Así lo planteó, sin los signos de interrogación, el sociólogo y politólogo brasileño Emir Sader, en una entrevista aparecida en el periódico digital Caras y Caretas, donde analiza ‘el ascenso de Bolsonaro y lo explica, en buena medida, por el colapso de la centroderecha moderada liberal’.

De manera textual, el analista sostiene que: “América latina se desintegra. La opción preferencial de alianza con los Estados Unidos de la Argentina y Brasil inviabiliza cualquier proceso de integración. Además, López Obrador está amarrado por el TLC con Canadá, por lo tanto no puede hacer ninguna acción de integración hacia la región. Aunque sea reelegido Evo Morales, él, el Frente Amplio (de Uruguay) y Nicolás Maduro no serán suficientes para recomponer los espacios de integración.

Lo primero que se debería plantear es que el continente atraviesa por una situación política compleja. Eso quiere decir, además, que hay que fundar una gran reflexión sobre las causas que han provocado este momento difícil, para entender por supuesto el ‘ensayo corporativo-fascista’ que ahora mismo impulsa el imperialismo.

Y, segundo, hay que establecer la demagogia y el engaño de quienes se han opuesto al avance del progresismo y la izquierda en América Latina. Y eso nos remite al desciframiento de la calidad de esa demagogia, que históricamente se afirma en la explotación del pueblo. Lo que pretendo decir es que debemos entender los momentos históricos en los que la desestabilización político-social ha sido capaz de partir nuestros países en dos durante largos periodos.

Aquí algunas reflexiones: bajo una u otra forma, vuelven las viejas y caducas estructuras de la oligarquía y el poder económico y esto nos está indicando que para salir de la crisis hay que volver a cambiar las condiciones para la modificación sustancial o radical de la transformación del régimen de la propiedad de los medios de producción.

¿Por qué resiste Venezuela y lo seguirá haciendo? Hay un conjunto de factores, por supuesto, que son políticos, sociales y culturales. Y me atrevería a decir que, desde la perspectiva de la resistencia venezolana contra el imperialismo, son las fuerzas objetivas de la revolución democrática bolivariana, incluyendo los movimientos sociales y las fuerzas armadas, que siguen vivas e intactas. Y estoy pensando que en estos años ha sido posible la constitución de una conciencia social nueva, que compone el núcleo de la política de resistencia venezolana.  

Es decir, lo que el presidente Nicolás Maduro propone, es la convivencia democrática -el diálogo, en suma- frente a la postura absolutamente entreguista y belicista de Guaidó y de la oposición. Y lo que pretenden la demagogia criolla y el imperialismo, es que exista una sociedad ‘desideologizada’ que es como imaginar que las diferencias de clases desaparezcan. Y esto resulta inadmisible porque supondría aceptar que exista una sociedad casi aséptica.

¿Qué es lo que el imperialismo quiere destruir con  su injerencia económica y militar? Pretende lesionar las fuerzas objetivas de los venezolanos, las reservas democráticas de la nación. Incluso se han acuñado algunos calificativos para desmoralizar la voluntad de los venezolanos, como llamar al presidente Maduro dictador (ya lo hicieron con Rafael Correa, Evo Morales y Cristina Fernández) y a quienes lo apoyan, como subversivos. O terroristas. Y los verdaderos subversivos, incluso desde el punto de vista gramatical -como dice Héctor P. Agosti-  son quienes pervierten el orden normal de la democracia. Juan Guaidó, por ejemplo, es un subversivo, convertido ahora en una deleznable pieza de maniobra del imperialismo norteamericano.

Y el imperialismo pretende enviar ‘ayuda humanitaria’ a un país que exhibe sorprendentes logros en materia de inversión social, muy por encima de la realidad de muchos países latinoamericanos. Miremos algunas de las cifras del gobierno Bolivariano de Maduro y que nos ahorran de cualquier otro comentario:

“La masificación del libro ha reflejado el interés por parte de la Revolución de poseer un pueblo culto, detractor de la ignorancia y el oscurantismo. Más de 100 millones de libros ha publicado el Gobierno Bolivariano con el apoyo de editoriales progresistas como El Perro y la Rana, Biblioteca Ayacucho y Monte Ávila Editores; brindándole la oportunidad a escritores inéditos y jóvenes en la publicación de sus obras. El sistema de orquestas juveniles e infantiles de Venezuela arribó en el 2018 a 1 millón de beneficiarios en toda su historia, siendo la gran mayvoría fruto de la inversión del comandante Chávez y el Presidente Nicolás Maduro a este sistema creado por el director y maestro José Antonio Abreu”.

En el área educativa -dice la misma nota oficial- es una bandera icónica la declaración de Venezuela territorio libre de analfabetismo por la UNESCO en el año 2005, desde esa fecha las letras gozarían un nuevo lugar en la vida del Venezolano, porque además de aprender leer y escribir, nacerían las misiones educativas bajo un esquema de municipalización de la educación que cumpliría el proceso de formación primaria hasta la universitaria. A una década de aquel año 2005, Venezuela ostentaba la dichosa cantidad de tener más de 10 millones de estudiantes en aulas. El Comandante Chávez convirtió a la Patria en una escuela. De esos 10 millones, 2 millones 800 mil están en la educación universitaria, contemplando la quinta matrícula universitaria del mundo.

La falsa ayuda humanitaria y el bloqueo económico del imperialismo solo destruirán los avances democráticos de Venezuela y del progresismo latinoamericano, para consumar la desintegración de la región.

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