La política es la función e instrumento para desarrollar al ser humano en todas sus dimensiones. Sin embargo, la aplicación de la política democrática en el Ecuador fue defraudada, por cuanto el Presidente electo, giró su rumbo -traición a la Patria- hacia satisfacer los intereses y requerimientos de los sectores económicos influyentes en el país, así como a mantener un perfil de obediencia de la oferta e imposición de los organismos crediticios internacionales y sus acreedores.
Este hábil ciudadano, con débil formación ideológica y política, se alió a los partidos políticos denominados de la partidocracia en el marco de diálogo nacional, quienes entre apretones de manos y fotografías disfrutaban la cercanía con el poder político. Entre las primeras fotografías apareció con los directivos y ejecutivos de los principales medios de comunicación nacional, también se evidenció el nexo con la familia Bucarán, y en noviembre de 2017 con el alcalde del ¨modelo exitoso¨. ¿Será que en este encuentro se respaldó la consulta popular del siete veces si, e incluso la propuesta para disponer del cargo de la Vicepresidencia de la República del Ecuador?
Este entramado de intereses dejó a un segundo plano la ejecución del Plan de Gobierno que inspiró el voto ciudadano para continuar con una política a favor de las grandes mayorías.
¿Será que el pacto y su estrategia principal del gobierno nacional fue posicionar a su nuevo Vicepresidente de la República para asegurar la transición derechista?. Aunque no contaban con la amenaza de la pandemia global denominada coronavirus COVID-19 a inicios del año 2020, que ocasionó la crisis sanitaria y agudizó la situación económica y social que enfrentaba el país. Esto reveló, una serie de incompetencias e irresponsabilidades que incluso llegaron a develar información falsa y casos de corrupción -antes se construían hospitales, ahora se reparten hospitales-, a tal punto que terminó renunciando la Ministra de Salud, posteriormente el Vicepresidente de la República, y un conjunto de Ministros.
Han pasado ya tres años y medio de desgobierno – 4 Vicepresidentes, el primero elegido por votación popular- que le han colocado al Ecuador entre las peores administraciones gubernamentales en Latinoamérica.
Claro está, que no solo la función ejecutiva es corresponsable del atropello de los derechos ciudadanos, injusticias sociales, desempleo y pobreza, sino de los asambleístas que pactaron e hicieron el juego al gobierno del telepronter y sus alfiles oportunistas con asesores ad-hoc neoliberales.
Los famosos asambleístas que desde las ventanas virtuales ahora esperarán la sentencia del silencio o la ruptura del pacto, verán venir la huella que les recordará como cómplices del peor gobierno de la historia. Su castillo de naipe de papel salió a la luz y sus sueños cortoplacistas se derrumbaron, como un campo de sol entre dos hielos, por parafrasear a Gabriela Mistral en su preocupación social. Se cruzaron la línea roja, que hace un punto imaginario del no retorno, como si fuese una competencia de cien metros para alcanzar sus privilegios y acomodos, obnubilados por el poder y ahora desarmados en su conciencia, son cualificados en la categoría de impresentables para la Patria. Estos acontecimientos deberán ser escritos para la memoria colectiva y social ecuatoriana.
En el mismo templo de la democracia, y sin alfombras rojas, otros asambleístas, con moralidad, altivez, honrando sus principios, convicciones y verdad, defendieron con planteamientos firmes sus propuestas, y no cayeron en el círculo obscuro de la tentación.
A pocos meses, del retorno a la democracia y el Estado de Derecho, compete a la inteligencia social y colectiva orientar el rumbo, para emancipar la Patria como una voz que irrumpe y obliga hacer escuchada, mediante la constitución de una autoridad moral, basada en pequeños y grandes ímpetus nacionalistas.