“Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven.”
José Saramago (Ensayo Sobre la Ceguera. 1995).

El desempleo en el sistema económico que vivimos es uno de los problemas sociales de mayor angustia y desconsuelo. Los despidos de trabajadores en las empresas contribuyen a incrementar las cifras de “los sin trabajo”, se producen de manera permanente y se agravan en épocas de crisis. Los vemos y no los queremos ver.
Asistimos a una nueva crisis del sistema ahora agudizada por una pandemia. A finales del año 2019, en China se detectó por primera vez una nueva enfermedad causada por el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2), a la que se denominó Covid-19 por su abreviación y el año de su detección. No se sabe a ciencia cierta el origen del coronavirus y en la política internacional existen mutuas acusaciones entre China y USA al respecto; inclusive, existe la llamada “teoría de la conspiración”.
Sea cual sea la verdad que algún momento se llegará a determinar, lo cierto es que el coronavirus llegó para posicionarse en el mundo al punto que el 11 de marzo de 2020 el Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, en nombre de dicha organización declaró que el Covid-19 pasa de epidemia a pandemia (Arroyo, 2020). A esa fecha existían 118.000 casos y 4.291 muertes (BBC News Mundo, 2020). Las cifras crecen día a día, minuto a minuto de manera sorprendente. A mediados de la semana de abril de 2020 se llegaba a más 1.4 millones de contagiados y cerca de 90.000 muertes. Las cifras mayores se encuentran en Italia, España, China y USA. Este último país, la gran potencia, la de Trump desafiante y relajado con la pandemia, registra al momento el mayor número de contagiados.
Tal situación ha empezado a evidenciar los inicios de una crisis distinta que se va generalizando y que en materia laboral tendrá dramáticas consecuencias por la pérdida de puestos de trabajo. En Estados Unidos la tasa de desempleo pasaría de 3.4% a 10%, lo cual solo sería comparable con la crisis del 2010 (Guimón, 2020). En varios países ya se registran datos de trabajadores que se han acogido al paro laboral, el mayor número nuevamente pertenece a USA. Grandes empresas como Starbucks y Burguer King suspenden relaciones laborales y dejan de pagar a los trabajadores.
En América latina, se ha llegado a evidenciar que una de las consecuencias de la aplicación de las políticas neoliberales ha sido precisamente el desempleo, el cual se verá agravado por la pandemia. Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal) de las Naciones Unidas, ha advertido que habrá una recesión global, que el PIB decrecerá en América Latina, aumentará el desempleo y se sumarán los índices de pobreza. La funcionaria compara la situación con una “economía de guerra” en la que las economías de Latinoamérica decrecerían generando un incremento porcentual de diez puntos en el desempleo (Gozzer, 2020).
El retorno a las políticas neoliberales en Ecuador implementadas por Lenin Moreno desde 2017, dejó al país en situación disminuida en cuanto al servicio público de la salud por recortes presupuestarios, desinversión y recorte de personal médico. Ecuador al momento es de los países que peor ha manejado la crisis sanitaria con cifras muy alarmantes sobre todo en la ciudad de Guayaquil. Las cifras oficiales son contradictorias y esconden la verdadera realidad que ha sido evidenciada por las redes sociales y medios de comunicación internacionales. En materia laboral Ecuador el gobierno de Moreno incrementó las cifras de desempleo y disminuyó las del empleo. A diciembre de 2019 registra una tasa de desempleo de 3.8%, una tasa de empleo pleno o adecuado de 38.38% por lo que el resto de ecuatorianos en capacidad de trabajar estaría en situación de subempleo, empleo no remunerado y empleo no pleno (INEC, 2019). Cifras preocupantes que se acrecentarán en el año 2020 no solo por la política implementada por el gobierno sino por la situación que devendrá con motivo de la pandemia Covid-19.
Pero mientras gobiernos como el de Alberto Fernández en Argentina, disponen medidas que garanticen la estabilidad de los trabajadores; y, entre otras decisiones, mediante decreto posterga el pago de la deuda externa, en Ecuador se hacen las cosas al revés. En plena crisis sanitaria, que se ha agudizado por el manejo ineficiente e irresponsable denunciado por la prensa internacional, se procede a pagar la deuda y no se dictan medidas de amparo para la estabilidad laboral, por el contrario, se ha emitido el Acuerdo Ministerial MDT-2020-080, que pone en situación vulnerable a trabajadores y servidores públicos, en especial para el pago de remuneraciones y fijación de periodo de vacaciones (artículos 3 y 4), violentando de esta manera principios constitucionales como la irrenunciabilidad e intangibilidad de derechos. Por otro lado, el gobierno ha pagado 324,6 millones al 100% del valor nominal de los Bonos Global, de cuya decisión existen claros beneficiaros que son los tenedores de esos bonos que los compraron a menor precio porque habrían tenido información privilegiada. Una vez más el gobierno antepone el capital por encima de las necesidades de atención en salud en estos momentos cruciales para el país. Con esta decisión son los trabajadores más pobres quienes mayores afectaciones recibirán porque son los más expuestos y los que más carecen de atención entre otros aspectos de la salubridad.
La situación que vive el país por difícil y dura que es para empleadores y trabajadores, aún no ha imposibilitado el trabajo al punto que se conozca el cierre de empresas. Las grandes empresas tienen reservas y podrán sostener sus negocios. Otras las más pequeñas empiezan a enfrentar problemas y desequilibrios. Los trabajadores han debido quedarse en sus casas y muchos han podido cumplir sus labores desde allí en la modalidad de teletrabajo. Las personas trabajadoras del servicio doméstico no siempre podrán cumplir con su trabajo.
Pese a lo dicho, las empresas han continuado su trabajo, no ha sido imposible de cumplirlo, siguen en pie, siguen funcionando, no se han declarado quiebras, pero es evidente que empiezan a sentirse los estragos del “quédate en casa” y las disposiciones adoptadas por las autoridades para evitar mayor propagación de la pandemia.
En suma, el trabajo continúa y no existe pretexto válido que justifique la terminación de relaciones laborales de manera unilateral por parte de los empleadores. Si desean hacerlo, jurídicamente solo lo pueden mediante despidos intempestivos, decisión que en momentos como los que vivimos resulta sumamente cruel.
Pese a lo dicho, en demostración de deshumanización de ciertos empresarios ecuatorianos para los cuales el capital siempre estará por encima de sus trabajadores, han optado por despedirlos. Se han denunciado despidos masivos en florícolas y más concretamente en CONFITECA.
En mi calidad de profesor universitario en Derecho Laboral por cerca de treinta años, siempre expresé a mis estudiantes la crítica a la figura legal del despido intempestivo por tratarse de un abuso, de una arbitrariedad, que no encuentra suficiente compensación con el pago de indemnizaciones.
La relación laboral se sostiene en principios que se desprenden del carácter protector o tutelar que tiene el Derecho Laboral en favor de la parte más débil de la relación, esto es, de los trabajadores. Uno de esos principios es el de la estabilidad en el trabajo que está ligado al de continuidad, es decir garantía en el puesto de trabajo ligada a la permanencia en el cumplimiento del mismo. Dichos principios están relacionados con otro que tiene rango constitucional en Ecuador y es el de la obligación estatal de impulsar el pleno empleo y la eliminación del desempleo y subempleo (Art. 326 CRE).
Los despidos producidos en medio de la pandemia, se los realiza con la burda aplicación de la disposición contenida en el numeral 6 del artículo 169 del Código del Trabajo que textualmente dice:
“Causas para la terminación del contrato individual.- El contrato individual de trabajo termina.

Por Editor