El 28 de julio de 2020, el Ministro de Salud J.C. Zevallos,aseveraba que Ecuador “es un referente en el manejo de la pandemia en América Latina” y que “a esa conclusión” habían llegado “varias universidades prestigiosas como la de Johns Hopkins…”, añadiendo que, al compararlo con México, Panamá, Perú, Bolivia y Brasil “las curvas de medición son más bajas si se habla de casos por millón habitantes”. Afirmación ambigua pues no precisaba si esa medición se refería a casos de contagio o muertes, ni tampoco a la posición del Ecuador en ese ranking, que, al 17 de mayo le ubicaba, según el European CDC, como uno de los tres países del mundo con más fallecidos por millón de habitantes a causa del COVID 19, junto con el Reino Unido y Suecia, Por supuesto,Zevallos omitía otra información clave: el tipo de desempeño de los países con los que comparaba al Ecuador.
Empero, el informe Análisis de Mortalidad del Centro de Investigación del Coronavirus de la Universidad de Johns Hopkins, actualizado a la misma fecha de dichas declaraciones (28-07), desmentía al Ministro. Tomando como base el número de muertes/100 mil habitantes, el reporte ubicaba a Ecuador en el puesto 16 entre 165 países, con 32.38 muertes/100 mil habitantes, posicionándolo entre los de más altos índices de letalidad a nivel mundial. Así, si bien a esa fecha Perú, Chile y Brasil –los de peor desempeño en América Latina- registraban un mayor número de muertes/100 mil habitantes, la tasa de letalidad del Ecuador era mayor (6.8%), superando a la de Perú (4.7%), Chile (2.6%) y Brazil(3.6%). En contraste, el mismo informe ubicaba a Paraguay, Cuba y Uruguay entre los de mejor manejo, con un 0.62, 0.77 y 1.03 muertes/100 mil habitantes y una tasa de letalidad del 0.9%, 3.4% y 2.9% respectivamente.
Decir, pues, que “el Ecuador es un referente en el manejo de la pandemia”, es otra mentira a la que nos tiene acostumbrados/as este gobierno, que, en medio de la tragedia nacional, decidió disminuir el gasto en salud (Báez, 2020), y en mayo, ya en pleno ascenso de la curva de contagio, se atrevió a despedir a 2.274 trabajadores administrativos de la salud, en razón de la “optimización del talento humano”. Debe reconocerse, en este marco, que el compararse con los países de peor desempeño en el manejo del COVID 19, más que “consuelo de bobos”, mostraba su bajo nivel de autovaloración, y, ciertamente una clara intencionalidad de engaño a la población, evidenciada en la circulación de dicha mentira a través de la prensa oficialista y sus redes sociales.
No contento con esto, el mismo ministro que el 2 de julio había propuesto, en pleno ascenso del contagio, el “retorno a la Liga pro en homenaje a Guayaquil”, y que ese mismo día dispondría la “culminación de la emergencia sanitaria” para, al otro día (3-07) contradecirse, ratificando atolondradamentesu vigencia, anunciaba el 29 de julio, como si nada, que propondría al COE Nacional, nada menos que “reducir el uso de pruebas PCR para COVID 19 en la emergencia sanitaria” y que esta se basaba en “lineamientos mundiales” de la CDC estadounidense, entre otras. Parecería que esa decisión estaría en ejecución, pues, al 3 de agosto, el portal Our World in Data, indicaba una ausencia de datos de pruebas por nuevos casos confirmados en Ecuador. Lo cual sería grave, ya que, de acuerdo a la OMS y al informe citado del Centro de Investigación del Coronavirus de la U. de Johns Hopkins, cuya autoridad no podrá sino reconocer el Ministro, la diferencia en el número de muertes por contagio y las tasas de letalidad por la pandemia, se debe, en primer lugar, a las diferencias en el número de población testeada: a mayor número de pruebas, menores tasas de letalidad. Sin la aplicación de pruebas, no hay datos de casos confirmados, hay un subregistro de infectados/as y fallecidos, no pudiéndose establecer si la tasa de infectados/as es alta o baja. En otras palabras, a través de Zevallos, el gobierno de Moreno nos ha sumido en una anti-política de salud. He ahí la razón delmanejo caótico en la flexibilización de la cuarentena, guiada, además, por la prioridad del lucro sobre la vida humana, que parecería haber derivado en una reproducción sin fin del contagio.
Pero, hay más. El mismo 29 de julio, en su comparecencia en la Asamblea Nacional, muy suelto de huesos, Zevallosinformaba “la colaboración de Ecuador en ensayos clínicos de la vacuna Covax”, vacuna sintética “con la menor cantidad de efectos colaterales” (sic), del laboratorio Pfizer (USA) que trabaja con el BioNTech (Alemania). Esta colaboración implicaría inducir a que se someta a ciudadanos/as ecuatorianos/as a “ensayos clínicos” con el fin de que “se acelere el proceso de comercialización de la misma”. ¿Cómo es esto? ¿Es que Zevallos pasó de ser garante de derechos a la salud de la población, al rol de intermediario de las farmacéuticas? ¿Cómo puede una autoridad gubernamental comprometerse a convertir a la población ecuatoriana en conejillo de indias de estas transnacionales a vista y paciencia de los/as legisladores/as? ¿Cómo puede ser posible que los efectos colaterales que podrían tener esas vacunas no sean sometidos al debate científico para tomar semejantesdecisiones, sino que sean los intereses de las farmacéuticas las que primen en ellas?
Así, pues, de un desempeño inconsistente y errático, el Ministro de Salud ha pasado a un talante cínico y de ahí a decisiones potencialmente letales para nuestro pueblo. Esperamos que la comunidad académica, científica, universitaria rompa el silencio y se pronuncie.