarrollo y de humanismo que no pase por la fuerza de las armas y del capitalismo. ¿Por qué no apoyó el camino de la unión de los pueblos tanto de Rusia como de Europa y su capacidad de crear una alternativa política que salvaguarde el bien vivir y convivir como también el cuidado de la casa común? Definitivamente, Rusia con esta clase de presidente no es un faro para los países colonizados por el sistema capitalista.

China es más diplomática en su búsqueda de hegemonía mundial: Busca convencer más que vencer. Por eso no emprende guerras ni “operaciones militares humanitarias”. Al entrar en el tercer milenio ha logrado ser la primera potencia económica del planeta. El viernes pasado 11 de marzo, en Malasia (Oceanía) entró en vigor el mayor pacto de libre comercio del mundo: la “Asociación Económica Integral Regional”. Está formada por 15 países de Asia-Pacífico que abarcan el 30 % de la economía global y el 30 % de la población mundial, llegando a alrededor de 2.200 millones de consumidores. Además, está la “Unión de los BRICS” conformada por los siguientes países: Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica. Difícilmente EE.UU., y peor Europa por su dependencia con EE.UU., podrán liderar el comercio mundial. Las sanciones de EE.UU.-Europa a Rusia van a desplazar todavía más el dólar como moneda internacional. La Asociación Económica Asia-Pacífico va a utilizar el dólar ni los países del BRICS, a corto plazo.

¿Qué pasa con América Latina? Como pueblos comenzamos a salir del dominio norteamericano, pero la lucha no ha terminado: el ‘león’ está herido, tal vez agoniza lentamente, pero no está muerto. ¿Cómo salir de las garras o de “las llamas” norteamericanas sin caer en “las brasas” chinas o rusas? Es el desafío actual. Las resistencias ucranianas y rusas del interior de Rusia nos abren un camino alternativo. Dicen no a la guerra, no a la sumisión de EE.UU.-Europa, no a una patria rusa imperialista. Definitivamente, si la guerra no es el camino, la solidaridad de los pueblos, sí lo es.

De un lado hay que fortalecer la solidaridad con estas resistencias ucranianas y rusas, conociéndolas -internet es el gran facilitador para esto- y apoyándolas, porque “quien quiere, lo logra” y “quién busca, encuentra”. De otro lado, tenemos que construir la solidaridad organizada entre nosotros para crear una consciencia clara y un compromiso decidido. “Primero, lo primero”, dicen los Alcohólicos anónimos: ¿Estamos conscientes y seguros que no es posible reformar el sistema capitalista, educarlo, atenuarlo, limarlo, domesticarlo, humanizarlo? Luego, ¿estamos decididos a tomar poco a poco los medios necesarios para trabajar a su sustitución? Resistiendo y combatiéndolo hacemos crecer entre nosotros los valores y las estructuras del Bien Vivir y Convivir. Nuestra supervivencia como la de la humanidad dependen de la destrucción del capitalismo. Estas luchas han comenzado por todo el planeta: En su diversidad está su semejanza, su unidad y su fuerza invencible. Las luchas son diferentes, pero nos une la misma vocación por la libertad y la justicia. Aquel que no lucha no es más que un muerto en vida. Dicen los zapatistas de México: “¡No nos rendimos, no estamos a la venta y no claudicamos!” ¿Su claridad y su compromiso no nos dan gana de seguirlos? Es la hora de las resistencias: “¡Indígnense! ¡Despertemos! ¡Adelante, todas y todos los que tenemos ‘hambre y sed de justicia!” ¡Si nos damos la mano entre todas y todos, nadie podrá agarrar armas!

Por RK