Estos GOLPISTAS son terribles. En Chile se han permitido pedir la destitución del Presidente solo por falta de “probidad” y por “comprometer gravemente el honor de la Nación”. ¡Imáginate, sólo por esas wevadas!

En Ecuador estos GOLPISTAS quieren destituir al Presidente solo por que se ha producido una “conmoción nacional”, dado que la Comisión de Garantías Constitucionales de la Asamblea Nacional ha señalado que se violó la Ley del Pacto Ético, que hay pruebas e indicios de evasión tributaria, testaferrismo y perjurio.

Incluso estos malvados, insumisos y revoltosos se han atrevido a decir que, en un país civilizado, la dimisión se habría producido por iniciativa del propio Presidente por el más básico respeto a la ética pública.

¡GOLPISTAS e igualados, cómo se atreven a cuestionar la moral del banquero impoluto que nos preside!

Por suerte, los defensores del Presidente, ya han señalado que la ética y la moral en Ecuador no valen nada cuando así les conviene, y en este caso les conviene, porque se trata del Presidente Lasso. Por lo tanto, la ética, en cualquiera de sus formas, es a todas luces un acto de conspiración golpista.

Así, los defensores de Lasso, dicen que si no está expresamente en la Constitución que: violar la ley y cometer delitos es causal de destitución por parte de la Asamblea, entonces, no es viable “jurídicamente” llevar a juicio político a nuestro sacrosanto Presidente.

Aclaran, junto al Presidente del Partido Social Cristiano, que los delitos denunciados por la Comisión de Garantías Constitucionales deben ser investigados por la Fiscalía y por la Contraloría, que son instituciones hiper independientes e imparciales y, que si estas instituciones confirman las acusaciones, entonces, hay que pasar el caso a la Corte Nacional que, en este caso, actuará con absolutísima transparencia, pulcritud e imparcialidad para resolver la situación aplicando las reglas del debido proceso y la sana crítica en algún momento de un futuro no muy cercano.

Así, gracias a Dios y a sus devotos, que serán exaltados a su tiempo por nuestra bondadosísima Conferencia Episcopal, nuestro Presidente banquero tiene todos los argumentos para seguir sentado en el sillón presidencial, sin que importe mucho (más bien nada) la vergüenza nacional e internacional que nos ha hecho pasar a los ecuatorianos por sus paradisíacas operaciones, ni los pecados de los metales que se le atribuyen. Amén.

Por Editor