Antes de que se dieran los eventos del 23 de febrero hubo un largo precedente que se intenta resumir: el Presidente Trump exigió a los militares venezolanos que dejaran de apoyar a Maduro y aceptaran a Guaidó o “lo perderían todo. Hoy tengo un mensaje para cada oficial que ayuda a mantener a Maduro en el poder… No debes seguir sus órdenes de bloquear la ayuda humanitaria, y si lo haces no encontrarás salida y lo perderás todo.” Explicó que, desde Washington, “se busca una transición pacífica en Venezuela, si bien, todas las opciones están sobre la mesa.”
Mike Pompeo instó a la comunidad internacional a poner fin a los tratos financieros con Maduro, indicó que su país “tomará medidas contra aquellos que se opongan a la restauración pacífica de la democracia en Venezuela, que van a hacer las cosas que se deben hacer para que la democracia reine y haya un futuro más brillante para el pueblo de Venezuela… Todas las variantes se encuentran sobre el tapete.” Añadió que van a actuar contra Cuba y Nicaragua igual a como actúan contra Venezuela.
John Bolton aconsejó “a los banqueros y a otros negociantes no comerciar con oro, petróleo u otros productos venezolanos que son robados al pueblo venezolano por la mafia de Maduro.” Se dirigió también al alto mando militar venezolano: “Ha llegado el momento de poner fin a la dictadura de Maduro de una vez por todas.”
Elliott Abrams desechó la posibilidad de un diálogo entre los factores en pugna en Venezuela, salvo que sea para negociar la salida del poder de Nicolás Maduro.
Steven Mnuchin, Secretario del Tesoro de EE.UU. dijo que el gobierno aplicará las herramientas económicas y diplomáticas a su disposición para apoyar los esfuerzos de Guaidó para restaurar la democracia. El Departamento del Tesoro notificó: “EE.UU. utilizará todas sus herramientas económicas y diplomáticas para asegurar que las transacciones comerciales del gobierno venezolano -incluidas las operaciones con reservas de las empresas estatales e internacionales- sean coherentes con el reconocimiento de Guaidó como presidente interino.” Luego emitió sanciones contra PDVSA que incluyen la congelación de activos por 7.000 millones de dólares y el bloqueo de todos los pagos que emitan empresas estadounidenses cuando compren petróleo venezolano.
El Banco de Inglaterra decidió no devolver a Venezuela sus reservas de oro luego de que funcionarios de EE.UU. le presionaran para que ayudasen a cortar el acceso de las autoridades venezolanas a sus activos en el extranjero.
El Almirante Craig Faller, Jefe del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de EE.UU., advirtió: “Este mensaje es para los militares venezolanos; ustedes serán en definitiva responsables de sus acciones; hagan las cosas correctamente, salven a su gente y a su país,” cuando se intente ingresar la ayuda humanitaria.
Ni siquiera Calígula pudo crear un complot más perverso contra sus adversarios que esta tramoya que oculta el intento de apropiarse de las riquezas de Venezuela. Para estos modernos piratas, las reservas petrolíferas de la patria de Bolívar son un botín dorado. La Faja del Orinoco es un mar de petróleo que contiene alrededor de 1.2 billones de barriles de crudo extrapesado, del que se podrían extraer 513.000 millones de barriles, lo que equivale a las reservas de Arabia Saudita, Irán e Iraq. Se trata de la producción de petróleo de Arabia Saudita, acumulada durante más de cien años. Además, ese tesoro está situado a pocos kilómetros de las costas de Texas. Si a esto se añade que también hay oro, diamantes, hierro, carbón… estos sinvergüenzas no van a dejar escapar la oportunidad que tienen ahora que han logrado situar a sus cipayos en los puestos claves de la administración gubernamental del continente americano. Por eso, para el imperio es ahora o nunca. Para los venezolanos también.
El 23 de febrero hubo mucha acción en frontera entre Colombia y Venezuela: Fueron quemados dos vehículos que conformaban una caravana de cuatro camiones que desde la ciudad de Cúcuta transportaban vaya a saber qué demonios; hubo falsos positivos en el lado colombiano y en el brasileño también; en los disturbios resultaron heridas cerca de 300 personas; tres militares venezolanos, luego de conducir dos vehículos blindados, con los que atropellaron a varias personas, llegaron hasta el cerco de seguridad colombiano, donde manifestaron su deseo de desertar y fueron alabados por Guaidó; Nicolás Maduro anunció la decisión Venezuela de “romper todas las relaciones políticas y diplomáticas con el Gobierno fascista de Colombia y todos sus embajadores y cónsules deben salir en 24 horas, fuera de aquí la oligarquía.” Así, sin que ingresara la tan cacareada ayuda, terminó esta jornada.
La batalla se dio luego de que el Vicepresidente Pence anunciara que “llegó la hora de acabar con la dictadura de Maduro de una vez por todas, pues este no era el momento de dialogar, sino que era el momento para la acción.” Amenaza que mantuvo al mundo en vilo. Eso es lo peligroso de esta gente, su persistencia. Insisten e insisten, cual muñecos porfiados, hasta conseguir lo que buscan.
Pese al contubernio optimista organizado por el Grupo de Lima y Washington, al tal Guaidó le salió el tipo por la culata. Su derrota es definitiva, pues luego de que lo estrujen hasta el tuétano no va a servir a sus amos ni para vestir santos y, por inútil, va a ser arrojado al tacho de basura. Sin embargo, a pesar a de que el imperio perdió la batalla, sólo está herido, no ha sido derrotado, se encuentra prácticamente entero y, como se conoce, la bestia que sangra es más peligrosa que nunca.
Por ahora, las cosas se le dificultan a Trump porque la gente le pide que no meta sus garras en Venezuela, y no es que él les quiera hacer caso sino que no le es fácil intervenir; en solitario es misión imposible y en esta aventura no le quiere acompañar nadie. Se pregunta ¿por qué se encuentra en tan incómoda situación? Se baraja la hipótesis de que los servicios secretos le tendieron a Trump una trampa, le hicieron creer que las cosas estaban maduras con Maduro, que bastaba con unas cuantas amenazas para que las Fuerzas Armadas Bolivarianas se reviraran y que el pueblo no iba a defender a la Revolución Bolivariana. De esta manera, las mafias ocultas que lo combaten evitaban la tarea de eliminarlo, como hicieron con Kennedy.
Los medios de difusión masiva son cómplices de esta componenda. Sus noticias falsas han creado una atmósfera que instiga al público a creer que Estados Unidos busca una cambio social de interés para los venezolanos. Pese a todo este bombardeo mediático, el gobierno constitucional de Nicolás Maduro, el pueblo venezolano y las Fuerzas Armadas Bolivarianas han defendido a la Revolución Bolivariana, sin que les haya hecho mella la crisis económica y las fallas del actual gobierno.
La agresión que soportan es perversa, pero han ganado una importante batalla. Lo bueno es que no están solos, la solidaridad mundial con su causa es fuerte, va a crecer y, lo más importante, la organización que han mostrado les vaticina la victoria final.