Por Pedro Pierre.
En esta época de pandemia y campaña electoral, varios acontecimientos pueden pasar desapercibidos a pesar de su relevancia. El uno es el viaje del papa en Irak para animar a los iraquíes en la reconstrucción de su país, fortalecer la minoría cristiana muy golpeada y trabajar a la reconciliación de los musulmanes y cristianos. El otro es el primer aniversario del Encuentro Continental de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) en Guayaquil cuya importancia fue minorada por la llegada de la pandemia. Detengámonos un poco en estos 2 acontecimientos.
FRANCISCO: PEREGRINO INCANSABLE DE LA FRATERNIDAD
Eso sería la conclusión del viaje de 3 días que el papa Francisco acaba de hacer en Irak. El presidente de la república de Irak le expresó, gustoso, su satisfacción al declarar: «Los iraquíes expresan su orgullo por su presencia”. El papa logró una gran novedad: las relaciones amistosas entre los musulmanes y los cristianos.
Irak es un país de Oriente Medio en la parte oeste de Asia que colinda con Europa y África. Sus países vecinos son al oeste: Irán; el norte: Turquía; al este: Siria y Jordania y al Sur: Arabia Saudita. Tiene una superficie de 338,000 kilómetros cuadrados y una población de unos 40 millones de habitantes. Todo el Medio Oriente es la ‘patria grande’ de los Árabes, de religión mayoritariamente musulmana.
Fue en Irak donde nacieron hace 4 milenios, en la ciudad de Ur, Abraham y Sara, fundadores de la religión monoteísta, o sea, la creencia en un Dios único y amoroso. Los descendientes de Abraham y Sara se dividieron en 3 religiones que conservan su herencia: la de los Judíos, la de los Cristianos que siguen el camino liberador de Jesucristo, nacido en Palestina, tierra judía; y la de los Musulmanes que siguen a su profeta Mahoma, nacido en Arabia Saudita, cuya religión, el Islam, se inspira de los Judíos y Cristianos.
A la muerte del profeta Mahoma la religión musulmana se dividió en 2 ramas con 2 hijos de Mahoma: por una parte, están los sunitas que son más conservadores y fundamentalistas con el 90% de los musulmanes y, por otra, los chiitas, minoritarios, pero más abiertos y progresistas. La mayoría de los chiitas viven en Irak e Irán (con 1’650,000 km2 y unos 83 millones de habitantes). Arabia Saudita, patria del profeta Mahoma, es el país musulmán sunita más fundamentalista de donde salen los Islamistas, o sea, un fuerte grupo armado que se opone a Irak y los países católicos, considerados los “hijos del diablo” que hay que eliminar. En Arabia Saudita gobierna una monarquía familiar musulmana que mantiene su población, en particular a las mujeres, en una media esclavitud, mientras el gobierno de Irak admite la separación entre la religión y el Estado.
La principal riqueza de Irak, como de la mayoría de los países árabes, es el petróleo: además es el quinto país al nivel mundial en cuanto a reservas petroleras. Por no someterse Irak a los intereses de Estados Unidos, el gobierno norteamericano decidió, en 2003, invadirlo, destruirlo, acaparar sus riquezas petroleras y poner en su lugar, en el norte de Irak (donde está el petróleo), el gobierno dictatorial de un Estado Islámico. El Vaticano se opuso en vano a esta invasión norteamericana. Después de las destrucciones causadas por la invasión norteamericana, los Islamistas persiguieron a muerte a los chiitas y a los cristianos, destruyendo sistemáticamente sus casas y lugares de culto… Este Estado Islámico no logró consolidarse y fue derribado por el gobierno iraquí hace 5 años. El gobierno de Irak trabaja reconstruye el país a pesar de las trabas del gobierno de Estados Unidos.
En esta dolorosa situación, el viaje del papa Francisco a Irak tenía un doble propósito: De un lado, animar a los cristianos diezmados (¡antes de la invasión norteamericana eran millón y medio de personas y actualmente apenas unos 300,000!) y, por otro, trabajar a la reconciliación de los musulmanes. Ya en 2019 el papa Francisco había firmado en Egipto un “Documento por la Fraternidad Mundial” con la máxima autoridad del Islam sunita. En Irak el papa Francisco encontró a la máxima autoridad chiita, que visitó los pies descalzos según la costumbre árabe. Los dos coincidieron en la necesidad de «la colaboración y de la amistad» entre las religiones no solo para Irak, sino para toda la región y el mundo. Para confirmar esta reconciliación, la leyenda de un inmenso afiche decía, en el aeropuerto de Bagdad, la capital de Irak: «Ustedes son un pedazo de nosotros y nosotros somos una parte de ustedes».
Veamos unos gestos y unas palabras relevantes de este viaje del papa Francisco. Tal vez el gesto más llamativo fue el abrazo del papa al padre del niño Aylan encontrado en 2015 ahogado en una playa turca del Mar Mediterráneo junto a su madre y a su hermano de 5 años: Estaban migrando hacia Europa. Aylan queda como el símbolo mundial de la insolidaridad de Europa frente a los migrantes de Oriente Medio y de África: tenía 3 años, estaba boca abajo en la arena y vestía una camiseta roja, una pantaloneta azul y con zapatos negros.
Otro gesto significativo fue el telegrama que el papa envió al representante de la autoridad palestina cuando sobrevoló su territorio. Sabemos que el Vaticano condena las invasiones del gobierno fascista israelí sobre las tierras de los Palestinos, desposeyéndolos paso a paso de su territorio desde 65 años, a pesar de las repetidas condenas de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), pero con el visto bueno de Estados Unidos.
Varias frases del papa Francisco llaman también la atención. “He escuchado voces de dolor y de angustia, pero también voces de esperanza y de consuelo». «La fraternidad es más fuerte que el fratricidio; la esperanza es más fuerte que la muerte; la paz es más fuerte que la guerra”. “Si Dios es el Dios del amor -y lo es- a nosotros no nos es lícito odiar a los hermanos». «¿Cómo se cambia el mundo? No con el poder o con la fuerza, sino con las bienaventuranzas”. «Trabajemos juntos en unidad por un futuro de paz y prosperidad que no discrimine ni deje atrás a nadie».
Aprendamos de este viaje a valorar a nuestras hermanas y hermanos musulmanes y trabajar en nuestra Patria Grande a la unidad de los Pueblos y a la fraternidad entre todas y todos.
ANIVERSARIO ECLESIAL FELIZ
Se trata de la celebración en Guayaquil de un acontecimiento eclesial relevante para los pobres y a los cristianos de Ecuador y América Latina. Hace un año tenía lugar en Guayaquil: El 11º Encuentro Continental de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) con la presencia de unas 250 personas provenientes de 16 países, incluido Estados Unidos. Nos acompañaron cuatro obispos de varios países latinoamericanos y nos visitaron 2 de Guayaquil. Fueron 7 días de una gran fiesta de fraternidad, de fe y de compromiso. Muchas familias pobres de Guayaquil acogieron solidaria y alegremente a unos 180 participantes en sus modestas casas.
Varios aspectos son llamativos y nos incitan a la esperanza. Fue un encuentro de los cristianos pobres del Continente con el compartir alegre de su dura realidad y de sus compromisos transformadores tanto de la Iglesia católica como de la sociedad en cada país. No faltaron las celebraciones creativas de su fe viva, la conciencia de ser “la Iglesia de los Pobres” soñada por el papa Juan 23 hace exactamente 60 años en vísperas del Concilio Vaticano 2°. Hicimos resonar frases, actitudes y acciones del papa Francisco que comulga con nuestras vivencias y nuestros anhelos.
Como signo alentador de renovación, se dio el 1° Encuentro Latinoamericano de CEBs juveniles con unos 40 jóvenes de 6 países latinoamericanos. Se autoproclaman los “colaboradores entusiastas del Reino” inaugurado por Jesús de Nazaret. Nos invitaron a “soñar juntos esfuerzos de rebeldía para transformar la Iglesia y la sociedad”. En su Mensaje final denuncian la terrible realidad de los pobres de América Latina que siguen con sus “venas abiertas”. Anunciaron la presencia de un Dios liberador en todas las luchas de las mujeres, los indígenas y los jóvenes del continente. Se comprometieron a formarse constantemente. Decidieron seguir junto a las organizaciones populares como protagonistas de un futuro mejor para todos y para la misma naturaleza. Señalaron como una necesidad su compromiso por una “participación activa en la política partidaria” y el desarrollo de una espiritualidad multicultural liberadora. “Hay que seguir andando nomás, hay que seguir andando”… amando y luchando porque el Reino es nuestro destino.
Tuvo lugar luego el 11° Encuentro continental de CEBs adultas, 40 años después del primero en Rio de Janeiro, Brasil. La temática era: “Escuchando a Dios en los clamores de la naturaleza y de los pobres, defendemos la vida y construimos el Reino”. En un primer tiempo, desde los aportes de los distintos países, escuchamos los clamores de América Latina y de los migrantes en América del Norte: Clamores sociales provocados por el neoliberalismo perverso, clamores ecológicos de tanta contaminación y destrucción ambientales, clamores culturales por los atropellos a los pueblos originarios, clamores eclesiales por una institución clerical y patriarcal que margina a las mujeres, los jóvenes y los indígenas, clamores de las CEBs por la persecución de párrocos y obispos tradicionalistas que silencian al papa Francisco. Recordamos que nacimos en Brasil por los años 1955, que el Concilio nos señala positivamente, que los Documentos Episcopales latinoamericanos nos confirman como un nuevo modelo de Iglesia en la base de la sociedad, signos de la opción por los pobres y sus causas, cuidadores de la naturaleza, presencia liberadora del Reino, semillas de un mundo fraterno y equitativo, anticipación de “la tierra nueva y del cielo nuevo”. Nos comprometimos a seguir trabajando por la conversión de las mentalidades, el despertar y el protagonismo de los pobres, la renovación profunda de la Iglesia y el cambio social. En un Mensaje final confirmamos que somos una Iglesia viva que quiere enamorar en nombre de Jesús a todas y todos los que buscan una vida plena, una fraternidad sin frontera, una alianza con la naturaleza, una armonía con el cosmos y una comunión con Dios.
Siguió el Encuentro Continental de Asesores de las CEBs con el Equipo de Articulación: unas 40 personas. Retomamos los grandes ejes de los Encuentros anteriores, los desafíos señalados y la ampliación del Equipo de Articulación continental. Nos alegramos de la vitalidad de esta pequeña Iglesia de Jesús que continúa su misión, retoma las intuiciones y el testimonio de las primeras Comunidades cristianas, asume la gran tradición de la Iglesia Pueblo de Dios que une oración y compromiso, acción y contemplación, fe y política… Y nos despedimos apresurados por el cierre de los aeropuertos y la decisión del confinamiento por la pandemia…
Al año, continuamos nuestro testimonio, solidarios de los sufrimientos, los anhelos y las luchas a largo y ancho del continente. Sentimos la fuerza de Dios porque somos la barca de Jesús que desafía las actuales tempestades, segura y alegre, que se llama ‘Esperanza’.
Que nuestra mística se sienta animada tanto por la valentía del papa Francisco como el caminar de los cristianos de los sectores populares de nuestro país y nuestro continente.