Por Orlando Pérez

No siempre las primeras deducciones explican los problemas de fondo. Y como para variar hay tanto eco sin procesamiento, lugares comunes repetidos al unísono (sobre todo y para mal de muchos, desde medios y periodistas “parlantes”) y un sinúmero de sinsentidos, vale la pena consultar a los expertos.

Por eso, un alto oficial en servicio pasivo de las FF.AA. es una fuente necesaria y más si es  un experto en estos asuntos. Claro, muy difícil revelar su nombre por las consecuencias que podría acarrear, si en esto se ha involucrado a los militares desde el Gobierno para insistir en una reiterada sinrazón. ¿Qué general u oficial podría salir a refutar lo que se lanza desde Carondelet con una retórica insuflada de dramatismo?

Para empezar, el sentido común indicaría que si en el resto de provincias, por fuera de Manabí y Santa Elena sí hay radares y un control permanente solo por estas dos últimas saldrían avionetas o naves de cualquier tipo cargadas de cocaína.

La pregunta sería: ¿Si en el resto del país, donde sí funcionarían a la perfección los radares no pasa una sola nave cargando cocaína? ¿Hay estadísticas que demuestren ello?

Y por otro lado: ¿Cuánto volumen de droga sale del país por avionetas? ¿No se ha intentado cuantificar cuánto sale por los puertos, en barcos de carga? ¿Los radares sirven para eso?

Pero las evidencias muestran que no solo es por Manabí y Santa Elena y mucho menos se ha reportado una enorme captura o detección por otras provincias, donde supuestamente sí hay un efectivo control de radares.

Para ir por partes, a partir de lo explicado por el experto:

1.-  Los radares son equipos electrónicos que lanzan una señal electromagnética al espacio, con diversa potencia y longitud de onda; para que, cuando ésta rebota contra un objetivo en movimiento, la señal reflejada es desviada y parte de esta retorna a la antena del equipo emisor y eso permite la “detección” de algún artefacto en vuelo.

2.- En el ámbito aeronáutico existen dos tipos de radares que se utilizan para el control del espacio aéreo:

Radares Primarios: emiten una señal electromagnética generada internamente y recogen el rebote de esa señal. Generalmente se utilizan para “descubrir” tráficos aéreos que buscan no ser detectados. Los utilizan los organismos encargados de la protección el Espacio Aéreo: la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE).

Radares Secundarios: NO emiten señal electromagnética, pero tienen un receptor que detecta la señal que VOLUNTARIAMENTE emiten los aviones con sus equipos de a bordo (TRANSPONDER). Son utilizados en conjunto con los radares primarios o solos con el propósito de control de tráfico aéreo legal, usualmente por la Dirección General de Aviación Civil (DGAC).

3.- Para su objetivo, todo radar tiene limitaciones:

a) Por su función interna y sus capacidades, potencia, alcance, forma de los nódulos de radar, etc. Esto implica que NINGÚN radar es completamente fiable y que siempre hay la posibilidad de evadirlo.

b. Por la geografía en la que están situados, en el caso de estar en un sitio sin accidentes geográficos o físicos que impidan u obstruyan la onda electromagnética, sus capacidades serán las máximas que sus características técnicas lo permitan. En caso de estar en zonas geográficas complejas como las de ECUADOR esas capacidades se ven degradadas por la presencia de accidentes geográficos (Cordillera de los Andes, Chongón y Colonche, etc.), que impiden el flujo normal de la onda electromagnética.

Hasta aquí las explicaciones básicas para un ciudadano común y con el objetivo de salir de esa zona de repetición sin reflexión o, al menos, con una cierta duda, como ordenan los manuales de periodismo, “para principiantes”.

Pero los radares en Ecuador tienen una historia:

1.- Los primeros radares de control del espacio aéreo los compró la FAE en los años 80 del siglo pasado, luego de la evaluación de los resultados del enfrentamiento con el Perú en lo que se conoce como Paquisha, Mayaicu y Machinasa en 1981.

En esa evaluación se determinó la necesidad de contar con radares que permitan la detección de aviones del Perú en la frontera sur. Para esto se adquirieron 2 sistemas de radar AR3-D tridimensionales (capaz de detectar altura, rumbo y velocidad) y 2 sistemas AR15 de dos dimensiones (sin capacidad de detectar altura), que fueron instalados en la zona sur del país con el propósito de detectar movimientos de la Fuerza Aérea del Perú.

2.- Posteriormente a los hechos de la llamada “Guerra del Cenepa” del año 1995 -y por la posibilidad de que se den nuevos hechos violentos con el Perú, los que estuvieron a punto de darse en 1998- se adquirieron dos sistemas de radar rusos 36D6 y un sistema estadounidense TPS 70. Esos equipos apoyaron el despliegue de radares hacia la zona sur del país, a excepción del radar estadounidense (por limitaciones contractuales no se podía usar al sur), el que se instaló en la zona nor-oriental.

3.- Tras la firma de la paz con el Perú en el año 1998, se produjo una drástica limitación de recursos económicos de las Fuerza Armadas que limitó el mantenimiento de los radares y se dio un continuo deterioro de sus capacidades. Todo esto degradó la capacidad de detección de la defensa aérea que es una actividad de la Fuerza Aérea, a pesar de una frustrada “modernización” de los dos radares AR3D en el año 1998, la cual, a pesar de los recursos invertidos, no dio los resultados esperados y finalmente los radares fueron dados de baja del inventario de la FAE.

4.- Entonces ocurrió continuo deterioro de las capacidades de la FAE para vigilar y controlar el espacio aéreo. Por ello, en varias ocasiones y en distintos períodos se presentó a los gobiernos de turno diversos planes para la recuperación de las capacidades perdidas. Desde esa época ya hubo problemas.

5.- En el año 2008, tras el ataque de fuerzas colombianas en la zona de Angostura en la provincia de Sucumbíos, se evidenció la incapacidad de la FAE para mantener la vigilancia y control del espacio aéreo. En ese momento, el Gobierno Nacional aprobó los planes de la FAE para el fortalecimiento de estas capacidades y asignó el presupuesto respectivo. Se autorizó a la FAE iniciar el proceso precontractual y contractual para adquirir cuatro radares que reemplacen a los anteriores ya fuera de servicio.

6.- El proceso de contratación estuvo liderado por un oficial General de la FAE, con un equipo de la misma institución. En el año 2009 se contrató los radares de fabricación China CETC, 2 tipos YLC-2V de largo alcance y dos YLC-18 de corto alcance. Los radares fueron entregados y puestos a prueba, pero la FAE no aceptó pues los técnicos chinos no lograron integrar estos radares con el TPS 70 americano (el único que estaba en funcionamiento parcial).  Eso era parte del contrato de adquisición, por lo cual no se llegó a la aceptación final de los radares y se lo dio por terminado con la devolución de los mismos en el año 2012 y la recuperación del anticipo en el año 2013.

7.- Posteriormente inició un nuevo proceso precontractual para la dotación de los radares. Como resultado se adquirió cuatro radares de fabricación española INDRA LANZA. Fueron puestos en servicio operativo en el año 2017, desplegados en el territorio nacional de acuerdo a la decisión de la FAE en función de sus planes internos.

UBICACIÓN DE LOS RADARES

Como lo explica el experto y se conoce ampliamente, para quienes ejercer la administración, el Gobierno Nacional no dispone, de manera directa, el sitio donde se colocan los radares en la geografía nacional Su obligación es establecer las metas en materia de seguridad. La ubicación de radares u otros medios, le corresponde a las Fuerzas Armadas y a la FAE, en particular, en función de los planes que haya desarrollado para solventar las amenazas que afecten a la soberanía del espacio aéreo.

Esto quiere decir que la decisión de utilizar los medios de radar, aéreos o de cualquier tipo que dispone la FAE es de responsabilidad directa de esta institución y no del Gobierno Nacional. Y la institución armada lo hace en función de los planes que desarrolla, generalmente relacionados a la protección del territorio ante amenazas externas de tipo estatal y solo últimamente de tipo asimétrico como es el narcotráfico.

Por este motivo, en la historia del Ecuador, la mayor parte del tiempo los radares han estado orientados para vigilar el espacio aéreo al sur y en algún momento al norte, pero no hacia el océano Pacífico en la zona norte y centro.

De ahí que llegar a conclusiones fáciles y desde el utilitarismo político es un despropósito, solo comprensible con la demogogía y el afán de desviar la atención. El experto añade algo clave: “pretender posicionar la idea de que el Gobierno Nacional, en algún período del pasado, a ‘propósito’ no ha instalado radares en la zona de la provincia de Manabí” no explica nada y por el contrario crea una realidad paralela sin ninguna justificación. Todo ello sin descontar, como ya se ha dicho, que la disponibilidad de medios (cuatro radares), que en el caso del Ecuador (por los accidentes geográficos), son absolutamente insuficientes para garantizar la vigilancia total del espacio aéreo.

Y el experto acota: “Finalmente, en consideración de que NINGUN sistema de radar en el mundo es totalmente efectivo y todos ellos tienen limitaciones, es discutible y poco probable que la instalación del sistema de radar LANZA ubicado en el cerro Montecristi, produzca los resultados buscados: garantizar la detención de aeronaves en vuelos ilícitos que suelen hacerlo a alturas muy bajas que superan las capacidades de detección mínimas de estos sistemas. Para lograr ese propósito, sería necesario complementar al radar, con otros radares costeros que cierren las zonas que el radar LANZA no puede “ver” por sus propias limitaciones, pero esos radares no existen en el inventario nacional y no se ha manifestado ningún interés por adquirirlos”.

Por Editor