Por Juan Montaño Escobar

Algo tiene que cambiar.

La gente no confía en usted

 porque sabe que no le importa una mierda

 lo que sucede fuera de su burbuja.

(Frase de Black Mirror).

            Mientras se camina por estos desfiladeros temporales del siglo XXI, la ingenuidad, en este trabajoso espacio político, es material desechable. La malicia en política y en el fútbol es indispensable. En serio, aunque chirree a cinismo convencional. La pregunta naif es: ¿quiere la derecha ir más a la derecha? Este jazzman se refiere a esa derecha que aún se abstiene de no atravesar las llamadas líneas rojas (aunque debe preocuparle ese color). Otra pregunta menos cándida sería esta: ¿existe tal derecha? ¿O qué será este menjurje espeso y pernicioso? Las respuestas dan para un carajal de análisis, pero no es por ahí, es una vaina que merece ejercicio cimarrón de calle y esquina. La cosa se ha puesto seria y peligrosa para la mayoría de la gente americana, desde Alaska hasta la Patagonia. Un swing para mearse de risa es invocar al diablo y otro muy diferente es cuando está a un jeme de tu nariz, de tanto hablar de fascismo, ahora ya se lo tiene gritando su llegada con arrebatos primarios. Bastante burdo. Es duro y morondo, de sinceridad mortal anuncian el apocalipsis con el que salvarán a las posibles víctimas, no importa el contrasentido, qué va, están convencidos que la mala educación (o aquello que sea) en nuestros países hará el resto. Es decir, harán creer, con egoísmo suicida, que esas aguas malas caerán sobre otra vecindad y jamás en la propia. La mayoría de  cvsantificante. Las dudas no dejan dormir. ¿Es un tiempo de exquisitas confusiones o se cree que es un mal chiste? ¿De quién, de esta derecha? Sonsonete necesario, ¿es derecha o qué diablos es?  

            Javier Milei, en Argentina no oculta ni un tantito así sus vainas trasnochadas y ganó las PASO[1]. Pero antes triunfó Jair Bolsonaro con tantos dislates electorales y políticos que funcionó un dudoso brain wash, pero con agua sucia. José Antonio Kast es padrastro del referéndum chileno. Colombia pasó raspando por las combas y quimbas ingeniosas de Gustavo Petro y Francia Márquez Mina, pero les hacen la vida personal y política de cuadritos. En Guatemala hay tal embrollo absurdo para escamotear el triunfo electoral de Bernardo Arévalo, aunque controlado para que pase por la ranura. Y en todos ellos están repetidos al disimulo esos elegantes adefesiosde la derecha americana. No importa si en algún estado de los USA, se quiere otorgar el voto como privilegio de la blanquitud, revisar la historia de la esclavización en los sistema educativos estatales, como que fue algo humanitario o creer que Joe Biden es socialista. No llamen ‘’macondianas’ a esas intenciones y acciones, por favor, no ofendamos a Gabriel García Márquez. Y a nosotros, hombres y mujeres, que nos satisface su metaverso literario.

            Aquello que antes se llamó operación cóndor que invadió todos los nidos de resistencias políticas, según Calle 13, ahora bien podría ser operación mantícora por las absurdas falsedades que inventan la derecha y la Embajada gringa, por las increíbles y contradictorias mezclas ideológicas, por las calamidades prometidas a todo pulmón y también por ese electorado que consume esas mitologías malafesivas. Believe It or Not! ¿En qué momento perfeccionaron este increíble escenario político-electoral americano? Es un imprevisto de no creer por los argumentos dichos con tremenda cara de palo lo mismo en Argentina que en Ecuador, es como prometer el cielo debajo de la tierra y parte del electorado celebre crédula esas majaderías. Estas derechas ya no son esas derechas porque se metamorfosearon en algo retorcido, como para cambiar el nominativo convencional por otro retrato sociológico más preciso. O como dicen por ahí y se tuntunea preguntando: ¿las ideologías importan poco barrio adentro y en la ruralidad parroquiana? ¿Y la derecha encontró las respuestas? ¿O son temas electorales momentáneos? Este ‘algo’ es cierto: la derecha reactualizó para peor estos males sociales: racismo, aporofobia, ultra conservadurismo religioso y apropiación al descaro de los bienes públicos (economía neoliberal). Ocurre en América. Ocurre en Ecuador de estos últimos años. No lo pensó así, pero le está resultando a la derecha esta pretendida desideologización popular, este odio contumaz a la política (más aún si es de izquierda) y esta supuesta liberalidad para hijueputear a quién sea, comenzando por el Estado y acabando en las organizaciones sociales.

             Tomás Dídimo tuvo razón: “ver para creer”. Si este jazzman no padeciera en Ecuador respondería igual que el apóstol, porque el timing favorece a las razones tomasinas. Un país, el nuestro, se deterioró ojos a vistas; no se exagera si se dice de la noche a la mañana. Vivir para contarla, título de las líneas biográficas de Gabriel García Márquez; hago un préstamo de ese epígrafe para este breve Black Mirror electoral de nuestro Ecuador. En serio, es una elección presidencial rarísima para gobernar 15 meses este caos, tragedias e ineficiencia estatal creados por estas derechas renovadas en sus arcaísmos. Ensamble provechoso, para las derechas, de factores contradictorios. Por favor, no digan que “el tiempo es el peor enemigo”, porque no es así. Los peores enemigos de la República del Ecuador son quienes mal gestionan adrede sus instituciones e inventaron este despelote para conseguir ganancias económicas absolutas y produjeron como consecuencia esta cantidad inaudita de asesinatos. Un Gobierno que desgobierna y cumpliendo esa tarea ha causado este desbarajuste de inicios del universo. Algo parecido aquello que ocurrió después del Big Bang, pero este de GASLM sí que es destructivo, de buscarle una caracterización sería, “joder ya es una condición participativa con su voto”. Y llegamos adonde íbamos, estas elecciones no son de resurrección nacional sino de legitimación del descalabro sexenal (Lasso + Lasso) y por eso jugaron seis contra una. (Esa ‘una’ es Luisa González). Insisto, lo estrambótico del nuestro Big Bang son estas elecciones; más aún por el discurso distópico de la candidatura derechosa clasificada al ballotage; porque no se callan sus intenciones decimonónicas, al revés explican con total claridad sus designios de continuar engordando los privilegios de su grupo exclusivo (vale decir, sinceritas est nobilitas[2]). ¿Hay algún récord de desgracias sociales ecuatorianas que desean cumplir? Abundamos en preguntas para no ofrecer un baratillo insensato de explicaciones.

            ¿Hay que continuar llamándola derecha? Una pregunta refinada que tiene broncas coloidales por respuestas. Esta derecha va por la carne, los huesos y el alma de las masas; no tiene ningún mínimo límite en sus angurrias económicas. Pero, ¿qué es este inaudito adefesio ideológico naftalínico? ¿De dónde salió o siempre estuvo ahí? ¿O es el electorado que está perturbado por cierta crisis política emocional? Javier Milei casi ha explicado palabra por palabra que va a devolver a Argentina al pasado y con suficiente certidumbre tiene asegurado su pase a la segunda vuelta. En Ecuador el binomio Daniel Noboa-Verónica Abad han dicho: no hay pa’nadie[3]. (Están avisados los nadies). Y no les va nada mal en las encuestas. ¿Qué ocurrió en Ecuador para no que no haga falta la demagogia clásica al elegir a los peores? Quizás esta derecha cosecha esas siembras malvadas en la educación pública y aun en la propaganda sin fin de los medios tribales de comunicación. Quizás sus alfiles cumplen con éxito aquella misión de usar a “la prensa para que la víctima aparezca como criminal y el criminal aparezca como víctima”[4]. El binomio de esta derecha prehistórica ecuatoriana advierte con claridad argumentativa sus enunciados propagandísticos: reducción de impuesto a su grupito y aumento a las personas naturales, despido masivo en el sector público (“Estado obeso”, viejísima cantaleta), privatización radical de la educación y la salud, ninguna oferta admisible de empleo (algunas declaraciones esotéricas sobre el “emprendimiento individual”), apropiarse de todo los bienes públicos incluyendo el IESS y así por el estilo. Una regresión absoluta, en derechos sociales y políticos, al siglo XIX.

            Y si esa amenaza electoral fuera insuficiente ya se anuncia que muy pronto ocurrirán los apagones en el Ecuador… pero esa es otra ruta crítica.  


[1] Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).

[2] Sinceridad es nobleza, en latín.

[3] No se asombren, en la provincia de Esmeraldas, la candidata socialcristiana a la prefectura ganó las elecciones con esa insólita consigna.

[4] Habla Malcolm X, discurso titulado No solo un problema norteamericano sino un problema mundial (16 de febrero de 1965), Nueva York, USA, Editorial Pathfinder, 1993, p. 183.

Por RK