La clase política del Ecuador sobrepasa el calificativo de ‘impresentable’ por kilómetros. En medio de la cuarentena ante el avance de una epidemia de proporciones planetarias, lo único que les interesa es asegurar su permanencia en el poder, y los beneficios que de él han obtenido desde hace medio siglo, o más.
Mientras las discretas cifras oficiales del gobierno sobre contagiados, afectados y fallecidos se ven desmentidas por el mismo clamor de ciertas autoridades y cuidadanos que informan sobre el abarrotamiento de morgues y crematorios, sobre todo en Guayaquil, y mientras el gobierno decide pagar los bonos de la deuda antes que atender la emergencia, a ellos tampoco les importa mucho el destino de la gente. Lo que les quita el sueño, y vuelve más angustiosas aún sus noches de insomnio sin viagra que valga, es la posibilidad de que por algún desliz de sus perversos cálculos regrese Rafael Correa o algo parecido.
Y entonces, forman un grupete llamado ‘Cauce Democrático’ dizque para apoyar al auto desaparecido presidente Lenin Moreno, que si antes de la emergencia ya tenía menos del diez por ciento de aprobación, ahora, con suerte, debe andar por el menos cincuenta.
Dicen que es un grupo de apoyo al gobierno en medio de la emergencia, y que es, además (cáiganse), un grupo de ‘unidad nacional’. Sin embargo, aclaran desde el principio, que no quieren dentro de sus filas a ningún integrante de lo que ellos llaman la ‘banda correísta’.
Habráse visto tal nivel de cinismo, que se autodenominan ‘democrático’, pero excluyen a la fuerza política con mayor intención de voto en las últimas dos décadas, en todo el Ecuador. Y en ese ánimo excluyente se atreven a proclamar la ‘unidad nacional’. Pero además deciden llamarse ‘cauce’, cuando lo que quieren es revolver el río en medio de la pandemia para no perder un solo pez gordo.
Como se ha hecho más o menos desde que aparentemente Flores mandó a matar a Sucre para impedirle el acceso a la presidencia, y más allá del nombre, se burlan de las aspiraciones más profundas del pueblo ecuatoriano. No les importa el terrible momento que estamos atravesando como país y sociedad. Por más proclamas que hagan, al igual que a su chabacano empleado, les vale un bledo le país. No buscan (nunca han buscado) generar un estado de bienestar, sino seguir manteniendo sus privilegios.Es más, están aterrados de que eso tenga la mínima posibilidad de suceder.
Ahora bien, portales orgánicos, seducidos por el lado oscuro de la fuerza y lobos con piel de cordero ha habido siempre. Lo preocupante es que la gente haya perdido su capacidad de reacción.
Si seguimos dejando nuestro destino en manos de ‘patricios’, iluminados y predestinados de buena cuna pero mal espíritu, el Ecuador no tardará en convertirse en un estado inviable, quebrado y hasta en el protectorado despreciable de alguna macro potencia que también se agarra con las uñas para no perder su título demasiado aparatosamente. Aunque no parezca, eso es lo que quieren. Y a toda velocidad, porque el tiempo se les acaba, y lo saben.
Entonces, gente de recta consciencia y buena voluntad que tal vez todavía existe en nuestro territorio… ¿qué estamos esperando?
Aunque suene a lugar común, el silencio de los buenos siempre es cómplice de las atrocidades de los malos.