La COVID-19 plantea nuevas interrogantes sobre la capacidad de la comunidad internacional para responder ante desafíos globales y las crecientes asimetrías del modelo reflejadas principalmente en la inequitativa capacidad de acceso a la información, limitación de recursos esenciales (por ejemplo, insumos médicos, acceso a medicamentos), crítica y presión hacia organismos como la OMS, restauración de las cadenas internacionales de suministro y servicios sin compensaciones para los eslabones más débiles y precarización de los derechos humanos y laborales.
Sin embargo, estos retos se acentúan para América Latina y el Caribe (ALC) por dificultades preexistentes: la salida de países fundantes como en los casos de la CAN, la ALBA o la UNASUR; el cuestionamiento a la OEA frente a su rol en asuntos como los golpes de Estado en Paraguay, Honduras, Brasil y Bolivia o su relación con el legítimo gobierno venezolano; la falta de consolidación de un espacio amplio como la CELAC; las contradicciones en los modelos de integración económica, discutidas en la Alianza del Pacífico, al interno del Mercosur y la contradictoria propuesta de un candidato estadounidense para presidir el BID.
Estos síntomas señalan la urgencia para que ALC reestablezca una agenda propia en la que se debería revisar: el aislamiento frente a las disputas globales por acaparar los mercados de commodities y la recuperación y reorganización del mundopostpandemia; precarización y/o suspensión de derechos fundamentales (salud, educación, movilidad); renegociación/suspensión de deuda y acceso a mercados financieros; reducción de las desigualdades; soberanía; revisión de las agendas bilaterales frente a ventajas competitivas; participación de todos los actores del desarrollo. En definitiva: convergencia, interdependencia y articulación de las iniciativas frente a la mayor crisis de nuestras generaciones, en la cual se requiere la redefinición de la cooperación y multilateralismo como horizonte. De otra forma, el aislacionismo, los nacionalismos y la inequidad debilitarán aún más nuestras democracias y alternativas.
Tomado de RECID