Por Danilo Altamirano
El análisis de la votación de Luisa González en el proceso electoral de 2025 (primera vuelta) en comparación con la segunda vuelta de 2023, revela tendencias clave en el comportamiento del electorado. Para los analistas, estrategas y formuladores de las políticas pública -policy makers-, estudiar la política a través de un mapeo electoral posibilita la detección de patrones de apoyo o rechazo en diferentes territorios, permitiendo identificar cambios en la preferencia electoral, evaluar el impacto de estrategias de campaña y comprender la dinámica de votación en distintos segmentos poblacionales.
En este contexto, el presente análisis examina la evolución del voto hacia González, tomando en cuenta las variaciones entre los dos procesos electorales. La gráfica elaborada por Javier Rodríguez, respaldado en datos del Consejo Nacional Electoral muestra una correlación significativa entre ambos procesos, con muchos puntos de datos cercanos a la diagonal, lo que indica una continuidad en el respaldo a la candidata. Sin embargo, la diferencia entre una primera y una segunda vuelta implica un contexto electoral distinto, con factores como alianzas programáticas, coaliciones y el aparecimiento de nuevos actores en juego en escenarios de manipulación política y volatilidad electoral.
Gráfico 1: Votación de la candidata Luisa González: Elecciones 2025 (primera vuelta) vs. 2023 (segunda vuelta)

Elaborado por: Javier Rodríguez S.
Uno de los aspectos destacados en el Gráfico 1 es la distribución del voto en ciudades clave. En Manta, González obtiene un resultado muy similar entre ambos procesos (67% en 2025 y 66% en 2023), lo que sugiere una base electoral consolidada. No obstante, en ciudades como Quito y Guayaquil, la variación es más notoria. En la capital, pasa del 23.38% en 2023 al 37% en 2025, lo que indica un crecimiento sustancial. En Guayaquil, en cambio, la candidata experimenta una leve disminución del 46% al 45%, reflejando posiblemente un impacto de estrategias opositoras o cambios en la percepción del electorado.
El análisis de la votación por tamaño de ciudad revela diferencias importantes en el respaldo a la candidata. En las grandes urbes como Quito y Guayaquil, la competencia electoral es más intensa y la variabilidad del voto es mayor, reflejando la influencia de campañas más agresivas y la polarización del electorado. En ciudades medianas como Manta, el respaldo a González se mantiene más estable, lo que sugiere una base de votantes leales. Sin embargo, en ciudades más pequeñas y zonas rurales, la candidata ha ganado terreno en 2025, lo que podría atribuirse a estrategias de cercanía con las comunidades y un discurso más enfocado en las necesidades locales. Estas diferencias resaltan la necesidad de adaptar la campaña según la dinámica de cada territorio.
El patrón general sugiere que González mantiene una base electoral firme en muchos sectores, pero también enfrenta desafíos para expandir su apoyo más allá de los nichos tradicionales. La primera vuelta de 2025 muestra que, aunque retiene parte del voto de la segunda vuelta de 2023, existen fluctuaciones en ciudades estratégicas que podrían definir su desempeño en la segunda vuelta electoral que se realizará el 13 de abril de 2025. Esta situación resalta la importancia de consolidar alianzas políticas y reforzar su estrategia de comunicación en regiones donde su apoyo no es uniforme.
Desde una perspectiva estratégica, los datos sugieren la necesidad de ajustar el discurso y la movilización electoral según la dinámica de cada región. En Quito, por ejemplo, el crecimiento de su votación podría indicar una mayor aceptación de su propuesta, mientras que, en Guayaquil, la ligera pérdida de apoyo sugiere la urgencia de fortalecer la campaña en sectores específicos. En general, la comparación entre ambas elecciones confirma que, aunque existe una base sólida de votantes, la consolidación de una victoria en 2025 dependerá de su capacidad para ampliar su respaldo y neutralizar los efectos de la oposición. Las campañas políticas territoriales deberán enfocarse especialmente en Quito, Guayaquil y Cuenca, así como en las ciudades amazónicas y las zonas rurales de la región andina. Más allá de fortalecer alianzas con partidos de izquierda, es crucial captar el voto indeciso, lo que requiere un trabajo intensivo en el territorio, con estrategias de contacto directo como el “puerta a puerta, boca a boca”. En esta ocasión, los asambleístas electos jugarán un papel clave en el posicionamiento del proyecto político.
Finalmente, la evolución del apoyo a González en estos dos procesos refleja un fenómeno común en las democracias latinoamericanas: la volatilidad del electorado entre rondas electorales. Factores como la coyuntura económica, la percepción de gobernabilidad y la eficacia de la campaña pueden inclinar la balanza. De cara a una eventual segunda vuelta en 2025, la clave estará en identificar las debilidades del 2023 y potenciar las fortalezas evidenciadas en la primera vuelta de 2025. La estrategia política y la capacidad de adaptación serán determinantes para definir el desenlace electoral.