Por Daniel Kersffeld
1) El período “posmorenista” ya comenzó: los realineamientos de fuerzas que se están produciendo frente al eventual regreso de la izquierda al poder vuelven a situar al eje de la política ecuatoriana en torno a una oposición clara entre “correísmo” en el poder y “anticorreísmo” en la oposición.
2) Es en el terreno de la oposición donde todavía no queda claro que sector y qué referentes van a asumir la “cara visible” del frente, teniendo en cuenta el fuerte desgaste de los dirigentes históricos. Lo que sí está claro, es que la oposición, con matices, pretende causar un fuerte debilitamiento la campaña electoral de Andrés Arauz. Para ello se vale de una estrategia interna y otra externa.
3) La estrategia interna implica una alianza entre los dos contendientes perdedores pero que apuestan a rivalizar con Arauz en la segunda vuelta: Yaku Pérez (Pachakutik) y Guillermo Lasso (CREO-PSC). Se trata del armado de un “frente anticorreísta” que, sin embargo, tiene bases débiles y construidas sobre la desconfianza mutua. Sin pretensiones programáticas, sólo apunta a impugnar el conteo de los votos en base a una sospecha de “trampa” y “fraude” que no ha sido certificada ni siquiera por los observadores internacionales alineados como el gobierno (como los de la OEA).
4) Quien sale más favorecido en esta alianza es Lasso, hasta el momento, el rival de Arauz en la segunda vuelta. Sin capacidad real para arrastrar más votos de la derecha y la centroderecha (apenas se acerca al 20%), sus denuncias lo muestran activo, en campaña y, lo que más aprecian sus votantes, en lucha contra la presunta “corrupción”. Su principal desafío, prácticamente imposible de realizar, consiste en la ampliación de lo que originalmente es su voto de derecha al “anticorreísta”: para ello se vale de la compañía incómoda de Yaku Pérez, quien también busca desplazar a Lasso del segundo lugar para entrar a la segunda vuelta.
5) Pérez vive una situación mucho más compleja con Lasso y arriesga su capital político, así como también el de Pachakutik. Pérez juega con la ambigüedad de ser referente de un partido que se asume como preparado para gobernar pero que todos recuerdan (sobre todo los conservadores) por las protestas de octubre de 2019. De igual modo, pretende conjugar el doble papel de líder político y de referente social, sin decidirse por ninguno de los dos.
6) Yaku Pérez aceptó confiado el papel asignado por Lasso como referente de un voto crítico al correísmo, con evidentes puntos de contacto con la derecha (incluso con vertientes más antipopulares que la expresada por Lasso) pero que se sitúa en un indefinido centro y centroizquierda a partir de su pertenencia al movimiento indígena y de su lucha ambientalista, que le ha valido duros enfrentamientos con Rafael Correa en su pasado y una importante legitimidad para su carrera política.
7) Pérez sabe que Lasso lo necesita para la construcción de la estrategia del anticorreísmo aunque las relaciones entre ambos son cada vez más tensas, ya que finalmente, sólo uno de los dos podrá convertirse en el contendiente de Arauz en segunda vuelta. Con todo, el diálogo entre ellos persistirá hasta las próximas elecciones ya que se necesitan mutuamente y, sobre todo, cada uno necesita el voto del otro para garantizar un eventual triunfo.
8) Pese al éxito electoral de Pachakutik, que tuvo la mejor elección en toda su historia, el partido vive hoy momentos de intenso debate interno en torno a la dirección política que se le pretenda otorgar en los próximos años. El discurso de sus dirigentes de izquierda Leónidas Iza y en menor medida el de Jaime Vargas, identificados con las protestas de 2019, pueden complicar la virtual alianza entre Pachakutik y la derecha expresada en CREO y el Partido Social Cristiano.
9) En suma, la pregunta es si se trata de una simple “alianza táctica” en contra de Correa o si por el contrario apunta a conformar una “alianza estratégica” que, por ejemplo, se visibilizaría en la próxima Asamblea. Hasta el momento la Confederación Indígena (CONAIE), de la que Pachakutik es su brazo político, permanece expectante frente al conteo de votos, más allá de las declaraciones de dirigentes indígenas a título particular y que incluso formaron parte de las listas del correísmo. En todo caso, resta por ver si el conflicto político general amenaza con resquebrajar la disciplina interna de la CONAIE y de Pachakutik.
10) Del resto de partidos políticos llama la atención la postura asumida por la Izquierda Democrática, resucitada después de años de latencia y con un sorprendente cuarto lugar al obtener un 16% en las pasadas elecciones. Su candidato a la presidencia, Xavier Hervas, se apresuró a plantear la entrada al frente anticorreísta, quizás, sin consulta previa con el bloque parlamentario (verdadero eje de la reconstrucción del partido) y mucho menos a las bases. Por más que Hervas rechace a la izquierda, podría haber novedades en cuanto a apoyos para la segunda vuelta a Arauz e incluso desgajamientos en el renacido partido.
11) La confrontación en Ecuador también tiene su vertiente externa y hasta geopolítica, si se piensa en la versión de que el grupo guerrillero ELN, en Colombia, habría contribuido financieramente a la campaña de Arauz. Se trata de una noticia publicada en una revista colombiana que, hasta el momento, y más allá del ruido generado por los organismos de control estatal de Ecuador y Colombia, no tiene ninguna comprobación. Además, y casualmente, se dio a conocer esta versión una semana antes de las elecciones. Sin embargo, ayuda a enturbiar la candidatura de Arauz por la presencia de factores externos vinculados con la violencia política y el narcotráfico, y con el papel jugado en la región por Cuba y por Venezuela. El asunto podría generar reacciones por parte de la OEA y del gobierno de Estados Unidos.
12) El frente anticorreísta que se está conformado en Ecuador a base de denuncias de fraude y financiamiento ilegal tiene entonces tres objetivos en orden de importancia: complicar la campaña de Andrés Arauz en la segunda vuelta electoral y provocar un acelerado desgaste si es que acceden al gobierno. En el peor de los casos (todo es posible) forzar a una postergación de las elecciones del 11 de abril.