Por Amauri Chamorro
Hablemos claro. Asumir la responsabilidad de ser presidente de la República de un país despedazado por la peor crisis económica de su historia, inmerso en el genocidio de la COVID-19, durante la persecución política que intenta desaparecer el progresismo en el Ecuador, es ser un valiente. Andrés Arauz, quien será el primer presidente Correísta de la historia, con apenas 35 años de edad tendrá un desafío monumental. Sin embargo, él está preparado para tal. Con apenas 20 años de edad, al egresar como economista de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, Andrés podría haber ido a trabajar a Wall Street y hacerse millonario. Sobraron invitaciones y oportunidades para ser un exitoso ecuatoriano digno de una portada de la revista Diners. Pero su abuela, que acaba de cumplir 106 de edad, profesora de toda la vida, no lo educó para eso. Andrés es de esos protagonistas silenciosos que cambiaron el rumbo del Ecuador y consecuentemente el de América Latina. Su discreción, formación, su amplia capacidad de trabajo y entrega total al sentido de servir al país, lo hicieron candidato. Sin intermediarios, sin depender de mediadores, sin querer algo para si mismo.
Andrés es de los de abajo, del pueblo, de los humildes, es sencillo. Incluso, demasiado sencillo para quien va a cargar en los hombros el destino del país. Las y los Correístas de verdad lo apoyamos incondicionalmente. Es el hijo prodigio de la Revolución Ciudadana, es el sujeto histórico forjado en el servicio público, becado por ella, partícipe de la misma.
Andrés no se preparó para ser candidato, pero innegablemente es el cuadro mejor preparado para ser Presidente. Él no es el resultado de cálculos políticos, estrategias de marketing y la plastificación del media training. Así como lo vemos en las entrevistas, así es en la vida real. La militancia siempre pide la renovación de los cuadros para ocupar cargos importantes, siempre hablamos de dar espacio a los jóvenes, que los incondicionalmente leales al Mashi lideren la batalla por el país. Pues ahí está. Andrés es la máxima representación de ese sentir de las bases. Por ser de Correa, lo defenderemos a capa y espada. Estar con Andrés es estar con el Mashi, no hay espacio para las dudas.
Yo lo vi llorar de indignación al analizar el desmembramiento del Ecuador como república, a los presentes nos hizo aguar los ojos por el sentir de lo que ocurre. Me hizo tener la certeza de que así como otros millones, él es un Correísta de verdad.
Por Andrés, por el Presidente Correa, y principalmente por los más afectados por el neoliberalismo, es que saldremos a las calles a buscar el voto escondido e indeciso. Faltan apenas 100 días para las elecciones y la cuesta está muy arriba. Por la persecución y nuestros propios -e innecesarios- laberintos, hemos perdido mucho tiempo.
Pude visitar los barrios populares de Quito, Guayaquil y Portoviejo y sentir que la Revolución Ciudadana está más vigente que nunca. Esa fuerza que se hace presente en los hogares debe transbordarse a las calles y las redes sociales. Debemos auto organizarnos para conseguir iniciar la elección liderando las encuestas. No puede haber ni una sola casa, montaña, río, choza y playa que no haya sido barrida por un militante de la Revolución Ciudadana. Si cada uno de nosotros logra el voto de un indeciso, ganamos en primera vuelta y muy probablemente ganemos la mayoría de la Asamblea. Como militancia no podemos justificarnos más de no arrancar a hacer campaña porque tenemos lo más poderoso: nuestra propia palabra. ¿Necesitamos líneas? Miren las entrevistas de Andrés y del Mashi. Si cada uno de nosotros se dedica a los indecisos caminando nuestras manzanas, hablando con nuestras familias, con los compañeros de trabajo, ya habremos dado un gran paso. Pero es insuficiente. Debemos hacer este barrido por lo menos tres veces hasta enero del 2021. Si no ganamos la elección en nuestro barrio, la responsabilidad recae en nuestros hombros, no en los de Andrés, del Mashi o de la dirigencia. Esta victoria es de las víctimas del desempleo, de la pobreza, de la indolencia, por eso es en el pueblo humilde de Flor de Bastión, Carapungo y San Pedro San Pablo que renacerá la esperanza. Debemos entregarnos a ellos y ayudar en lo que sea necesario, sin medir esfuerzos. Así lo hizo el Mashi, así lo está haciendo Andrés.