1.– LA HISTORIA
Estas palabras del Comandante Chávez, dichas el 5 de noviembre de 2004 en Rio de Janeiro, se refieren al contexto de los años 1823-1824, hace casi dos siglos, nos permiten tener la imprescindible perspectiva histórica desde la que encarar este debate sobre la lucha contra el poder de la “comunicación” burguesa. Partiendo de esta visión larga podemos entender, en su radicalidad, qué es lo que está en juego ahora mismo en la oleada de sublevaciones obreras, campesinas y populares en Haití, Ecuador, Honduras, Chile, Colombia Costa Rica, Panamá…; en el ascenso de movilizaciones en Paraguay, Brasil, Argentina, México…, pero también en la posibilidad de la derrota electoral del Frente Amplio uruguayo…; para entender el porqué del golpe de Estado en Bolivia, y ¿cómo no?, para descubrir los secretos de la resistencia cubana y venezolana.
En Comandante Chávez volvía a tener razón cuando se refería a la década de 1820 porque en 1826 Bolívar intentó dar un salto cualitativo en la liberación de Nuestramérica con el Congreso Anfictiónico de Panamá, boicoteado por el colonialismo en uno de los primeros ejemplos, si no el primero, de lo que ahora denominamos contrainsurgencia imperialista. Las potencias dominantes comprendieron de inmediato el peligro que para ellas suponía el Congreso. I. Liévano Aguirre resume en diez postulados lo esencial del proyecto de Bolívar para el Congreso, y en el décimo descubre la base de lo que ahora debatimos: la necesidad de defender la homogeneidad cultural, política y social[2] de Nuestramérica frente y contra la de EEUU, lo que significaba el recrudecimiento de la guerra político-cultural y psicopolítica que ya entonces se libraba, y que, con algunas diferencias, había empezado desde finales de 1492.
Siempre es fundamental la perspectiva histórica, y más cuando tratamos de temas que por su misma naturaleza rebosan mentiras, manipulaciones, engaños, silencios… elaborados desde los aparatos del poder opresor, como es el de la “comunicación”. Entrecomillamos este término porque en su contradicción interna radica la solución al problema que debatimos en este evento.
La comunicación en las sociedades del comunismo primitivo, sin propiedad privada, era de una cualidad diferente a la de las sociedades rotas por la propiedad privada. Mediante sus estudios sobre las sociedades comunales, Marx descubrió que en ellas «El lenguaje mismo es tan producto de una comunidad como, en otro sentido, lo es la existencia de la comunidad misma. Es, por así decirlo, el ser comunal que habla por sí mismo»[3].A lo largo de este debate, veremos que la única forma de vencer a la hegemonía psico-política y político-cultural imperialista, es hacer que en las condiciones actuales el ser comunal, la «nación trabajadora»,[4] para seguir con la conceptualización marxista, «hable por sí mismo».
La propiedad privada rompe la unidad del ser comunal y de su modo de comunicación con la lengua que expresa ese ser colectivo. Desde que surgen en la sociedad patriarcal de Estados y clases dominantes, la “comunicación” y la lengua en la que “comunica”, son a la fuerza las que impone la clase propietaria de las fuerzas productivas. Desde entonces, definir qué es la “comunicación” exige el uso de la dialéctica para entender sus contradicciones internas que se agudizan según termina imponiéndose la propiedad burguesa, porque lo básico de la “comunicación” ya fue adelantado en los primeros textos en escritura cuneiforme en Sumer y otras culturas hace casi 6000 años en algo vital para nuestra especie: el concepto de «trabajo» para asegurar la subsistencia humana: emplear el término «trabajo»[5] era ya entonces, “comunicar” las órdenes del amo a la persona que debía trabajar. En aquellas sociedades la propiedad privada de las fuerzas productivas, empezando por la mujer convertida en «instrumento de producción»[6], vencía las resistencias de los pueblos que defendían sus propiedades comunes, comunales, con la ayuda de los primeros Estados:
«Las primeras ciudades-templo de Sumer, por el contrario, tenían una estructura social claramente jerárquica. Las masas de campesinos y trabajadores sin cualificar, que sumaban probablemente el 90% de la población, vivían como siervos, si no como esclavos, careciendo de derecho alguno, ni siquiera el de propiedad. La tierra pertenecía al templo (o a su deidad) y la administraban los representantes de ésta, es decir, los sacerdotes. En una fecha algo posterior –pero no más tarde del principio del tercer milenio- una clase guerrera cuyo mando ostentaban reyes o jefes impuso su autoridad junto a la de los sacerdotes o por encima de la de éstos»[7].
Este fue el contexto histórico en el que surgió la “comunicación”. Desde antiguo, las gentes explotadas crearon formas de mostrar abierta o solapadamente su oposición y desprecio. James S. Scott comienza uno de sus libros con un proverbio etíope: «Cuando el gran señor pasa, el campesino sabio hace una gran reverencia y silenciosamente se echa un pedo»[8]. El autor expone más adelante cómo las clases explotadas crean «disfraces» que muestran su eficacia crítica mediante las representaciones colectivas de la cultura popular, sobre todo en la cultura oral, menos controlable por el poder[9]. Las clases dominantes sabían de la eficacia movilizadora de tales prácticas y por desde un principio intentaron prohibirlas. Es muy conocida y apreciada la función del humor irreverente, del carnaval, de la fiesta popular autoorganizada como instrumento emancipador.
Saltando un poco en la historia, vemos que en -720 el mandarín Fuh-Tsien afirmaba que «la repetición es la base del conocimiento, incluso si éste es falso»[10]. Perfeccionado por el legendario Sun Tzu en el Arte de la guerra probablemente escrito entre los siglos –V y -III: « Todo el arte de la guerra está basado en el engaño […] Ofrece un señuelo a tu enemigo para hacerle caer en una trampa […] Ponle en aprietos y acósale […] Si está unido, divídele […] Atácale donde no esté preparado»[11], o también «Impalpable e inmaterial, el experto no deja huellas; misterioso como una divinidad, es inaudible. Así pone al enemigo a su merced»[12]; y por no extendernos, esta proto-ciencia de la manipulación fue reforzada por el texto hindú los Nueve Desconocidos que data de -273 «De todas las ciencias la más peligrosa es la del control del pensamiento de las multitudes, pues es la que permite gobernar el mundo entero»[13].
El «arte de la manipulación» surge de la necesidad de imponer disciplina militar de mando y control[14]de forma relativamente imperceptible para no provocar rechazos, deserciones o motines. Manipular proviene el latín ‘manipulo’ que era la unidad básica de la legión, astuta y férreamente dirigida por el oficial al mando, sintetizaba toda la experiencia militar que Roma asimiló al detalle. Saber manipular a los soldados era decisivo para vencer al enemigo, esclavizarlo a él y a sus mujeres y jóvenes, saquear sus recursos o imponerle duros tributos que debían entregar periódicamente bajo amenaza de exterminio. La manipulación era más efectiva que la disciplina impuesta con intimidación, para combatir teniendo más miedo al propio oficial que al enemigo. La ‘decimatio’[15], por ejemplo, consistía en ejecutar a uno de cada diez soldados acobardados, pero era menos efectiva que la manipulación porque ésta se basaba en el egoísmo del reparto de botín, esclavas y esclavos, tierras… Craso,diezmó a quienes se acobardaron en una batalla contra los esclavos sublevados dirigidos por Espartaco en el siglo –I, revolucionario admirado por Marx, pero se terminó imponiendo la superioridad romana. Diezmar y manipular, términos cotidianos, descubren el papel central que tiene la violencia opresora en la “comunicación”.
Volviendo a saltar sobre los siglos, llegamos a cuando los españoles se dieron cuenta desde el inicio de su invasión de Nuestramérica que sería difícil vencer las resistencias nativas. Desde que en 1502 se escapó el primer esclavo africano para refugiarse entre los indios, las resistencias fueron creciendo desde 1522 a pesar de que se aplicaba la estrategia doble de «evangelización compulsiva de los esclavos» y represión legal, policial y militar[16]. Pueblos originarios muy orgullosos, como los Jiraharas- «gente tan belicosa e indómita…»[17]- se aliaron con esclavos huidos y bajo la dirección del Negro Miguel mantuvieron el movimiento revolucionario de Buria de 1553. Con respecto a lo que ahora nos interesa, la “comunicación” en la guerra político-cultural y psicopolítica, esta revolución,dejó un poso de resistencia socio-religiosa frente al cristianismo invasor que perdura en el subsuelo de la cultura popular[18] en zonas de Venezuela.
Al atacar México los españoles sabían muy bien que debían destruir la cultura y la religión azteca si querían dominar el país. Para 1540 se dieron cuenta que no surtía el efecto deseado quemar vivas a las personas que rechazaban el cristianismo, así que pasaron a subsumir en el cristianismo las partes menos peligrosas de la religión y cultura mexica mientras reprimían su núcleo duro[19]. La cooptación de castas dirigentes compradas para dirigir «gobiernos indirectos»[20] ayudó a aplastar la identidad. España utilizaba tres tácticas fundamentales: ocultar su objetivo estratégico, no revelar sus planes; engañar a los pueblos gracias al soborno de los caciques, y regalar cosas al pueblo para que creyera que la dominación española era mejor[21].
En determinadas zonas, la Compañía de Jesús, las Encomiendas jesuitas –y franciscanas- fueron el mejor medio de desnacionalización e integración mediante «una vida miserable»[22], y también de represión de las sublevaciones de otros pueblos[23]. Si estos métodos fallaban, actuaba el ejército y la Inquisición, siempre vigilantes.Como en toda la conquista, también en la del Perú, los invasores recurrieron a métodos idénticos a los de cualquier arte de la manipulación y doctrina de aniquilamiento mediante el «uso del terror crueldad extrema […] se produjeron terribles excesos difíciles de justificar»[24]. Ferocidad elemental porque «Las prioridades de los españoles durante el siglo XVI en el continente americano […] no era otro que el saqueo, adquisición por la fuerza de riqueza que pertenece a otros para transferirla a la propiedad de los saqueadores»[25].
Aun así, se mantuvo la resistencia clandestina socio-cultural: en 1556 algunos caciques indios quichés de lo que hoy es Guatemala escribieron en su lengua nacional, pero con caracteres latinos el PopolWuj quizás para usarlo en reuniones clandestinas, texto que permaneció desconocido para los invasores hasta 1702. También se escribieron otros textos como el Memorial de Sololá. Posteriormente, ya a finales del siglo XVIII, indiosyucatecos pasaron a escrito con caracteres latinos las tradiciones de sus propios pueblos, denominándolas Chilam Balam[26]. No terminó ahí la resistencia.
L. Peset narra las arriesgadas opciones independentistas de científicos criollos a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX: «Muchos de los científicos que habían trabajado allí, en especial los criollos, se afiliaron en las filas de los insurgentes, contribuyendo con su sangre, su pensamiento y sus escritos a cimentar el origen de las nuevas naciones»[27]. Cultura-ciencia y libertad-rebelión son elementos de la praxis que también tienen su contenido axiológico, del valor ético «del precio de la libertad»[28] que muchos científicos tuvieron que pagar por su coherencia.
Para muestra, un botón. La sublevación de 900 indios mocoví en la pampa el 21 de abril de 1905, terminó en una masacre tras dos horas de guerra: «Todo empezó, como siempre, con el despojo de las tierras a sus dueños naturales. Después, como se dijo, llegaron la miseria, la explotación y la opresión a enlutar las almas y los cuerpos indígenas. Y también caciques nombrados por los invasores para que bien sirvieran a sus intereses coloniales. Todo se planificó hasta el escarnio y la humillación»[29]. En en 1911 los guaycurúes fueron invadidos de nuevo y por fin vencidosresistían a los blancos desde el principio, volviéndose a insurreccionar en 1863 y 1874-1876:
«La campaña significó el intento de destrucción de un régimen social y económico, basado en la propiedad comunal de la tierra y la solidaridad, para sustituirlo lisa y llanamente por otro, cuyos signos principales eran el salario mal pagado y el despojo total y sistemático de aquélla. A mayor inversión de capital, mayor necesidad de crear “obreros libres” que no podían ejercer la libertad de vivir como quisieran»[30].
Los esclavistas blancos de Haití castigaban con extrema crueldad cualquier indicio deresistencia de los esclavos y esclavas, entre otras razones porque nunca estaban totalmente seguros que bajo la obediencia aterrorizada se mantuviera un rescoldo de libertad. En las primeras páginas de su obligado libro, C.L.R James detalla cómo pese a tanta brutalidad, en los descansos de las noches los esclavos narraban tradiciones, cantaban canciones que los esclavistas perseguían: «Era esta inteligencia que se negaba a ser aplastada, estas posibilidades latentes, lo que atemorizaba a los colonizadores, como atemoriza hoy a los blancos en África»[31]. James publicó en este necesario libro en 1938 y el miedo imperialista a África se ha incrementado aún más.
Diez años antes, C. Mariátegui escribió sobre cómo la crisis capitalista hacía que el aparato políticointelectual burgués reactivase la irracionalidad religiosa, idealista, abandonado el materialismo historicista que sostenía hasta ese período:
«Ahora que no sirviéndole ya los mitos de la historia y de la evolución para resistir al socialismo, deviene antihistoricista, se reconcilia con todas las iglesias y todas las supersticiones, favorece el retorno a la trascendencia y a la teología, adopta los principios de los reaccionarios que más sañudamente la combatieron cuando era revolucionaria y liberal, otra vez encuentra en los sectores y en las capillas de una filosofía idealista bonne a tout faire [“buena para todo”] –neokantistas, neopragmatistas, etcétera- solícitos proveedores, ora dandis y elegantes como el conde Keyserling, ora panfletarios y provinciales a lo León Bloy, como DomenicoGiulliotti, de todas las prédicas útiles al remozamiento de los más viejos mitos»[32].
La crisis que entonces azotaba al capitalismo había estallado en lo político con la oleada revolucionaria de 1917 que, con altibajos, se extendió por el mundo a pesar de ser derrotada parcialmente en Europa y aunque el texto del que hemos extraído la cita –Defensa del marxismo- está escrito entre septiembre de 1928 y junio de 1929, año en el que también escribe sobre «el factor religioso»[33] en otro imprescindible libro, tiene la virtud de adelantar una táctica imperialista multiplicada desde ese mismo octubre de 1929, cuando estalla por fin la segunda Gran Depresión mundial,reactivada desde finales del siglo XX y sobre todo con especial virulencia neofascista a partir de la tercera Gran Depresión de 2007.
La preocupación por Mariátegui por la cuestión político-religiosa se basaba en su profundo conocimiento de la historia del continente, y del papel de la Iglesia católica y del cristianismo, influencia estudiada también por A. Rangel sobre México, Argentina, Chile, Cuba, El Salvador y Nicaragua[34]. Centrándose en Venezuela, Rangel explica que:
«Desde la década de 1950, la Conferencia Episcopal Venezolana –CEV- en alianza con la burguesía presionaba a los sucesivos gobiernos para que redujeran la educación pública estatal y ampliaran la privada y católica[35]. Con el tiempo, muchos dirigentes neofascistas surgieron de la educación privatizada: la prensa imperialista mostraba escenas de «estudiantes luchando por la democracia» que EEUU quiere imponer en Venezuela. Y como en otros pueblos resistentes, también en este crece la siguiente interrogante: «El papel político de la Iglesia ¿es decisión autónoma de quienes la dirigen localmente, la jerarquía de la CEV, u obedece a una doctrina preestablecida como principio ideológico de la organización impuesto desde el Vaticano?»[36].
La respuesta es obvia: manda el Vaticano en lo que concierne a la política católica, pero en lo que toca a las reaccionarias sectas protestantes, manda el imperialismo yanqui. En 2008 Franco Velázquez rastreó la expansión de las sectas protestantes desde las iniciales 13 Colonias del siglo XVII hasta el presente. Resulta muy esclarecedor cómo en 1785 estalla una guerra de clases entre los “Reguladores”, sector obrero y campesino que había sido la carne de cañón en la Guerra de Independencia, y que quería repartir la tierra y la burguesía que, en base a su interpretación de la Biblia, quería quedarse con ella. Los “Reguladores” fueron derrotados en 1787[37]. El neoliberalismo no es una simple «receta económica» sino una estrategia contrarrevolucionaria global en la que el reaccionarismo cristiano tiene una función socio-política clara, ante la que la “nueva izquierda” permanece muda y pasiva.
Desde 1928-29 hasta ahora, el impulso dado a la reacción cristiana también tuvo y tiene el objetivo de acabar incluso mediante el terrorismo asesino con la teología de la liberación y con grupos protestantes que luchan por la justicia y la libertad, pero ahora no podemos extendernos en esta cuestión importante para el futuro de la igualdad. No podemos cometer el error de separar la tarea política del reaccionarismo cristiano de la doctrina, sistema, estrategias y tácticas de la contrainsurgencia imperialista. Lo acaecido en Bolivia, la beligerancia ultraconservadora[38] del grueso de las corrientes – «Dios a la cabeza de esta lucha, Dios que menospreció el dictador. El tirano cuando llegó al gobierno sacó a Cristo del país. Dios va a volver a Palacio»[39]-, se suma a las terribles lecciones del pasado inmediato –Bolsonaro, por ejemplo-; del mediato –la Iglesia ante la dictadura argentina, por ejemplo-; y del remoto: los cristianos y la esclavitud en Norteamérica[40], por citar muy pocas barbaridades…
Pero el capitalismo contemporáneo ha desarrollado medios de sojuzgamiento tanto o más dañinos que los que acabamos de ver. El fortalecimiento desde 1945 de los medios masivos de propaganda, la introducción de la obsolescencia programada para que las mercancías baratas de consumo popular tuvieran que ser desechadas cada poco tiempo a fin de incrementar la producción consumista masiva, la erotización y sexualización machista del marketing y mercado-tecnia, la aplicación a la propaganda política de los métodos de teledirección consumista… reforzaron el imperialismo y el eurocentrismo racista. F. Stonor Saunders nos recordaba las siguientes palabras del que fuera presidente Eisenhower durante los años 1953-1961:
«Nuestro objetivo en la guerra fría no es conquistar o someter por la fuerza un territorio –explicaba el presidente Eisenhower en una conferencia de prensa. Nuestro objetivo es más sutil, más penetrante, más completo. Estamos intentando, por medios pacíficos, que el mundo crea la verdad. La verdad es que los americanos queremos un mundo en paz, un mundo en el que todas las personas tengan oportunidad del máximo desarrollo individual. A los medios que vamos a emplear para extender la verdad se les suele llamar «guerra psicológica». No se asusten del término porque sea una palabra de cinco sílabas. La «guerra psicológica» es la lucha por ganar las mentes y las voluntades de los hombres»[41].
Pero los pueblos rebeldes contraatacaron autoorganizándose, por ejemplo, en la Conferencia Tricontinental en La Habana, con su decisiva revista que practicaba «el derecho a la palabra de los pueblos del tercer mundo»[42]. En efecto, ya entonces las clases y naciones oprimidas por el imperialismo sabían que el eurocentrismo, el racismo colonialista, era el cemento ideológico del terrorismo que sufrían. La Tricontinental y otros organismos antiimperialistas derrotaron buena parte de esos medios de explotación material y moral, patriarcal y afectiva. Las declaraciones de La Habana de enero de 1966 y agosto de 1967[43], y las que se sucedieron, fueron un paso cualitativo que, como mínimo y para no extendernos, podemos ejemplarizar en dos experiencias. Una es la lucha de liberación de África y en especial de Sudáfrica contra el racismo y el eurocentrismo, que se sustentaba en la fusión entre la lucha de clases y la lucha de emancipación nacional[44] sostenida desde mediados del siglo XIX.
La otra fue el impulso que la Tricontinental dio a la teoría revolucionaria precisamente cuando ésta retrocedía en Europa por razones que no podemos exponer ahora. La teoría antiimperialista en general, liberada de las cadenas mentales del eurocentrismo, creó maravillas críticas como la denuncia radical de la industria yanqui dedicada a la manipulación colonialista de la infancia y adolescencia, también de la edad adulta. En 1972 se publicó una investigación fundamental: el veneno político-cultural que la Factoría Disney inoculaba a la infancia y adolescencia, también a los adultos, de los pueblos del mundo, sobre todo mediante la mercancía ideológica del Pato Donald:
«Walt tomó tierras vírgenes en EEUU y construyó sus palacios de Disneylandia, el reino embrujado. Cuando mira al resto del Globo, trata de encuadrarlo en la misma perspectiva, como si fuera una tierra previamente colonizada, cuyos habitantes fantasmales deben conformarse a las nociones de Disney acerca de su ser. Utiliza cada país del mundo para que cumpla una función modelo dentro de este proceso de invasión por la naturaleza-disney. Incluso si algún país extranjero se atreve a esbozar un conflicto con EEUU, como el de Vietnam o el del Caribe, de inmediato estas naciones quedan registradas como propiedad de estas historietas y sus luchas revolucionarias terminan por ser banalizadas. Mientras los marines pasan a los revolucionarios por las armas, Disney los pasa por sus revistas. Son dos formas de asesinato: por la sangre y por la inocencia. […]
Para Disney, entonces, los pueblos subdesarrollados son como niños, deben ser tratados como tales, y si no aceptan esta definición de su ser, hay que bajarles los pantalones y darles una buena zurra. ¡Para que aprendan! Cuando se dice algo acerca del niño-buen-salvaje en estas revistas, en objeto en que en realidad se está pensando es el pueblo marginal. La relación de hegemonía que hemos establecido entre los niños-adultos que viven con su civilización y sus técnicas, y los niños-buenos-salvajes que aceptan esta autoridad extranjera y entregan sus riquezas, queda revelada como la réplica matemática de la relación entre la metrópoli y el satélite, entre el imperio y su colonia, entre los dueños y sus esclavos»[45].
Abundando en la inhumana manipulación de la infancia para, a partir de ahí, producir seres reaccionarios, objetos pasivos mentalmente castrados que obedecerán las órdenes del amo, A. Matterlard analizó en 1974 cómo la industria de la educación pasaba a ser propiedad de las grandes corporaciones y cómo la infancia, la niñez, era mercancía del imperialismo, citando en otras a la Fundación Ford que desde 1950 controlaba en EEUU la televisión educativa, que desde 1966 controlaba los canales de vía satélite, y que desde 1971 hacía especial hincapié en acabar con la identidad negra, portorriqueña y chicana[46] para, después de desintegrarlas como comunidades conscientes, integrarlas en la cultura anglosajona como piedras el desierto.
En 2002, en medio de la defensa popular que derrotó al golpe contra el Comandante Chávez, proliferaron las mentiras en la prensa capitalista. Un colectivo de mujeres militantes en la comunicación liberadora denunciólas mentiras del periodista mexicano Emiliano Payares que se inventó de la nada una falsa entrevista a I. Ramonet que nunca había existo, en la que malévolamente ponía en boca del nunca entrevistado duras palabras contra el Comandante: un método de engaño clásico pero reforzado con las nuevas tecnologías al que volveremos en su momento:
«Con razón se habla de un golpe mediático. Las televisoras, las empresas radiales, los diarios, todos los grandes medios privados se confabularon contra las reformas sociales promovidas por Chávez. Programado el golpe por un grupo de empresarios y militares, con la venia de la embajada norteamericana, los medios de comunicación olvidaron su responsabilidad social y se convirtieron en conspiradores, azuzadores de manifestaciones y huelgas. No informaban. Hacían propaganda […] Sin televisión ni radios, miles y miles de ciudadanos y ciudadanas de Caracas, no de turba como decían los medios, se autoconvocaron, bajaron de los cerros sin armas, rodearon el Palacio de Miraflores y restituyeron el derecho constitucional en Venezuela»[47]
En 2006 se publicó un muy interesante estudio basado en la experiencia venezolana sobre el antagonismo entre la solidaridad y el dinero. En el capto. III dedicado a la salud, el mercado y la revolución hay un apartado vital para nuestro tema de debate: «la guerra de los medios: medicina y revolución»[48]en el que se detalla las relaciones entre los internacionalistas cubanos de la salud y el pueblo venezolano, comparando esa realidad con las mentiras de la “comunicación” burguesa en su intensa campaña para enfrentar a los médicos venezolanos con los cubanos, para atemorizar al pueblo, logrando que no acuda a los hospitales internacionalistas, para recuperar las ganancias de la salud burguesa en detrimento de la salud como inalienable derecho humano…
2.- EL PRESENTE
El Comandante Chávez demostró una perspectiva histórica decisiva. Hemos seguido su concejo. En los casi dos siglos pasados, el colonialismo y el imperialismo han aplicado mejoras a su contrainsurgencia de modo permanente, pero también Nuestramérica les ha respondido con nuevos planteamientos. Dedicaremos el segundo capítulo que iniciamos ahora para estudiar el secreto de la “comunicación” burguesa, y en el tercero y último propondremos algunas cuestiones para que «el ser comunal hable por sí mismo».
En uno de sus premonitores libros Stella Calloni demostró en 2014 cómo la DEA y la CIAtenían a Evo Morales en el punto de mira desde el inicio de su vida política allá por 1983. De entre la impresionante masa de información que nos ofrece la autora, ahora y a la luz ensangrentada de la brutalidad golpista, queremos citar su análisis del papel provocador de las ONG, de la USAID y de la Fundación Konrad Adenauer, bien acompañadas por la industria político-mediática y el eco-imperialismo, en la estrategia de minar la profunda legitimidad del presidente boliviano en un conflicto de tanta importancia material y simbólica como el de la conservación de las tierras de los primeros pueblos, codiciadas por el capital transnacional: la famosa carretera de 306 kilómetros de los cuales sólo unos pocos cruzarían esos territorios[49]. Antes de seguir, es conveniente saber que la Fundación Konrad Adenauer es desde 1956 un instrumento del expansionismo alemán disfrazado con los ropajes socialcristianos y democristianos.
Varios capítulos antes, Stella había detallado el quehacer de un complejo multiforme, ágil e imperceptible sistema de dominación basado en la contrainsurgencia mediática, la propaganda contrainsurgente y la guerra psicológica[50], dirigido fundamentalmente por la CIA que en 1977se relacionaba nada menos que con 22 grandes medios de “comunicación” estadounidenses, según una investigación del The New York Times de ese año citada por Stella. De entonces a ahora ese poder se ha agigantado desarrollando nuevas técnicas de manipulación, como, entre otras muchas, la de las falsas verdades que han facilitado la victoria electoral del neofascista Bolsonaro[51] en la muy restringida democracia burguesa brasileña.
Stella Calloni escribe sobre la función de la USAID, oficialmente la Agencia yanqui para el «desarrollo internacional», pero en realidad un monstruo tentacular que está presente en los «golpes blandos», modalidad creada por imperialismo para suavizar la forma externa de los golpes de Estado clásicos, pero manteniendo su naturaleza interna. Los «golpes blandos» buscan legitimarse en los laberintos de la «posverdad», del «neolenguaje», de «la voluntad de no saber», de la «servidumbre voluntaria» que luego veremos. A raíz de los intentos del derrocar el gobierno sandinista de Nicaragua, T. Araya informa que:
«Los recientes sucesos en Nicaragua han revelado un patrón calcado al de otros procesos desestabilizadores: Venezuela, Ecuador, Bolivia… Detrás de todos ellos encontramos al mismo pulpo de «organizaciones de la sociedad civil» promoviendo la erosión, desestabilización y caída de los gobiernos contrarios al dominio norteamericano. Y tras ellas, un tentáculo principal, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), uno de los principales aparatos de intervención de EEUU para crear y potenciar los «golpes blandos» en América Latina […] La trayectoria de agencias como la USAID en América Latina se remonta a los años 60, y la historia de su intervención es larga, y alcanza a cada país de América Latina. Pero es a raíz del declive del poder norteamericano en la región -con la formación de una larga lista de países formando un frente antihegemonista- cuando EEUU se vio impedido de poder recurrir a los golpes de Estado “clásicos» (es decir, militares) para deponer gobiernos rebeldes. Se hacía imperioso recurrir a la nueva estrategia de los golpes blandos, y agencias como la USAID adquirieron un nuevo protagonismo»[52]
Llegamos así al punto crítico: el debate sobre la “comunicación” y la lucha contra la hegemonía imperialista nos lleva en último y definitivo análisis a la propiedad burguesa. Bolsonaro, el golpe contra Bolivia, los ataques a Venezuela y Cuba, las provocaciones a Nicaragua, las traiciones diarias de L. Moreno en Ecuador, la hipocresía asesina de Duque en Colombia y de Piñera en Chile…, tienen como objetivo recolonizar la región y evangelizar a los «salvajes»[53], según los denomina la Factoría Disney. Nosotras y nosotros somos los «salvajes», con orgullo, que combatimos la civilización del capital, de la muerte. Por ello, estamos de acuerdo con F. Buen Abad cuando dice que: «Definir la
comunicación como herramienta y lucha de tipo filosófico y político, de tipo tecnológico y poético, definir la comunicación como herramienta y lucha para que de una vez por todas triunfe el trabajo no alienado sobre la miseria fabricada por el capitalismo»[54].
Esa miseria física y moral reprime las ansias de libertad sobre todo en el interior de la conciencia sojuzgada, ya que en la unidad y lucha de contrarios que permanentemente se libra dentro de la “comunicación”, una parte suya es la de «la comunicación como mecanismo de represión […] Con la ayuda de los mass media, nada se ve tal cual es, todo pasa a ser envuelto en un velo ideológico que deforma los hechos reales para convertirlos en alfeñiques victimados por un vestuario de ideas jamás consensuadas»[55]. El capitalismo ha impuesto una nueva característica a la “comunicación”: la asalarización del lenguaje:
«La lengua es espacio fundamental de lo político, y no solo en lo más evidente –presentación de programas, debates electorales o parlamentarios, redacción de leyes…–, sino, de modo decisivo, en la conformación de la realidad en la que vivimos y en el modelado de los puntos de vista –manipuladores o evasivos o críticos– desde los que la consideramos y juzgamos. Incluso, como han señalado muchos investigadores sociales desde hace dos décadas al menos, el lenguaje se ha ido convirtiendo en eje articulador de los medios productivos actuales, a partir de su papel en la tecnología, la economía o la organización del trabajo (lenguajes artificiales, teorías de la información y de los sistemas, teoremas de la lógica formal, juegos lingüísticos, imágenes del mundo). Paolo Virno ha llegado a definir nuestra época como “la época en que se ha puesto a trabajar al lenguaje mismo, en la que este se ha vuelto trabajo asalariado”»[56].
La asalarización del lenguaje va unida a la castración de su potencial crítico. Dado que el salario exige la disciplinarización del lenguaje en el contexto capitalista, éste emplea fundamentalmente cuatrométodos interactivos: Uno es el neolenguaje como «estrategia de dominación imperial»[57] que consiste en anular toda carga crítica objetiva de los términos contrastados como verdaderos por la práctica diaria, para volverlos abstractos, ambiguos, polisémicos, de modo que convenientemente usados en cada momento produzcan la apariencia de una «hegemonía suave», liberal e incluso democrática. Otro, complementario con este, pero más directo consiste en imponer restricciones estrictas al “comunicador”, que introyecta en la ideología como negación del saber crítico, peligroso para la dictadura del salario:
«La voluntad de no saber […]“capitalismo”, “imperialismo”, “explotación”, “dominación”, “desposesión”, “opresión”, “alienación” … Estas palabras, antaño elevadas al rango de conceptos y vinculadas a la existencia de una “guerra civil larvada”, no tiene cabida en una “democracia pacificada”. Consideradas casi como palabrotas, han sido suprimidas del vocabulario que se emplea tanto en los tribunales como en las redacciones, en los anfiteatros universitarios o los platós de televisión»[58]. El tercero: «la llamada posverdad que busca imponerse en el actual escenario político-ideológico. Los recursos del lenguaje y su ambigüedad intrínseca brindan su andamiaje para alterar conceptos como los de explotación y dominación, esenciales para el capitalismo. Mentiras existieron siempre, pero la posverdad innova generando nuevos códigos que manipulan el significado reconocido de la verdad 10 para adecuarla al interés de su emisor. Esto origina un lenguaje falaz que se aplica a la política y lo social. No se trata de sinónimos como en las voces del lunfardo sino de la falsificación de las ideas que se emiten a fin de engañar a sus receptores. Vale decir, constituye la sistematización de la mentira»[59]. Una crítica brillante de la posverdadnos la ofrece A. Boronque ha denunciado la producción sistemática de mentira sobre la historia de Bolivia[60] para legitimar el golpe de Estado, porque «La mentira permanente es la apoteosis del totalitarismo. Ya no importa qué es verdadero. Solamente importa qué es “correcto”»[61]
Y para acabar y no extendernos en demasía, la «servidumbre voluntaria» -que nos recuerda a Étienne de La Beótie en el siglo XVI- de muchos de los asalariados de la industria de la manipulación que toman el calificativo de «ketman», que proviene de un término árabe para designar a quienes ocultan sus ideas por miedo, interés egoísta, oportunismo, etcétera, convirtiéndose en voceros de la ideología del amo al que obedecen, es decir:
«…aquella persona que domestica la manifestación de su pensamiento con una finalidad ajena al rigor normalmente exigido a su análisis y acepta voluntariamente la contradicción de afirmar en público aquello sobre lo que duda o incluso rechaza, adaptándose fielmente a las circunstancias del medio circundante definido por una autoridad –no necesariamente– política o por una entidad dispuesta a premiar generosamente al intelectual si se atiene a lo que se impone o difunde la opinión dominante, pensante y correcta. De esta manera, el pensador opta libremente por someterse a las ideas o a los dictados ajenos, mientras mantiene orgullosamente el recinto de su intimidad, aunque sea transitoriamente.»[62]
¿Cómo se impuso semejante castración cognitiva, amputación de la creatividad, domesticación de talento e individualismo cobarde? La respuesta exige volver al consejo del Comandante Chávez sobre la necesidad de la perspectiva histórica. El miedo ante las incertidumbres inherentes a la vida precarizada cambió cualitativamente con la victoria de la propiedad privada sobre la propiedad comunal, y ha seguido cambiando en su forma externa, siendo el mismo en esencia, dentro de la propiedad tributaria, esclavista, feudal y burguesa. Un ejemplo de lo tenemos en cómo el capitalismo ha integrado en sus sistemas de control, vigilancia y represión los métodos feudales de la confesión cristiana:
«El poder sobre uno mismo, del que el confesor es el depositario, pasa por la obligación de vigilarse continuamente y de decirlo todo acerca de uno mismo. Pasa también por una relación con el juicio, con el juzgar-se, puesto que establece una relación entre la subjetividad y la ley […] El sujeto confesante es atado a la ley en la misma operación en que es atado a su propia identidad. Reconoce la ley y se reconoce a sí mismo en relación con la ley. La confesión es un dispositivo que transforma a los individuos en sujetos en los dos sentidos del término: sujetos a la ley y sujetos a su propia identidad. Promueve formas de identidad que dependen de cómo el sujeto se observa, se dice y se juzga a sí mismo bajo la dirección y el control de su confesor. La secularización de la confesión en la medicina, la psicología, la pedagogía, etc., no cambia esencialmente, en cuanto a la forma general del dispositivo, el modo como integra la verdad, el poder y la subjetividad»[63].
En las crisis de la totalidad social es cuando adquiere pleno sentido la expresión de E. González Duro: «Cunde el hambre y reaparece el miedo»[64]. El autor analiza cómo en desde los siglos XII y XIII la Iglesia intensificó el miedo a los horrores del infierno para mantener en su sumisión a las clases explotadas, enfurecidas por la corrupción de la Iglesia y de los nobles, por el hambre y por el frío. Más adelante el autor profundiza en los miedos del capitalismo actual que surgen de su incapacidad para resolver los peligros crecientes y satisfacer las necesidades vitales[65].
En el contexto de la crisis mortal del feudalismo e irrupción del absolutismo y la burguesía con sus necesidades de control absoluto, lo que llevó a la aparición de la industria político-mediática en el siglo XVII de la mano del Cardenal Richelieu en Francia. La ley de la concentración y centralización de capitales de la industria político-mediática le exigía la creación de una fuerza de trabajo acorde con la identidad represiva y manipuladora de esa industria. Para ello, como para todo, contaban conelintervencionismo estatal descarado desde el siglo XVII, cuyo ejemplo más notorio fue Colbert[66] con sus minuciosas reglamentaciones productivas y severos castigos incluso para los empresarios, la creación de academias de ciencia, arte y lengua vigiladas por el Estado, así como el decisivo peso de la militarización inseparable ya del incipiente desarrollo tecnocientífico. No es casualidad que la primera cárcel «moderna» para castigar y simultáneamente hacer trabajar a los penados, se crease en la Ámsterdam del siglo XVII porque, además de otras medidas, ésta «resultaba central para la “construcción” de la clase obrera, pues sólo una clase trabajadora “disciplinada”, podía convertirse en “fuerza de trabajo”, es decir, una sección del capital lista para producir ganancias»[67]. Éste y no otro es el secreto de la “comunicación”: asegura la explotación asalariada, y el saqueo colonial e imperialista.
Basta recordar el esfuerzo desesperado de las burguesías occidentales desde inicio del siglo XX para subsumir a las peligrosas clases proletarias en la lógica del capital: «El rasgo fundamental de las políticas sociales implementadas por las reformas liberales de los años 1900 fue el establecimiento de mecanismos de seguridad e integración que pudieran recubrir y reorganizar los efectos del mercado laboral sin alterar sus condiciones capitalistas básicas»[68]. Cuando esto fallaba, el capital recurría al nazi fascismo, y después, en el contexto de la mal llamada Guerra Fría, a la contrainsurgencia como el tristemente famoso Plan Zona Especial Norte (Plan ZEN)[69] aplicado por el Gobierno socialdemócrata español desde 1982-83 contra Euskal Herria, con el apoyo incondicional de los burgueses vascos.
Una de las razones por las que el melifluo reformismo europeo fue incapaz de comprender y combatir el perfeccionamiento de la eficacia desmovilizadora de la “comunicación” burguesa en Europa, mientras que en Nuestramérica se libraba una decisiva lucha contra el imperialismo y sus atrocidades represivas, fue lafascinación de la intelectualidad eurocéntrica por la palabrería de las modas post, por ejemplo del foucaultismo que comenzó de forma ultraizquierdista y terminó apoyando al reformismo francés[70]. Mientras tanto, sin perderse en divagaciones, intelectuales burgueses debatían cómo mejorarla creación de líderes al servicio del capital conscientes de que ya para comienzos de la década de 1970 la casta intelectual se había asalarizado[71], y sobre los principales objetivos de la 12 “comunicación” –persuadir, convencer, manipular[72]- buscando en Kant y otros filósofos la base de todo ello.
Pero se hicieron aportaciones críticas tan excelentes y tan números que nos resultan imposible reseñarlas. Recordemos cómo J.A.C. Browm escribía en 1963 sobre algo que la propaganda comercial e industrial había descubierto:la «obsolescencia psicológica»[73], que terminará aplicándose a la propaganda sociopolítica: generar una estructura psíquica colectiva ansiosa por las baratijas y quincallería sociopolítica, cultural, etc., de usar y tirar, dependiente de mercancías ideológicas de baja calidad fabricadas en serie por la industria político-mediática según el principio industrial de la obsolescencia programada, que es la base de la obsolescencia psicológica, y del «consumo de ilusiones» fabricadas en serie: «Pasamos a consumir ilusiones, y en esto Estados Unidos es hoy el mayor exportador mundial (ocio, juegos, series de televisión o películas)»[74].
Sabedor de esta marea arrasadora l imprescindible C. Taufic explicaba al detalle en el Chile de 1972 por qué el periodista es un «político en acción» aunque lo niegue y por qué la verdad es «privilegio del pueblo»[75]. Estos y otros consejos eran imprescindibles para no caer en el «consumo de ilusiones» que ya se generalizaba entonces, y que no era sino otra forma de drogadicción que conduce a la obediencia. Un año antes. P. Brücknerempezaba su reflexión sobre el sistema de prensa, pedagogía y obediencia con una interrogante demoledora: «¿Qué es lo que realmente pretenden nuestro esfuerzos pedagógicos y políticos: tranquilidad o libertad?»[76].
Roig publicó en 1995 un voluminoso estudio en el que, además de otras muchas cosas, también desarrollaba la naturaleza política de la “comunicación” y, al final, la vertiginosa multiplicación de las mercancías culturales alienantes aprovechando la «obsolescencia psicológica» que acabamos de ver. Se detiene en las características que Carlos Colón elabora sobre los reality show, programas reaccionarios de gran audiencia: Su éxito se basa en la degradación visual e imaginativa del espectador. Suponen una restauración del método inquisitorial por excelencia: la denuncia anónima, aquí en versión de llamadas telefónicas confidenciales. Transmiten peligrosas exposiciones de realidades no verdaderas, manipuladas, distorsionada, espectacularizadas, trivializadas. Y recurren a presentadores de prestigio para aparentar respetabilidad a la vez que intentar presentarse como un servicio público, pero «nada puede atenuar el hedor»[77] del programa.
En 2001 Douglas Rushkoff nos propuso algunas ideas sobre las que debemos reflexionar:
«El fundamento histórico de la comunicación de masas se encuentra en siglos de coerción cultural imperialista. Financiados principalmente por sus gobiernos, antropólogos bien intencionados –y unos cuantos no tan bienintencionados—desarrollaron métodos de análisis y dirección mientras estudiaban pueblos primitivos con culturas extrañas. Conscientes o no de las intenciones de sus patrocinadores, estos antropólogos prepararon el terreno a las posteriores invasiones militares […] Invariablemente, el proceso de dominación cultural seguía los tres mismos pasos que hoy utilizan los especialistas en relaciones públicas: primero, descubrir los mitos dominantes de la población y, durante el proceso, conseguir su confianza; segundo, encontrar supersticiones o lagunas en sus creencias; y tercero, reemplazar la supersticiones o incrementarlas con hechos que modifiquen las percepciones o lalealtad del grupo»[78]. 13 Rushkoff hace mucha insistencia en el papel de los misioneros cristianos como predecesores de las invasiones posteriores, como predecesores de la antropología burguesa. Y el autor añade más adelante:
«En la década de los ochenta, todas estas técnicas de guerra psicológica fueron reunidas en un volumen de la CIA bajo el nombre de CounterIntelligenceStudy Manual, utilizado principalmente en los conflictos de América Central […] Para reunir información sobre una determinada población, los agentes se mezclan entre la gente y asisten a “actividades pastorales, fiestas, cumpleaños e incluso velatorios y entierros” con el fin de estudiar sus creencias y aspiraciones. También organizan grupos de discusión para medir el apoyo local a las acciones planeadas. El proceso de manipulación se pone en marcha y los agentes identifican y reclutan a “ciudadanos bien situados” para que sirvan como modelo de cooperación, ofreciéndoles trabajos inocuos aparentemente importantes. A continuación, transmiten conceptos difíciles o irracionales a través de eslóganes simples […] En los casos en que los intereses de la CIA se oponen de modo irreconciliable a los de la población, el manual sugiere la creación de una organización que actúe como tapadera, con una serie de objetivos muy diferentes a sus verdaderas intenciones. Finalmente, todos los esfuerzos por garantizar la conversión deben adaptarse a las tendencias preexistentes de la población seleccionada: “Debemos inculcar a la gente toda esta información de forma sutil, para que esos sentimientos parezcan haber nacido por sí mismos, espontáneamente”»[79].
Rushkoff continúa desarrollando las relaciones inconscientes y subconscientes que la “comunicación” capitalista establece entre el dominante y la dominada, relaciones que tienen contenidos de la tortura psicológica o «blanca» explicada en los manuales de la CIA:
«Cuando el vendedor de coches consigue que el cliente se sienta insatisfecho con su propio vehículo y el estilo de vida que representa, intenta conducirlo al mismo estado de emoción suspendida que persigue el interrogador de la CIA […] Se produce una pérdida momentánea de consciencia, durante la cual el proceso racional y los mecanismos de defensa del cliente han sido anulados […] Si la respuesta es positiva, el vendedor introduce al cliente potencial en la tercera fase: obtener una confesión o, según la jerga de los vendedores: el cierre. Incluso la forma como se enseña el concesionario está pensada para provocar la obediencia del cliente. Se le dice dónde ir, cómo caminar y dónde sentarse. Según un manual de ventas, el vendedor debe ofrecer café al cliente aunque a éste no le apetezca: “No le preguntes si quiere una taza de café, simplemente pregúntale cómo le gusta tomarlo”. De esta manera, el cliente aprende a obedecer y, debido a su temor y desorientación respecto al negocio de las ventas, acepta las órdenes y su invitación implícita a retroceder al estado de seguridad de la infancia”»[80].
Obediencia, temor, desorientación, búsqueda de la seguridad infantil…, esta dependencia refuerza la ansiedad y la angustia del comprador ante el vendedor, del torturado ante el torturador, del votante ante la urna, del obrero ante el empresario, de la mujer ante el hombre: «La ansiedad paraliza la libertad de decisión, y ciertamente pude hacer que tal libertad sea imposible –solo un hombre sin miedo puede decidir libremente. La discusión del problema de la angustia debería estar abierto a todas las disciplinas, no reservado a algunas de ellas, porque la gran preocupación de la ciencia es el análisis y la aplicación del concepto de libertad humana»[81].
La deliberada provocación de la ansiedad, de la angustia, del miedo por el sistema de “comunicación” de la clase dominante, busca que los sectores alienados del pueblo ansíen al líder que les ofrece normalidad y orden, supeditando la libertad a la seguridad oficial, busca imponer la tranquilizante «figura del Amo» que el capitalismo ha introyectado en la estructura psíquica alienada de las masas mediante la “comunicación” entre otros medios, según la feliz expresión de D. Sibony en su profético estudio sobre la indiferencia política de las gentes explotadas[82]. Una sociedad miedosa es una sociedad acobardad, por eso el capital se lanza a la criminalización del más mínimo gesto de descontento. Reforzando esta idea, R. Vidal Jiménez opina que:
«En este mundo-espectáculo, la resistencia contra la dominación es “un acto de terrorismo”, con lo que la legítima pretensión de autonomía política y económica te transforma, al menos, en un “radical” o en un “extremista”. En esta sociedad mundialautosimulada, la recta obediencia, la aceptación incondicional del orden impuesto, tiene, por tanto, un premio: la adjudicación del adjetivo elogioso de “moderado”. Un adjetivo cuyo precio es asumir las consecuencias inevitables de esa nueva economía política (global) de la guerra»[83].
Pero Cuba es una nación sin miedo, sin pánico ante su futuro porque solo ella decide cómo será, a pesar de las crecientes agresiones norteamericanas. Sí existe, y es bueno que así sea, preocupación por los efectos de las brutalidades imperialistas sobre la humanidad trabajadora debido al internacionalismo consustancial a su cultura política. Dax Toscano es autor de uno de los mejores estudios de la propaganda antisocialistay anticubana de los EEUU. No hay miedo en Cuba entre otras muchas razones, también por esta:
«La propaganda política que se lleva a cabo en las sociedades capitalistas está dirigida a las instancias deseantes a-reflexivas y pre-reflexivas de las personas con la intensión de manipularlas a través de imágenes, símbolos o eslóganes llamativos. Así mismo las y los candidatos, aprovechándose de la pobreza de la gente, entregan víveres o atienden a las poblaciones para obtener de esa manera más votos. En las democracias capitalistas lo que prevalece es la demagogia y el populismo.
Eso no se da en la sociedad cubana donde la población tiene un elevado nivel académico y una amplia formación política, lo cual constituye una garantía para cada una y cada uno de las y los ciudadanos cubanos que desde la niñez participan directamente en las discusiones, debates y toma de decisiones sobre los temas fundamentales y de interés para toda la nación»[84]
Muy al contrario que en Cuba, la sociedad yanqui está cada vez más constreñida por los miedos. Un reciente debate en EEUU ha confirmado lo que decimos: los miedos difusos o concretos al desempleo, a la inseguridad, a la enfermedad… aumentan «alimentados por un trabajo político»[85]. J. Balboa nos ayuda a entender la gravedad del problema:
«Vivimos sobre el miedo. Miedo al fracaso, miedo a la soledad, miedo a la muerte. Miedo a la pobreza, miedo a la marginación. Miedo a enfermedades, a la inseguridad. Miedo a la exclusión. Miedo a los delincuentes, miedo a la prisión. Miedo a los extraños, miedo a perder el trabajo, a perder la vivienda. Miedo a la violencia. Y miedo tras miedo marcan el sino de nuestras acciones, de nuestras decisiones, de nuestras opiniones y de nuestra visión de la sociedad. Una auténtica oleada de miedos y temores se 15 expanden por el cuerpo social. Pero, antes de nada, ¿qué es el miedo? El mecanismo del miedo (Según la RAE: 1. m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. 2. m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.), puede esquematizarse a partir de los siguientes elementos: el objeto que causa el miedo, cierto desconocimiento (sobre el objeto o sobre cómo afrontar el peligro), la parálisis y la reacción hacia la seguridad buscada por parte del sujeto atemorizado. El elemento común a todo temor, a todo miedo, es cierto desconocimiento sobre el objeto que lo genera: toda una aureola de ignorancia cubre el fenómeno en sí (sea una bruja, una posible pandemia, un enemigo poderoso, una amenaza natural de efectos catastróficos, un terrorista, un Dios, etc.). Podemos afirmar que el miedo aumenta de manera directamente proporcional al desconocimiento sobre el objeto temido o al desconocimiento (o impotencia) ante cómo afrontarlo»[86].
El miedo es un tremendo generador de acatamiento y rendición psicofísica al poder. E. Fromm tiene escrito que: «Mientras obedezco al poder del Estado, de la Iglesia o de la opinión pública, me siento seguro y protegido. En verdad, poco importa cuál es el poder al que obedezco. Es siempre una institución, u hombres, que utilizan de una u otra manera la fuerza y que pretenden fraudulentamente poseer la omnisciencia y la omnipotencia. Mi obediencia me hace participar del poder que reverencio, y por ello me siento fuerte. No puedo cometer errores, pues ese poder decide por mí; no puedo estar solo, porque él me vigila; no puedo cometer pecados, porque él no me permite hacerlo, y aunque los cometa, el castigo es sólo un modo de volver al poder omnímodo»[87].
Hemos recurridos a muy pocos de los muy abundantes y excelentes estudios críticos sobre la “comunicación”, porque lo visto es suficiente para descubrir que hay debajo de las más de 60.000 cuentas falsas abiertas en la «nube» para justificar el golpe de Estado en Bolivia[88], campaña coordinada internacionalmente[89]. M. Roitman ha definido como «guerra neocortical» al método que logra que grotescas marionetas como Guaidó y sus cipayos imploren genuflexos a los EEUU que invadan Venezuela, su propio país: «Se trata de paralizar, regular, anular la voluntad y la capacidad de comprensión. Trasformar a los humanos en autómatas sin capacidad de pensar y actuar al margen de las órdenes dadas. Obediencia y sumisión»[90], que es el mismo objetivo de la psico tecnología:
«Los estrategas norteamericanos han desafiado el concepto de precisión dimensional completa, a partir de la consideración de la vulnerabilidad de las fuerzas armadas estadounidenses a las asimetrías y como forma de justificar el desarrollo de armamentos más sofisticados, de mayor precisión física (al impactar los blancos) y sicológica. La precisión física se deriva del perfeccionamiento de los sistemas llamados inteligentes y de la habilidad de ajustar 0 y graduar los efectos de un armamento particular. La precisión sicológica es más compleja, pues se trata de conseguir que, en una operación militar, el enemigo y la opinión pública internacional tengan opiniones y conductas que se avengan a los intereses de los Estados Unidos […] La sicotecnología es la ciencia que desarrolla armamentos no letales de alta precisión sicológica dirigidos a manipular el pensamiento y la conducta del ser humano.En estos momentos, se está creando una tecnología que ofrezca la posibilidad de alterar las percepciones de la audiencia blanco mediante el incremento del miedo, de una total tranquilidad o de cualquier reacción requerida para lograr sus objetivos»[91]. 16 Tres años después, y en base a la experiencia cada día más cruda, D. Martínez ofrecía esta síntesis de la llamada «guerra de cuarta generación»: «Se consideran las guerras de cuarta generación, como las guerras del futuro donde:
Desaparece el concepto habitual de campo de batalla y toda la sociedad atacada se convierte en el mismo. Los mensajes emitidos por los medios de comunicación serán un factor determinante para influir en la opinión pública, tanto en el ámbito doméstico como en el internacional, por lo que la propaganda llegará a constituir el arma estratégica y operacional dominante en este tipo de guerras. Las acciones tácticas tendrán como objetivo la cultura del enemigo. Predisponen a las poblaciones en contra de sus gobiernos. Ello permitirá a un pequeño número de combatientes atacar, y causar gran daño, a elementos importantes de naturaleza civil, en la «retaguardia» enemiga. Se advierte del uso futuro de las tecnologías más avanzadas de la información en un escenario de guerras de cuarta generación»[92]
En cada uno de los puntos y en su totalidad está presente de una forma u otra la guerra psicológica, los métodos generalmente invisibles de manipulación o destrucción de la conciencia que hemos visto arriba en su generalidad. La manipulación no actúa de manera aislada, puntual, dejando espacios y tiempos libres de ella que permiten a las personas, colectivos, clases y pueblos oprimidos encontrar un respiro, pensar y reaccionar. No. Los métodos de manipulación son permanentes porque ella misma es necesaria en todo instante para la supervivencia del capitalismo, porque la manipulación dificulta en extremo la crítica revolucionaria del fetichismo del capital. Por esto, hace muy bien Silvina M. Romano cuando habla de guerra psicológica permanente:
«En general, se entiende a la guerra psicológica como propaganda y engaño a través de los medios de comunicación. Sin embargo, se trata de algo mucho más amplio. Considerando las prácticas implementadas desde su institucionalización (inicios de la Guerra Fría) hasta la actualidad, entendemos que incluye y combina estrategias de asistencia para el desarrollo (presión y extorsión económica), el manejo de (des)información (propaganda, programas culturales y de educación, intercambio estudiantil, formación de líderes) y de seguridad (intervención militar, en generalde baja intensidad). Resumiendo, se trata de una guerra que conjuga aspectos políticos, económicos, culturales y militares»[93].
A finales de 2015 se conoció el documento Guerra de Inteligencia y Control Social de la Armada de Colombia.Empieza citando a George, W. Gray: « El uso de las ideas para suplementar o sustituir las armas materiales es tan antiguo como el grito de guerra de la tribu o el tom-tom africano. En todas las guerras tratan los antagonistas de propagar ideas que beneficien a su causa y perjudiquen la del enemigo por medio de razonamientos, de sugestiones, de llamamientos emotivos, reteniendo algunas informaciones y haciendo resaltar otras: y por otras tácticas que van desde el engaño organizado, hasta la mentira más descarada». Luego ofrecenesta definición: «Es una guerra de convicciones, de ideas de pensamientos y doctrinas políticas en las que debe pretenderse influir en la mente del enemigo, población civil, y propias tropas hasta llevarlo a pensar como nosotros queremos»[94].
Recordemos las citas chinas e hindús presentadas en nuestra ponencia porqueson la base de la contrainsurgencia actual y del documento colombiano, que cita a Sun Tzu: «Entre más secretos conozcamos del enemigo mejor será. Entre menos secretos conozca el enemigo de nosotros, mejor será», y a Mao TseTung: «Si el enemigo avanza nosretiramos; si el enemigo se detiene, lo hostigamos; si evita la batalla, lo atacamos; si se retira lo seguimos». Las estratagemas que propone son:
El desconcierto: Desorientar al enemigo y cubrir nuestra situación e intención real.La intimidación: Dominar al enemigo y hacer vacilar la voluntad.La fragmentación: Desmoronar la unión del enemigo, creando frustraciones y enfrentamientos al interior del enemigo. El miedo: Desviar los planes de acción del enemigo.La difamación: Disminuir el prestigio y el crédito del enemigo, debilitando sus mandos.
Y los objetivos de «la acción de masas» son: 1. Controlar la psicología de las masas, empleando la fortaleza de nuestras tropas bajo el empleo consolidado de la guerra total, para implementar nuestra políticanacional y buscar nuestra propia consolidación. 2. Sembrar la semilla de la discordia entre las masas enemigas a fin de destruir el control que tiene el enemigo sobre las masas, debilitar su poderío y buscar al fin su destrucción[95].
Todas y cada una de estas tácticas han sido utilizadascontra Venezuela, llegando a su acción coordinada e integralen las sucesivas guarimbas fascistas. L. Brea es autor de una de las mejores investigaciones sobre los crímenes de odio que definen mejor que nada qué es y para qué actúa la guarimba fascista. Una de las excelencias de su texto es que contextualiza la agresión a Venezuela dentro de la lucha mundial de los pueblos contra el terrorismo imperialista: Libia, Ucrania, yihadismo del Estado Islámico… aunque precisando las sutiles diferencias que les distingue de las guarimbas. El autor presenta tres características de los delitos de odio contra el pueblo venezolano: Primera, las víctimas merecían sufrir la violencia, incluso ser asesinadas, por el simple hecho de ser chavistas. Segunda, todas las violencias y asesinatos fueron públicos. Y tercera, todas tuvieron un sentido espectacular. De lo que se trataba era mostrar la legitimidad de «negar al otro», al chavismo[96], o también la legitimidad de asesinar chavistas. L. Brea continúa:
«Las guarimbas son, en primera instancia, un dispositivo de lucha política, un medio táctico para lograr el derrocamiento del gobierno e instaurar un nuevo estado de cosas. Su principal recurso es la violencia espectacular. De ahí que la historia de la guarimba es la historia del refinamiento de la violencia que despliega […] Al principio eran vecinos que trancaban las urbanizaciones de clase alta. Luego se sumaron grupos de choque de los partidos políticos de la ultraderecha. Por último se agregaban elementos “a sueldo” y profesionales de la violencia de todo cuño»[97].
Son brillantes las identidades y diferencias que establece el autor entre las hogueras humanas de la Santa Inquisición y del KuKluxKlan, y las de las guarimbas. Las de las dos primeras consistían en que «Más que una manifestación de odio, estos crímenes expresan la voluntad supremacista blanca, es decir, una voluntad política que pugna por la reafirmación de un “derecho” que concede una “superioridad” que se ve amenazada». Mientras que la quema de chavistas por las guarimbas son terrorismo «pero sin olvidar nunca que el sentido de la violencia trasciende de la intimidación y busca la constitución de un orden, de un derecho, cuya forma positiva definitiva estaría por verse, aunque ya se prefigura en la negación del otro chavista, que es la condición propuesta por los sectores radicales de la derecha para el “nuevo amanecer de Venezuela”»[98]: amanecer iluminado por las llamas del chavismo quemado vivo.
La Santa Inquisición,el KuKluxKlan, los campos de concentración españoles en Cuba[99], los campos nazis, la castración de pueblos originarios, los bombardeos con agente naranja, los vuelos de la muerte y las desapariciones forzosas, las guarimbas, el terrorismo teledirigido por la Inteligencia imperialista, las «prisiones flotantes»[100]… son tácticas que el poder imperialista aplica cuando el arte de la manipulación fracasa contra las naciones resistentes.
3.- LA PRAXIS
El Comandante Chávez planteó en 2004 que «de este siglo no pasa», que en este siglo XXI Nuestramérica deberá llegar a ser la Patria Grande. Su perspectiva bicentenaria, desde la segunda década del siglo XIX a la segunda del s. XXI, es tanto más necesaria cuanto que en este debate nos enfrentamos a un conjunto de problemas caracterizados por su larga duración, como es todo lo relacionado con el arte de la teledirección de las conciencias alienadas.
La perspectiva histórica presente en los dos capítulos anteriores nos permite ahoraextraer al menos cuatro conclusiones vitales para reflexionar entre todas y todos sobre nuestra praxis anti hegemónica. La primera, y que por su obviedad no desarrollamos ahora, es que en todo lo relacionado con la comunicación sociopolítica y cultural debe ser protagónico el pueblo trabajador, es decir: «el ser comunal que habla por sí mismo».
La segunda es que los pueblos que se resistían y se niegan a que sea destruida su identidad comunal, sufren el ataque inmisericorde del racismo colonizador, del eurocentrismo, definido por E. Dusselcon un listado de siete características que destruyen la identidad de los pueblos no occidentales, destruyen su autoestima, dignidad y orgullo, destruye su historia y su memoria: los anulan como sujetos activos y conscientes reduciéndolos a objetos pasivos e inconscientes[101]:
El eurocentrismo se define superior a otras civilizaciones y culturas. Al ser superior tiene la obligación moral de desarrollar a los más primitivos, rudos y bárbaros. Este desarrollo debe ser siempre copia y calco del anterior desarrollo europeo. Dado que el bárbaro se resiste a ser civilizado, el eurocentrismo debe aplicar la guerra justa colonial en bien del bárbaro. Las víctimas de la guerra justa colonial son por ello inevitables y tienen el sentido cuasi-ritual de víctimas propiciatorias en el sacrificio. La negativa del bárbaro a ser civilizado exime de toda culpa a la modernidad, traslada ésta a los bárbaros por resistirse y dota al eurocentrismo de contenido emancipador. Por esto, son inevitables los costos de la modernización de los pueblos atrasados e inmaduros.
La tercera es que estas características se han desarrollado a la vez que la expansión del capitalismo, y aparecen ahora expresadas con nuevas formas en el muy concentrado y centralizado poder mediático ramificado en sólo cinco grandes monopolios: « La acelerada concentración de empresas que brindan servicios en Tecnologías de Informática y Comunicaciones fundamentalmente basados en software, dejó como resultado que Google (integrada en Alphabet Inc.), Microsoft, Facebook (que integra 19 WhatsApp), Apple y Amazon sean los destinatarios de todas las conexiones que realizamos diariamente en internet.»[102]. Un poder terrible que lo sufrimos a diario.
Y la cuarta y última es la que nos aporta V. Romano tras su detenido estudio sobre la sumisión humana: la “comunicación” capitalista no es invencible ni todopoderosa, al contrario:
«La manipulación ideológica tiene también su talón de Aquiles. Las contradicciones se pueden camuflar e interpretar falsamente, pero no se pueden superar ni eliminar bajo el capitalismo. Los llamados “medios de comunicación de masas”, todo el sistema educativo, la industria entera de la conciencia y de la publicidad comercial pueden interpretar, presentar, comentar, tergiversar o embellecer como quieran una realidad compleja y contradictoria. Pero las disparidades y conflictos sociales se mantienen, y cada día son más evidentes: sigue habiendo ricos y pobres, trabajadores y desempleados, hartos y hambrientos, etc.
El ser social no se modifica con una conciencia manipulada. El carácter inhumano de este orden social se va conociendo con la experiencia. Gracias a ella aprendemos a ser más críticos con los medios de comunicación, a ser más exigentes con la calidad de los productos materiales y culturales, a reflexionar sobre las causas del abismo que existe entre la realidad y lo que esos “medios de masas” nos presentan. Los límites de la manipulación hay que buscarlos en las contradicciones del propio sistema»[103].
La dialéctica marxista de esta última frase -«Los límites de la manipulación hay que buscarlos en las contradicciones del propio sistema»- será la que nos guie en las cinco propuestas a debate:
Primera: en toda lucha contra la hegemonía de la “comunicación” burguesa hay que construir y partir del «ser comunal que habla por sí mismo», es decir, primar lo colectivo autoorganizado que reflexione en comunidad sobre todos los problemas. Sea el grupo que fuere con los objetivos que tuviera –radio vecinal, revista popular, colectivo cultural, televisión barrial–, la única forma de luchar contra la “comunicación” burguesa y vencerla en su ámbito de intervención no es otra que practicar la democracia directa interna del debate constructivo como base para explicar la verdad del pueblo.
Al ser un colectivo comunal en autorreflexiónhorizontal, está capacitado para demostrar que la verdad descubierta en colectivo siempre es superior a la manipulación inherente a la industria mediática. Al hablar, pensar y hacer desde el interior del «ser comunal» descubre las mentiras de la prensa del capital, saca a la luz las contradicciones sociales y ofrece a la comunidad una propuesta de actuación para el triunfo popular. Al ser comunal combate interna y externamente el individualismo burgués, una de las anclas irracionales del poder del capital. Es por esto que la clase dominante siempre intenta acabar con la horizontalidad democrática de asambleas, comités, asociaciones, consejos, comunas, etc., porque sabe que es la mejor arma de la clase obrera y el pueblo trabajador, imponiendo por el contrario la verticalidad burocrática.
Segunda: la lucha contra la “comunicación” colonizadora realizada por el «ser comunal que habla por sí mismo», debe basarse en la (re)construcción de la identidad orgullosa y digna de las naciones vejadas por el racismo eurocéntrico. Tal (re)construcción debe alimentarse en primer lugar de las inagotables experiencias de la mujer trabajadora que lleva en su conciencia íntima y sobre sus espaldas la memoria viva de Nuestramérica y la dureza de su presente heroico, pero sobre todo en las lecciones amargas y 20 dulces que ella atesora porque, bajo el patriarcado imperialista, ella es el suelo último sobre el que caen todas las opresiones, dominaciones e injusticias, y la raíz de la emergen todas las resistencias.
Decimos (re)construcción porque la lucha contra la manipulación eurocéntrica es tanto más efectiva en la medida en que recupera y actualiza valores precoloniales de resistencia contra las injusticias, de fusión con la naturaleza, de defensa de los bienes comunes, de horizontalidad convivencial, de desprecio y odio al entreguismo, a la traición al pueblo y a la sumisión al amo extranjero… Valores actualizados en la lucha obrera, campesina, socioecológica, cultural, internacionalista que libramos contra el imperialismo actual. Leamos otra vez a SaïdBoumama:
«No es menos cierto que las esperanzas suscitadas por la Tricontinental siguen siendo de candente actualidad. Testimonio de ello son experiencias como la revolución burkinesa, la Alianza Bolivariana o los foros sociales mundiales. En su conjunto son intentos de retomar la iniciativa histórica en un contexto nuevo, lo que plantea cuestiones similares a las planteadas por la Tricontinental. Los condenados de la tierra de los tres continentes se siguen enfrentando a las mismas cuestiones, a las mismas dificultades y a las mismas urgencias. Si hoy nadie puede pretender tener la respuesta a estos retos, sigue siendo seguro que la reapropiación de las luchas de las generaciones anteriores de militantes es parte integrante de la solución que hay que construir»[104].
Tercera: la lucha contra la “comunicación” imperialista debe ser sincera en la verdad, cálida en el rigor, afectiva en la inmediatez cómplice, pedagógica en la complejidad de lo real, valiente en lo peligroso de toda verdad, concreta en la denuncia y en la propuesta, abierta en la autocrítica, creativa en la imaginación, barata y asequible en los costos inevitables, coordinada en lo nacional e internacionalista por vocación, impulsora de lo comunal, y artística porque el arte del pueblo es la libertad en acción.
Por el contrario, la industria de la manipulación se basa, como hemos visto, en formas de mentira y medias verdades; en la provocación de ansiedades y miedos, y de falsas esperanzas que terminan frustrándose al no cumplirse; en el autoritarismo asalariado inherente a toda industria mediática que hace que su “comunicación” destile un tufo disciplinario; en la superficialidad de risas falsas y espectacularidad artificial para obnubilar y desorientar, para impedir llegar al fondo crítico de la realidad; en la masificación desordenada de noticias parciales, datos descontextualizados; en la hipersexualización machista y violenta; en cambios bruscos de temario, etc., de modo que le sea imposible al pueblo trabajador desarrollar una visión objetiva de la explotación que sufre.
Cuarta: la lucha contra el monopolio de la “comunicación” por un pequeñito grupo de grandes empresas de la alienación que tienen a EEUU como «Estado-cuna», sólo puede extenderse si se basa en el proceso que va de los contrapoderes vecinales, laborales, etc., en los que el «ser comunal» ejerce su praxis de liberación hasta las formas de poder de prensa popular, ascendiendo coordinadamente por redes de doble poder des alienador en ciudades y a escala estato-nacional e internacional. O sea, contra el poder manipulador del imperialismo, el poder de la prensa popular a diversos niveles procesuales. Claro que los pueblos que, como el venezolano y cubano, tienen su propio Estado gozan de una muy merecida «ventaja» sobre los que aún no tenemos Estado propio, «ventaja» ganada con heroísmo y mantenida con sacrificio.
La trágica lección de Bolivia nos enseña lo vital que es el poder del pueblo trabajador en sus más mínimas expresiones. Quieren silenciar a Bolivia no sólo para aislarla del mundo y así aplastarlo en la impunidad absoluta, sino sobre todo para impedir la unidad interna de las luchas para recuperar la libertad. Se trata de una tendencia represiva mundial –la burguesía española va a la cabeza en esta persecución- que debemos vencer mediante la mundialización integrada de la praxis concienciadora. Bolívar ya era consciente de esta necesidad para Nuestramérica a comienzos del siglo XIX, como hemos visto. La visión en perspectiva del Comandante Chávez nos ha llevado incluso a comprender que ahora hasta el logro histórico de la Trilateral debe extenderse más allá de los tres continentes, abarcando al planeta entero.
Y quinta: la lucha contra la “comunicación” del capital debe evitar lo arriba dicho sobre el «consumo de ilusiones»: la verdad debe ser dicha de manera pedagógica, asequible y realista, como también hemos dicho. La verdad nace y crece en las calderas y hornos subterráneos de las contradicciones en las que nosotros y nosotras malvivimos. Llegar a ella, descubrir sus enrevesadas relaciones, ordenarlas teóricamente y darlas a conocer al pueblo para que la emplee como arma revolucionaria, esta es la primera fase de la concienciación. La segunda y definitiva fase es que sea el pueblo el que elabore él mismo el arma de la verdad sin depender de intermediarios por voluntariosos y sinceros que sean.
Las ilusiones, por bienintencionadas que sean, crean expectativas que tarde o temprano se incumplen, defraudan y generan decepción porque, sin una realidad que las sustente, son una droga que atonta la inteligencia. Las revoluciones triunfan y se sostienen diciendo la verdad y construyéndola colectivamente, de modo que sea la praxis comunal la que hable por sí misma.
EUSKAL HERRIA 28 de noviembre de 2019 22
Notas
[1]Hugo Chávez Frías «Nuestro Norte es el Sur». Hugo Chávez Frías. Pensamiento antiimperialista y unión de los pueblos. Caracas 2019, pp. 81-82.
[2] Indalecio Liévano Aguirre: Bolivarismo y Monroísmo. Grijalbo, Venezuela 2007, pp. 81-90.
[3] K. Marx: Formaciones económicas precapitalistas. Talleres Gráficos. 1967. p. 140.
[4] K. Marx:El dieciocho Brumario de Luís Bonaparte, Obras Escogidas, Progreso, Moscú, 1978. Tomo I. p. 453.
[5] P. Garelli, S. Sauneron: El trabajo bajo los primeros Estados. Grijalbo. Barcelona 1974. p. 12
[6] Marx y Engels: Manifiesto del Partido Comunista, Obras Escogidas, Progreso, Moscú, 1978, Tomo I, p. 126.
[7] Rondo Cameron: Historia económica mundial. Alianza Universal. Madrid 1995, pp. 53-54.
[8] James C. Scott: Los dominados y el arte de la resistencia. Txalaparta. Tafalla 2003, p. 7.
[9] James C. Scott: Los dominados y el arte de la resistencia. Txalaparta. Tafalla 2003, pp. 223-243.
[10]E. Ferrer Rodríguez: De la lucha de clases a la lucha de frases, Taurus, México 1995, p. 26
[11] Sun Tzu: El arte de la guerra, Fundamentos, Madrid 1974, pp. 49-53.
[12]Sun Tzu: El arte de la guerra, Fundamentos, Madrid 1974, p. 90.
[13] E. Ferrer Rodríguez: De la lucha de clases a la lucha de frases, Taurus, México 1995, p. 27.
[14] AA.VV.: Técnicas bélicas del mundo antiguo 3000 a. C. – 500 d. C. LIBSA. Madrid, 2006, pp. 135-177.
[15] César Cervera:La decimatio, el castigo más salvaje reservado a las legiones romanas sediciosas. 13 de noviembre de 2015 (https://www.abc.es/historia/abci-decimatio-castigo-mas-salvaje-reservadolegiones-romanas-sediciosas-201511130314_noticia.html)
[16] Jesús María Herrara Salas: El Negro Miguel y la primera revolución venezolana. Vadell. Caracas 2003, pp. 273-313.
[17] Jesús María Herrara Salas: El Negro Miguel y la primera revolución venezolana. Vadell. Caracas 2003, p. 44.
[18] Jesús María Herrara Salas: El Negro Miguel y la primera revolución venezolana. Vadell. Caracas 2003, pp. 167-229.
[19] Fernando Báez: El saqueo cultural de América Latina. Debate. México 2008, pp. 95- 98.
[20]E. R. Wolf: Europa y la gente sin historia.FCE, México, 1994, pp. 181-185. [21]L. Ugalde: El tesoro de los indios ¿Cómo hacerlos más útiles a la economía española? UCAB. Caracas 2000. pp. 49 y ss. 23
[22] Hugo Néstor Peña Pupo, Vindicación del piel roja. Ciencias Sociales. La Habana 2014, pp. 35-36.
[23] S. Guerra Vilaboy: Breve historia de América Latina. Ciencias Sociales. La Habana 2006. p. 77. Y P. O’Donnell: El Rey Blanco. La historia argentina que no nos contaron.Debolsillo. Buenos Aires 2004. pp. 205.
[24] Antonio Espino López: «Huestes y tácticas conquistadoras». La conquista del Perú. Desperta Ferro, Madrid, Nº 37, Diciembre 2018-Febrero 2019, pp. 21-23.
[25] Peter Jay: La riqueza del hombre. Crítica. Barcelona 2002. P. 133.
[26] J. Mosterín: El pensamiento arcaico. Alianza Editorial. Madrid 2006. Pp. 264-265.
[27]J. L. Peset, Ciencia y Libertad. El papel del científico ante la independencia americana. CSIC Madrid 1987, p. 14.
[28] J. L. Peset, Ciencia y Libertad. El papel del científico ante la independencia americana. CSIC Madrid 1987, pp. 233-267.
[29] Jorge Luís Ubertalli: Guaycuru. Tierra rebelde. Antarca. Buenos Aires. 1987, pp. 53-54.
[30]Jorge Luis Ubertalli: Guaycuru. Tierra rebelde. Antarca. Buenos Aires. 1987, p. 40.
[31] C.L.R. James: Los jacobinos negros. Casa de las Américas. La Habana, 2010, p. 12.
[32] Carlos Mariátegui: Defensa del marxismo. Obras. El perro y la rana. Caracas 2010, Tomo IV, p. 97.
[33] Carlos Mariátegui: 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana. Obras. El perro y la rana. Caracas 2010, Tomo II, pp. 175-202.
[34] Antonio Rangel: Luces y sombras. Iglesia, poder y Estado en Venezuela. Pequiven-Ich. Mérida, Venezuela 2016, pp. 54-81.
[35] Antonio Rangel: Luces y sombras. Iglesia, poder y Estado en Venezuela. Pequiven-Ich, Mérida, Venezuela 2016, p. 296.
[36] Antonio Rangel: Luces y sombras. Iglesia, poder y Estado en Venezuela. Pequiven-Ich, Mérida, Venezuela 2016, p. 309.
[37] Franco Velázquez: Protestantismo y poder político. MIR. Caracas 2008, pp. 125-126
. [38] Nicolás Iglesias Schneider: A Dios rogando y con el mazo dando. El papel de la religión en el golpe boliviano. 21 de noviembre de 2019 (https://brecha.com.uy/a-dios-rogando-y-con-el-mazodando/)
[39] Francisco Bosch: Dios ha vuelto al Palacio Quemado. 12 de noviembre de 2019 (https://www.religiondigital.org/america/dios-vuelto-Palacio-Quemado-bolivia-evo-morales-podercomunidad_0_2176282362.html)
[40] Paul Johnson: La historia del cristianismo. Vergara Editor, Buenos Aires 1989, pp. 493-494. 24
[41]FrancesStonor Saunders: La CIA y la Guerra Fría cultural, Editorial Península, Barcelona 2001, p. 212.
[42]SaïdBoumama: La Tricontinental. BoltxeLiburutegia. Bilbo, 2018, pp. 175 y ss.
[43] AA.VV.: Rebelión Tricontinental. Ciencias Sociales. La Habana, 2007, pp. 391 y ss.
[44] Jack YaySimons: Clase y color en Sudáfrica de 1850 a 1950. Ciencias Sociales. La Habana, 2007, pp532 y ss. [45] Ariel Dorfman y ArmandMattelard: Para leer el pato Donald. Comunicación de masa y colonialismo. Siglo XXI, México 1981, pp. 57-58.
[46]ArmandMattelard: La cultura como empresa multinacional. ERA. México 1974, pp. 61-100.
[47]Radialistas Apasionadas: «Mentiras abiertas y sutiles eufemismos». Periodismo y crimen. El caso Venezuela 11-04-02. Hiru Argilatetxe, Hondarribia. 2002, pp. 62-64.
[48] Enrique Ubieta Gómez: Venezuela rebelde. Solidaridad vs. Dinero. Edit. Abril. La Habana, 2016, pp. 207-226. [49] Stella Calloni: Evo en la mira. CIA y DEA en Bolivia. Ciencias Sociales. La Habana 2014, pp. 432-438.
[50] Stella Calloni: Evo en la mira. CIA y DEA en Bolivia. Ciencias Sociales. La Habana 2014, pp. 269-296.
[51] Stella Calloni: Brasil. La guerra sucia de noticias falsas para imponer a Bolsonaro. 17 de diciembre de 2018 (http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/12/17/brasil-la-guerra-sucia-denoticias-falsas-para-imponer-a-bolsonaro/)
[52] Tomás Araya: La USAID y los golpes blandos en América Latina. 15 de mayo de 2018 (https://deverdaddigital.com/la-usaid-y-los-golpes-blandos-en-america-latina/)
[53] Denise Braz y Vanesa Dourado: Golpes en América Latina: evangelizar a los “salvajes” y recolonizar a la región. 23 de noviembre de 2019 (https://kaosenlared.net/golpes-en-america-latinaevangelizar-a-los-salvajes-y-recolonizar-la-region/)
[54] Fernando Buen Abad: Filosofía de la Comunicación. Edit. Amanecí de Bala. Caracas 2013, p, 124.
[55] Fernando Buen Abad: Filosofía de la Comunicación. Edit. Amanecí de Bala. Caracas 2013, p, 134.
[56] Miguel Casado, Sobre la acción política de la poesía. 30 de marzo de 2016 (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=210561)
[57]Elíades Acosta Matos: Imperialismo del siglo XXI: Las Guerras Culturales. Casa Editorial Abril. La Habana 2009, pp. 323-335.
[58]J. P. Garnier: Contra los territorios delpoder, Virus, Barcelona 2006, p. 22: 25
[59] Jorge Cerletti: La posverdad y los golpes blandos. 25 de octubre de 2018 (http://contrahegemoniaweb.com.ar/la-posverdad-y-los-golpes-blandos/)
[60] Atilio Boron: Mentir sobre Bolivia. 24 de noviembre de 2019 (http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/11/24/mentir-sobre-bolivia/) [61]
[61] Chris Hedges: La mentira permanente, nuestra amenaza más mortífera. 23 de diciembre de 2017 (http://www.sinpermiso.info/textos/la-mentira-permanente-nuestra-amenaza-mas-mortifera)
[62] Colectivo Treva y Pau: La servidumbre voluntaria. 3 de septiembre de 2018 (https://www.lavanguardia.com/opinion/20180903/451585230719/la-servidumbre-voluntaria.html)
[63]Jorge Larrosa: «Tecnología del yo y educación». Escuela, poder y subjetivación. La Piqueta. Madrid 1995, pp, 322-323.
[64] Enrique González Duro: Biografía del miedo. Debate, Barcelona 2007, pp. 42-43.
[65]Enrique González Duro: Biografía del miedo. Debate, Barcelona 2007, pp. 254-256.
[66] AA.VV.: «Colbert». Historia Universal. Salvat-El País. Madrid 2004, Tomo 15, pp. 302-307.
[67] Darío Melossi: Controlar el delito, controlar la sociedad. Siglo XXI, Buenos Aires 2018, pp. 291 y ss. [68] David Garland: Castigar y asistir. Siglo XXI, Buenos Aires 2018, pp. 323 y ss.
[69] Véase (https://borrokagaraia.files.wordpress.com/2013/08/plan_zen.pdf)
[70] José Luís Moreno: «Gubernamentabilidad, biopolítica, neoliberalismo: Foucault en situación». Hacer vivir, dejar morir. Biopolítica y capitalismo. Catarata, Madrid 2010, pp. 84-107.
[71] Roberto Coll-Vinent: La creación de un líder. La organización de la propaganda política. DOPESA. Barcelona 1975, pp. 320 y ss.
[72] Jordi Berrio: Teoría social de la persuasión. Edit. Mitre. Barcelona 1983, pp. 67-88.
[73] J.A.C. Brown: Técnicas de persuasión. Alianza Editorial, Madrid 1984, p. 167.
[74] Albino Prada: Crítica del hipercapitalismo digital. Fundación 1º de Mayo. Madrid 2019, p. 21.
[75] Camilo Taufic: Periodismo y lucha de clases. Akal. Madrid 1976, pp. 179 y ss.
[76] Peter Brückner: Sobre la patología de la obediencia, Psicología Política,Barral Editores, Barcelona 1971, p. 169.
[77] Ramón Reig: El control de la comunicación de masas. Bases estructurales y psicosociales. Libertarias. Madrid 1995, pp. 469-470. [78] Douglas Rushkoff: Coerción. Por qué hacemos caso a lo que nos dicen. La Liebre de Marzo. Barcelona 2001, p. 160 26 [79] Douglas Rushkoff: Coerción. Por qué hacemos caso a lo que nos dicen. La Liebre de Marzo. Barcelona 2001, pp. 164-165. [80] Douglas Rushkoff: Coerción. Por qué hacemos caso a lo que nos dicen.La Liebre de Marzo. Barcelona 2001, pp. 62-63.
[81] Franz Neumann: «Ansiedad y política». Miedo y sociedad. Edit. Escuela, Argentina 1976, p. 43.
[82] Daniel Sibony: «De la indiferencia en materia de política». Locura y sociedad segregativa. Anagrama, Barcelona 1976, p. 108.
[83] Rafael Vidal Jiménez: Capitalismo (disciplinario) de redes y cultura (global) del miedo. Ediciones del Signo. Buenos Aires 2005, pp. 117-118 [84]Dax Toscano Segovia: El modelo de propaganda imperialista contra Cuba. Casa de la cultura ecuatoriana. Quito. 2005, p. 129.
[85] Patrick Boucheron-CoreyRobin: El miedo. Clave Intelectual. Madrid 2019, pp. 20-40.
[86]Jaume Balboa: Entre el miedo y la violencia. Estrategia de terror y de represión para el control social. 29 de junio de 2006 (https://www.lahaine.org/est_espanol.php/entre_el_miedo_y_la_violencia_estrategia)
[87] Erich Fromm: Sobre la desobediencia y otros ensayos. Paidós Studio. Barcelona 1984, pp. 9-15.
[88] Misión Verdad: Manipulación del consenso: 60 mil cuentas falsas apoyan el golpe en Bolivia. 18 de noviembre de 2019 (http://misionverdad.com/tendencias/manipulacion-del-consenso-60-milcuentas-falsas-apoyan-golpe-en-bolivia)
[89] Carlos del Castillo: Una campaña coordinada con miles de nuevas cuentas de Twitter y bulos contra Morales la imagen internacional del golpe en Bolivia. 21 de noviembre de 2019 (https://www.eldiario.es/tecnologia/operacion-expulsar-Morales-Bolivia-Twitter_0_965203787.html) [
90] Marcos Roitman Rosenmann: El nuevo totalitarismo: EEUU y la guerra neocortical. 28 de mayo de 2019 (https://www.lahaine.org/mundo.php/el-nuevo-totalitarismo-eeuu-y)
[91] Emiliano Lima y Mercedes Cardoso: La sicotecnología y los siniestros laboratorios del Pentágono para intervenir el cerebro humano. 25 de noviembre de 2006 (https://www.lahaine.org/est_espanol.php/la_sicotecnologia_y_los_siniestros_labor)
[92] Daniel Martínez: Teoría y práctica de la Guerra de Cuarta Generación. 27 de marzo de 2009 (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=82925)
[93] Silvina M. Romano: «La guerra psicológica como guerra permanente» Voces en el Fénix Nº 44(https://www.vocesenelfenix.com/content/la-guerra-psicol%C3%B3gica-como-guerra-permanenteestados-unidos-en-am%C3%A9rica-latina)
[94] El Sudamericano: ¿Qué es la guerra psicológica permanente? 18 de diciembre de 2015 (https://elsudamericano.wordpress.com/2015/12/18/que-es-la-guerra-psicologica-permanente/) 27
[95] El Sudamericano: ¿Qué es la guerra psicológica permanente? 18 de diciembre de 2015 Ídem.
[96] Lenin Brea: Venezuela: Crímenes de odio y violencia incendiaria 2017. El perro y la rana, Caracas, 2018, pp. 35-36.
[97] Lenin Brea: Venezuela: Crímenes de odio y violencia incendiaria 2017. El perro y la rana, Caracas, 2018, p. 39.
[98] Lenin Brea: Venezuela: Crímenes de odio y violencia incendiaria 2017. El perro y la rana, Caracas, 2018, pp. 42-43.
[99] MPR: La España colonialista inventó los primeros campos de concentración en Cuba. 5 de noviembre de 2018 (https://movimientopoliticoderesistencia.blogspot.com/2018/11/la-espanacolonialista-invento-los.html)
[100]Gilberto López y Rivas: Estudiando la contrainsurgencia de los Estados Unidos. P. 114. Septiembre de 2019 (https://elsudamericano.files.wordpress.com/2019/09/contrainsurgencia-deestados-unidos-lopez-y-rivas.pdf) [
101]E. Dussel: «Europa, modernidad y eurocentrismo» La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, CLACSO. 2003, pp. 48-49. [
102] Alfredo Moreno: (Comunicación política) Cinco monopolios construyen el relato del mundo. 15 de diciembre de 2018 (http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/12/16/comunicacion-politicacinco-monopolios-construyen-el-relato-en-el-mundo/)
[103] Vicente Romano: La formación de la mentalidad sumisa. Fundación Simón Rodríguez. Miranda. Venezuela. 2007, pp. 172-173.
[104]SaïdBoumama: La Tricontinental. BoltxeLiburutegia. Bilbo, 2018, p. 204