Por Romel Jurado Vargas
Según una reciente medición realizada por la firma encuestadora Maluk Research el presidente de la República, Daniel Noboa, tiene una opinión favorable entre los ciudadanos del 55,23%; y, la Fiscal General del Estado, Diana Salazar, alcanza un nada despreciable 41,46%, lo que les convierte en los cuadros de la derecha política con mayor aceptación nacional.
Además, ambas personalidades públicas han hecho de la seguridad y el combate al crimen organizado su plataforma de promoción personal y política, entre otras cosas, porque la inseguridad es la principal preocupación de todos los ecuatorianos desde la proliferación de las matanzas carcelarias en el gobierno de Guillermo Lasso, así como la violencia criminal asociada al narcotráfico que también ha tenido su máxima expresión en ese gobierno, llegando a superar las 40 muertes violentas por cada cien mil habitantes.
Concurrentemente, es preciso tener presente que el mandato de Diana Salazar está por terminar el 31 de marzo de 2024, en que se cumplen 5 años desde que fue elegida por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, organismo que debe efectuar el concurso público para su reemplazo. También Daniel Noboa, tiene una fecha precisa de terminación de su mandato, el 23 de mayo de 2025, aunque si quiere ser candidato a la reelección deberá pedir licencia desde que inicie la campaña electoral, según establece el Art. 93 del Código de la Democracia, esto será los últimos días de diciembre de 2024.
Los niveles de popularidad de ambos personajes públicos, el tema que han escogido como plataforma de promoción política, la inminente terminación de sus mandatos, así como el frontal apoyo que reciben de la Embajada de Estados Unidos, de los sectores de la derecha política y de los medios de comunicación tradicionales les dan, a Diana Salazar y a Daniel Noboa, las condiciones para ser el o la candidata a la presidencia de la República en las elecciones de febrero de 2025, cuya campaña parece ya haber empezado.
Para algunos actores de derecha lo ideal sería que Daniel Noboa sea el candidato a presidente y Diana Salazar su binomio. Sin embargo, Daniel Noboa sabe que Diana Salazar tiene demasiada presencia pública, una fuerte vinculación con sectores nacionales e internacionales que apoyaron a Lenín Moreno y a Guillermo Lasso, una gran paranoia fruto de haber sembrado de enemigos la faz de la tierra, pero, sobre todo, que tiene la suficiente habilidad, audacia y ambición para ser una, potencial, conspiradora a sueldo desde la vicepresidencia de la República.
Noboa ha aprendido, por la experiencia con la señora Verónica Abad, que debe seleccionar una candidata a vicepresidenta de bajo perfil, sin demasiados contactos ni ambiciones, que sea obediente, que no represente un riesgo en momentos críticos, que acate con silenciosa sumisión y absoluta lealtad las órdenes del presidente, aún en las circunstancias más adversas. Noboa requiere una vicepresidenta florero, como lo fue el vicepresidente Alfredo Borrero en el gobierno de Guillermo Lasso. Por todo lo cual, el presidente-candidato Daniel Noboa sabe que pedirle a Diana Salazar que sea su binomio presidencial sería colocarse una pistola en la nuca.
Por otro lado, si Diana Salazar es la candidata a presidenta de la República, no podría pedirle a Noboa que sea su binomio a la vicepresidencia, por razones obvias de clase social, fortuna familiar, vanidad personal y posición política: Noboa jamás aceptaría ser menos que candidato a la presidencia de la República en las elecciones del 2025.
En este escenario, Salazar tendría que escoger a un cuadro de la derecha que le sea potable para ser su binomio presidencial y, además, pedir el auspicio de una tienda política para presentar su candidatura. En ambos temas, es muy probable que la señora María Paula Romo esté muy dispuesta a colaborar con la actual Fiscal.
También, es poco probable que aspirantes de derecha de segunda línea como Jan Topic y Otto Sonnenhozlner estén dispuestos a deponer sus pretensiones presidenciales y acepten ser el candidato a vicepresidente en un binomio liderado por Diana Salazar. Ni siquiera actores políticos de cuarta línea, como Cristian Zurita o Carlos Vera Junior, aceptarían esa posición; y, aunque lo hicieran, tampoco son elegibles por la actual fiscal debido a que, todos esos personajes son más que capaces de serruchar el piso por el que se mueva Diana Salazar, si llegase a ser presidenta y uno de ellos ocupase la vicepresidencia de la República.
Sin duda, Daniel Noboa hará todo lo que esté a su alcance para impedir que Diana Salazar, su principal competidora en la tendencia de derecha, sea candidata a la presidencia de la República. Por su parte, Salazar sabe que en cuanto deje de ser Fiscal General, si no logra una posición segura en el cortísimo plazo, perderá los apoyos nacionales e internacionales que la han sostenido en su cargo y tendrá que enfrentar una avalancha de juicios penales, administrativos, civiles y políticos por sus propios medios y con sus propios recursos. Razón por la cual, ser candidata a la presidencia podría convertirse en el camino de la supervivencia y, quién sabe, en el camino hacia la consolidación de su poder personal y político.