Por Pedro Pierre

En Palestina la paz muere bajo las bombas y en Chiapas la paz esta todavía lejos. Pero, ¿nos damos cuenta que la paz se construye desde cada uno de nosotros? La violencia es el resultado de la perversidad de gobiernos como el de Israel. Pero contribuimos a más violencia cuando vivimos desordenadamente, sin verdad ni justicia ni fraternidad. Así colaboramos a la violencia que estalla en muchas partes. Desde 40 años los Zapatistas nos dan grandes lecciones de paz en medio de grandes dificultades. Si este año Jesús no nace en Belén, ha de nacer en Chiapas.

EL CHIAPAS A CONTRAPELO Y CON LA DELANTERA

Al comenzar el 2024 los Zapatistas del Chiapas van a celebrar 30 años de resistencia alternativa al neoliberalismo. Y acabo de enterarme que “se cumplieron 40 años de la fundación del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) el 17 de noviembre 1983” (Raúl Zibechi en NODAL). “Somos un ejército de soñadores. Por eso, somos invencibles”, decía el subcomandante Marcos. Recordemos que, el primer de enero de 1994, el gobierno de México firmaba un tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá. 

Ese mismo día, los Indígenas del Chiapas se levantaban en armas y ocuparon las mayores ciudades del Estado del Chiapas. De esta manera decían ‘no’ a este tratado porque veían en él una condenación a muerte de su existencia como pueblos indígenas. Habían creado una defensa armada porque sabían que su resistencia iba a ser combatida hasta ser suprimida tal como tenían la experiencia a lo largo de 5 siglos de colonización. Querían una alternativa a la colonización neoliberal. La alianza neoliberal México-Estados Unidos-Canadá era el fortalecimiento del sistema de muerte de la colonia. Pero, esta vez, tenían 10 años de preparación y solidaridad local, nacional e internacional. Esto obligó el gobierno a cesar el enfrentamiento armado y a sentarse en una mesa de negociación. Esta resistencia de 30 años demuestra, a pesar de todos los intentos de los gobiernos para aniquilarla, que otra manera de vivir y convivir es posible, porque la alternativa zapatista sigue existiendo y da vida, felicidad y esperanza a los Pueblos indígenas del Chiapas… como también esperanza a muchos pueblos en lucha contra el neoliberalismo. Su objetivo es: “¿Cómo llegar a la plenitud junto con los demás?”

​​Actualmente, con los Indígenas del Chiapas, el neoliberalismo ha fracasado, porque han encontrado una alternativa que dura desde 30 años, después de 5 siglos de violencia, explotación y negación. Se les había impedido desarrollar libremente su identidad y su forma de vivir y organizarse colectivamente. Para ellos no existían derechos humanos ni sociales ni laborales ni ambientales ni culturales ni religiosos. El modelo neoliberal en continuidad con la colonización era “el fin de su historia”. A partir de los años ’80 decidieron organizarse independientemente con la integración de otros espacios sociales, humanistas y cristianos contrarios a la dominación de los ‘blancos’ y favorables a los derechos humanos y de los Pueblos. Los Zapatistas encontraron un apoyo en los cristianos de la Iglesia de los Pobres nacida del Concilio Vaticano 2° y de la Comunidades Eclesiales de Base latinoamericanas. Seguían al obispo del Chiapas Don Samuel Ruiz que se solidarizó con ellos durante los 40 años (1960-2000) de su labor pastoral en San Cristóbal de la Casas, la capital de toda la región.

​En su levantamiento de 1994 dieron a conocer su organización política alternativa a los municipios estatales que llamaron ‘Caracoles’, que son 21, articulados los unos con los otros. “¡Todo es de todos!” y “Con el Estado, nada; con los pueblos, todo”. Se declararon autónomos y decididos a llevar adelante su economía solidaria y respetuosa de la naturaleza. En San Cristóbal de Las Casas construyeron un ‘Centro de Resistencia Autónomo y Rebeldía Zapatista’ para coordinar su organización, profundizar su cultura y capacitarse en el ejercicio del poder, de las distintas profesiones y de la convivencia. Después de los enfrentamientos armados con el ejército mejicano, llegaron, con la intermediación del obispo Samuel Ruiz, al tratado de San Andrés. Las autoridades gubernamentales mejicanas reconocían los derechos de los Zapatistas a organizarse según su cosmovisión y sus tradiciones religiosas.

​Esta organización política, económica, cultural y religiosa de los Zapatistas funciona paralelamente a la organización municipal y estatal. Su lema es “Queremos una vida buena para todas y todos desde nuestras raíces ancestrales y en Comunidades solidarias”. Ellos se dan cuenta que han recuperado la dignidad, la convivencia, la comunión con la naturaleza y la relación ancestral con Dios. Se benefician de mucha solidaridad nacional e internacional. Su experiencia es acompañada por varias universidades mejicanas y norteamericanas. Son la experiencia viva de una alternativa al neoliberalismo. Los demás pueblos indígenas del continente participan de los encuentros de solidaridad y de capacitación organizados mensualmente por el Centro de Resistencia Autónomo y Rebeldía Zapatista de San Cristóbal de Las Casas. El año pasado una delegación de Zapatistas ha encontrado Organizaciones sociales y políticas de toda Europa y quieren repetir la experiencia en otros continentes. Los Indígenas del Chiapas son actualmente una referencia mundial como modelo alternativo de sociedad. ​Lastimosamente los grandes medios de comunicación nunca informan de estas alternativas, manteniéndonos en su desconocimiento, porque son una gran red internacional financiada por los gobiernos neoliberales de Estados Unidos, Canadá y Europa. Actualmente la Iglesia católica del Chiapas continúa colaborando con los Zapatistas en sus actividades sociales, culturales y religiosas. Las Comunidades Eclesiales de Base conviven en las Comunidades zapatistas y se benefician de una inculturación enriquecedora. 

​Las dificultades nos faltan. Los jóvenes aspiran a un mayor bienestar y se van haciendo experiencias entre otras provincias. El gobierno nacional no reconoce la plurinacionalidad, sino que hostiga las Comunidades zapatistas. Es insuficiente la integración latinoamericana tanto al nivel indígenas como de las organizaciones sociales. El tráfico de drogas y de migrantes crea dificultades y conflictos.  Hace falta mayor comunicación presencial y virtual con los grupos humanos y cristianos que buscamos una liberación integral y mejores relaciones culturales y religiosas.

​Con los zapatistas sabemos que una mejor manera de vivir está en marcha, valora a las personas, desarrolla sus talentos y su protagonismo, mantiene una relación armoniosa con la naturaleza y revela nuevos aspectos de un Dios padre y Madre, presente en una realidad que permite el crecimiento del Reino de Dios inaugurado por Jesús. Que sepamos aprovechar esta realidad para crecer en humanidad y fraternidad hacia una sociedad que sepulte el neoliberalismo perverso, porque en Ecuador experimentamos que el neoliberalismo es la muerte de los Pueblos.

¿HABRÁ PAZ EN ESTA NAVIDAD?

¡Navidad de paz, Ecuador de paz, Palestina en paz, un mundo de paz! ¡Cuántos deseos hacemos para la paz! ¡Nos han robado la paz! Más bien trabajamos para que no haya la paz. Escuchaba una conversación: “¿Por qué te gusta la Navidad? – Bueno, por las luces, la cena familiar, los regalos, los días feriados…” O sea, los negocios y la farra. Entonces como hace unos días leía: “Se encendieron las luces de Navidad, pero en muchos lugares el niño Jesús se ha ido, de puntillas, por la puerta de atrás…” Claro el niño Dios no ha venido para fomentar los negocios y la farra. ¿Y el mensaje de Navidad? – ¿Qué mensaje? Creo que por todas partes hay una mayoría de gente que ha dejado de pensar más allá de lo que le presenta la televisión o el celular. Pero estos no están para hacernos pensar y vivir como lo merecemos. 

Todo un sistema no agobia, nos distrae, nos engaña, nos mantiene en el desempleo, nos sumerge en la violencia cotidiana, nos quita la fe y la esperanza. Y muchas Iglesias sólo se dedican a promover el infantilismo de las devociones mágicas, comerciales y deshumanizantes del Divino Niño y otros santos de moda. El ‘niño Jesús’ ha venido para otra cosa. ¿Cuántos seremos a confirmarnos en la búsqueda permanente de una vida digna para nosotros y para todos?… porque para eso ha venido el niño de Belén, mientras nos quedamos en lo superficial, en lo inmediato, en lo secundario… 

¿Cuántos nos reuniremos para ir a lo esencial? afín de encontrar la paz, la verdadera paz que nos trae la Navidad y que los ángeles de Belén resumen en su canto “¡Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!” No hay ‘gloria a Dios’ si no hay paz en nosotros, entre nosotros y con la naturaleza. La paz es fruto de una vida digna que nace de la decisión de vivir dignamente. Entre nosotros la paz nace de la verdad, de la justicia y de la fraternidad. La paz no es el resultado de los negocios y las diversiones baratas… que hacen que el ‘niño Jesús’ y la paz se vayan, ‘de puntillas, por la puerta de atrás’.

Aprovechemos esta Navidad para encontrarnos con nosotros mismos, porque la paz anida en nuestro corazón, como una semilla que necesita ser cuidada, regada, fomentada. Tomemos el tiempo de pensar en nosotros, en lo que hacemos, en lo que somos, en lo que estamos llamados a ser y hacer. El niño de Belén nos dice que nos hace falta muchas cosas para sentirnos en paz. Lo que llama la atención de la primera Navidad, es su pobreza: pobreza del lugar, pobreza de María y José, pobreza del niño, pobreza de los pastores… Y nosotros, muchas veces, llenamos nuestra casa y nuestra mesa de un montón de cosas inútiles que no alejan de lo esencial: la sencillez, la ternura y el compartir. Eso debe ser nuestra espiritualidad, o sea, el espíritu que nos guía desde dentro y para siempre. Sí no, el niño Jesús y la paz se irán de nuestro corazón, ‘de puntillas, por la puerta de atrás’.

No hay paz entre nosotros, digamos en la familia y entre vecinos, si no hay relaciones humanas. El niño de Belén ha venido para fomentar las relaciones humanas. Cuando decidió trabajar como ‘profeta del Reino’, se puso a recorrer los caminos de Galilea y de Palestina para que la gente volviera a encontrarse, a hablarse, a compartir, a crear relaciones humanas, a reconocerse hermanos. Pero, ¿vamos a ser capaces de sentarnos, de encontrarnos, de hablarnos, de reconocernos hermanos? Sí no lo hacemos, el niño Jesús y la paz se irán, ‘de puntillas, por la puerta de atrás’.

No hay paz entre nosotros porque no construimos relaciones basadas en la verdad, la justicia y la fraternidad. Aparentamos lo que no somos, preferimos la mentira, el engaño y la indiferencia, sembramos chismes y calumnias, nos odiamos… ¿Por qué nos somos más coherentes si nos decimos cristianos, si vamos a misa, si rezamos? Luego nos quejamos que hay desconfianza, violencia, corrupción, destrucción, desesperanza… cuando nosotros mismos las sembramos y las dejamos crecer al nivel de país. Entonces nos damos cuenta, o no nos damos cuenta que el niño Jesús y la paz ya se han ido, ‘de puntillas, por la puerta de atrás’.

No hay paz en cuánto países, por las guerras que los grandes propagan. En Palestina los israelitas están llegando a una tragedia nunca vista antes, peor que la de los campos de concentraciones nazis que sufrieron sus abuelos… y apoyada por los gobiernos de Estados Unidos y Europa. La mal llamada ‘Comunidad internacional’ es incapaz de detener este genocidio. Y la farsa de la ONU, mal llamada ‘Organización de las Naciones Unidas’, se muestra ineficaz de hacer respetar los derechos del pueblo palestino porque sus fundadores europeos y norteamericanos prefieren vender armas, controlar el petróleo del Medio Oriente, apoyar el “terrorismo” de Israel, tal como el papa Francisco calificó estas matanzas indiscriminadas de niños y civiles desarmados. Este año, no nacerán en Belén ni el niño Jesús ni la paz, porque han muerto bajo las bombas de última generación… con nuestra complicidad.

Sí, ¡con nuestra complicidad!, porque si no fomentamos la paz en nuestro propio corazón, si no construimos la paz entre vecinos, si no trabajamos por la paz en nuestro país, por no sembrar verdad, justicia y fraternidad, colaboramos a la extensión de las guerras, porque dejamos que crezcan la mentira, la corrupción y la violencia. Por nuestras actitudes inhumanas y anticristianas, nosotros botamos al niño Jesús ‘por la puerta de atrás’.

En esa Navidad, ¿seremos capaces de abrir un rincón de nuestro corazón, un espacio de nuestra casa, un pequeño lugar de nuestro barrio para que puedan nuevamente nacer el niño Jesús y la paz que viene a traernos? Sólo necesitan, en nuestra pobreza, una pisca de verdad, un grano de justicia y una semilla de fraternidad. ¡Feliz Navidad!

Así colaboraremos para que Jesús nazca en muchos lugares.

Por RK