Me despierto, extiendo el brazo, tomo el teléfono y veo la noticia: ha fallecido Luis Eduardo Aute. Me vienen sentimientos encontrados. No era precisamente mi cantante favorito, sin dejar, obviamente, de reconocer su arte. Sabía también que era pintor y poeta. Pero la cercanía con un par de cantautores ecuatorianos y con algunos poetas me hizo conocer de segunda mano su sencillez, su calidad humana y también su compromiso con la luz que los poderes oscuros del mundo siempre se empeñarán en querer extinguir.
Durante cierto tiempo, quizá en mi adolescencia o juventud universitaria, me parecía que el tono de su voz, y su mismo estilo de cantar era como lento y desganado, y eso era lo que no le permitía entrar en el panteón de mis preferidos.
Sin embargo, los tiempos pasan y la gente cambia. Recuerdo que, como la de algunos otros, su música era transmitida casi exclusivamente por la vieja y querida Radio Musical, y es allí donde escuché por primera vez temas como «De alguna manera» o «Al alba». Luego, cuando me fue interesando cada vez más la literatura española y la historia que la produjo, comencé a entender la complicada trama política del siglo XX en aquel país, y las canciones de Luis Eduardo Aute, así como las de otros tantos adquirieron un sentido mucho más profundo y complejo para mí.
Recuerdo que logré conseguir un álbum de Rosa León, cantante muy poco conocida en nuestro medio, donde interpretaba en una bella versión «Al alba». Y luego me fui aproximando con más ganas y gusto a otros temas, hondos, poéticos y comprometidos como «La belleza», «Prefiero amar», «Sin tu latido», «Las cuatro y diez». En muchos se reflejaba la vida cotidiana de la España franquista, con su absurda lista de represiones de todo tipo con las queel caudillo fascista pretendía dejarlo todo ‘atado y bien atado’ (más o menos como pretenden hacerlo aquí) para que el futuro fuera de los poderosos y de nadie más.
Luis Eduardo Aute contrajo matrimonio con una mujer ecuatoriana, concretamente de Bucay, lo cual creó un lazo fuerte con nuestro país, participó en los eventos conocidos como TODAS LAS VOCES TODAS, ciclos de conciertos de nueva canción latinoamericana y trova en general, y en el año 2016 fue el poeta homenajeado del encuentro de poesía Poesía en Paralelo 0. Entonces vino a Ecuador y tuvo varias presentaciones y se dejó ver en el plano humano, dejando una impresión de integridad, sencillez, calidez, generosidad y arte.
Nadie sabía entonces, que poco tiempo después, sufriría dos infartos que mermaron hasta casi desaparecer sus facultades, segando su vida artística para siempre.

La solidaridad de Silvio Rodríguez y el pueblo cubano le brindaron apoyo en las etapas iniciales y más críticas de su enfermedad, y luego retornó a seguir siendo tratado y cuidado en España, donde residía.

En estos días de incertidumbre y miedo para todo el planeta, el alma de Luis Eduardo ha decidido volar. Nos deja su arte, como todo ser que ha decidido ser una de esas ‘antenas de la especie’, que decía mi amiga Alicia Crest de los artistas. Pero también nos deja un ejemplo de integridad, consecuencia, calidez y generosidad, todas actitudes que nos harán mucha falta en estos días difíciles.

Ojalá quienes admiramos su arte y su calidad humana sepamos estar a la altura de sus enseñanzas. Para él, paz y luz en el viaje definitivo. Buen viento y buena mar, maestro querido. Que la tierra le sea leve.

Por Editor