Por Luis Varese
Hace una semana, Manuel Zúñiga, la que fue su compañera y su mascota fueron acribillados en pleno día, en el puente Tres de Conocoto. Todo ello fue filmado y grabado con frialdad, detalle y una precisión increíbles.
Basta con decir que fue un acto de sicariato, para que todo mundo quede tranquilo y diga, si es sicariato no hay nada que hacer. El sicariato comienza ser socialmente aceptado, gracias a los medios de comunicación, que lo presentan como si fuera parte natural de la vida de nuestras sociedades.
Manuel Zúñiga era un alto dirigente de los Latin King. Las hienas y zopilotes carroñeros, saltaron al escenario, riendo y celebrando dicha muerte, porque era un Latin King. De esta manera lo ligan a Rafael Correa, como a todo el Movimiento de Reyes y Reinas y en ello radica su felicidad, poder seguir culpando a Rafael Correa de cualquier cosa que ocurra en el país. Señoras y señores, esta es la muerte de un ciudadano ecuatoriano, que circulaba en su vehículo legalmente y fue asesinado.
El trabajo realizado durante el Gobierno de la Revolución Ciudadana, gracias a la audacia de Rafael Correa, con las mal llamadas “pandillas juveniles”, ha sido analizado y estudiado por organismos internacionales como la ONU, el BID, Flacso y por estudiosos de varios países. La seguridad Ciudadana durante el gobierno del Presidente Rafael Correa ha sido evaluada, por sus éxitos, desde diferentes ángulos y puntos de vista. En las líneas que siguen trataré de resumir los principales logros. Sin embargo este asesinato, el que acaba de ocurrir contra Manuel Zúñiga, King Majestic, tiene tres vertientes de investigación inevitables, la primera, un conflicto entre grupos de similar origen; la segunda el crimen organizado que quiso eliminar a un dirigente que no les era conveniente y la tercera, una nueva política de Estado de la “Limpieza Social”, tal como hacen las policías de Colombia, Brasil, Chile, Guatemala, Israel. Es decir eliminar a cabezas visibles y lo que ellos consideran delincuentes, sin juicios ni juzgados, y con fines que tengan réditos políticos, este caso suena muy plausible en ese marco. Claro que hay otras hipótesis y variables, pero en mi opinión son las principales.
El trabajo con estructuras urbanas juveniles. La experiencia desde el Estado, Ecuador 2011-2016.
América Latina se mantiene como el espacio social y geográfico más violento del mundo en materia de seguridad ciudadana. Es a la vez el espacio con mayor desigualdad económica del Planeta. Conflictos armados, que caracterizaron décadas pasadas como indicador de la violencia, han evolucionado hacia una nueva confrontación de alto riesgo: el crimen organizado y su vinculación con el narcotráfico y la política. El programa de Naciones Unidas, a través de la Organización Mundial de la Salud advierte que una tasa de homicidios mayor a 10 por cada 100 mil habitantes es considerada una pandemia. Las muertes vinculadas al crimen organizado en sus diversas escalas, tanto locales como nacionales e internacionales, han expuesto la penetración de estas estructuras criminales en el tejido social rural y urbano. Hoy por hoy, de las cincuenta ciudades más violentas del mundo, cuarenta y dos están ubicadas en nuestra región.
La implementación de políticas públicas en seguridad, desconectadas de la ciudadanía y militarizadas, han resultado un fracaso. Las políticas del Fondo Monetario Internacional, se esmeran en producir ajustes y considerar “gasto fiscal” que hay que reducir, a sectores fundamentales como la educación, la salud, la seguridad y la justicia.
Para ilustrar este tema quiero compartir las siguientes cifras:
En Centroamérica las cifras de asesinatos por cada 100,000 personas se dan de la siguiente manera: Honduras 85, El Salvador 41, Guatemala 34, Panamá 18, Nicaragua 8, Costa Rica 9
Los países que mantienen un esquema clásico, represivo de seguridad pública como los cuatro primeros son los en los que más homicidios se cometen por cada 100,000 habitantes.
Nicaragua, que se encuentra en el corazón de Centro América y tiene frontera con Honduras y El Salvador, funciona como colchón entre los tres primeros, Costa Rica y Panamá y ha logrado evitar el ingreso de las Maras, no tiene secuestros ni sicariato. Esto no es un milagro. Es el resultado de una concepción diferente de la seguridad Ciudadana. Inclusiva, participativa y fuerte en la construcción de la Nueva Democracia nicaragüense, dirigida por el FSLN y Daniel Ortega. A esto hay que añadir una policía fuertemente comprometida con la población, surgida de la Revolución Popular Sandinista y creada como dijo su fundador el Comandante Tomás Borge Martínez, como “los centinelas de la alegría del pueblo”
El trabajo con la juventud.
El mayor segmento es el trabajo con los jóvenes. Es urgente y fundamental, tanto por el número, ya que estadísticamente los nuestros son países jóvenes; por la fragilidad de su educación y formación; por su sensibilidad y porque de ella se nutre el crimen organizado y la delincuencia común. Pero, y sobre todo, porque son el elemento de vanguardia de la nueva sociedad que dirigirá entre otras tareas, la opción de seguridad ciudadana integral.
Las estructuras Urbanas Juveniles, llamadas pandillas y la experiencia en Ecuador. Los acuerdos firmados con los Latin King, Ñeta y Master of the Street.
Desde el inicio del Gobierno de la Revolución Ciudadana, se tomó en cuenta la necesidad de establecer una relación diferenciada con las llamadas “pandillas Juveniles”. Contribuyó a ello de manera sustantiva los estudios realizados desde FLACSO Ecuador por Ana Rodríguez y Mauro Cerbino, (Pandillas Juveniles, Cultura y Conflicto de la Calle. Editorial El Conejo, Editorial Abya Yala)) y sobre todo la gran capacidad negociadora de los dirigentes de la Sagrada Tribu Atahualpa Ecuador, Latin King, de ese momento, quienes entendieron que adquirían una dimensión diferente e importante para su organización. Jóvenes que dieron un salto cualitativo al dimensionar lo que significaba esta nueva relación con el Estado.
Ciertamente la audacia del Presidente Rafael Correa al dar este paso fue el inicio de una relación diferente con las “pandillas Juveniles”.
Esta visión desarrollada, como parte de la participación ciudadana, principalmente en los años 2011 al 2016, bajo la dirección de Rafael Correa y del entonces Ministro del Interior José Serrano, trajo como resultado el éxito alcanzado en la disminución del asesinato y delitos en Ecuador en el periodo comprendido entre 2007 a 2016 (reducción de homicidios de 15.35 a 5 por cada 100 mil habitantes, p.e.)
Los elementos centrales para llegar a estos acuerdos podríamos resumirlos de la siguiente manera.
- Un Gobierno y Estado, fuertes y propositivos en relación a la redistribución y acceso a servicios y bienes. Acceso a la salud, Educación, Crédito para pequeños y medianos productores y emprendedores, fuentes de empleo. Esto es un requisito indispensable para establecer una relación creíble y honesta. Qué ofrece el Estado, qué nos da que no sea represión y marginación.
En este contexto tenemos que referirnos nuevamente a la concepción de seguridad de la Revolución Ciudadana: “A diferencia de los conceptos tradicionales de seguridad cuya razón de ser era el Estado, este nuevo concepto sitúa al ser humano como eje transversal, incorporando a la ciudadanía como actor protagónico de los procesos de seguridad individual y colectiva” (PLAN NACIONAL DE SEGURIDAD INTEGRAL, pp 14-15.)
“La seguridad es un derecho fundamental de los ecuatorianos y el estado es responsable de su pleno ejercicio. La seguridad no es un fin en sí mismo, sino un medio para conseguir un fin: el Sumac Kawsay” Plan del Buen Vivir.
Fuera de este contexto no se puede entender un ejercicio participativo, ciudadano y solidario.
b. Con el nuevo marco conceptual descrito, se da un proceso inverso al de la concepción tradicional y entonces la solución pasa por la ciudadanía organizada, “como eje transversal” con un rol destacado de coordinación y dirección que corresponde a los Ministerios de Interior, Justicia y Policía Nacional.
c. Reforma de la doctrina policial y estructura de la Policía Nacional, básicamente pasando de una Policía militarizada a una Policía Ciudadana, civil y participativa, tecnificada, elevando los niveles de instrucción, formación, capacitación y salario.
Participación ciudadana organizada a través de Asambleas Comunitarias alrededor de las Unidades de Policía Comunitaria; Brigadas de seguridad ciudadana; participación de las mal llamadas “pandillas juveniles”.
d. Relación con las “Pandillas Juveniles” luego llamadas CORPORACIONES URBANAS JUVENILES.
Basados en un trabajo directo con la organización juvenil en talleres y reuniones de conversación de varios días se establecieron niveles de confianza personal con asesores del Ministro del Interior y luego con el propio Ministro, lo que permitió acceso a diversas estructuras barriales. Se tomó conocimiento directo de las subculturas urbanas en sus distintas expresiones incorporando a la política de relación el respeto a símbolos, vestimenta, expresiones artísticas y formas de relacionamiento.
Comprensión de que “no nacen como organización para delinquir sino como una respuesta DENTRO de la sociedad”. Que los jóvenes se organizan dentro de estas estructuras para encontrar soluciones que no les ofrece la sociedad urbana marginal. Entender que son en parte, resultado de la marginación, exclusión, diferentes ritmos de desarrollo cultural, lentitud de respuesta ante las propuestas de sociedades materialmente más desarrolladas, que proponen patrones de consumo inalcanzables para los países explotados o proveedores de materias primas, incluyendo la mano de obra. Debilidades de la propia sociedad conservadora en el ejercicio del poder. Todo ello exige organización para poder “incorporarse” o “defenderse” (Les recomiendo leer “La pandillas como Movimiento Social” de David Brotherton y el padre, Luis Barrios, Centro de Publicaciones de la PUCE. Un poco de cultura, incluso a los más conservadores no les hace daño).
Incorporar a la política el hecho de que el primer punto de encuentro o desencuentro con el Estado, es la Policía. Es fundamental desarrollar protocolos de comprensión con esta estructura, reformándola por un lado y abriéndole la perspectiva de comprensión hacia el fenómeno de la respuesta juvenil organizada.
Se fomentó y desarrolló la participación ciudadana a través de asambleas donde los jóvenes y sus propuestas se sientan y estén incluidos desde el acceso a cargos de dirección hasta la incorporación de expresiones organizativas y artísticas. Reconocer a la organización juvenil como parte de la sociedad civil organizada e incorporar sus propuestas u orientarlas hacia los intereses del bien común y sus propios intereses etarios.
Entender que la ocupación territorial es parte de este conjunto de intereses y que la disputa por este espacio físico debe ser en beneficio del conjunto y no solamente de un sector de la sociedad. La ocupación del espacio público, el tiempo, libre, la disputa con el crimen organizado (microtráfico por ejemplo) en la ocupación de este espacio, debe entenderse como una lucha civil y social, e incluso política. Descartar la opción policial-represiva, tan fácil de ejecutarse y tan poco efectiva en la práctica y en sus resultados.
Con este marco se estableció un Convenio firmado por las tres Organizaciones Juveniles, Latin King, Ñetas y Master of the Street. Este documento tiene las firmas de los tres dirigentes de las Corporaciones y de los Ministros de Interior y Justicia.
Como parte del trabajo ya en la práctica se realizaron talleres conjuntos con oficiales y policías y con jóvenes de las estructuras urbanas. Los primeros encuentros fueron sorprendentes por el impacto que se producía entre ambos. Posteriormente se firmó un protocolo de tratamiento con la propia Policía Nacional, que incluye el respeto a los usos y costumbres de estas tribus urbanas, por supuesto destacando que estén en el marco de la legalidad y las normativas municipales.
Parte de los talleres conjuntos fue la comprensión de que de que el crimen organizado usa y se aprovecha de estas estructuras urbanas juveniles para realizar ocupación territorial y distribuir sus “productos”, sean cuales sean. Cambiar en la mentalidad de funcionarios y Policías que esto es posible y que estas estructuras juveniles organizadas podían ser parte de un proyecto democrático y solidario sigue siendo un desafío. Cambiar esta mentalidad en los propios jóvenes es un enorme desafío, pero hay que decir que fue mucho más fácil que en las burocracias estatal y en la opinión pública.
Con este marco el Estado rechaza prácticas represivas, establece relación y acuerda acciones que permitan la legalización de estas instituciones. Ello implicó creación de puestos de trabajo, incorporación al sistema de crédito a través de la economía popular y solidaria, apropiación pacífica de los espacios públicos, reconocimiento de sus actividades culturales (música, graffiti, artesanía). Esto último sirvió para mantener su identidad como grupo, su vestimenta y símbolos y ser reconocidos como tales. Los primeros en incorporarse plenamente a este mecanismo, fueron los LATIN KING y sirvieron como ejemplo para los otros grupos juveniles que hemos mencionado.
Sicarios, asesinos
Por todo lo anterior, el asesinato de King Majesty, sean quienes sean sus autores, es evidentemente una provocación tremenda contra toda la sociedad. No es para celebrar, es para rechazar, sus resultados no traerán paz, traerán más crímenes pues los autores se sienten absolutamente impunes. Los logros de la represión indiscriminada o del asesinato no serán para nada positivos y no los son.
La experiencia de los Estados Unidos en este aspecto es funesta. La guerra contra las drogas es absolutamente desastrosa y lleva décadas sin cambiar de estilo ni método. Colombia peor aún ya que en lugar de disminuir su producción de cocaína la ha aumentado. Es decir la respuesta policial militar, trae desastres en lugar de logros.
La participación ciudadana y la gestión democrática de los recursos del país son los caminos a seguir. Lo demás traerá solamente más tragedia y más sangre derramada en nuestras calles. Los coches bomba de Guayaquil y Esmeraldas así lo indican.
Hay dos conceptos con los que quiero cerrar: primero, La seguridad ciudadana es un elemento fundamental de la consolidación democrática del Estado.
Segundo la Constitución de la República y el Buen Vivir son los elementos de cohesión del tejido social, la convivencia pacífica y la creación de una cultura de paz.
No debemos de abandonarlos. Respetemos a gente como King Majesty, que tuvo el coraje de tratar con el gobierno y con el Estado. Respetemos a Ronny Aliaga que hoy es un tribuno del pueblo y que surgen ambos de esa tribu urbana, para aportar con el conocimiento y el de las ciudades y los barrios, de nuestros pueblos.