Por Juan Proaño Salgado y Jacques Ramírez Gallegos
Dedicado a los cientos de miles de migrantes expulsados del país por el neoliberalismo.
En «La parábola de los ciegos» se encuentran plasmados seis invidentes caminando uno delante del otro, sosteniéndose mutua y endeblemente, mientras bajan por un angosto y escarpado camino en medio de un escenario lúgubre de podredumbre y decadencia. Se puede observar al primero de ellos, que funge de conductor, dirigente o mentor de la peligrosa marcha, cayendo en un fangoso agujero, llevando consigo al resto de ciegos hacia el mismo sin destino. El segundo, con rostro estupefacto y sin ojos, se encuentra tropezando ya con el cuerpo inmóvil de su guía, a punto de caerle pesada y torpemente encima; mientras que el tercero, con sus órbitas en blanco y gesto de sorpresa anodina, sigue firmemente agarrado de un palo, cual posta, que lo comunica a la segura debacle de sus antecesores. Los últimos tres continúan la accidentada procesión, casi ignorantes de estar a pocos pasos del tosco desenlace. Es posible imaginar que, a pesar de la ceguera compartida, todos han logrado captar con sus otros sentidos, más o menos aturdidamente, el ruido y tensión del infortunado descenso. Sin embargo, por alguna sinrazón, van confiados en un ciego, al igual que ellos, para que gobierne su divagar hasta llevarlos al desbarranco.
Dicha obra se asienta en una de las parábolas del evangelio según San Mateo (15:14) que expresa: «Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo». La escena puede ser reconocida en diversas geografías y fuentes, por ejemplo, en la antigua India, donde se la plantea así: «residiendo en medio de la ignorancia, creyéndose sabios y eruditos, los necios van de aquí para allá sin rumbo, como ciegos guiados por ciegos». Para nuestro tiempo, Saramago nos advierte en su Ensayo: “creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven”.
En este corto ensayo retomamos, por un lado, la representación del ciego guiando a ciegos como metáfora e idea-fuerza para analizar el contexto político y social en el que se desarrolla el referéndum del próximo 5 de febrero en Ecuador; y, en ese marco, indagamos en lo oculto de la propuesta del gobierno de G. Lasso en términos de sus objetivos y posibles consecuencias para la sociedad.
En principio, debemos señalar una cuestión históricamente confirmada: la gobernabilidad neoliberal, en tanto proyecto político-ideológico sustentado en un tipo específico de fundamentalismo, procura someter a la sociedad, al Estado y la naturaleza a los intereses del mercado; y establecer un orden social determinado por su “visión” del mundo, es decir, la defensa de la acumulación y concentración económica y de privilegios de las élites financiero-empresariales(locales/transnacionales), en detrimento de los derechos de las y los trabajadores y necesidades de las mayorías sociales. Lo expuesto se realiza mediante la captura del Estado, corrompiendo o desvirtuando las instituciones democráticas,para impulsar políticas que afiancen e incrementen, legal o ilegalmente, la posición de ventaja de dichas élites en contra del bien común.
Vale insistir que el proyecto de sociedad neoliberal es viable no solo administrando la fuerza jurídico-política estatal, sino gestionando un consenso “cultural” mediante operadores, voceros, intelectuales, funcionarios y profesionales de todo tipo que –por convicción, rédito o ambas— difunden su discurso, manipulan información y edifican una ficción para legitimar, a través del tiempo, el dominio económico, político y social de las élites. En otras palabras, y retomando a Saramago, tales operadores diseminan un tipo específico de “ceguera” colectiva que, tergiversando u ocultando la realidad, pretenden cimentar una sociedad obediente y acrítica con los mandatos y resultados del neoliberalismo; peor aún, una que justifique, por costumbre, desmemoria o insensibilidad, la (re)producción, agudización y naturalización de múltiples desigualdades y violencias sociales: incremento de la pobreza, desempleo, miseria, migración forzada, inseguridad, precarización laboral y de los sistemas de salud y educación públicos, por mencionar algunos.
Así, los “ciegos que, viendo, no ven”, facilitan la destrucción de lo público, se jactan cínicamente de ello y avalan –con su ignorancia deliberada o voluntad comprada— la praxis política neoliberal, que no solo orienta el poder estatal en favor de la rentabilidad económica de las élites a costa de millones de vidas excluidas o expulsadas de la sociedad, sino que, en nombre de la “libertad” de mercado, lo utilizan como instrumento de persecución, represión y encarcelamiento contra quienes interpelan los sentidos y contenidos de su régimen antidemocrático de engaño social.
De este modo, llegamos al “secreto” del próximo referéndum: ¿qué hay detrás de las 8 preguntas más allá de su narrativa y temáticas? ¿Qué ocultan? En primer lugar, el actual gobierno padece de una debilidad estructural en términos de una crisis de representación y de legitimidad frente a la sociedad debido a su errática gestión –por decir lo menos— que, desde el principio y hasta la actualidad, ha convivido con un conjunto de denuncias públicas de corrupción sistemática en diversas instancias, incluso, en términos personales de quien funge como su presidente.
Tal fragilidad la ha intentado suplir de dos maneras: simulando “fortaleza” con discursos amenazantes y estigmatizantes contra sus opositores en actos donde la cúpula militar o policial han sido preponderantes (vale recordar aquí el retiro de visas por parte de EE.UU. a “narcogenerales” ecuatorianos); y con acciones represivas y violaciones a los Derechos Humanos durante las protestas de junio de 2022. La ciudadanía, a lo largo de casi dos años, ya no solo sospecha del poder de turno, sino que ha corroborado su nula capacidad y premeditada inacción –en función del ajuste fiscal— para resolver la crisis económica y social que viene experimentando desde antes la pandemia Covid-19, que aún no termina.
En este sentido, y bajo el artificio de una serie de preguntas y temas, el referéndum se trastoca, en manos de mercaderes de la política, en una “mercancía” más para obtener la mayor rentabilidad en términos de re-acumulación de poder político para relanzar su proyecto neoliberal y avanzar, a mitad de camino, con su modelo económico en beneficio de las élites, a quienes representa, y su expolio. Luego de casi dos años de aplicar políticas que destruyeron la ya mermada institucionalidad y generaron nefastas consecuencias sociales –iniciadas por Moreno, su socio—, ¿cómo se explica que 8 preguntas modificarán la declinante trayectoria de su gestión o resolverán los problemas generados por el mismo gobierno? La respuesta es sencilla: no lo harán, su “consulta” es irrelevante porque ninguna de ellas resuelve la raíz de la cuestión: el fundamentalismo de mercado que guía al gobierno y su compromiso de ajuste estructural con el FMI. Así como el ciego, que cae al lodoso agujero llevando consigo al resto de invidentes, si ganara el sí, no caben dudas que se agudizarán el conflicto social y las disputas con otros poderes, en particular, con la Asamblea, profundizando la crisis política en términos orgánicos, con costos insospechados para la sociedad.
Por lo tanto, la ceguera política del gobierno está llevando al Ecuador al desbarranco definitivo, elaborando una ficción mediática enajenante de la realidad a través del referéndum, en tanto “mercancía” con valor de cambio político solo en favor del gobierno, y ningún valor de uso social en relación con las demandas del pueblo, reproduciendo relaciones sociales de explotación y expropiación; y manipulando sádicamente, como lo ha hecho hasta ahora, los deseos, las expectativas y las necesidades de las mayorías populares (salud, empleo, educación, vivienda, alimentación, seguridad, etc.). De este modo, el porcentaje de cada una de las preguntas será estrujado hasta lo inimaginable para intentar modificar la correlación de fuerzas sociopolíticas que, hasta el momento, no le son favorables, a pesar de su permanente asedio e intervención en otros poderes del Estado.
En resumen, y a riesgo de sonar repetitivos, todas las preguntas del referéndum son un camuflaje, casi un manotazo a ciegas para intentar superar su deslegitimación social. El neoliberalismo armado sabe que no puede realizar solamente por la fuerza su meta: deshuesar lo público y entregárselo depreciado al mejor postor, por ello la “consulta”. Tal como sucedió en el referéndum de 2018, es esperable que, si el resultado del actual afirma las tesis del gobierno, acontezca un escenario ya conocido: terminará re-articulando a las fuerzas conservadoras, facilitándoles el control jurídico-político para llevar a cabo su proyecto económico. A los neoliberales les tiene sin cuidado el proceso de desinstitucionalización agravado en el que se encuentra el Ecuador y sus fatales consecuencias sociales, porque siempre han buscado una “ventana de oportunidad” para pescar a río revuelto, para rapiñar en medio del caos, como sucedió en el feriado bancario de 1999. Debemos poner un límite definitivo a quienes han conducido la historia de este país desde la tragedia hacia la farsa.
De esta manera, confiamos en la memoria del pueblo, en su plena capacidad de discernir con claridad que el peligro es cierto—a pesar de la pedagogía de la ceguera en la que el gobierno quiere mantenerlo inmerso, invisibilizando su necro-política—, y que elegirá abrir los ojos antes de “caer” junto con una minoría enceguecida por el odio, votando NO en todas las preguntas.Múltiples formas de resistencia y lucha social vienen quebrando la hegemonía neoliberal y su proyecto de miseria planificada, tanto en Ecuador como en toda Nuestra América. Este puede ser un promisorio inicio para la construcción de poder popular, para la organización, concienciación y movilización de los pueblos que transformarán, finalmente, las relaciones de explotación, dominación y expropiación que propugna el capitalismo neoliberal y sus (in)consultas. Así, solo la unidad del campo popular logrará derrotar al neoliberalismo y constituir la sociedad del Buen Vivir: emancipatoria, plural, igualitaria, solidaria, comunitaria, pacífica y democrática.