El Gobierno de España, la Unión Europea, con el apoyo de los gobiernos de Canadá y Noruega, el ACNUR y la OIM, convocaron una Conferencia sobre la migración y refugio de venezolanas y venezolanos, buscando que los países de recepción tengan mayores recursos para la atención de estas personas en los países de acogida. En respuesta a la xenofobia que ya existía y que se agudiza brutalmente con el COVID-19, se ha buscado fortalecer los recursos económicos para Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Brasil, que es donde se encuentran, principalmente. Para los países de acogida se han anunciado buenos resultados. Para los Organismos Internacionales también. Para los que quieren volver a su país de origen y para el Estado Venezolano, no deja esperanzas. La opción política para el retorno es Guaidó o nadie. Es decir nadie, porque Guaidó no existe como gobernante.
La TV y los periódicos nos muestran a centenares de venezolanas y venezolanos que andan por carreteras, trochas, senderos, de la selva y el desierto, o en los fríos páramos fronterizos para salir de esos países de acogida. Ya no tienen oportunidades de fuentes de ingreso por precarias que hayan sido. No tienen acceso a vivienda y sobre todo hoy, casi, casi se les acusa de ser portadores del Coronavirus y por supuesto son la última prioridad en la atención médica en hospitales del Estado que están sobrepasados.
En toda la Conferencia no hay una sola palabra sobre derecho o el apoyo al retorno. Claro Venezuela, su legítimo Gobierno no estuvo en la Conferencia.
Es obvio que las condiciones que generaron la salida no han cambiado sustantivamente. El bloqueo, sesenta años de experiencia cubana en materia de bloqueo ya sabemos que genera migración forzada. El robo y saqueo de los recursos del Gobierno y del Pueblo venezolanos, continúa, a pesar de las posiciones muy avanzadas y propuestas importantes del Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, que buscan propuestas y soluciones a ello.
La polarización política sigue siendo real y la oposición venezolana apoyada por los guerreristas del Departamento de Estado, sigue buscando confrontaciones violentas, con mercenarios, soldados estadounidenses en la frontera y provocaciones de paramilitares colombianos, que ponen en riesgo la seguridad, la vida, la paz y el bienestar de muchas ciudadanas y ciudadanos.
La tremenda campaña de información y propaganda que se hizo con los que salen de Venezuela, nada tiene que ver con los que quieren retornar. Las imágenes en las televisoras locales de Ecuador son dramáticas. La UE, influenciada por la política de la derecha venezolana y por la barbarie política migratoria de la Administración Trump, no permite responder con objetividad, a la voluntad real de muchos venezolanos y venezolanas que se encuentran en estos países de América del Sur.
A pesar de todo ello es más fuerte la necesidad de retornar a su país de origen, de los varios miles de venezolanos. Las condiciones de vida en los países de acogida son cada vez más duras para nacionales y los “extranjeros” sufren el doble. La xenofobia, es cada vez más fuerte. No es solamente un tema de dinero, es la gran ofensiva mediática orquestada por los sectores más conservadores de estas sociedades, que se concentran en lo que se llama el Grupo de Lima (pervirtiendo el nombre de la Ciudad capital del Perú) y en la Secretaría General de la OEA. México sigue siendo la excepción y lleva en alto la dignidad. No participó en la Conferencia ni acptó la presencia del “embajador” de Guaidó, en Quito.
Esas cancillerías han logrado convertir en “culpables” a Venezuela y “los Venezolanos” y por supuesto a Nicolás Maduro, de todos los males que aquejan a sus sociedades dominadas por el modelo neoliberal.
Eso no se resuelve fácilmente. No es un tema de donaciones a los países de acogida. La voluntad expresa de los que desean retornar no es atendida ni escuchada. Los recursos están destinados a que permanezcan en los países de acogida. El esfuerzo de darles verdadera protección que garantice su seguridad y los derechos inherentes, legales y materiales, será gigantesco.
Muchas, demasiadas veces, siempre diría yo, la Protección Internacional se ve presionada por el entorno político y la defensa del Derecho al Refugio y el Asilo quedan en minoría frente a importantes e inmediatos intereses coyunturales de los poderosos de la Tierra.
Desafortunadamente es así. Solamente mezclar en el título de la Conferencia a Migrantes y Refugiados, ya es inusual, y tener un solo programa de migración y Protección lo es aún más. En el caso específico de los migrantes y solicitantes de refugio venezolanos y venezolanas, pocas veces se ha visto tan tremenda ofensiva mediática (ojalá hubiera sido así para el refugio colombiano durante el fracasado Plan Colombia). El Ministro de Relaciones Exteriores de Perú “dice que la migración venezolana es el grupo más grande de desplazados del Mundo”. Colombia, señor Ministro, tiene el número más alto de desplazados internos del Mundo. No hablemos de las barbaridades que hablan Duque o Moreno. Lugares comunes que parecen distribuidos por los asesores de prensa de Guaidó o de Almagro.
Para quien me lee, quiero compartir que he trabajado 24 años para el ACNUR. Me siento orgulloso y es mucho lo que aprendí y también entregué junto con mi familia y mi compañera. Jamás tuve que claudicar de mis posiciones. Indudablemente hoy las posiciones políticas se han radicalizado y la administración Trump tiene un peso y un poder de extorsión enorme. La OIM siempre cumplió un papel muy cercano al Departamento de Estado, no es novedad. ACNUR, responsable de la Protección Internacional tuvo y tiene un papel muy distinto. Todo mi respeto y afecto a los trabajadores humanitarios de ambos organismos o de las grandes ONG internacionales como el Consejo Noruego para Refugiados u otros, que arriesgan la vida y en este caso específico la vida y la salud para atender a los migrantes y refugiados.
El derecho a la palabra discrepante
Si no hablamos fuerte y no apoyamos las posiciones claramente en contra del Imperio del Mal terminaremos todos como George Floyd, hombre negro de Minneapolis, diciendo I can´t breath men, I can´t breath (no puedo respirar hombre, no puedo respirar) Y cuidado allí, que con esa rodilla en el cuello, estarán los funcionarios internacionales, sus hijos y nietos, además de los millones de desplazados en el mundo, buscando la protección internacional sea para quedarse, sea para retornar y encontrarán la violencia de los supremacistas blancos y de los codiciosos de la tierra.
Poco tiempo antes de morir asesinado por una bomba en Bagdad, Sergio Viera de Melo, había dicho refiriéndose a Irak: «Éste es probablemente uno de los períodos más humillantes de la historia de este pueblo. ¿A quién le gustaría ver su país ocupado? A mí no me gustaría ver tanques extranjeros en Copacabana». Y fue asesinado. El Enviado Especial de las Naciones Unidas en Irak. Largo tiempo funcionario de ACNUR, fue un hombre con mucho coraje político basado en una sólida ética. Lo que garantizaba la Protección Internacional con Viera de Melo, era su equilibrio y capacidad diplomática y ética en defensa de los necesitados de la Protección. Protección de los pueblos y no de los gobiernos.
Y aquí no somos neutrales. Aquí debemos ser éticos, serios y tomar la opción por los perseguidos. Si hay quienes quieren regresar y su gobierno los recibe y facilita incluso por vía aérea, como lo está haciendo, respetemos su derecho y no tratemos de ocultarlo con una Conferencia tremendamente politizada. Para la Protección Internacional, el tema no debe ser Maduro o Guaidó. El tema debe ser atender y responder a la decisión individual y voluntaria de quienes deseen regresar y de quienes deseen permanecer en los países de acogida. Para los primeros su Estado se encargará de protegerlos, para los segundos hay que garantizarles los derechos inherentes a los refugiados. De eso se debe ocupar la Protección Internacional y por lo menos eso, debemos poder exigirle.