El filibustero William Walker (1824-1860), fue parte protagónica en México y Centroamérica, del retorcido sistema ideológico que justificaba la codicia, mezclando lo económico con lo religioso y que iba desarrollándose (y no ha parado de crecer) en los Estados Unidos. Me refiero a la creencia en el Destino Manifiesto, y la Doctrina Monroe “América para los americanos”. Traducido al buen lenguaje que nos cobija, quiere decir “toda América para los capitalistas estadounidenses”.
Walker era arriesgado, al punto de perder la vida fusilado en Honduras. Trump es básicamente un gánster arrogante con un poder aterrador. Compartían eso sí, la misma posición ideológica con casi 200 años de diferencia y esto queremos destacar. Ambos misóginos, racistas, narcisistas, colonialistas y ladrones. Walker, más culto y formado que Trump, saqueó y robó lo que pudo, se autoproclamó Presidente de Nicaragua (¿el primer autoproclamado?) incendió Granada, al pie del lago Cocibolca, destruyendo una joya colonial, tal como harían sus émulos recientes de julio del año pasado, 200 años después. La autoproclamación y el incendio de Granada fueron factores importantes para que varios Presidentes y dirigentes centroamericanos, se unieran para darle batalla hasta su derrota.
Trump
le roba a Venezuela, sus barcos piratas son los bancos. El botín son
las reservas de oro, el ingreso por el petróleo, y todo aquello que
sea legítima propiedad del pueblo venezolano. Sus cómplices son los
artificios financieros, decretos y sus garfios de abordaje son todas
las violaciones necesarias del Estado de Derecho a nivel mundial.
Para dar la estocada final y quedarse con el país entero, sigue
aspirando a colocar a un comendador como Juan Guaidó, a que
gobierne por encargo. Cuenta para ello con Felipillos y Malinches
fieles, como el presidente Duque o el Presidente Piñera y los otros
reunidos en el Grupo de Lima, casi en extinción. Pero,
y hay un gran pero, Trump no aprende de la historia, ya fueron
derrotados por Sandino en 1933, por el propio FSLN en 1979, y ahora
vuelven a morder con cólera, el sabor de la derrota, con el mismo y
renovado FSLN, 40 años después en 2019, en Nicaragua.
Los Estados Unidos, sus gobiernos y administraciones, desde hace 200 años con esa misma ideología, no dejan de aspirar al dominio de Nuestramérica (tienen una obsesión con Cuba y Nicaragua). Lo dicen con el mayor descaro y desparpajo. Nos han hecho trastabillar más de una vez gracias a esos serviles, como Santander, que sirvió de verdugo contra Bolívar o gracias a los dictadores de los años 50 hasta los 80. Hoy los genuflexos de turno buscan servir al pirata Trump y de paso a sus bolsillos, golpeando a las Nuevas Democracias, utilizando a los poderes judiciales y los medios de comunicación. El pirata Trump cuenta con su legión de personajes locales encabezados por Duque y Piñera, orquestados por Mike Pompeo y su funcionario mayor Luis Almagro, acompañados siempre por diversos personajes de opereta como son los varios Cancilleres o aupados por muchos izquierdistas vacilantes, que repudian a Trump, pero a la vez no se oponen directamente al bloqueo a Cuba, Nicaragua, o Venezuela.
Es fundamental leer la continuidad histórica. La misma ideología hoy, 200 años después, se enfrenta y encuentra su derrota en dirigentes surgidos de lo más profundo de los pueblos. Presidentes como Nicolás Maduro, Evo Morales, o Daniel Ortega, hijos de la cantera de la dignidad de Nuestramérica, quienes luchan por la construcción de nuevas realidades distributivas, justas, solidarias e incluyentes y de la impaciente resistencia popular. Chocan los piratas modernos con la Revolución Cubana, amurallada con 60 años de victorias, conducidas aún hoy por Fidel.
Trump ha dado la “Orden Ejecutiva” que significa el bloqueo total contra Venezuela. Amenaza a todo ser viviente sobre la tierra y a todo gobierno con ser sancionado si apoya, comercia, compra o vende productos a la Revolución Bolivariana. El mismo carácter de bloqueo que lleva 60 años contra Cuba y que ahora se renueva con la resurrección de la ley Helms-Burton. El mismo bloqueo que sufre Irán, Siria, Corea del Norte o sufrió Nicaragua en los 80s. El emperador se revuelve en su salsa pensando que ganará, mientras su discurso anti hispano produce los primeros muertos con nombre y apellido por el hecho de ser mexicanos, chicanos o simplemente hispano-hablantes.
Estamos ante una etapa crucial de la historia y muy probablemente ante un cambio de era. La hegemonía geopolítica se define en América Latina. Rusia y China han posicionado sus discursos y sus acciones en defensa de Venezuela. El autoproclamado Guaidó sin ninguna vergüenza, celebra el cerco contra sus compatriotas y los países reunidos en Lima en la Conferencia llamada “Por la Democracia en Venezuela”, han fracasado una vez más. Fue convocada a nivel de Cancilleres y solamente ocho asistieron a la capital peruana. Los demás fueron representantes diplomáticos. El cerco mediático sigue siendo nuestro gran talón de Aquiles y salvo Telesur, y algunos otros medios escritos lograron informar sobre el bajo estatus de esta reunión.
El filibustero Walker murió con dignidad, fusilado en Honduras. El Pirata Trump no tendrá un fin similar pues nunca irá al campo de batalla. No hay triunfalismos que valgan, contra esta política imperial debemos movilizarnos en las calles y ganar todas las elecciones y cualquier otro espacio democrático que se conquiste con la lucha. La defensa de Cuba, Nicaragua, Venezuela y pronto de Bolivia, México o Argentina, es la supervivencia de nuestros pueblos.
La alianza estratégica firmada por el ignorante Bolsonaro a nombre de Brasil, con los EEUU, es altamente peligrosa y se combina con la inclusión de Colombia en la OTAN. Solo el desarrollo de la conciencia popular y la movilización masiva en contra del imperio puede frenar esta barbarie que se avecina. Eso y las armas en manos de ejércitos auténticamente defensores de la soberanía nacional.
Hoy luchar por la Soberanía y por la Patria es tarea de todo hombre y mujer, simplemente honestes. Basta ser un ciudadano honorable, que respeta a su país y que ama la paz, para ser antiimperialista. El supremacismo blanco será la derrota de Trump pues lleva la confrontación a su propio territorio. El desafío electoral de Argentina y de Bolivia son los próximos objetivos del enemigo, pero Cuba, Nicaragua y Venezuela, siguen siendo la obsesión estratégica del Imperio.
Los supremacistas blancos son la continuidad exacerbada de esa ideología perversa del destino manifiesto y la doctrina Monroe. Esa es la posición ideológica que gobierna a los EEUU. Subordinarse a su política exterior, como hacen los gobiernos genuflexos de la derecha, es suicida, es aceptar que somos inferiores. A las oligarquías no les interesa pues tienen casa en Miami y sí creen que somos inferiores, pero estos gobiernos como el de Chile, Colombia, Ecuador o Paraguay, están conscientes que entregan a sus pueblos como ofrenda llevándonos a una confrontación desigual contra los esclavistas de antaño y bárbaros capitalistas de hoy.
Nosotros somos la continuidad de la ideología solidaria y justiciera de Túpac Amaru, Micaela Bastidas, Bartolina Sisa, Las Manuelas, Bolívar, Martí, Sandino, el Che, Fidel, Salvador Allende o Hugo Chávez.
Ellos tienen a Trump, su círculo de matones y sus serviles, presidentes mal elegidos de nuestro Continente y de Europa.
Nosotros tenemos dirigentes reales surgidos y surgidas de las luchas y revoluciones populares armadas y electorales, como Raúl, Daniel, Lula, Dilma, Maduro, Evo, Cristina, Correa, AMLO. No estamos desarmados.
En pocos días, el 13 de agosto, será el aniversario del nacimiento de Fidel Castro y de Tomás Borge. Para ellos el único homenaje válido será la lealtad y la unidad ante todo. Ello significa realmente deponer ambiciones y vanidades para avanzar por ese camino. El máximo esfuerzo por la unidad debe hacerse. Es imprescindible, en ello se nos va la existencia, y no es mañana, es ahora.