Por Luis Herrera Montero
Para ciertos despistados, el domingo 11 de abril hay que votar nulo, debido a que los dos finalistas son neoliberales. Tal despiste no tiene relación alguna con una propuesta de revolución, sino con la incapacidad para caracterizar la aguda crisis social producida por el gobierno de Moreno. El pueblo ecuatoriano sabe que este gobierno traicionó al anterior, ya que desvió el proyecto hacia intereses oligárquicos, para el direccionamiento exclusivo de parte del capital financiero nacional y global. Muchos de esos despistados afirman que crecimiento de la banca necesariamente es neoliberalismo. El sistema bancario ha tenido épocas de bonanza bajo medidas keynesianas, que responde a otro tipo de modelo de organización económica: no diferenciar eso es un alto grado de ignorancia. Cuando en América Latina se instituyeron gobiernos progresistas, sus pueblos entendieron bien que son opuestos a los de corte neoliberal. No podemos sostener que lo implementado por el MAS en Bolivia sea lo mismo que el período anterior y que el transitorio Golpe de Estado impuesto por Añez. Igual situación acontece en Argentina, es insostenible comparar a Macri con los gobiernos kirchneristas. Qué decir de México, obviamente López Obrador propone un régimen no similar a sus inmediatos antecesores. Homogeneizarlos estos regímenes es parte también de la ignorancia.
En Ecuador hoy se intenta confundir a la ciudadanía desde esa ignorancia. Moreno ha implementado leyes en acuerdo directo con las oligarquías neoliberales; pruebas contundentes están en las votaciones en la Asamblea Nacional, para la respectiva aprobación de las mismas. Como consecuencia de este pacto neoliberal, se reasumió políticas bajo dictámenes del Fondo Monetario Internacional, que provocaron una severa crisis societal, no solamente de índole económica. En apenas dos años de gobierno el régimen de Moreno tuvo masivas movilizaciones, durante las jornadas de octubre de 2019; sin duda, las más multitudinarias desde la década de los años 70- La ciudadanía se movilizó en contra de medidas fondomonetaristas; el mundo fue testigo respecto a que la eliminación del subsidio a los combustibles constituyó el detonante de la legítima ira social. Las protestas las protagonizaron choferes, a quienes no les convino el alza de los combustibles, por un lado, y militantes de los movimientos indígenas, de otros movimientos sociales y de revolución ciudadana, por claridades políticas respecto a la gravedad de implementar medidas por imposición del FMI. El gobierno nacional respondió brutalmente. Los niveles de represión fueron superiores a todos los anteriores regímenes desde el retorno a la democracia en 1979.
Como era de esperarse, la crisis sanitaria por la pandemia convid19 también fue sumamente mal gerenciada. No solo que se desmanteló la salud pública, que se impulsara significativamente por una fuerte inversión del anterior gobierno; desconocer este logro no es objetivo ni se apega a mínimos niveles de justicia. Fue doloroso constatar que denuncias y reclamos airados del personal de salud, de todo el sistema público, se ignoraron y fueron, además, motivo de persecución y despidos intempestivos. Las nefastas consecuencias obviamente involucraron a diversidad de pacientes desesperados por la falta de equipamiento, insumos y medicamentos. Miles de ecuatorianos y ecuatorianas fallecieron ante la irresponsabilidad gubernamental. Evidenciamos indolencia de parte de las autoridades. El sufrimiento poblacional, principalmente de sectores populares, no estuvo como prioridad de Estado. El presidente Moreno, recientemente, realizó declaraciones, reconociendo que su actual Ministro de Salud, nombrado hace poco, había elaborado un plan de salud para atender la pandemia; este pronunciamiento fue comunicado públicamente por el mismísimo mandatario. A esto hay que sumar la serie de palanqueos en los programas de vacunación para covid19, sin sustento en las debidas prioridades y con descarados palanqueos; factor que fue denunciado por comunicadores con relación de amistad con Guillermo Lasso -el candidato finalista y oficialista-. Durante la pandemia no hubo movilización social por la gravedad de la situación sanitaria, de lo contrario los acontecimientos unitarios de octubre se hubieran reproducido.
Aquel espíritu unitario de protesta está hoy algo disperso, a causa principalmente de confundir la propuesta de UNES como equiparable a la de CREO-PSC. Los actuales dirigentes de Pachakutik no fueron los líderes de las manifestaciones de octubre y se aprovecharon de lo que generosamente otorgó el liderazgo de la CONAIIE, representado por Jaime Vargas, actual presidente, y Leonidas Iza, principal dirigente del MICC. De este modo, Pachakutik postuló a Carlos Pérez a la presidencia de Ecuador, logando un significativo 19,3%, evidentemente por el rol del movimiento indígena en las jornadas de octubre. De manera acertada, Jaime Vargas declaró en estos días que su apoyo será para el binomio de UNES, en una clara recuperación del espíritu de unidad. El propósito, sin embargo, no es deslegitimar al dirigente Leonidas Iza, ya que ha sabido liderar procesos desde una concepción de intelectualidad orgánica, muy al estilo de las propuestas de Antonio Gramsci. Aunque lo más meritorio está en que Iza ha sabido articular tales postulados de la filosofía de la praxis gramsciana con la cosmopolítica de los pueblos kichwa. Esperemos, no obstante, que Iza pueda en su fuero interno revisar que el voto nulo ideológico está beneficiando al oportunismo de ciertos dirigentes de Pachakutik, con vínculos innegables con la derecha del país, a quienes reiteradamente ha cuestionado.
Escuchar en cambio al señor Carlos Pérez no conlleva el mismo rigor político, pues cuando habla de la Pachamama, se deslinda de las mininas coherencias alrededor de los legados culturales de los pueblos originarios o ancestrales de América Latina, que no deben mezclarse como meras mercancías en el mercado de votos electorales. Tampoco puede concebirse como posturas de izquierda, las proposiciones para el establecimiento de un acuerdo comercial con Estados Unidos, cuando eso afectaría notoriamente la soberanía alimentaria principalmente de los pueblos indígenas. Su comportamiento además ha sido contradictorio en exceso; unas veces solicita el acompañamiento de Guillermo Lasso y otras de manera rara asoma en reuniones, supuestamente casuales, con uno de los jueves del Tribunal Contencioso Electora; institución que debía pronunciarse sobre una denuncia de fraude, entregada por Pachakutik. Es evidente el oportunismo de Pérez, que nada tiene de revolucionario. La línea a seguirse, en consecuencia, es la que Jaime Vargas ha decidido apoyar: unidad contra el neoliberalismo, contra la crisis, contra la persecución e impunidad respecto de la muerte de 11 manifestantes de octubre 2019 y contra el pésimo manejo de la pandemia por covid19. El deber ciudadano nos exige responsabilidad, para evitar el reposicionamiento fatal del cogobierno Moreno Lasso