Me ha invadido la nostalgia, hoy miré las puertas cerradas de las oficinas del ferrocarril en Ibarra, ¡cuánta belleza en ese edificio! que fue reconstruido para que la memoria de Alfaro no se borre, una obra magnífica que realza sin duda alguna la hermosura de esta ciudad. Creo que la nostalgia no es en sí misma por el edificio, los ladrillos, la pintura, sino por aquello que perdimos, más aun, siento tristeza que se convierte a veces en ira, por aquellos que tienen el insaciable deseo de enterrar la dignidad, la alegría, el entusiasmo, la identidad, la imagen, que como pueblo y nación alcanzamos antes de que gente sin principios, sin sentido de patria se hagan del poder. Me pregunto: ¿En serio vamos a permitir que se lo lleven todo, vamos a dejar que nos despojen de lo construido, de lo bien hecho? O acaso, ayudaremos a nuestros verdugos a poner más tierra y que no quede piedra sobre piedra y con ello llegue el olvido de que tuvimos por obra del destino un breve lapso de tiempo de lucidez y claridad en la conducción de nuestros destinos como país. Si no tenemos el valor de resguardar lo edificado, vendrán los de siempre y nos contarán a su gusto y manera la historia, que no será la nuestra.



¡Ah¡ Octubre19, ¿Qué hubiese pasado si te dejaban ser?

¿Si te dejaban vencer junto a tu pueblo?

¿Si las calles de Quito hubieran resistido un poquito más?

¿Si los ponchos hubieran sido más altivos como los páramos?

¿Si las voces no se hubieran apagado por ensordecedoras balas?

 

¡Oh¡ amado pueblo

¿Acaso no es ya suficiente de reciclados políticos

y otros recién empaquetaditos que te mienten con la boca llena,

de cantos mentirosos de sirena,

que miras cada mañana en la televisión mañanera?

Encontrarás mi pueblo amado tu cauce,

no echarás a la suerte tu suerte,

                            que la reclamarán tus hijos en esta gloriosa tierra.                                   

Por Editor