La presencia del progresismo en las redes sociales virtuales no es suficiente para enfrentar la persecución político-judicial que ocurre en América Latina, peor aun para vencer elecciones. Un millón de retweets pueden hacer tendencia, pero un millón de personas en las calles pueden cambiar la historia. Peligrosamente, gran parte de la izquierda se ha atrincherado en los seguros y cálidos perfiles de Instagram, Facebook y Twitter. Estos lugares virtuales en realidad son empresas que actúan de manera imparcial, equilibrada yseguros para todas las voces políticas. Este es un terreno creado, administrado y financiado por los enemigos de la democracia, que lo suministran a la izquierda como un placebo. Las elecciones y la disputa político-electoral se ganan en las calles primero, después nos vamos a las redes. En Ecuador, como en casi toda América Latina y el Caribe, está invertida esa prioridad.
Faltan apenas 6 meses para las elecciones presidenciales en Ecuador y ya es hora de tener claro que Twitter no es unatabla de salvación. El Twitter no sirve para nada, Instagram es irrelevante y el Facebook actúa abiertamente en contra del progresismo. El Correísmo está en los hogares, en las calles, en las organizaciones sociales, en los gremios empresariales, debemos redefinir nuestro accionar para movilizar esos espacios. Y 6 meses es poco tiempo. La elección ya llegó y probablemente nos impidan de participar. ¿Y qué haremos? ¿Tweettear la falta de democracia? Compañeros y compañeras, ya es hora de despertar.
Nos estamos engañando al creer que vamos a ganar elecciones o resistir al evidente golpe democrático si militamos virtualmente. No es denegar ese espacioconquistado, pero es poner los pies sobre la tierra. La tierra de verdad, no la metafórica. Facebook impide que el Presidente Correa tenga un perfil, Youtube prohíbe la publicidad de la izquierda, Google desaparece la relevancia de medios contra-hegemónicos en sus búsquedas. Todas las empresas que cité anteriormente son de propiedad de los grupos económicos, que a su vez también son los dueños de la derecha latinoamericana. Creer que usando las empresasde la derecha mundial venceremos, es ser demasiado inocente. La única forma de salir de eso no es en las redes, es en las calles. La derecha continental está aprovechando el aislamiento preventivo del Covid-19 y disimulando el bloqueo a la izquierda en las redes sociales para debilitarnos.
Es evidente que no dejarán que la Revolución Ciudadana participe de las elecciones nacionales del 2021. Impedirán que tengamos un Partido, impedirán las candidaturas y si esnecesario aplazarán las elecciones. Estos delincuentes hanrobado demasiado como para permitir que ganemos elecciones. El Presidente Correa es el líder político más importante del Ecuador, sigue más vigente que nunca, y ganaría la elección estando o no en la papeleta. La militancia Correísta, y todo aquel que quiera salvar al Ecuador, debe tener claro que el esfuerzo social para preservar lo que queda de país va mucho más allá de ganar elecciones. Por eso la importancia de hacer a un lado la comodidad del retweet, del like, del selfie; debemos articular los hogares, las familias, los barrios, los pueblos y las ciudades para enfrentar el tenebroso horizonte que se aproxima.
En las marchas de octubre ocurrió la peor masacre de los últimos 50 años, en Guayaquil murieron más de 20 mil personas por la Covid-19, hay asilados, detenidos políticos, y la peor crisis económica de la historia del país. Todo lo que ha ocurrido hasta el día de hoy en el Ecuador no es nada comparado con lo que está por venir. Apenas el pueblo, la gente, las y los ciudadanos, campesinos, obreros, pescadores, la ciudadanía de carne y hueso podrán salvar sus vidas y el destino de la Patria. Como miembros del principal movimiento político de la historia del Ecuador, las y los Correístas tenemos la obligación de articular este esfuerzo, y eso requiere dejar un poco al lado las redes sociales virtuales. El desafío principal está en lograr una movilización, respetando la protección de la gente por elCovid-19. Todo y cualquier esfuerzo virtual debe ser para lograr algún objetivo en el mundo real. Desde la llegada del Covid-19 la militancia ha trabajado muy intensamente utilizando herramientas como el Zoom. Debemos cambiar nuestro paradigma del uso de las redes y transformar los encuentros virtuales en la ignición de la movilización en territorio. Si no es así, no estamos en nada. Y esta idea sirve para todo el continente latinoamericano.
La ola de victorias electorales progresistas consolidaba nuestra fortaleza en las redes sociales, no al contrario. Desde 2014 las cosas comenzaron a cambiar con la llegada del Lawfare se instaló una dictadura jurídico-mediática continental que secuestró la democracia. Las redes sociales virtuales surgieron hace 20 años, al mismo tiempo que el tsunami progresista llegaba a todas las costas de América Latina y el Caribe. Las arrasadoras victorias electorales iniciadas en 1998, basadas en la capacidad discursiva de las y los titanes Chávez, Lula, Correa y Cristina, que seguían los pasos de Fidel, se mezclaban con la masiva presencia militante en redes sociales virtuales en Twitter y Facebook. Se generaban tendencias mundiales, se monopolizó el relato político-digital arrinconando a las derechas continentalestransformándolas en zombies. Pese a la invencible industria cognitiva de los países hegemónicos, y los golpes de estado, el progresismo avanzaba en un proceso de integración real jamás visto desde las glorías de Bolívar. Celac, Unasur, Alba y Brics se transformaban en un grave problema para el dominio de los EE. UU. y la UE sobre nuestro destino. Esos logros políticos consolidaban un proyecto continental, y las redes sociales reproducían esas victorias en el ámbito digital.Murió el Comandante Chávez y comenzó el revés político.
Siguiendo los pasos de Cuba, apenas las revoluciones venezolana y nicaragüense al mismo tiempo que gobernaban profundizaron sus procesos políticos. Crearon estructuras de base presentes en cada calle para generar constantes movilizaciones manteniendo activa una robusta musculatura político-social que ha permitido resistir a la miserable desestabilización causada por el norte. No sustentaron sus procesos en una percepción de buena gobernanza y campañas exitosas publicitarias. En estos países no ha proliferado el Lawfare como instrumento de destrucción de la estabilidad jurídica, como ocurre en Brasil, Ecuador, Chile y Bolivia. El progresismo latinoamericano se acomodó en su propio éxito y creyó que habría logrado que la institucionalidad democrática resistiera los golpes blandos. El Correísmo se ha fortalecido durante el Lawfare, pero debe dar un giro urgente y retomar la ofensiva político-comunicacional para vencer al próximo auto-golpe de estadoque muy probablemente ocurrirá. Va más allá de prepararse para disputar una elección que no ocurrirá. Si hay alguna organización política que puede liderar este proceso es el Correísmo. Se ha perdido un tiempo importante que puede ser recuperado. Tenemos una responsabilidad con el pueblo y América Latina, no podemos fallar.