Ruta Krítica
El ministro de Educación Fánder Falconí nombró a la “Primera Dama”, Rocío Gonzáles de Moreno, como “Embajadora TINI”: Tierra de Niñas, Niños y Jóvenes. Y según el boletín de prensa de esa cartera de Estado se hacía tal distinción, entre otras cosas, por “su labor para erradicar la pobreza y proteger a las personas en todo su ciclo de vida”. El nombramiento ocurrió, según la nota del diario El Telégrafo, el 25 de junio de este año.
En menos de un mes después, el INEC hizo públicas las cifras de la pobreza en Ecuador y según esa entidad pública del Estado la pobreza nacional se ubicó en 24,5% y la pobreza extrema en 9,0%. Y la pobreza en el área rural llegó al 43% y la pobreza extrema a 18,1%. En todas esas cifras hay un incremento -en un año- si se compara con junio de 2017. Vale ver el documento de ese año y hacer las comparaciones respectivas: A esto se añade el dato de desempleo y de empleo pleno, que es otro tema y también habla por sí solo del estado de la economía nacional. Más allá de los datos, que han sido motivo de varias discusiones en determinados espacios y en redes sociales, en los medios y desde el mismo gobierno esto no se ha convertido en el centro de la discusión pública. De hecho, ministros como Falconí o Berenice Cordero no son invitados ya a los sets de radio y televisión para que le expliquen a la ciudadanía qué pasó para que ocurriera ese ascenso que significaría una afectación en el empleo, a la calidad de vida y sobre todo a la atención de las necesidades básicas insatisfechas. Aún peor: el ministro de trabajo Ledesma pone en duda las cifras del INEC: ¡Mayores contradicciones dentro del Ejecutivo son increíblemente nefastas para la visión y aplicación de políticas públicas coherentes!
Gracias al bloqueo mediático para atender los problemas de fondo, la realidad prueba que con un precio del petróleo por encima de los $70 por barril, créditos sin límite y una contracción en el gasto público para nada han servido a los pobres estas medidas y condiciones. Ya no caben los supuestos efectos de la “mesa NO servida” y tampoco apelar a la corrupción como la “mamá de todos los males”.
Condecorar a la “Primera Dama” con esas cifras es no solo una contradicción sino una mórbida acción “interestatal”, mucho más cuando no hay un solo indicio que Rocío González y su aparato “paraestatal” incida en la pobreza o en un cambio de la situación si el mismo INEC muestra todo lo contrario.
Aquí lo que hay es un indicio no de lo ocurrido en un año sino en la acción de depredación de las políticas públicas a favor de los pobres y, paradójicamente, el regocijo de las élites con unas acciones gubernamentales al servicio de los importadores y del sector financiero. Si no fuese por el bloqueo mediático y la complicidad de los gremios y analistas económicos este momento no solo habría movilización social y calles invadidas de protestas, sino una oposición política acentuada y visceral. En otros tiempos, la solo presencia del FMI y sus “evaluaciones” ya habrían provocado el rechazo del FUT y la CONAIE.
Todo indica, entonces, que la pobreza se oculta bajo la alfombra y mientras tanto sobre ella lo que importa es el protagonismo de actores políticos delincuenciales como Balda o Lara y desde ahí se construye el patrón de la política pública y mediática de un régimen que hasta ahora maquillaba su postura de supuesta izquierda porque entre sus ministros tiene a personajes aparentemente no neoliberales como Falconí, Cordero, Barrera, Cholango o la mismísima vicepresidenta Vicuña. ¿Será que hasta eso cambió?