Por Juan Fernando Terán
En la ultima semana de febrero, el presidente Jair Bolsonaro sancionaba una ley para asegurar “la independencia” del Banco Central en Brasil. Esto ocurrió en el mismo día en el cual el Presidente Lenin Moreno enviaba una ley con un propósito similar al parlamento ecuatoriano. La coincidencia, sin embargo, refleja algo más que el simple azar. Veamos.
1). El pretexto cambia, el objetivo es el mismo
Brasil no está dolarizado ni tiene un tipo de cambio fijo. Tampoco existe sistema monetario que esté en peligro. Esas cantaletas no funcionan en ese país. Por ello, para poder justificar la aprobación de una ley para “asegurar” la independencia del Banco Central, el cuento utilizado fue otro.
Bolsonaro y sus periodistas celebraban la independencia del Banco Central con frases ridículas debido a su retórica fantasiosa. Como si provinieran de “una capsula del tiempo” recién destapada pero enterrada a mediados de los 1980s, sus frases pregonaban la independencia del Banco Central como si fuese el primer paso para que Brasil deje de ser un país subdesarrollado. ¡Por fin!, ¡Ya era tiempo!, ¡Ahora si!.
“Muito bom poder presenciar este momento” decían los intelectuales neoliberales y argumentaban sonrientes que la independencia del Banco Central eliminará el populismo económico, evitará la intromisión de la política en la macroeconomía y facilitará el control de la inflación.
Todo “muito bom”, ¿verdad?. No importa el idioma que utilice, el discurso neoliberal se estructura vendiendo ilusiones y generalidades… en espera de que nadie las analice. En eso basa su poder.
2). Los neoliberales prometen separar la política de la economía
Pero hay que reconocerlo, los neoliberales brasileros tienen un mejor manejo doctrinario que los lacayos ecuatorianos que hacen venia al Fondo Monetario Internacional (FMI). Entre los argumentos para “asegurar” la independencia de la banca central, aquellos señalaban que el “ciclo político” tiene una temporalidad diferente al “ciclo económico”. Entre otras cosas, esto significa que los intereses y objetivos de la clase política suelen tener un horizonte temporal mucho más corto que los intereses y objetivos de quienes hacen política económica mirando en el largo plazo.
El argumento es tan viejo como los primeros discursos enunciados por Milton Friedman, el economista monetarista que estuvo detrás de la implementación del neoliberalismo a principios de los 1970s en Chile. Al igual que en aquella época, sin embargo, la supuesta “despolitización” de la conducción macroeconómica es una mentira miserable.
Para separar el ciclo político del ciclo económico, los neoliberales brasileros generaron una ley que les permitirá elegir el directorio del Banco Central en un momento diferente al momento de la posesión del Presidente de la República. De esta manera, además de que el próximo presidente brasilero tendrá un papel decorativo en la definición de políticas monetarias, el próximo directorio “independiente” del Banco Central permanecerá en funciones años después de que el capitán Bolsonaro salga del poder en 2022. Coincidencias… ¿no?
3). Todos los caminos conducen al FMI… aunque lo nieguen
El Consenso de Washington no ha desaparecido pues solo se ha disfrazado como “sentido común”. Por eso, la gente se traga frases absurdas pero dirigidas al engaño colectivo. Por eso, mientras Brasil o Ecuador siguen soportando la indolencia de gobernantes que dejan morir a los que deban morir, los ciudadanos no se detienen a reflexionar que:
a). Las leyes para otorgarle independencia al Banco Central no eliminan la política sino que la ocultan. En lugar de que los miembros del directorio del Banco Central sean electos a través de mecanismos públicos, aquellos serán electos en las reuniones “privadas” a las cuales serán invitados los grupos de presión, los banqueros hegemónicos o los empresarios monopólicos. En esas reuniones a puerta cerrada se realizará el cabildeo. Allí quienes tengan “más billete” impondrán su voluntad comprando votos y lealtades. ¿Acaso esto no es política?
b). La independencia del Banco Central facilitará el movimiento de capitales hacia afuera de los países. No se requiere mucha ciencia para inferir que un Banco Central “independiente” de cualquier gobierno no será una institución controlada por los productores. ¿O acaso Usted se imagina a la federación brasilera de fútbol controlada por quienes juegan básquet? ¡Por favor!
Quienes controlen los directorios podrán establecer tasas de interés referenciales, manejar las reservas monetarias, disponer niveles de encajes bancarios, definir políticas para el uso de dinero virtual, influir en la creación secundaria de dinero y muchas otras cosas más…. Entre las cuales, obviamente, estará el ocultamiento de los problemas que tengan algunos bancos privados y la realización selectiva de “salvatajes” bancarios. Pero eso no es todo.
En su forma actual, la supuesta “independencia” de los bancos centrales es un mecanismo para facilitar la salida de capitales desde los países no desarrollados. Por eso, a pesar de todas las evidencias en su contra, el FMI promueve este tipo de normativas.
Sea o no consecuencia de la ceguera ideológica, la “independencia” del Banco Central les permitirá a los conglomerados empresariales hacer lo que Mauricio Macri y sus amiguitos hicieron en Argentina, a saber, poner sus capitales a buen resguardo en paraísos fiscales y hacer que el Estado cubra el faltante de liquidez.
La independencia del Banco Central es un mecanismo para privatizar las ganancias y socializar las pérdidas. Esta es y será siempre la formula básica del neoliberalismo.
4). No vengan con el cuento de que incentivarán la producción. En Brasil, Ecuador o Japón, los neoliberales promueven la “independencia” del Banco Central so pretexto de luchar contra la corrupción. ¿Cómo?
En cualquier idioma, el cuento más o menos es el siguiente. Los gobiernos son adictos a endeudarse para financiar políticas que no inciden ni inmediata ni directamente en “los equilibrios macroeconómicos”. Entre esas políticas se encuentran aquellas dirigidas a áreas como educación, salud y protección social. Para cortar de raíz esta “manía populista”, el Banco Central y sus recursos no deben ser involucrados en nada de lo que el Ministerio de Finanzas haga o deje de hacer.
En su formula más general, es decir aplicable a cualquier país aunque no exista el pretexto criollo de “la defensa de la dolarización”, el cuento de la independencia del Banco Central se justifica aduciendo que la política monetaria debe privilegiar el control de la inflación. Todo lo que haga o deje de hacer el Banco Central deberá estar relacionado con la gestión de la inflación.
Lindo, ¿verdad?… solo si Usted no reflexiona sobre lo que significa el “inflation targeting”. Desde hace décadas, la discusión económica versa sobre cuáles deben ser las funciones de la banca central. Para quienes defienden los intereses de los banqueros, el control de la inflación es todo lo que en realidad importa. Así de simple. Y lo es no porque a ellos les importe verdaderamente que los ciudadanos padezcamos precios muy altos o contracción de precios. Ubiquémonos… el “inflation targeting” no es un objetivo planteado por almas piadosas.
Al definir al “control de la inflación” como el único objetivo real de la acción de la banca central, aquellos buscan evitar que la sociedad utilice la moneda para otro objetivo que no sea asegurar las ganancias financieras. Por eso, el discurso neoliberal borra toda la historia del debate sobre la discusión entre “objetivo inflación” u “objetivo producción”… Y lo hace para hacerle creer a la gente que el Banco Central y la política monetaria solo tienen que ver con la estabilidad de precios.
Una vez que la gente se traga este cuento, entonces aquellos pueden presentar como “natural” que un gobierno electo democráticamente no tenga nada que ver con la gestión de la moneda, que los directorios del Banco Central duren más tiempo que un período presidencial o que la reserva monetaria solo se utilice para garantizar “liquidez”.
La dominación política se basa en difundir representaciones falsas de la realidad pero presentándolas como verdades naturales. Por eso, nuestros neoliberales criollos NO NOS DIRAN aquello que economistas heterodoxos como Joseph Stiglitz han recordado una y otra vez.
La supuesta “independencia” de la Reserva Federal no ha evitado que Estados Unidos sea un país altamente endeudado donde la inflación no ha desaparecido y el dólar perdió y seguirá perdiendo su valor. En Estados Unidos, en cambio, el control privado de la Reserva Federal si ha permitido algo muy jugoso para quienes usufructúan del trabajo de otros… el salvataje bancario… una y otra vez.
¿O acaso Usted cree que quienes controlen el directorio “independiente” del Banco Central privilegiarán los intereses de los trabajadores y los productores?
Semejante creencia, en portugués, se llama “conto de fadas”.